lunes, 20 de febrero de 2017

> Notas de cata: Coto de Hayas "Viñas del Cierzo" 2012





El Coto de Hayas "Viñas del Cierzo" 2012 de Bodegas Aragonesas (Fuendejalón) pertenecientes a la DO. Campo de Borja se presenta externamente en botella bordelesa color verde de hombro alto, muy habitual en el catálogo de este productor. Cápsula de color verde aceituna metalizado y corcho natural, ambos de calidad correcta. Etiqueta con la imagen corporativa en la línea de otros vinos de la bodega y contraetiqueta con información breve pero clara acerca de las variedades de uva, periodos de crianza en barrica y datos relativos al viñedo. Impecable presentación.


Contraetiqueta

Se elabora en base a un ensamblaje de diversas variedades tintas: Garnacha, Syrah y Mazuela (86-10-4) provenientes de viñedos viejos cultivados en secano sobre suelos de pizarra y arcillo-ferrosos, con posterior crianza durante 12 meses en barrica de roble francés. Coupage cada vez más introducido en bodegas de Aragón, un salto cualitativo con vistas al futuro desde los monovarietales de Garnacha para intentar afianzarse en el mercado, al incluir la Syrah y la Mazuela (también conocida como Cariñena) en la elaboración de vinos con un estilo más internacional. 


Preciosa fase visual

Visualmente es de un bonito color rojo picota de capa alta con menisco entre rubí y granate. En fase olfativa presenta un ataque ligeramente alcohólico que deja paso a abundante fruta roja y negra, canela en rama y guindas al Marrasquino. Especiado y algo licoroso. En boca tiene una marcada acidez y media astringencia aunque resulta algo carente de volumen. Postgusto de persistencia media con un final ligeramente amargo. No termina de estar redondo, se nos antoja algo desequilibrado. Precioso en fase visual e interesante en olfativa, algo decepcionante por el contrario en gustativa. Echamos en falta estructura y potencia frutal en el paso por boca, algún recuerdo cárnico e incluso sanguíneo, así como más terciarios (chocolate, torrefactos, mentolados) tan habituales en otros vinos de Bodegas Aragonesas.

Un vino correcto del que, sin embargo, esperábamos más teniendo en cuenta la trayectoria de la bodega.



jueves, 16 de febrero de 2017

> Descubriendo la Malbec





Argentina ha sido siempre un país de oportunidades. Como destino histórico de emigrantes europeos de diversas nacionalidades, su riqueza enológica es fruto del mestizaje de sus raíces criollas con las culturas que cruzaron el Atlántico en la búsqueda de un futuro más próspero.

La costumbre de tomar vino prácticamente a diario, en especial con sus ricos asados, se instauró rápidamente en la sociedad argentina. Existía ya desde su pasado colonial durante los siglos XVI y XVII, pero la gran evolución se produjo en torno a 1850, época en la que se realizaron los primeros intentos de trasladar variedades de uva europeas, particularmente francesas aunque también italianas, a tierras argentinas. Entre ellas destacó la Malbec, una casta minoritaria tradicionalmente empleada en Burdeos en algunos coupages aunque siempre eclipsada por las variedades más nobles, Merlot y Cabernet Sauvignon, una "pariente pobre" que sin embargo tuvo la fortuna de adaptarse mejor que ninguna otra a las exigentes condiciones climáticas y orográficas de las regiones de Salta y Mendoza. En esas zonas desérticas a los pies de la cara este de la cordillera de los Andes, a más de 1000 metros de altitud, con aproximadamente 300 días de sol al año y apenas sin pluviometría, es donde nuestra protagonista alcanzó su plenitud. Aquella humilde uva emigrante de mitad del siglo XIX se transformó a partir de 1990 en una atractiva señora de clase media y en la actualidad, podría decirse que se ha convertido en una dama de la alta sociedad.


Viñedos en Mendoza con los Andes al fondo. Fuente: www.mendozapost.com

Es la Malbec una variedad muy vigorosa que proporciona elevados rendimientos productivos por hectárea si se cultiva en suelos fértiles y en condiciones óptimas de higrometría, aunque en esos casos se obtienen vinos flojos y sin entusiasmo. El cultivo en condiciones climáticas exigentes, tal y como se viene realizando desde hace 25 años en los valles que descienden desde la cordillera andina hacia la pampa, permite obtener de forma natural rendimientos menores y frutos más concentrados en aromas y sabores, a costa de infligir a las vides un cierto grado de stress hídrico y de penuria nutricional. La generosa exposición al sol en esas altitudes, con una mayor dosis de rayos ultravioletas, asociada a las formaciones en espaldera de los viñedos, permite completar la adecuada maduración de la Malbec. También la desgarradora amplitud térmica entre el día y la noche es un factor vital para conservar aromas y acidez. El resultado son unos vinos organolépticamente muy interesantes, que han encontrado en Argentina el trampolín ideal para conquistar el mundo, como bien lo atestigua la portada de la revista Wine Spectator publicada en diciembre de 2011.


Portada de Wine Spectator (Diciembre 2011)

Aunque por supuesto existen excepciones, el modelo productivo que siguen la inmensa mayoría de los productores argentinos tiene una clara vocación exportadora, situándose el país en el top ten de los productores de vino a nivel mundial, siendo Estados Unidos, Canadá, Brasil y Reino Unido sus principales compradores. Según datos del año 2015, la superficie de viñedo destinada a la Malbec se aproxima al 40% del viñedo total argentino, así que no debe sorprender la vehemencia con que se enarbola esta variedad de uva como estandarte genuino de la viticultura del país. Se acostumbra a decir que "los mejores vinos argentinos no son malbecs", sin embargo lo que sí parece evidente es que "los mejores malbecs son argentinos". ¿Realidad o juego de palabras? Juzguen ustedes mismos...


Fuente: www.devinosyvides.com.ar


Nuestro debut con esta variedad de uva tuvo lugar en las mesas de cata de Tomevinos. Nos sorprendió la reducida asistencia de público, tal vez lo desconocido del cepaje o el precio de la inscripción supusiera un freno para algunos, entre los que obviamente no nos encontramos. Ciertas catas tienen un determinado coste, eso debe asumirse, y si la variedad de uva lo merece, no debe ser motivo para no asistir. Incluso llevando las cosas al extremo, casi preferimos catas más familiares y menos tumultuosas, en ellas el intercambio de opiniones resulta en cualquier caso más sencillo y enriquecedor. 


Vinos protagonistas de la cata. Fuente: Facebook de Tomevinos

Detallaremos a continuación las notas de cata de los cinco vinos argentinos monovarietales de Malbec que tuvimos la oportunidad de probar.

ALTOS LAS HORMIGAS 2015
Bodega Altos Las Hormigas. Valle de Uco (Mendoza)
100% Malbec. Elaborado siguiendo el método tradicional de permanencia en depósitos de hormigón durante 12 meses, en principio sin contacto con roble ni crianza en barrica. Rojo picota de capa media con ribete granate. Ataque ligeramente sintético en nariz (tal vez la epoxi del hormigón?) que rápidamente se disipa y deja paso a la fruta. Torrefactos y tostados. Notable acidez que le dota de frescura. Agradable en boca, largo postgusto con un final levemente amargo que recuerda de nuevo al café molido. Muy diferente a los otros cuatro vinos catados.

DANTE ROBINO MALBEC 2014
Bodega Dante Robino. Valle de Uco (Mendoza)
100% Malbec. 6 meses en barrica de roble francés seminuevo. Idéntica fase visual que el vino anterior. Algo reducido de inicio en nariz, dejando paso a fruta madura, recuerdos lácticos y toffe. Agradable acidez. Muy redondo en boca, final especiado, como de pimienta negra. Podría recordar a un Merlot de Burdeos.

AMARU MALBEC 2013
Bodega El Esteco. Valles Calchaquíes (Salta)
100% Malbec. 9 meses de crianza en barrica de roble. Aproximadamente la cuarta parte del volumen total de vino se conserva en depósito de acero inoxidable, no pasa por madera, sino que se ensambla al final para conservar todavía una mayor carga frutal. Idéntica fase visual. Flores azules, azúcar quemado y mentolados. Acidez correcta. Algo más tánico en su paso por boca, aunque igualmente equilibrado. Postgusto más corto.

DON DAVID RESERVE 2014
Bodega El Esteco. Valles Calchaquíes (Salta)
100% Malbec. 12 meses de crianza en barrica de roble americano y francés. Al igual que el vino anterior, aproximadamente la cuarta parte del volumen total de vino se conserva en depósito de acero inoxidable, no pasa por madera, sino que se ensambla al final para conservar todavía una mayor carga frutal. Rojo cereza de capa media-alta con ribete rubí. Nariz plena de fruta muy madura, con fondo cárnico y a ratos ahumado. Acidez media y astringencia similar a su antecesor. Excelente paso por boca y magnífico postgusto. Podría recordar a un Rioja de corte moderno.

LUIGI BOSCA MALBEC 2014
Bodega Luigi Bosca. Luján de Cuyo (Mendoza)
100% Malbec. 12 meses de crianza en barrica de roble francés. Rojo picota de capa media y menisco granate. Fase olfativa rica en fruta roja bien madura. Lácticos dulces. Yogur de fresa. Acidez notable. Delicioso en fase gustiva. Taninos casi inapreciables. Final especiado quizás menos largo de lo esperado.

Después de este nuestro primer acercamiento a la Malbec, varias son las conclusiones que podemos obtener. Dejando al margen las peculiaridades de su cultivo, estamos ante una variedad de uva muy dócil, con la que el enólogo siempre estará satisfecho. Permite elaborar vinos diferenciados, pero es poco probable elaborar un mal vino. Podría decirse que es algo así como "la Chardonnay de las tintas", un cepaje maleable y agradecido con el que se elaboran vinos siempre correctos y a veces magníficos. Teniendo en cuenta su amplia difusión comercial, particularmente en el mercado anglosajón, nos encontramos con una suerte de "comodín" con cuya elección no se fallará, en especial ante cartas inexploradas de vinos casi siempre desconocidos y costosos, muy habituales en restaurantes británicos o norteamericanos.

Malbec... ¡qué bueno que viniste!




miércoles, 8 de febrero de 2017

> Ignius, el verdadero "vino de las piedras"





Aún habiendo tenido oportunidad de conocer el proyecto en algún otro evento previo, la visita en persona a Vinos Ignius en Almonacid de la Sierra nos permitió verdaderamente interiorizar la complejidad del trabajo desarrollado a lo largo de los últimos años por Javier Sanz. Su meticuloso estudio del medio y sus conocimientos de enología le impulsaron a emprender esta nueva andadura empresarial, aunando la más arraigada tradición de una familia viticultora con la realidad actual de la elaboración de vinos. El proyecto vio la luz hacia el año 2010, pero los inicios se remontan a finales del siglo XIX, concretamente al año 1890, fecha en la que se documenta la construcción de la bodega familiar, como muchas otras en Almonacid, horadada en las faldas de la Sierra de Algairén a las afueras de la localidad. El primer paso fue acondicionar aquella vieja bodega en la que se elaboraba el vino de la familia cada año y reconvertirla en una bodega moderna dotada de los principales medios, una bodega pequeña pero técnicamente preparada para lanzar al mercado un vino de calidad, certificado además como ecológico.


Interior de la bodega. Imagen de Carlos Schölderle

Suelos pedregosos. Fuente: vignius.com

De manera simultánea se fue trabajando en el campo, aproximadamente unas 10 hectáreas plantadas en altura. La vid nunca tiene prisa, así que casi 28 años lleva Javier preparando el viñedo, algunas viñas con más de 70 años de edad plantadas mayoritariamente en vaso, a una altitud entre 400 y 800 metros. La Garnacha es la variedad dominante, con alguna zona donde se cultiva  Syrah, algo de Tempranillo, un poco de Macabeo y un pellizco de Vidadillo, casta autóctona ésta última casi desparecida con la que en la actualidad se está trabajando muy bien en Almonacid. Los suelos son eminentemente pedregosos, pizarrosos y pobres, aflorando la roca madre metamórfica de origen ígnico, de alto contenido en sílice y de la que deriva el nombre comercial del vino.


Sala de elaboración

Por supuesto la vendimia es manual y se realiza en cajas para preservar la salud y la integridad de las bayas hasta su recepción en la bodega. Todo el proceso de vinificación se realiza en depósito de acero inoxidable, sin prisa alguna, porque la premisa de Javier es realizar una elaboración mínimamente intervencionista. Muy acertadamente, considera que el vino "es el resultado de un intercambio de energía", "es un ser vivo" y como tal,  hay que dejar que se exprese. Por ese motivo no establece plazos en las fases de elaboración. Atiende, observa y escucha al vino, e interpreta según su criterio cuál es el momento idóneo para dar el siguiente paso. Sirva como ejemplo que en el momento de nuestra visita a finales del mes de Mayo, el vino del año anterior todavía estaba en depósito, en palabras de Javier, "recreándose en sus fangos".


Bodega-cueva de crianza. Imagen de Carlos Schölderle

Charlando con Javier Sanz junto a sus barricas

Una mañana, el vino le susurrará al oído a Javier que es el momento de pasar a descansar una temporada en el interior de una barrica. Se emplean barricas de roble francés y americano, nuevo o seminuevo, máximo 2-3 usos, lo cual supone una considerable inversión anual en roble, en especial si tenemos en cuenta el pequeño tamaño de la bodega, prácticamente una microempresa. El periodo de crianza se extiende durante aproximadamente 18 meses, aunque no es tampoco nada estricto, dependerá de la evolución del vino y del criterio de Javier. Esa ha sido la duración de la crianza del último Ignius, correspondiente a la añada 2012, un vino de paraje del cual tuvimos la oportunidad de catar allí mismo, en la bodega donde vio la luz, una de las escasas 2000 botellas comercializadas. 

Ignius 2012. Fuente: Facebook de la bodega


Ensamblaje dominado mayoritariamente por la Garnacha, acompañada,  en un emparejamiento ideal, por la Syrah  y completado por otras variedades de uva (Tempranillo y Vidadillo) en proporción desconocida. Visualmente de un intenso color rojo picota de capa alta con ribete rubí, con gran cantidad de lágrima, se mostró en nariz potente e intenso, algo alcohólico de inicio, frutas rojas y negras que dejaron paso a notas balsámicas y mentoladas, como de monte bajo y plantas aromáticas, algún recuerdo a resina de conífera, toques tostados y regaliz. En boca resultó estructurado y con volumen, con taninos algo marcados, presentes quizás en exceso. Satisfactorio paso por boca, dejando un final medio-largo de nuevo rico en fruta, agradablemente especiado y recuerdo mineral.

En resumidas cuentas, un soplo de aire fresco y de renovación en el panorama enológico aragonés, en el cual algunas grandes bodegas parecen ver mermado su atractivo paulatinamente, en especial entre los aficionados más exigentes, deseosos de conocer pequeños proyectos empresariales, más pegados al viñedo y la tierra, que son los que verdaderamente nos apasionan. 

Porque detrás de cada botella de vino siempre existe una historia y para transmitirla hay que llegar al corazón.