Los pequeños viticultores riojanos del siglo pasado, aquellos más tradicionales y familiares, cultivaban las vides con las que luego elaboraban su propio vino como parte del sustento económico de sus familias. En aquel entonces el vino era considerado un alimento, un bien imprescindible para que los hombres pudieran desarrollar las labores agrícolas incluso sometidos a la más exigente de las climatologías. En aquellos duros años, los trabajadores del campo dependían exclusivamente de su esfuerzo y las largas jornadas "de sol a sol" se cubrían, tal y como nos dijo hace no mucho tiempo un bodeguero y viticultor, "a golpe de pico, pala, sardina rancia y trago de vino". Por tanto, la elaboración en el seno de cada familia de su propio vino, garantizaba el combustible necesario para los trabajos de la tierra, a la vez que suponía un ahorro considerable al no tener que depender de otros productores.
Tal y como ya describimos (y casi novelamos) en una entrada anterior, aquellos vinos eran recios y robustos. En realidad se trataba de unos vinos elaborados sin conocimiento técnico alguno, tan solo amparados por la tradición familiar de generaciones previas y basados en el principio de prueba y error. Lo habitual era poseer una sola parcela de viñedo, normalmente heredada, en la que se cultivaban las variedades de uva autóctonas más adaptadas. En tierras riojanas las más habituales eran la Tempranillo y la Garnacha entre las tintas, y la Viura y la Malvasía entre las castas blancas, casi siempre mezcladas todas ellas en un mismo viñedo. El día de la vendimia se convertía en una fiesta familiar en la que incluso los niños más pequeños participaban activamente. La cosecha se trasladaba al lagar, propio o arrendado, y se realizaba el pisado de la uva para la extracción del mosto, tras la cual se dejaba que se iniciara la fermentación. A partir de ahí todo quedaba en manos del destino.
Aunque organolépticamente en nada se parecen, el grupo bodeguero Vintae, originario de La Rioja pero actualmente extendido a 15 denominaciones de origen españolas, elabora con el nombre Palacio del Camino Real una serie de vinos que pretenden rendir un homenaje a aquellos otros vinos más ancestrales. Ellos fueron los protagonistas de la cata a la que asistimos en Tomevinos. Con una presentación exterior y un etiquetado que sólo puede ser calificado como vintage, los vinos de Palacio del Camino Real tiene un denominador común: la presencia en el ensamblaje de la Viura, rememorando aquellos vinos atávicos en los que se mezclaban variedades tintas y blancas, toda una rareza a día de hoy, con uvas cultivadas en viñedos casi escondidos en el valle del río Najerilla. Detallaremos a continuación las notas de cata de los vinos que tuvimos ocasión de probar.
PALACIO DEL CAMINO REAL BLANCO 2014
Tal y como ya describimos (y casi novelamos) en una entrada anterior, aquellos vinos eran recios y robustos. En realidad se trataba de unos vinos elaborados sin conocimiento técnico alguno, tan solo amparados por la tradición familiar de generaciones previas y basados en el principio de prueba y error. Lo habitual era poseer una sola parcela de viñedo, normalmente heredada, en la que se cultivaban las variedades de uva autóctonas más adaptadas. En tierras riojanas las más habituales eran la Tempranillo y la Garnacha entre las tintas, y la Viura y la Malvasía entre las castas blancas, casi siempre mezcladas todas ellas en un mismo viñedo. El día de la vendimia se convertía en una fiesta familiar en la que incluso los niños más pequeños participaban activamente. La cosecha se trasladaba al lagar, propio o arrendado, y se realizaba el pisado de la uva para la extracción del mosto, tras la cual se dejaba que se iniciara la fermentación. A partir de ahí todo quedaba en manos del destino.
Aunque organolépticamente en nada se parecen, el grupo bodeguero Vintae, originario de La Rioja pero actualmente extendido a 15 denominaciones de origen españolas, elabora con el nombre Palacio del Camino Real una serie de vinos que pretenden rendir un homenaje a aquellos otros vinos más ancestrales. Ellos fueron los protagonistas de la cata a la que asistimos en Tomevinos. Con una presentación exterior y un etiquetado que sólo puede ser calificado como vintage, los vinos de Palacio del Camino Real tiene un denominador común: la presencia en el ensamblaje de la Viura, rememorando aquellos vinos atávicos en los que se mezclaban variedades tintas y blancas, toda una rareza a día de hoy, con uvas cultivadas en viñedos casi escondidos en el valle del río Najerilla. Detallaremos a continuación las notas de cata de los vinos que tuvimos ocasión de probar.
Vinos protagonistas de la cata |
PALACIO DEL CAMINO REAL BLANCO 2014
Según su etiquetado elaborado con Malvasía, Viura, Garnacha Blanca y otras variedades, con posterior crianza durante 3 meses en barrica. Amarillo dorado algo evolucionado. Poco expresivo en nariz. Frutas de pepita, almíbar, cítricos y un suave tostado. Rica e intensa acidez. Algo seco en boca. Muy sutil amargor. Largo postgusto. Correcto y poco más. No enamora. Un blanco clásico riojano.
PALACIO DEL CAMINO REAL ROSADO 2015
Garnacha y Viura, en porcentajes desconocidos. Sin crianza. Rosa pálido ligeramente cobrizo, casi oro rosa. Fresa ácida muy lejana. Caramelo de nata y fresa. Recuerdo fermentativo. Acidez media. Algo alcohólico. Sutil amargor final. Carente de volumen y estructura. Sin pena ni gloria.
Palacio del Camino Real Crianza |
PALACIO DEL CAMINO REAL CRIANZA 2012
Ensamblaje de Garnacha, Tempranillo y Viura, con posterior crianza durante 18 meses en barrica de roble francés y americano. Visualmente de color rojo picota de capa media-baja con ribete granate. Fruta roja, regaliz, grosellas, tabaco, cueros y pimienta negra en nariz. Acidez media. Muy ligero en boca. Bien equilibrado y ensamblado. Postgusto de media duración. Poco evocador. Para disfrutar...
PALACIO DEL CAMINO REAL RESERVA 2008
Idéntico ensamblaje al del vino anterior. Garnacha, Tempranillo y Viura, con crianza durante 20 meses en barrica de roble francés y americano. En fase visual, color rojo picota de capa media-alta con ribete teja. Ataque alcohólico. Fruta negra pasificada (ciruelas, higos). Cueros, orejones y tabaco. Algo más estructurado que el anterior. Postgusto medio aunque insuficiente para llegar a seducir. Sorprende que una diferencia de tan sólo dos meses en la duración de la crianza dé como resultado vinos tan distintos. Probablemente la edad de las barricas utilizadas no sea la misma, sin olvidar la lógica evolución del Reserva una vez embotellado.
El resultado final son unos vinos honrados, con una inmejorable relación calidad-precio y que sirven para rendir un sincero y merecido homenaje a todos aquellos viticultores que hicieron de la tradición su forma de ganarse la vida. Sin su esfuerzo, jamás hubiéramos llegado hasta aquí.
Eternamente agradecidos...
Palacio del Camino Real Reserva
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El resultado final son unos vinos honrados, con una inmejorable relación calidad-precio y que sirven para rendir un sincero y merecido homenaje a todos aquellos viticultores que hicieron de la tradición su forma de ganarse la vida. Sin su esfuerzo, jamás hubiéramos llegado hasta aquí.
Eternamente agradecidos...
Vinos ahora que tendrían poco mercado si se hicieran como antaño- Un proyecto respàldado por un grupo potente, sino....
ResponderEliminarExcelente artículo una vez mas Paco
El proyecto, como tantas otras cosas, tiene un punto sentimental añadido, y es que los propietarios de Vintae proceden del valle del Najerilla.
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