lunes, 14 de septiembre de 2020

> French Kiss: Le Bobal 2017




Todos tenemos en la memoria la adorable película dirigida por Lawrence Kasdan en 1995 y protagonizada por Meg Ryan y Kevin Kline, una comedia romántica que siguiendo el previsible guión de chico-conoce-chica y tras un precioso recorrido por toda Francia, termina felizmente en un viñedo con las luces del atardecer. 


La historia que hoy nos ocupa tiene ciertas similitudes, aunque también algunas diferencias. Digamos que chico francés conoce a chica española y se marchan a trabajar a Francia. Años después deciden regresar a España para hacerse un hueco en el mundo del vino y el negocio es un éxito prácticamente de inmediato. Chico y chica son felices para siempre. Lo que a simple vista parece el guión de otra película, resulta ser absolutamente verídico. Benoit Dussart vino a España a estudiar su último curso de ingeniería. En Valencia conoció a Silvia Pedrón y una vez terminadas sus respectivas carreras universitarias, emigraron a Francia donde durante varios años trabajaron como ingeniero y profesora de matemáticas respectivamente. En 2017 tomaron la decisión de dar un giro radical a sus vidas y recogiendo el testigo del abuelo de ella, se hicieron cargo de la antigua bodega de la familia. En realidad las instalaciones llevaban varios años en desuso, de manera que lo primero que debieron acometer fue una remodelación a fondo, conservando todo lo posible pero introduciendo los materiales y las mejoras necesarias para cumplir con las normativas sanitarias actuales.

Viñedo. Fuente: Facebook de la bodega

Veía así la luz Bodega Dussart-Pedrón (Los Pedrones, Valencia) adscrita a la DO. Utiel-Requena. Poseen 18 hectáreas totales de viñedo en propiedad, aunque sólo emplean 3 de ellas para elaborar vino propio, el resto de la uva se vende a la cooperativa de la localidad. Elaboran tres tintos monovarietales -Garnacha, Tempranillo y Bobal, todos ellos con el nombre en francés de la variedad de uva- así como un rosado coupage de todas ellas y bautizado obviamente como Le Rosé. En el caso concreto del vino que nos ocupa, el viñedo del que procede la uva con que se elabora Le Bobal 2017 tiene más de 70 años de edad y está plantado en vaso a 740 metros de altitud, con un clima continental y suelos arcillo-calcáreos. Vendimia manual en cajas y doble selección de racimos. Fermentación más bien corta en depósito de acero inoxidable de 3000 litros con levaduras autóctonas y posterior crianza durante 7 meses en roble francés y tinajas de barro.


Sala de crianza. Fuente: Facebook de la bodega

Preciosa presentación exterior en botella borgoñona de gran calidad y etiqueta sobria pero con personalidad, indicando el número de botella escrito a mano, lo cual siempre confiere un añadido de exclusividad. Rojo picota de capa media con ribete granate, ligeramente opalescente en nuestra opinión, lo cual en absoluto puede considerarse una crítica negativa, en especial si se tiene en cuenta su elaboración puramente artesanal. Mermelada de ciruelas, vainilla y chocolate con leche en fase olfativa. Sanguíneo, férrico y mineral, sobre un suave fondo de tostados y especias. Acidez marcada -influencia directa de la altitud y de la amplitud térmica- característica que lo hace ligero, fresco y alegre en su paso por boca, a pesar de resultar algo licoroso. Astringencia media en boca -excelente trabajo de crianza- y con un leve amargor presente que le ayuda a sostenerlo en longitud. 



Tal vez Le Bobal 2017 es el mejor monovarietal de este cepaje que hayamos catado nunca, posiblemente debido a su peculiar elaboración con claras influencias borgoñonas, conservando toda la fruta y con unos suaves aportes de crianza que acompañan sin eclipsar ni molestar. La búsqueda de la sutileza en la copa es la clara demostración de que es posible elaborar vinos elegantes con esta variedad, en contraposición con la tradicional -a la par que obstinada- costumbre de extraer color y estructura hasta el límite para después tener que someter al vino a crianzas largas y agresivas. Nuevas ideas de elaboradores más jóvenes dispuestos a arriesgar y que probablemente sean la clave para que ciertas variedades autóctonas recuperen el prestigio que nunca debieron perder.

Se acostumbra a decir que el amor es la energía que mueve el mundo y si además las emociones surgen entre viñas y barricas, poco más podemos añadir.

C´est une question d´amour, mes amis...

Fotograma final de la película "French Kiss"
Fotograma final de la película "French Kiss"

> Notas de cata: Cabriola 2016




El lanzamiento de un nuevo vino al mercado activa en nuestro interior una serie de resortes que habitualmente permanecen aletargados, así que movimos los hilos adecuados para conseguir una botella del Cabriola 2016 elaborado por Bodegas Borsao (DO. Campo de Borja). 

De entrada nos llamó la atención su imponente presentación en botella borgoñona de alta calidad con corcho natural de gran tamaño. Sin duda un prometedor inicio. Una rápida visita a la web de la bodega nos proporcionó la información necesaria en cuanto a variedades de uva, tiempo de crianza y demás detalles técnicos. Garnacha, Syrah y Mazuela -siendo las dos primeras mayoritarias, probablemente casi a partes iguales- procedentes de viñedos de 20-60 años de edad con diversidad de suelos y situados a una altitud entre 350 y 700 metros sobre el nivel del mar. Vinificación de cada variedad por separado y crianza en barricas bordelesas de roble francés y americano (90-10)

Conociendo la habitual línea de trabajo de la bodega, los mercados internacionales a los que exporta sus vinos y habiendo catado en numerosas oportunidades sus vinos más punteros -Tres Picos,  Berola, Zarihs- esperábamos encontrar en la copa una de esas garnachas potentes, opulentas, poderosas, casi apabullantes, con gran extracción y largas permanencias en roble de tostado medio-alto. Sin embargo, el Cabriola 2016 nos recibió visualmente con un color rojo cereza de capa media y ribete rubí insinuando algún tímido granate. Flores azules, guindas y chocolate con leche en nariz. También especias dulces, mentolados, arándanos y grosellas negras. Acidez media-alta muy refrescante que invita a seguir bebiendo e impide que el vino resulte pesado o cansado. Ligero y fluido en su paso por boca -tal vez demasiado- rompiendo con la línea de los últimos años de elaborar vinos más al gusto de los mercados extranjeros. Un ligero amargor nos hizo sospechar algo de vino joven de refresco o quizás proveniente de ese pequeño porcentaje de Mazuela, que lo hace más crujiente y aporta frescor al conjunto. 


Nuestra segunda duda surgió en cuanto a la añada, teniendo en cuenta que en copa se comporta como un vino jovial, alegre y casi juvenil. De nuevo tiramos de contactos para que nos aclararan las cosas -no hay como tener amigos- y descubrimos dónde radica el secreto de este exitoso vino. Las bodegas de tamaño pequeño, una vez que terminan de vinificar en los depósitos de inoxidable, suelen pasar el vino a barrica para hacer la crianza, unos meses después se embotella y de nuevo se deja pasar algunos meses más antes de su comercialización. No puede decirse que Bodegas Borsao sean precisamente pequeñas -más bien todo lo contrario- de manera que pueden permitirse ciertos lujos en los procesos de elaboración. En el caso que nos ocupa, el más importante de estos lujos es la posibilidad -no sólo por espacio sino principalmente por motivos económicos- de mantener los vinos terminados en inoxidable durante más de dos años, posibilitando así una decantación natural, una estabilización y un redondeo de manera natural, siendo el tiempo su principal y más valioso  aliado. Es entonces cuando se realiza el coupage final, se deciden los porcentajes de cada variedad y se introduce el vino en las barricas bordelesas de roble francés y americano, donde duerme durante 12 meses hasta completar su crianza. Esta novedosa y moderna elaboración, combinando el inoxidable con la barrica, sorprende porque es algo diferente de lo que tradicionalmente se venía haciendo. A cambio, se pierde por el camino un poco de longitud y de persistencia en el postgusto, pero no se puede hacer una tortilla sin romper los huevos. Estos son los vinos del futuro, los vinos que vienen, vinos modernos más afines al gusto europeo, con predominio de la fruta sobre la crianza. Vinos frescos, crujientes y jugosos, versátiles en sus maridajes, fáciles de beber y que atraen a un amplio número de consumidores. Si además se añade una presentación exterior atractiva y una relación calidad-precio interesante, como es el caso de este Cabriola 2016, el éxito está de sobras garantizadogarantizado. 

Nuevos tiempos para los vinos de la DO. Campo de Borja.