El pasado fin de semana se celebró por décimo año consecutivo la que probablemente sea la feria enológica más querida por todos los zaragozanos. La X Feria de los Vinos de Aragón en Montañana abrió sus puertas tras un incómodo cambio de fechas, motivado por las dificultades impuestas por parte de la nueva e inexperta administración municipal, siempre dispuesta a desfavorecer iniciativas exitosas, especialmente si no proceden de ella misma.
El funcionamiento general de la feria fue similar al de años anteriores. Escasos son los cambios que pudimos apreciar, el más significativo sin duda fue la instalación de la carpa de maridajes en una ubicación diferente, carpa que asimismo sirvió para situar las taquillas de venta de copas y cupones de puntos. Acierto pleno el de la organización en este sentido, pues en ediciones previas las largas colas frente a los mostradores de las taquillas impedían el acceso a los stands de las bodegas expositoras. La consecuencia inmediata de dicha decisión ha sido un incremento en la superficie expositiva y en el número de bodegas asistentes, así como una mayor comodidad para el público en todos los sentidos. Desconocemos por qué dos bodegas fueron exiliadas a la carpa de maridajes, quizás por problemas de espacio, cuando todas las demás colocaron sus stands en el interior del pabellón.
Nos pareció detectar algo menos de afluencia de público particularmente el viernes, tanto en la feria como en las catas, extremo éste confirmado posteriormente en conversaciones con los responsables de algunas bodegas. Todo el mundo coincide en que la celebración de la feria en el mes de Junio resulta demasiado tarde. Confiemos en que para futuras ediciones sea posible regresar al añorado mes de Abril, mucho más adecuado para este tipo de eventos, según pudimos constatar pulsando la opinión de asistentes y profesionales. La edición de este año 2016 era "cuestión de supervivencia". Si esta feria ha logrado sobrevivir, el mérito será íntegramente de la organización. Si por el contrario, las trabas administrativas consiguen impedir la celebración en años venideros, quien deberá asumir dicha responsabilidad será el consistorio.
El viernes asistimos a la cata de la DO. Somontano, conducida como en años anteriores por la encantadora Raquel Latre, sumiller del Consejo Regulador. Iniciamos el recorrido por la única Denominación de Origen en tierras oscenses probando el Mingua Blanco 2015 de Bodegas Fábregas, ensamblaje casi a partes iguales de Garnacha Blanca y Chardonnay, con un pequeño porcentaje de Gewürztraminer no incluido en la etiqueta, aunque "confesado" sin rubor alguno a posteriori por la bodega en el transcurso de una conversación informal. Visualmente de un color amarillo trigueño ligeramente verdoso, limpio y brillante. Muy aromático, con predominio de frutas de pepita (manzanas) y plátano. Intensa acidez muy agradable. Postgusto medio-largo. Buen inicio de feria.
Meler Rosado 2015 (Bodegas Meler) |
La actual moda de elaborar rosados de capa baja ha logrado convencer a la mayoría de las bodegas, y dicha disminución cromática ha traído, en nuestra opinión, la funesta consecuencia de reducir la carga aromática. A día de hoy es difícil dar con un rosado de los de antes, con sus fresones y frambuesas, con su golosidad y su dulzor intenso. De hecho lo intentamos sin lograrlo durante los tres días de feria. En ese sentido, la cata del Meler Rosado 2015 de Bodegas Meler despertó menos pasión que en años anteriores. Monovarietal de Cabernet-Sauvignon de color rosa mucho más tenue que en añadas previas, en fase nasal se mostró algo láctico y fermentativo, con recuerdo a chicle de fresa ácida. En boca resultó correcto, aunque algo ensombrecido por un cierto amargor herbáceo final. Queda lejos de su antecesor de 2014, capaz de codearse sin complejos con rivales tan serios como el célebre Enate Rosado.
Aldahara Rasé 2014 (Bodegas Aldahara) |
El primer tinto catado fue un viejo conocido. El Aldahara Rasé 2014 de Bodegas Aldahara, monovarietal de una de las castas tintas más seductoras como es la Syrah, resultó como todos los años el vino más atractivo de todos los catados. Rojo cereza de capa media-alta y ribete granate, abundante lágrima intensamente pigmentada. Fase nasal rica en fruta roja y negra, pimentón y toffe. Perfectamente equilibrado. Redondo. Excelente. Final medio-largo. Un vino sensacional.
Al día siguiente, sábado para más señas, acudimos a la cata de las DOs. Calatayud y Cariñena, aunque los vinos bilbilitanos fueron mayoría entre los presentados por Ismael Ardid, sumiller y ameno conversador. Resultó novedoso comenzar la cata con un cava, algo inédito hasta la fecha en esta feria, y el Reyes de Aragón Reserva Brut Nature de Bodegas Langa no defraudó. Coupage clásico de Macabeo y Chardonnay se reveló de un amarillo pajizo con burbuja fina. Rico en aromas cítricos, azahar, flores blancas y recuerdos de bollería, resultando sin embargo poco complejo y algo plano. Su largo postgusto y su escaso amargor final dejaron alto el pabellón de los cavas aragoneses. Hay vida fuera de San Sadurní de Noya...
Continuamos con el Blanca y Radiante 2015 de Bodegas Heredad Carlos Valero. 100% Garnacha Blanca perteneciente a la DO. Campo de Borja elaborado bajo la batuta técnica del master of wine Norrel Robertson, asentado desde hace más de diez años en Calatayud y responsable de la asesoría enológica de numerosas bodegas a través de su empresa "El Escocés Volante". Con esa imponente tarjeta de presentación afrontamos la cata de este blanco sin crianza de color amarillo ligeramente verdoso. Incómodo ataque en nariz con recuerdo a esmalte de uñas (?). Notablemente ácido en boca, cítricos y almendras amargas sobre un fondo salino. Toques "ajerezados", podría recordar a un fino o a una manzanilla de Sanlúcar. Muy extraño, aunque no exento de personalidad.
Dos tintos de la DO. Calatayud acudieron en nuestro rescate y el primero de ellos supuso una novedad absoluta. Recién sacado al mercado, el Segeda 2014 de Bodegas Augusta Bilbilis toma el nombre de un antiguo poblado celtíbero de la comarca en el que se han encontrado restos arqueológicos que atestiguan ancestrales procesos de elaboración de vino. Se trata de un tinto resultado de un ensamblaje ideal: Garnacha y Syrah. Si a ello se le añade un breve paso por barrica de roble francés y americano de tostado medio, como es el caso, el resultado no puede ser más satisfactorio. Rojo cereza de capa media con menisco rubí. Frutas rojas, aceitunas negras, especias, caramelo de café con leche. Acidez muy interesante en boca, moderada astringencia nada molesta. Quizás algo carente de estructura. Final ricamente especiado. Un vino complejo y con larga vida por delante. Premiado con un Bacchus de Plata este año, nos atrevemos a pronosticar que no será el último galardón que logre. Más que prometedor.
Cerramos la cata con el Baltasar Gracián Reserva 2011 de Bodegas San Alejandro. Idéntico coupage que el vino anterior pero con 18 meses de crianza en barrica. Rojo picota de capa alta con ribete granate que insinúa reflejos teja. Fase nasal con predominio de la fruta roja y negra escarchada sin llegar a estar pasificada. Terciarios y demás notas de crianza perfectamente integradas. Muy equilibrado. Agradece oxigenación e incluso decantación. Potente y gastronómico. Para disfrutar sin prisa.
En la próxima entrada hablaremos de algunas de las novedades presentadas en esta edición. Un blanco muy femenino, un rosado que parece tinto y un tinto con mucho futuro.
Hasta pronto...
Reyes de Aragón Brut Nature (Bodegas Langa) |
Al día siguiente, sábado para más señas, acudimos a la cata de las DOs. Calatayud y Cariñena, aunque los vinos bilbilitanos fueron mayoría entre los presentados por Ismael Ardid, sumiller y ameno conversador. Resultó novedoso comenzar la cata con un cava, algo inédito hasta la fecha en esta feria, y el Reyes de Aragón Reserva Brut Nature de Bodegas Langa no defraudó. Coupage clásico de Macabeo y Chardonnay se reveló de un amarillo pajizo con burbuja fina. Rico en aromas cítricos, azahar, flores blancas y recuerdos de bollería, resultando sin embargo poco complejo y algo plano. Su largo postgusto y su escaso amargor final dejaron alto el pabellón de los cavas aragoneses. Hay vida fuera de San Sadurní de Noya...
Blanca y Radiante (Bodegas Heredad Carlos Valero) |
Continuamos con el Blanca y Radiante 2015 de Bodegas Heredad Carlos Valero. 100% Garnacha Blanca perteneciente a la DO. Campo de Borja elaborado bajo la batuta técnica del master of wine Norrel Robertson, asentado desde hace más de diez años en Calatayud y responsable de la asesoría enológica de numerosas bodegas a través de su empresa "El Escocés Volante". Con esa imponente tarjeta de presentación afrontamos la cata de este blanco sin crianza de color amarillo ligeramente verdoso. Incómodo ataque en nariz con recuerdo a esmalte de uñas (?). Notablemente ácido en boca, cítricos y almendras amargas sobre un fondo salino. Toques "ajerezados", podría recordar a un fino o a una manzanilla de Sanlúcar. Muy extraño, aunque no exento de personalidad.
Segeda 2014 (Bodegas Augusta Bilbilis) |
Dos tintos de la DO. Calatayud acudieron en nuestro rescate y el primero de ellos supuso una novedad absoluta. Recién sacado al mercado, el Segeda 2014 de Bodegas Augusta Bilbilis toma el nombre de un antiguo poblado celtíbero de la comarca en el que se han encontrado restos arqueológicos que atestiguan ancestrales procesos de elaboración de vino. Se trata de un tinto resultado de un ensamblaje ideal: Garnacha y Syrah. Si a ello se le añade un breve paso por barrica de roble francés y americano de tostado medio, como es el caso, el resultado no puede ser más satisfactorio. Rojo cereza de capa media con menisco rubí. Frutas rojas, aceitunas negras, especias, caramelo de café con leche. Acidez muy interesante en boca, moderada astringencia nada molesta. Quizás algo carente de estructura. Final ricamente especiado. Un vino complejo y con larga vida por delante. Premiado con un Bacchus de Plata este año, nos atrevemos a pronosticar que no será el último galardón que logre. Más que prometedor.
Baltasar Gracián Reserva 2011 (Bodegas San Alejandro) |
Cerramos la cata con el Baltasar Gracián Reserva 2011 de Bodegas San Alejandro. Idéntico coupage que el vino anterior pero con 18 meses de crianza en barrica. Rojo picota de capa alta con ribete granate que insinúa reflejos teja. Fase nasal con predominio de la fruta roja y negra escarchada sin llegar a estar pasificada. Terciarios y demás notas de crianza perfectamente integradas. Muy equilibrado. Agradece oxigenación e incluso decantación. Potente y gastronómico. Para disfrutar sin prisa.
En la próxima entrada hablaremos de algunas de las novedades presentadas en esta edición. Un blanco muy femenino, un rosado que parece tinto y un tinto con mucho futuro.
Hasta pronto...
Excelente narración de lo sucedido. Grandes tintos los que catamos. Me atrevería a decir que el gran ganador es ALDAHARA. Y es que Somontano, cuando saca de la chistera algo tiene magia.
ResponderEliminarPues sí... Aldahara Rasé sin rival por tercer año consecutivo. Aunque el Segeda de Augusta Bilbilis dará que hablar.
ResponderEliminarPor cierto, se nos olvida QUINTA MAZUELA Bodega muy interesante, que tambien estuvo exponiendo, y de la que procuro visita una vez acabe vendimia de 2016, en campo , bodega y estómago.
ResponderEliminarInteresante el aldahara y muy distinto a todo lo que había probado hasta ahora. Ganador de la noche y a un buen precio.
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