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martes, 9 de octubre de 2018

> 1ª Experiencia Verema en Zaragoza




Resulta curioso que hayamos tenido que esperar tantos años para poder disfrutar en tierras aragonesas de un evento tan interesante como Experiencia Verema. La envidia nos corroía cuando leíamos cada año las nuevas sedes que se iban incorporando y observábamos con incredulidad -conste que sin ninguna animadversión por nuestra parte- que ciudades como Bilbao, Alicante o Marbella eran las elegidas para incluirse en este consolidado road-show enológico, quedando Zaragoza año tras año relegada al papel de eterno aspirante, una provincia que cuenta con tres Denominaciones de Origen (Cariñena, Calatayud y Campo de Borja) a las que podríamos añadir la oscense DO. Somontano, nada menos que cuatro  DOs en una misma y humilde comunidad autónoma.


Men in black. Men in wine...

Por fin en este año 2018 se ha hecho justicia y el primer día del mes de Octubre se celebró en los amplios y luminosos salones del Hotel Reina Petronila la 1ª Experiencia Verema en la capital del Ebro. El proceso de inscripción lo realizamos on line sin ningún tipo de dificultad, tanto para obtener la entrada para el showroom como para conseguir plaza en las catas profesionales. La información acerca de las bodegas expositoras, los horarios y las normas de funcionamiento de la feria pudimos igualmente extraerlo de la web de Verema, mecanismo ágil y eficaz, casi imposible de mejorar. El control de acceso, la entrega de acreditaciones y copas, el servicio durante las catas, la infraestructura en los salones (mesas, servilletas, agua, escupideras), resultó absolutamente impecable. Nuestra más sincera enhorabuena a la organización. Se programaron tres catas profesionales (Rueda, Campo de Borja y Calatayud). Por motivos de horario, sólo pudimos asistir a las dos últimas, protagonizadas por vinos que en su mayor parte ya conocíamos. Nos hubiera gustado poder asistir a la primera, buscando quizás ese detalle diferenciador entre los verdejos vallisoletanos -aunque lo encontraríamos más tarde en uno de los stands- pero nos fue imposible. Hubiéramos preferido la realización de catas de vinos menos conocidos (Jerez, Arribes de Duero, Ribeira Sacra, Montsant, Extremadura) aunque las protagonizadas por las DO. Campo de Borja y Calatayud resultaron francamente didácticas y placenteras.


Pupitre de cata DO. Campo de Borja: "Alma de Terroir"

En la actualidad, la DO. Campo de Borja está inmersa en un interesante proyecto de zonificación de su territorio que ha sido bautizado como "Alma de Terroir". Con la colaboración de la Universidad de Zaragoza y la Politécnica de Madrid, desde el año 2012 se persigue la calificación de las tres subzonas históricas (alta, media y baja) mediante la búsqueda de esas diferencias edafológicas y orográficas que tengan traslación a las características organolépticas del vino. Las pruebas realizadas en campo han obtenido su correspondiente refrendo en laboratorio y ese es el modo en que se ha conseguido una clasificación en cinco diferentes unidades de terroir (UT) numeradas del 1 al 5, repartidas en distintas zonas geográficas desde la ribera del Ebro hasta las faldas del Moncayo. Así lo explicó José Ignacio Gracia, secretario del consejo regulador, en una amena presentación que precedió a la cata de ocho vinos monovarietales de Garnacha con muy diferentes formas de expresión. Los vinos correspondientes a añadas más cercanas -2015 y 2016- mostraron predominio de fruta roja acompañada de las correspondientes notas de crianza según el criterio de cada elaborador (tamaño de barrica, grado de tostado, número de usos, etc). No obstante, observamos cierta tendencia a elaborar vinos menos opulentos, ligeramente adelgazados si los comparamos con añadas previas, muy divertidos en fase olfativa, tal vez en un intento comercial de ensanchar la cuota de mercado, siguiendo la tendencia actual de menor extracción y menos presencia de las notas de crianza. El futuro ya está aquí...


Pupitre de cata DO. Calatayud: "Viñedo Extremo"

Para quien no la conozca, diremos que la comarca de Calatayud es una salvaje sucesión de barrancos, secos durante la mayor parte del año, que se desgajan desde montes que en ocasiones superan holgadamente los 1000 metros de altitud. Esta orografía violenta influye, como es lógico en los suelos y por lo tanto, también en el viñedo mayoritariamente integrado por Garnacha. En las partes más bajas, donde los nutrientes han sido arrastrados por el agua durante su filtración, las vides crecen y fructifican con generosidad. Sin embargo, en las crestas erosionadas y descarnadas durante decenios de baja pluviometría estival y severas heladas invernales, en esos suelos sin sustrato donde aflora la roca madre y la pizarra, sobreviven las viñas más viejas hundiendo las raíces en pos de su alimento. Son los "viñedos extremos" de los que habla la publicidad del Consejo Regulador de la DO. Calatayud, viñedos de escasa producción, avanzada edad y gran calidad. La reciente decisión de ampliar los límites de la DO para acoger municipios cercanos a la comarca de Daroca permitirá sumar no pocas hectáreas de viña vieja. Así como en otras ocasiones hemos comparado el Matarraña con la Toscana, sin duda la comarca de Calatayud podría considerarse el Priorat aragonés. 

La cata contó con la valiosa dirección del turolense Raúl Igual, mejor sumiller de España 2010 y propietario del Restaurante Yain, quien desgranó todos y cada uno de los detalles de un total de ocho vinos de la DO. Calatayud, siete de ellos monovarietales de Garnacha (un octavo vino incorporaba Tempranillo y salió ligeramente penalizado por ello). Las añadas 2015 y 2016 se nos antojaron muy correctas, con escasas diferencias entre todos ellos, quizás con una excesiva homogeneidad entre bodegas, siguiendo todas ellas el patrón de crianza cariñosa y poco invasiva, muy de moda en la actualidad, tan respetuosa con la fruta como insuficiente para pulir astringencia y taninos, lo cual perjudica a las garnachas bilbilitanas -en general de hollejo más grueso- si se las compara con las de Campo de Borja. En cualquier caso, resultó una cata técnica a la vez que entretenida.


Espumosos Edoné (Viñedos Balmoral)

En cuanto al showroom, a decir verdad, esperábamos algo más... Para el público venido de fuera de Zaragoza con certeza resultó interesante la presencia de cinco bodegas aragonesas, sobradamente conocidas por nosotros y cuyos stands por tanto no fueron de nuestro interés. Algo parecido nos sucedió con las bodegas pertenecientes a DOc. Rioja y DO. Ribera del Duero, elaboradoras todas ellas de vinos de gran calidad e impecable factura, aunque alejados de lo que andaban persiguiendo nuestros inquietos espíritus. Buscábamos cosas curiosas e incluso extrañas y con sinceridad nos costó encontrarlas. Por costumbre solemos comenzar catando algún vino con burbujas, de modo que nos acercamos al stand de Viñedos Balmoral elaboradores de vinos tranquilos y espumosos bajo la dirección técnica del enólogo francés Hervé Jestin en tierras manchegas. La línea Maravides engloba tres tintos y un blanco, sin embargo nuestra atención la captó su marca Edoné que incluye dos espumosos blancos y uno rosado. Crianza mínima de 24 meses en botella que se prolonga hasta 40 meses en el Edoné Gran Cuvée (Chardonnay y Pinot Noir) el más "afrancesado" de los tres, cremoso y elegante sin excesiva acidez, graso y untuoso favorecido sin duda por la crianza en roble francés de parte del vino base antes de ser embotellado para realizar la segunda fermentación. No probamos el Edoné Cuvée de María (Chardonnay) pero sí el Gran Cuvée Rosé (Tempranillo y Syrah), alegre, vivaz, divertido y muy refrescante, aunque algo menos gastronómico. 


Montesquius, cien años elaborando cava

Continuamos nuestro recorrido en busca de burbujas, y en ese chispeante devenir resulta imperativo hacer escala en alguna bodega de Sant Sadurní d´Anoia. La impresionante imagen de sus botellas nos hizo detenernos en el stand de Montesquius, bodega que precisamente este año cumple un siglo de vida, elaboradora de vinos tranquilos, aunque destaca por encima de todo, con la elaboración de sus cavas. Vitivinicultura ancestral -tal y como describe en su imagen corporativa- que no puede estar equivocada, por algo lleva un siglo aplicándose con éxito. Emplean prácticamente todas las variedades autorizadas por la DO. Cava, y la gama Montesquius 1918 conmemorativa del aniversario de la bodega, aúna calidad y trabajo bien hecho: selección en viñedo, cuidada elaboración de los vinos base y largas crianzas en botella. Se denominan como "Brut Nature Natural" porque no se realiza adición de azúcar en el licor de expedición, son cavas de siempre hechos con la tecnología de ahora. Particularmente nos enamoró el Rosé Doré Gran Reserva (Pinot Noir y Chardonnay), con mucha más personalidad que su hermano el Blanc de Blancs Gran Reserva (Xarel-lo y Macabeo), ambos cremosos y untuosos, con la burbuja fina e integrada hasta casi pasar desapercibida. Dos obras maestras embotelladas.


Monovarietales de Dehesa del Carrizal

Cambiamos de tercio visitando el stand de Dehesa del Carrizal, bodega de Castilla-La Mancha ubicada entre las cuencas del Tajo y del Guadiana que, precedida por su fama y su calificación como vinos de pago, hace tiempo que estábamos persiguiendo. Viñedos de edad media sobre suelos silíceos, plantación en espaldera, crianza en roble francés y variedades internacionales (aunque tampoco falta esa Tempranillo autóctona tan nuestra) son sin duda garantía de éxito comercial. Catamos sus tres tintos monovarietales, de imponente presentación en botella borgoñona casi negra de gran calidad y etiqueta sobria. Potente y muy gastronómico el Cabernet Sauvignon, un vino enorme de principio a fin, difícil de evaluar en cata sin el respaldo de algo de comida. Resultó más accesible el Syrah, menos voluminoso que el anterior, sabroso y especiado, a priori nuestro favorito. Sin embargo fue el Petit Verdot el ganador en esta rápida cata comparada, particularmente por su refrescante nariz, una explosión de hierbas aromáticas (tomillo, lavanda, espliego) y regaliz que dio paso a una boca llena de sabor frutal y sensaciones minerales. Sin duda uno de los mejores Petit Verdot que hayamos probado jamás.


Cissus, la sorpresa...

Se aproximaba la hora de cierre de la Experiencia Verema y continuábamos sin encontrar ese vino sorprendente y distinto que nos robara el corazón. Deambulando entre los stands, sin rumbo fijo, llegó a nuestros oídos una valiosa información gracias a un amigo. "Si buscas algo verdaderamente peculiar, prueba este vino", nos dijo murmurando, casi avergonzado. Obedientes, nos acercamos al stand de Bodega Tres Pilares (La Seca-Valladolid) y pedimos una copa de Cissus. En realidad no sabemos muy bien qué hacía ese vino allí, porque nuestras investigaciones posteriores nos han llevado a averiguar que está elaborado por Bodega Dominio del Blanco, un pequeño y joven proyecto dedicado íntegramente a la Verdejo. Y de un monovarietal de Verdejo se trataba, una rareza  limitada a 350 botellas bajo crianza oxidativa, nada menos que 30 meses de permanencia en barrica de roble francés sin battonage ni rellenados. Ese largo, casi eterno, periodo de crianza se traduce en un tercio de mermas en volumen. Por si fuera poco, se completa el redondeo con 8 meses más en botella. Corcho natural y cierre de lacre para que ni una molécula aromática se escape. El resultado es pura magia, un vino sorprendente que recuerda a Jerez, a Montilla-Moriles y a los blancos del Jura. Visualmente de un amarillo intenso, en nariz es un espectáculo de cáscara de frutas blancas desecadas, infusión de manzanilla con anís, recuerdos yodados, aromas fermentativos y frutos secos. Cuerpo medio y alcohol presente. Difícil de clasificar y todavía más difícil de armonizar con comida. Raro, único y diferente. Al consumidor medio probablemente le resultará incómodo. En cambio, a los "enochalados" como nosotros, nos pareció fascinante...

Porque este es el fin último de las ferias como Experiencia Verema, dar a conocer productos diferenciadores, vinos originales y poco habituales, y para ello es fundamental el concurso de bodegas y productores. De sobras es sabido lo que cuesta en tiempo y en dinero para un pequeño elaborador participar en eventos a cientos de kilómetros de sus viñedos y de sus tanques de fermentación, más todavía si el calendario de vendimia apremia como fue en este caso, pero los consumidores y aficionados sabemos valorarlo. 

Sirvan estas líneas como reconocimiento al esfuerzo de las bodegas expositoras, a las Denominaciones de Origen participantes y a la organización de Verema.




lunes, 23 de enero de 2017

> Wine Up Tour 2016: Cena maridada en Restaurante Aragonia




Tal y como viene siendo habitual en los últimos años, a mediados del mes de Noviembre hizo escala en Zaragoza el Wine Up Tour!. Para la edición de este año hubo una modificación sustancial en el diseño del evento, abandonando el estricto formato de cata empleado con anterioridad para dar paso a una cena maridada (armonizada, como se dice ahora...) que tuvo un resultado final mucho más entretenido.


Charlando con Michael Cooper (Tomevinos) en un descanso entre platos
Organizada por Tomevinos, la cena tuvo lugar en uno de los restaurantes más atractivos de Zaragoza, no sólo por la calidad de su gastronomía y por su impecable servicio, sino también por la elegancia decorativa de sus salas. El Restaurante Aragonia, ubicado en los bajos del Hotel Palafox es, desde hace años, una de nuestras referencias de más alto nivel en la capital aragonesa, y en torno a sus mesas hemos disfrutado de inolvidables veladas en las que no ha faltado algún momento verdaderamente divertido, como el acaecido hace ya varios años y que se puede recordar en este enlace


Agustí Torelló Gran Resrva con tostada de salmón

Iniciamos la noche con un cava, como a nosotros nos gusta, para acompañar la tostada de salmón. El Agustín Torelló Gran Reserva 2011 estuvo magnífico, como siempre. Ensamblaje clásico de Macabeo, Xarel-lo y Parellada, se presentó en la copa de un color dorado verdoso y desveló en nariz recuerdos de mantequilla y panadería, resultado de su larga crianza de 48 meses en botella. Cremoso y untuoso en boca, con el carbónico perfectamente integrado, idónea elección con su suave burbuja para limpiar los paladares de la grasa natural del pescado ahumado.


Verum Malvasía con foie

Continuamos con un blanco monovarietal de una casta poco conocida y que Bodegas Verum (Tomelloso) está intentando relanzar. El Verum Malvasía 2015 se sirvió como socio de una exquisita tostada de foie. Visualmente de un amarillo dorado con ribete verdoso, desplegó en nariz todo su potencial aromático: albaricoque, plátano, piña madura, un espectáculo... Lástima que la golosidad y el dulzor prometido en fase olfativa no tuvieran continuidad en boca, tal vez demasiado fluido, corto y poco expresivo. Un vino "tramposo", quizás en futuras añadas (ésta del 2015 es sólo un primer paso) se equilibren las diferencias entre la sensualidad en nariz y la inconsistencia en boca. A reconsiderar.


Lleiroso Crianza con carpaccio de atún y conejo escabechado

El primer tinto de la noche fue el Lleiroso Crianza 2012 de Bodegas Lleiroso (Valbuena de Duero). En uno de los maridajes más arriesgados de la noche, se sirvió con un carpaccio de atún y conejo escabechado. Color rojo picota de capa media y ribete granate, con lágrima densa ligeramente tintada, identidad propia de la Tinta Fina de DO. Ribera del Duero. En nariz mostró predominio de frutas negras (moras y grosellas), regaliz y tostados, confirmando su permanencia durante 12 meses en roble francés y americano. Su final largo y especiado armonizó perfectamente con el escabeche de conejo, sin embargo devoró sin piedad el atún y sobrepasó con creces el sabor del pescado. Maridaje exitoso sólo a medias...
Legado Petit Verdot con ravioli de longaniza

Un nuevo tinto acompañó al siguiente plato. El ravioli de longaniza de Graus se puede considerar un clásico de la cocina del Restaurante Aragonia, su sabor y su presencia nunca defraudan. La armonización propuesta fue con el Legado Petit Verdot 2011, monovarietal de dicha uva que tan cuesta arriba se nos ha hecho en otras catas y que en esta ocasión tampoco terminó de enamorarnos. Criado en roble francés durante 15 meses se mostró de un cereza de capa media-baja con ribete granate. Ataque en fase nasal con aromas muy extraños (goma arábiga, neumático, barniz) imposibles de disipar ni siquiera tras la oxigenación en copa. Nuestro desconocimiento nos impide discernir si se trata de un defecto o si bien son propios del cepaje. En cualquier caso, en boca resultó demasiado astringente, bastante ácido y ligeramente amargo en el postgusto. Definitivamente esta variedad de uva no es lo nuestro, aunque debemos añadir que semanas más tarde tuvimos ocasión de catar un Petit Verdot uruguayo gracias a la cortesía de un amigo, y nuestras impresiones al respecto cambiaron radicalmente. Desconcertante esta uva...

Conde de Valdemar Alto Cantabria con corvina al horno

Una vez bien metidos en harina con los entrantes, pasamos a uno de los platos principales de la cena. La corvina al horno sobre leche de coco fue servida de la mano del Conde de Valdemar Alto Cantabria 2015, blanco riojano monovarietal de Viura fermentado en barrica de roble francés. De un precioso color dorado, limpio y brillante, desplegó en nariz aromas de frutas de pepita (manzana y pera) así como notas de mantecado y almendras merced a su permanencia en roble durante 4 meses. Con un postgusto eterno, resultó espectacular y elegante, aún incluso mejor que el de la añada 2014, perfecto para acompañar el pescado, aunque tampoco desmerecería con aves o con carnes blancas. Gran acierto.

Inspiración Valdemar con ternasco asado

Un timbal de ternasco asado y deshuesado fue la propuesta para acompañar al Inspiración Valdemar 2012, vino de autor elaborado en base a un ensamblaje dominado por la Tempranillo con un aporte de Graciano y de Maturana Tinta, con posterior crianza de 12 meses en roble francés y americano. Visualmente de capa media-alta y lágrima pigmentada, predominan en la copa los aromas a frutas negras. Ligeramente ácido en fase gustativa, característica bastante habitual en Rioja, quizás no llegue a alcanzar la perfección de la añada 2011 previa, pero el resultado sólo puede calificarse como satisfactorio, hablando tanto del vino como de su maridaje con el ternasco.

Beronia Reserva con queso y helado

A estas alturas de la cena, todos sabíamos que el último vino se trataba del Beronia Reserva 2011, sin embargo, nos atenazaba la duda de la armonización con el postre. Ni frutas ni dulces parecían ser buenos compañeros de viaje para este coupage clásico riojano (Tempranillo, Mazuelo, Graciano) con nada menos que 20 meses de crianza en barrica de roble francés y americano. Nuestras inquietudes se disiparon por la vía francesa, es decir, con un poco de queso curado y helado que nos permitió disfrutar sin prisas de este último vino, con su capa media y ribete teja, sus balsámicos, vainillas y toffes, su suavidad y su perfecto paso por boca. No parece casualidad que haya obtenido numerosos galardones a lo largo del pasado año 2016, por ese mismo motivo no dudamos ni un instante cuando se nos dio a elegir una botella en el sorteo posterior a la cena y en el que tuvimos la fortuna de ser premiados.

Inmejorable broche final para este evento gastroenológico, muy probablemente el de más alto nivel de entre todos a los que pudimos asistir en el 2016.

Enhorabuena a los organizadores y al personal del Restaurante Aragonia por su magnífico servicio.

Recogiendo los premios del sorteo

NOTA:
Queremos hacer constar expresamente nuestro más sincero agradecimiento a Joaquín Parra, máximo responsable del Wine Up Tour, por la cesión de las imágenes que ilustran la presente entrada. Sin ellas el aspecto visual de la información no hubiera sido posible.





miércoles, 16 de noviembre de 2016

> Cata de cavas en Tomevinos




Habitualmente los espumosos no son unos vinos que nos resulten atractivos y todavía menos en ese inapropiado papel de acompañar a los postres, error en el que hemos sido educados desde pequeños y del que tan difícil resulta salir. Tan sólo tomados a modo de aperitivo, siempre que no exista otra opción, hemos tenido la oportunidad de disfrutar de alguno de ellos, preferiblemente champagne francés. Con la firme voluntad de ampliar nuestras miras y de aprender, acudimos a la cata de cavas organizada por Tomevinos. Ya de entrada nos sorprendió la procedencia de los cavas a catar: Rioja, Aragón y Valencia. Al parecer hay vida relacionada con el cava fuera de Sant Sadurní d´Anoia...





El denominado "método tradicional" de elaboración de los cavas, leyenda que figura en todas y cada una de las botellas, apenas difiere del empleado para la elaboración de los champagnes franceses. El proceso comienza con la elaboración de los denominados "vinos base", vinos blancos o rosados obtenidos tras realizar los mostos una primera fermentación en inoxidable. Una vez filtrado y estabilizado ese vino base, se embotella y se le añade el "licor de tiraje", mezcla de mosto rectificado y levaduras, que serán las responsables de desencadenar la segunda fermentación en el interior de la botella, lo cual supone la verdadera seña de identidad de este tipo de vinos. Se inicia en ese momento la crianza, con el traslado a la oscuridad de las cavas subterráneas de esas botellas que serán colocadas en sus pupitres en posición horizontal, por un periodo mínimo de 9 meses. Pasado ese tiempo, cada botella debe ser cuidadosamente girada 1/8 de vuelta cada día además de ser delicadamente inclinada para ir acumulando las lías lo más cerca posible del tapón. Todo ese proceso de "removido" lleva unas 2-3 semanas en la recta final de la crianza, puede realizarse de manera manual o automática y concluye en el instante del "degüelle" que posibilita la eliminación de todos esos sedimentos. Tan sólo resta adicionar el "licor de expedición" (verdadero secreto de cada bodega) antes de colocar el tapón definitivo, el bozal metálico, la cápsula y la etiqueta.



Tipos de cava según su contenido en azúcar. Fuente: Gobierno de España

Las variedades de uva blanca autorizadas para la elaboración de cavas son Macabeo (Viura), Chardonnay, Parellada, Malvasía y Xarello, así como las castas tintas Monastrell, Garnacha tinta, Pinot Noir y Trepat para la elaboración de cavas rosados. Independientemente de los cepajes utilizados, existe una clasificación de los cavas en función de su contenido en azúcares, característica que evidentemente viene determinada por la naturaleza y composición exacta del licor de expedición, el auténtico "secreto del artista" en la elaboración de cavas. Así se habla de Brut Nature, Extra Brut, Brut, Extra-seco, Seco, Semi-Seco y Dulce.


Evolución de los aromas del Champagne. Fuente: www.champagne.com

Como hemos indicado, el periodo de crianza mínima (desde el tiraje hasta el degüelle) debe ser de 9 meses, ampliable a 15 meses para los cavas catalogados como Reserva y a 30 meses para los designados como Gran Reserva. En realidad se habla de dos estilos diferentes de elaborar cava. El conocido como "estilo reductivo" cumple con el periodo mínimo de permanencia en botella, obteniéndose unos vinos más ácidos, cítricos y frutales. Por el contrario, el "estilo oxidativo" se asemeja más al proceso de elaboración de los champagnes franceses, con crianzas más prolongadas y un mayor contacto con las lías, lo cual confiere a esos vinos notas de galleta, mazapán, panadería y toffe.


Cavas protagonistas de la cata

Pero vayamos a la cata propiamente dicha...

La iniciamos probando de forma consecutiva 3 cavas riojanos elaborados íntegramente con Viura por Bodegas Escudero (semi-seco, brut y brut nature), todos ellos muy correctos y bien diseñados, quizás algo al límite de fecha el Benito Escudero Semi-Seco, color dorado, poco expresivo con escasa burbuja y cierto amargor final. Más pálidos el Benito Escudero Brut y el Benito Escudero Brut Nature, con finas burbujas en rosarios, marcadamente ácido el nature y deliciosamente equilibrado en acidez y azúcar el brut. Un buen comienzo...

Por seguir cierto orden, continuamos con otros 3 brut nature de diferentes procedencias. El Brianda de Aragón Brut Nature Reserva de las zaragozanas Bodegas Larre nos dejó un tanto indiferentes: color dorado medio, apenas sin burbuja, aromas a manzana y cierto amargor final algo sintético. El siguiente fue el Jordán de Asso Brut Nature, espumoso (que no cava) elaborado en Cariñena por las bodegas del mismo nombre, mayoritariamente Macabeo con algo de Chardonnay, se mostró de un amarillo verdoso interesante, aunque en fase olfativa se detectaron aromas a sidra, acético y sudor animal que no pueden sino ser considerados defectos. A pesar de todo, resultó aceptable en fase gustativa. El último brut nature de la noche fue el Carlota Suria Brut Nature de las bodegas valencianas Pago de Tharsys, 100% Macabeo, se presentó de un dorado intenso y de burbuja media, muy atractivo en nariz (pan tostado, caramelo, mazapán, mantecado) y agradable en boca gracias a su baja acidez., claro exponente de los cavas elaborados en "estilo oxidativo", aunque probablemente al límite de su fecha de consumo.

Otros dos brut aragoneses fueron los siguientes en ser catados. El Ramiro II Brut de Grandes Vinos y Viñedos (Cariñena) no defraudó en absoluto. Macabeo y Chardonnay, amarillo pajizo, con burbuja algo agresiva en boca, pero interesante en nariz (manzana, vainilla y panadería). Parecidas características las detectadas en el Brianda de Aragón Brut de Bodegas Larre, dorado medio y burbuja escasa, correcto sin llegar a enamorar, aunque bastante superior al nature de la misma bodega.

Aurum Extravagance


Por cortesía de Tomevinos, aún tuvimos la oportunidad de probar un vino más. El Aurum Extravagance, espumoso de Castilla La Mancha se elabora con Macabeo y Airén, y su presentación con virutas de oro comestible de 24 kilates resulta absolutamente imponente. Su nombre resume a la perfección sus notas de cata: desmedida e hipertrófica fase visual con ese oro revoloteando en el interior de la copa. En nariz y en boca dice mucho menos, correcto sin más. Un espumoso "para mirar" y sobre todo "para ser visto". ¿Glamour o excentricidad? Probablemente ambas cosas...

En resumen, una cata diferente de las habituales, para abrir nuevos frentes y para interiorizar la inmensidad del mundo del vino.

Manos a la obra...