Vista general de la tienda y el área de acceso de visitantes. Al fondo, los ventanales del asador |
La visita a la bodega se realiza siempre previa reserva, y es gratuita para los clientes alojados en el hotel. El acceso a la bodega se realiza a través de la tienda que hace también las veces de recepción para los visitantes. La decoración es de tipo rústico, el espacio es amplio, los techos altos y el ambiente luminoso, nada que ver con lo que nos espera a continuación. De camino a iniciar la visita guiada, pasamos junto a los ventanales del Asador Martín Cendoya (en memoria del cuñado de Victorino), cerrado en el momento de nuestra visita dado lo temprano de la hora, el cual ofrece gastronomía típica de la zona, en contraposición al menú del hotel mucho más vanguardista e innovador, pero que oferta la posibilidad de maridar la comida con cinco vinos diferentes, propuesta verdaderamente interesante.
La visita comenzó con una breve explicación histórica de la familia Eguren, antes de adentrarnos en el auténtico atractivo de esta bodega: sus más de 2000 metros de galerías subterráneas, lo que se conoce como "La Cueva". Los dos kilómetros largos de calados, excavados a pico y pala en su mayoría, arquitectónicamente siguen... en realidad no siguen nada: son un absoluto laberinto de piedra del que existe un plano a la entrada, pero es un plano aproximado y además se encuentra en permanente modificación y ampliación. La Cueva está dividida en 3 áreas, cada una con el nombre de una de las provincias vascas, y sus pasadizos han sido bautizados con los nombres de familiares y amigos. Alberga un total de 380 nichos, cuya funcionalidad explicaremos más adelante, y 8 txokos. En su interior se mantiene de manera casi invariable una temperatura de 12-13ºC tanto en verano como en invierno, ideal para la conservación del vino, y un porcentaje de humedad relativa elevado.
Para poder acceder al Club de Nichos y Barricas Eguren Ugarte se debe adquirir un mínimo de 72 botellas, aproximadamente 600 euros de compra, lo cual da derecho a la utilización de uno de los nichos durante 12 meses. También se obtiene el derecho a utilizar (siempre previa reserva) alguno de los txokos para celebrar comidas o reuniones. Otra opción es adquirir una barrica completa, lo cual da derecho a 24 meses de guarda en uno de los nichos preferentes de más fácil acceso. El vino se conserva en cajas de madera conteniendo 6 botellas cada una y se puede retirar en persona o solicitar que sea enviado. Pasado ese periodo de tiempo, y si no se renueva el contrato mediante la compra de otra partida de vino, hay un margen de 3 meses para retirar las cajas o para ser enviado a su propietario. Y parece ser una fórmula exitosa, pues al parecer no hay más de un 15% de nichos libres, ese es el motivo por el que los calados se encuentran casi de manera permanente en constante ampliación.
Interior de los calados de Eguren Ugarte |
Pasadizos y túneles |
Antes de regresar a la tienda para realizar la cata, fuimos conducidos a la zona de elaboración de los vinos, totalmente bajo tierra, y a la sala de barricas, vieja conocida nuestra del día anterior cuando la vimos por primera vez desde el ascensor panorámico del hotel. Las 4000 barricas de la bodega descansan en ese inacabable calado en silencio y en penumbra, sólo levemente perturbado por los grupos de enoturistas que lo visitamos. Como curiosidad nos informaron de que los dos vinos de más alta gama de la bodega, Anastasio y Martín Cendoya, realizan la segunda fermentación (maloláctica) siempre en el interior de barricas nuevas de roble francés.
Sala de barricas |
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Ugarte Crianza preparado para la cata
La cata consistió en la degustación de 3 vinos de la bodega. El primero de ellos fue un Kame Muscat, un blanco semidulce muy alejado de nuestras preferencias. Botella y etiquetado muy modernos, al gusto del mercado norteamericano prioritario en adquisiciones de este tipo de vinos, por algo el 70% de la producción de Eguren Ugarte se destina a exportación. Color pajizo pálido casi inapreciable, flores blancas y albaricoques en nariz, ligerísimo dulzor en boca y acidez agradable casi efervescente, como "con aguja". Quizás un vino de aperitivo, tal vez con algo de marisco, menos dulce que el Cune Corona y a años luz del exquisito dulzor del Viña Albina de Bodegas Riojanas, por nombrar otros dos blancos semidulces.
El segundo vino que catamos fue el Ugarte Crianza 2010, vino que ya habíamos probado la tarde anterior y cuyas notas de cata no repetiremos. El gran momento de la cata llegó con la degustación del Ugarte Reserva 2009, un vino con el indudable marchamo de la bodega. Elaborado con mayoria de Tempranillo y con un pequeño aporte de Graciano, carente de Garnacha (por fin!), intenso en color, capa media-alta, lágrima pigmentada y nariz con predominio absoluto de la crianza sobre la fruta (tostados, cueros y vainilla) pero con una fase gustativa más que agradable, con taninos amalgamados y fáciles, un postgusto largo y elegante. Un vino magnífico.
Visualmente rojo picota de capa alta y reflejos violáceos, en fase olfativa tiene una carga frutal enorme, con recuerdos lácticos y de regaliz. En boca resulta sedoso, grande, cremoso y lácteo. Un vino muy original, de recorrido cómodo y final medio pero evocador de nuevo del aporte frutal. Su elaboración sin filtrado final aconseja decantarlo antes de servirlo, debido a la posible aparición de sedimento, lo cual en ningún caso lo estropea. Todo un regalo para los sentidos. El gran mérito de este vino, independientemente del componente sentimental, es haber realizado una semicrianza corta, indispensable para limar los taninos incómodos, pero sin transferir notas procedentes de la barrica al resultado final. Se asemeja a un vino sin madera, aunque la lleva, y no recuerda a un vino joven, aunque lo es. Más que por un enólogo, parece haber sido elaborado por un mago.
A decir verdad, nuestra breve estancia en Eguren Ugarte ha sido absolutamente placentera. Todo ha resultado de nuestro gusto. El proceso de reserva, el servicio, el trato, las instalaciones, la calidad de la restauración, la visita a la bodega, la atención del personal. Una experiencia plenamente recomendable.
Larga vida a Eguren Ugarte...
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Me hubiera gustado visitar una mayor parte de La Cueva. En años anteriores se debían ver mas cantidad de galerías subterráneas. Aun así una experiencia digna de no ser olvidada. Volveremos.
ResponderEliminarSí, la verdad es que nos quedamos con ganas de más túneles. Coincido: la experiencia muy agradable, los vinos buenos de verdad, y los acompañantes... inmejorables. Por el momento nos deleitaremos mentalmente abriendo en casa el "Cincuenta" y recordando Eguren Ugarte. Hasta una próxima visita...
Eliminar¿Pero para las cuevas llevabas ese frontal que te compaste para las raquetas o no? Yo no me meto por ahí ni loco, ya me ha entrado claustrofobia de leer...
ResponderEliminarEl frontal por el momento lo he usado sólo para trabajar. Y yo que me lo compré para el raqueteo nocturno. La cueva estaba perfectamente iluminada, no había problema. Y como has visto había setas esperándote...
EliminarUn poco tarde, pero me acabo de dar cuenta de un error. La crianza del Cincuenta es de 14 meses en barrica de roble francés y de 6 meses en botella. Pido disculpas por la confusión...
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