lunes, 29 de mayo de 2023

> Cariñena, la uva del futuro




Al parecer comienzan a detectarse signos de cierto cansancio en el pujante comercio de los vinos elaborados con la variedad Garnacha. No se trata de nada nuevo en este inquieto y nunca del todo satisfecho mercado mundial del vino,  de hecho ya sucedió en la última década del siglo XX con la hasta entonces exitosa variedad Tempranillo. El acceso de nuevos consumidores -más jóvenes, más formados y más innovadores- sin duda obliga a los productores a renovarse y a buscar detalles diferenciadores que les permitan captar a esos potenciales clientes ansiosos por descubrir vinos nuevos y variedades de uva que les sorprendan.


De manera que soplan vientos de cambio en el seno de la DO. Cariñena, una zona geográfica donde confluyen todos los factores necesarios para emprender esta labor renovadora. Cariñena es el nombre de la localidad y el de la comarca, también se llama así la Denominación de Origen, pero lo mejor de todo es que existe una variedad de uva homónima, aunque curiosamente donde menos éxito comercial y de cultivo ha tenido es en tierras aragonesas. Numerosas sinonimias pueden encontrarse para este cepaje tinto de origen genuinamente aragonés -Mazuela, Mazuelo, Samsó, Carignan- históricamente denostado por los viticultores, en parte por proporcionar vinos con bajo grado alcohólico, característica negativa hasta hace unos años pero que gana atractivo y adeptos a partes iguales en la actualidad. 


Desde el punto de vista agronómico, la Cariñena es una variedad poco exigente. Posee una buena resistencia al estrés hídrico, se adapta bien a los vientos intensos y se desarrolla satisfactoriamente en suelos pedregosos y poco fértiles. Moderadamente sensible a las infecciones fúngicas, particularmente al oidio, no suele verse afectada por las demás plagas. Su generosa productividad permite obtener buenos rendimientos por hectárea, apenas sin perder en sus vinos color, acidez y taninos, sin duda sus principales virtudes. Resulta asimismo muy versátil y permite la elaboración de tintos jóvenes, tintos destinados a crianza en roble, rosados e incluso blanc de noirs. Gracias a su acidez y a su carga tánica, una vez embotellados los vinos elaborados con Cariñena son longevos y aptos para guarda prolongada, suponiendo así un buen colchón económico -casi un plazo fijo- para las bodegas elaboradoras.


En la actualidad tan sólo 700 hectáreas de esta variedad están contabilizadas en la DO. Cariñena, una superficie irrisoria si se compara con las casi 5000 hectáreas ocupadas por la Garnacha. Ciertamente no todos los suelos son favorables para la variedad Cariñena y en ese sentido en el año 2018 el Consejo Regulador encargó un estudio edafológico a la empresa Groupe ICV de Montpellier (Francia) que se ha prolongado durante cinco años, con la finalidad de elaborar un mapa con los tipos de suelos mayoritarios en la denominación de origen para finalmente definir seis unidades de terroir diferentes. El estudio se está completando en la actualidad con el seguimiento vegetativo de las vides en 100 parcelas controladas y con la realización de vinificaciones experimentales, tanto en pequeños volúmenes como a escala semi-industrial. Los vinos resultantes serán evaluados por los técnicos del Consejo Regulador y -según se ha hecho público recientemente- también serán analizados por el Departamento de Química Analítica de la Universidad de Zaragoza, todo ello en el marco de un acuerdo tripartito con el Gobierno de Aragón. El objetivo es proporcionar a viticultores y bodegueros información científica verificada que les facilite la toma de decisiones a la hora de decidir las variedades de uva a plantar.


Acerca de todo ello se habló en un acto organizado por el Club de Amigos Vinos de Aragón que bajo el título "Redescubriendo la Cariñena" se celebró hace unos días en el patio central de estilo renacentista del edificio corporativo del Grupo San Valero y que concluyó con la cata de ocho vinos elaborados con esta variedad de uva que aspira a protagonizar un papel esencial en el futuro de la DO. Cariñena. 

Detallaremos a continuación nuestras notas de cata, opiniones y puntuaciones personales de los vinos analizados.


HACIENDA  MOLLEDA 2021
Bodegas Hacienda Molleda (Tosos). 100% Cariñena. Sin crianza en roble. Rojo cereza de capa media plus con ribete violáceo. Flores azules y frutas rojas. Algo cálido en boca. Acidez media plus. Marcada astringencia y un amargor final herbáceo demasiado presente. Quizás un breve paso por barrica le vendría bien. Puntuación 78/100

FINCA MARIMÚ 2021
Bodegas Care (Cariñena). 100% Cariñena. Crianza de 12 meses en roble francés. Rojo picota de capa alta con ribete granate. Ligero ataque reductivo. Grosellas negras, moras y un recuerdo a tierra húmeda y a hongos. Acidez y astringencia medias. Gana considerablemente con el paso del tiempo en copa y con su oxigenación. Muy correcto. Puntuación 86/100



TERRAI ROBLE 2020
Covinca (Longares). 100% Cariñena. Crianza de 3 meses en roble francés y americano. Rojo cereza de capa media con ribete rubí. Buena intensidad aromática. Frambuesas, moras y grosellas rojas. Caramelos de fresa y chucherías. Hoja de tomate, hierbabuena y laurel. Generosa acidez. Poco voluminoso en boca. Postgusto medio, muy fresco a pesar de su 14,5% alcohol. Lineal, directo, fácil y crujiente. Puntuación 87/100

ANAYÓN  CARIÑENA 2020
Grandes Vinos y Viñedos (Cariñena). 100% Cariñena. Crianza de 10 meses en roble francés. Rojo picota de capa alta con ribete granate. Ligeramente cerrado de inicio. Frutas negras, lácticos, balsámicos y suaves tostados. Férrico, ácido y cremoso. Largo postgusto. Francamente interesante. Puntuación 91/100


GABARDA SELECCIÓN 2020
Bodegas Luis Marín (Cariñena). Cariñena y Garnacha (85-15). Crianza de 10 meses en roble francés. Único vino no monovarietal catado en la jornada. Rojo picota de capa media plus con ribete violáceo. Moras, grosellas y hierbas aromáticas. Ataque adulzonado en boca, tal vez el glicerol. Acidez contenida. Muy completo y redondo. Longitud media plus. Puntuación 90/100
 
VINOS DEL VIENTO CARIÑENA 2019
Cooper Cellars (Pozuelo de Aragón). 100% Cariñena. Crianza de 12 meses en roble francés y americano. Rojo picota de capa media plus con ribete malva. Frutas rojas y negras. Eucalipto, cedro y regaliz negro. Acidez y astringencia controladas. Algo tímido en nariz, pero excelente en boca. Diferente y sabroso. Puntuación 90/100

MENGUANTE CARIÑENA 2019
Viñedos y Bodegas Pablo (Almonacid de la Sierra). 100% Cariñena. Crianza de 10 meses en roble. Rojo picota de capa alta con ribete malva. Yogur de moras, mermelada de ciruelas y guirlache. Balsámicos y regaliz negro. Elegante y complejo. Algo más voluminoso y cálido de lo esperado. Posiblemente el vino más completo de toda la cata. Puntuación 92/100

PARTICULAR CARIÑENA 2017
Bodegas San Valero (Cariñena). 100% Cariñena. Crianza de 6 meses en roble americano. Rojo picota de capa media con ribete granate que insinúa teja. Frutas rojas muy maduras y negras a medio madurar. Yogur de fresa y suaves tostados. Sanguíneo y cárnico. Acidez media plus. Moderada astringencia. Alegre y fresco. Sorprendentemente joven a pesar de su breve periodo de crianza y su larga permanencia en botella. Puntuación 88/100

No hay tiempo que perder. Los cambios en el mercado están a la vuelta de la esquina y la Cariñena debe desempeñar un papel absolutamente capital en el devenir del viñedo cariñenense. Esperemos que en este asunto no suceda como en tantas otras ocasiones y que Aragón llegue a tiempo de sumarse con decisión a las nuevas tendencias. 

Cariñena, la uva del futuro.


lunes, 22 de mayo de 2023

> El vino que surgió de las aguas

 

 

El verano del año 2000 fue extremadamente caluroso y a mediados del mes de Octubre el agua del Mediterráneo seguía estando todavía templada. Sin embargo, en las capas altas de la atmósfera la temperatura iba descendiendo y una bolsa de aire frío se descolgó de la circulación general de los vientos e inició ese deambular errático y dubitativo tan característico de las denominadas "gotas frías". Atraída irremediablemente por las cálidas aguas del Mediterráneo, su interacción generó la formación de unas poderosas nubes de evolución que -impulsadas por los vientos del sureste- impactaron en la cordillera prelitoral de los Puertos de Beceite. Las torrenciales precipitaciones comenzaron el día 21 de Octubre y durante dos largos días no amainaron en intensidad. Toda la cuenca del río Matarraña se vio afectada por una devastadora riada tan sólo comparable a la del año 1957. Los daños fueron cuantiosos en  Beceite, Valderrobres y Peñarroya de Tastavins, pero la situación fue mucho peor en las localidades de la cuenca baja del Matarraña -Fabara, Maella, Mazaleón- y particularmente en Nonaspe donde el río Algars unifica su cauce con el Matarraña.


Aquellos días del principio del otoño del año 2000 cambiaron abruptamente los planes de la familia Taberner al verse completamente destruida su finca agrícola debido al violento paso de las aguas. Pero haciendo de la necesidad virtud, afrontaron la adquisición de unos nuevos terrenos un poco más elevados buscando la protección de las faldas de la sierra que separa Nonaspe de Fayón. En dichos terrenos continuaron su actividad agrícola dedicada principalmente al cultivo de frutales, complementada con la explotación de varias parcelas de olivos en régimen intensivo. Quizás por casualidad, quizás por su ubicación algo más elevada, la crecida del rio Matarraña apenas afectó a la viña en la que la familia Taberner elaboraba su vino para autoconsumo. A veces la naturaleza tiene estos caprichos y la fuerza del agua en aquel mes de Octubre respetó las vides, la casa de labranza y el pozo.  




Bernabé Taberner representa en la actualidad la tercera -tal vez la cuarta- generación de agricultores dentro de su familia. Continúa con  el cultivo de frutales y olivos, pero aquel extraño respeto que el agua de la riada tuvo con el viñedo de sus abuelos no dejó de rondarle la cabeza durante años. Algo pasional en su interior no hacía más que recordarle los días de vendimia cuando era niño y -casi sin pretenderlo- comprendió que estaba destinado a elaborar vinos de calidad con las uvas de aquella viña que tan cerca estuvo de desaparecer arrastrada por un disgustado Matarraña que en el último instante decidió ignorarla. El proyecto comenzó a tomar forma en el momento en que Bernabé le propuso emprender la aventura a su amigo de la infancia Jordi Satué, también natural de Nonaspe aunque establecido desde hace años en Barcelona por motivos laborales. El primero tenía la tierra y la experiencia en el campo, el segundo los conocimientos necesarios en materia económica y empresarial. Ambos compartían la ilusión de volver a poner en valor las labores agrícolas que sus abuelos desempeñaron durante décadas y pensaron que la mejor manera de rendirles un sentido homenaje sería concentrar sus recuerdos esforzándose en elaborar vinos de calidad. Acababa de ver la luz Vinos Taberner Amado


Como es lógico, aquella pequeña viña original respetada por las aguas se amplió hasta las 12 hectáreas de viñedo en propiedad que en la actualidad cuentan con una edad aproximada de 30 años. No trabajan con uva procedente de otros viticultores, de manera que las 9000 botellas anuales que elaboran proceden exclusivamente de las vides trabajadas por la familia Taberner. El viñedo está en un precioso paraje protegido del frío y del calor extremos tan habituales en la zona, situado en la orilla derecha del Matarraña -tantas veces querido, algunas odiado- en una curva que su cauce se ve obligado a realizar por la presencia de la sierra con algo menos de 300 metros de altitud en la que se localizan los restos del Castellete de Fayón, torre de vigilancia erigida a finales del siglo XIX durante la Tercera Guerra Carlista.


La mayor parte del viñedo está plantado en espaldera, para optimizar las labores agrícolas y al mismo tiempo garantizar una correcta aireación así como la adecuada maduración de los racimos. Cuenta con instalación de
 riego por goteo como apoyo para la supervivencia de las plantas. El agua subterránea -siempre protagonista- procede de un pozo cuya fecha de construcción no se sabe con certeza, pero del  cual ya sacaba agua el bisabuelo de Bernabé. Hay que ver cómo se construía antes. No es de extrañar que la variedad blanca cultivada sea la Garnacha Blanca que tan buena expresión muestra en estas tierras lindantes con la DO. Terra Alta. De hecho alguna parcela de la familia Taberner está separada de la provincia de Tarragona tan sólo por el ancho de un camino. En cuanto a las variedades tintas, predomina la autóctona Garnacha Tinta, aunque no debe sorprendernos la presencia de cepajes internacionales -Cabernet Sauvignon, Syrah, Merlot y Cabernet Franc- introducidos en la viticultura española durante aquellos años en que parecía indispensable la utilización de castas francesas si se pretendía acceder a ciertos mercados.



Las primeras botellas de Taberner Amado salieron al mercado -al principio con cierta timidez- en el año 2018. En realidad no fue hasta el año pasado cuando su nombre comenzó a sonar y sus etiquetas a tener cierta visibilidad en redes sociales, eventos y ferias, en parte gracias al premio obtenido en la Berlin Wine Trophy 2021, nada menos que medalla de oro para su blanco sin barrica, posiblemente su vino más comercial. Su catálogo lo integran cuatro vinos, dos blancos y dos tintos, siendo los jóvenes los que representan más porcentaje dentro de la producción total. Todos ellos se comercializan con el mismo nombre -Entre dos aguas- obviamente en referencia a la localización geográfica de la finca en Nonaspe, justo al lado de la confluencia del rio Algars con su hermano mayor el rio Matarraña, el cual a partir de ese punto sigue su camino hasta encontrarse con el padre Ebro aguas abajo en Fayón.

Detallaremos a continuación nuestras notas de cata y opiniones acerca de los vinos catados. 


ENTRE DOS AGUAS BLANCO 2021
100% Garnacha Blanca. Sin permanencia en roble. 3500 botellas. Amarillo verdoso claro. Frutas de pepita, hierbas aromáticas, recuerdos de monte y de vegetación de orilla de río. Acidez media plus. Untuoso y complejo a pesar de su juventud. Perfectamente equilibrado en acidez-alcohol, no resulta nada cálido en boca, más bien todo lo contrario, invita a tomar otro sorbo. Muy agradable y más que correcta Garnacha Blanca que nada tiene que envidiar a sus vecinas de Terra Alta.



ENTRE DOS AGUAS BLANCO BARRICA 2020
100% Garnacha Blanca. Crianza durante 6 meses en barrica de roble francés. 1000 botellas. Amarillo dorado tenue con ribete acerado. Manzana amarilla, piña madura, plátano y mantequilla. Recuerdos de mantecado y de ebanistería. Notable acidez que se puede confundir con salinidad. Se echa en falta algo más de grasa y cremosidad en boca. Interesante y muy bien diseñado, con un perfecto equilibrio entre fruta y crianza. Tal vez una temporada en botella le otorgue un poco más de complejidad y persistencia en final de boca. Seamos pacientes.



ENTRE DOS AGUAS TINTO 2020
Garnacha, Cabernet Sauvignon, Syrah, Merlot y Cabernet Franc. Sin permanencia en roble. 3500 botellas. Rojo picota con ribete granate. Frutas rojas, mentolados, balsámicos y hierbas aromáticas. Guirlache, caramelo y anís estrellado sobre un desconcertante recuerdo a encurtidos y cenizas. Acidez media plus. Un tanto delgado en boca, ligeramente salvaje y falto de doma. Intenso, eléctrico y algo nervioso. Con potencial, aunque le falta algo de redondeo en botella. Leve amargor final con un recuerdo vegetal a tallo verde. Longitud media. Nos deja ligeramente desconcertados, pues no se parece a nada que conozcamos. A reevaluar en unos meses.


Tan sólo quien lo ha experimentado es capaz de comprender la enorme satisfacción que supone catar un vino en medio del viñedo y en compañía del viticultor. La conversación fluye como el agua entre las piedras, acuden a la memoria recuerdos y vivencias, se perciben los sonidos de la naturaleza y la mente adquiere esa permeabilidad imprescindible para que todo encaje a la perfección. 

Desde aquí queremos hacer llegar nuestro más sincero agradecimiento a Bernabé Taberner por las atenciones que nos dispensó aquella calurosa mañana de primavera. Suyo es el mérito de habernos trasladado a las jornadas de vendimia con su familia cuando era niño, animarnos a pisar la misma tierra que cultivaron sus antepasados y contagiado de su entusiasmo para honrar su memoria elaborando el vino que nació entre dos ríos.

Vinos Taberner Amado, el vino que surgió de las aguas.