En esta ocasión no vamos a hablar de vinos. Al menos no directamente. Hoy vamos a hablar de un libro: "La Bodega" de Noah Gordon. Lo adquirimos para hacer más ameno nuestro último viaje a Andalucía y ese largo trayecto en AVE entre Zaragoza y Sevilla.
Noah Gordon es, junto a Ken Follett, uno de nuestros autores preferidos en novela histórica. Por nuestras manos han desfilado títulos como "El último judío", "El diamante de Jerusalén", por supuesto la más famosa de sus obras, "El Médico", y sus dos secuelas "Chamán" y "La Doctora Cole".
El libro que nos ocupa "La Bodega" se publicó en el año 2007, después de un viaje iniciático del autor por distintas zonas vitivinícolas de España. En la sección de agradecimientos Gordon tiene palabras de elogio para varias bodegas hispanas, de diversas denominaciones de origen (Priorat, Penedés y Cariñena), las cuales le guiaron, asesoraron y condujeron por el siempre atractivo mundo del vino.
La acción se desarrolla a finales del siglo XIX en un pueblo ficticio, bañado por un río inexistente, tal y como reconoce el autor, situado geográficamente en la comarca del Penedés. El protagonista se ve obligado a abandonar España por motivos políticos, arrastrado por la vorágine de las Guerras Carlistas, y en su huida llega a Francia donde consigue trabajo como peón en una bodega. Allí aprenderá técnicas de cultivo y de elaboración del vino que, tras su regreso a su pueblo natal, intentará poner en práctica no sin esfuerzo.
Sus vecinos, habituados a elaborar vinos poco menos que miserables, la mayoría de ellos destinados a la producción de vinagre, no tardan en considerarle un excéntrico. Su obstinación, sin embargo va dando sus frutos, especialmente tras la construcción subterránea de una bodega aprovechando la madriguera de un animal salvaje, donde hace envejecer sus vinos de más calidad para obtener unos caldos muy notables.
En las páginas de "La Bodega" hay esfuerzo y pereza, amor y odio, desprecio y amistad, venganza y perdón... Y hay vino, como no podía ser de otra manera. Pero no en el sentido en que lo conocemos hoy en día. El vino en "La Bodega" es el sustento de las familias, la forma de ganarse la vida para poder dar de comer a los hijos, siempre con el riesgo acechante de una tormenta o una plaga que destruya la cosecha. A lo largo de la novela se aprende a querer al vino, a considerarlo como lo que es, el resultado del enorme esfuerzo de quien cultiva el viñedo, más aún en aquellos tiempos de finales del XIX, sin mecanización, ni plaguicidas ni seguros agrarios.
No se trata de un best-seller, ni mucho menos. Es una novela que se lee sin dificultad, la trama no resulta compleja de seguir y permite trasladarnos mentalmente a los albores de la producción de vino en España más o menos como la conocemos en la actualidad, siguiendo las vicisitudes del protagonista.
En resumen, un libro ameno con el que algunos propietarios de bodegas podrán identificar a su abuelo o a su padre, auténticos pioneros (éstos de verdad, no como protagonistas de una novela) en la producción de vinos españoles de calidad.
Sirvan estas líneas como homenaje a todos ellos.
Nunca les estaremos suficientemente agradecidos.
El libro que nos ocupa "La Bodega" se publicó en el año 2007, después de un viaje iniciático del autor por distintas zonas vitivinícolas de España. En la sección de agradecimientos Gordon tiene palabras de elogio para varias bodegas hispanas, de diversas denominaciones de origen (Priorat, Penedés y Cariñena), las cuales le guiaron, asesoraron y condujeron por el siempre atractivo mundo del vino.
Noah Gordon, autor de "La Bodega" |
La acción se desarrolla a finales del siglo XIX en un pueblo ficticio, bañado por un río inexistente, tal y como reconoce el autor, situado geográficamente en la comarca del Penedés. El protagonista se ve obligado a abandonar España por motivos políticos, arrastrado por la vorágine de las Guerras Carlistas, y en su huida llega a Francia donde consigue trabajo como peón en una bodega. Allí aprenderá técnicas de cultivo y de elaboración del vino que, tras su regreso a su pueblo natal, intentará poner en práctica no sin esfuerzo.
Sus vecinos, habituados a elaborar vinos poco menos que miserables, la mayoría de ellos destinados a la producción de vinagre, no tardan en considerarle un excéntrico. Su obstinación, sin embargo va dando sus frutos, especialmente tras la construcción subterránea de una bodega aprovechando la madriguera de un animal salvaje, donde hace envejecer sus vinos de más calidad para obtener unos caldos muy notables.
En las páginas de "La Bodega" hay esfuerzo y pereza, amor y odio, desprecio y amistad, venganza y perdón... Y hay vino, como no podía ser de otra manera. Pero no en el sentido en que lo conocemos hoy en día. El vino en "La Bodega" es el sustento de las familias, la forma de ganarse la vida para poder dar de comer a los hijos, siempre con el riesgo acechante de una tormenta o una plaga que destruya la cosecha. A lo largo de la novela se aprende a querer al vino, a considerarlo como lo que es, el resultado del enorme esfuerzo de quien cultiva el viñedo, más aún en aquellos tiempos de finales del XIX, sin mecanización, ni plaguicidas ni seguros agrarios.
No se trata de un best-seller, ni mucho menos. Es una novela que se lee sin dificultad, la trama no resulta compleja de seguir y permite trasladarnos mentalmente a los albores de la producción de vino en España más o menos como la conocemos en la actualidad, siguiendo las vicisitudes del protagonista.
En resumen, un libro ameno con el que algunos propietarios de bodegas podrán identificar a su abuelo o a su padre, auténticos pioneros (éstos de verdad, no como protagonistas de una novela) en la producción de vinos españoles de calidad.
Sirvan estas líneas como homenaje a todos ellos.
Nunca les estaremos suficientemente agradecidos.
Yo personalmente prefiero a Ken Follet, pero los dos me gustan mucho. Desde luego desde mi punto de vista ambos tienen una calidad infinitamente superior a otros que también hacen best sellers hasta con su lista de la compra,...pero para gustos,... Y eso que Noah a veces tiene sus fallicos: creo que es en el último judío, donde habla de unas montañas nevadas entre Huesca y Zaragoza que yo, y mira que hago veces ese trayecto, aún no sitúo (desde la última glaciación creo que nunca a habido tal cosa).
ResponderEliminarHombre, pues entre Huesca y Zaragoza tiene que ser... Almudevar o Tardienta. Todo lo màs... Castejón de Valdejasa que edtá más alto.
EliminarVete a saber...
ha habido, perdón.
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