El mundo del vino está trufado de
mitos, leyendas y costumbres, algunas casi atávicas que se remontan incluso a
generaciones pasadas. Se ha evolucionado mucho, pero en el inconsciente
colectivo perduran algunas ideas, muchas de ellas erróneas, que han encontrado un
fuerte arraigo y cuesta desterrar, hasta tal punto que tener una opinión
contraria a ellas puede ser catalogado de excéntrico o caprichoso.
Veamos algunas de estas
falsedades y falacias.
Termómetro para vinos |
1.- EL VINO TINTO SE SIRVE A TEMPERATURA AMBIENTE
Evidentemente depende de cuál sea
esta temperatura que denominamos “ambiente”. No es lo mismo estar sentados en
una terraza en un día caluroso que estar en interior con temperatura
controlada. Hoy en día lo habitual es que los restaurantes dispongan de cavas
refrigeradas que permiten servir el vino a una temperatura óptima para su
consumo. Dos detalles a tener en cuenta: el primero es la temperatura de las
copas, si ésta es elevada hará subir rápidamente la del vino que sirvamos en
ellas. El segundo detalle es, obviamente, la temperatura ambiente, la cual hará
sin duda subir la temperatura del vino dentro de la botella a lo largo del
tiempo que dure la comida.
2.- SÓLO SE REFRIGERAN LOS VINOS BLANCOS
Y ROSADOS
Estos dos tipos de vinos junto
con los espumosos tienen una temperatura de consumo inferior a los tintos. Por
tanto el uso de alguna técnica que los mantenga refrigerados es imprescindible
para poder disfrutarlos adecuadamente. En general existen dos métodos para
lograrlo: el más extendido es la cubitera con hielo y agua, en nuestra opinión
el más efectivo y el más elegante, siempre y cuando se nos proporcione un paño
o servilleta para evitar goteos indeseados. El nivel del agua debe ser lo
suficientemente elevado como para cubrir todo el vino que quede en la botella,
o de lo contrario su efectividad es significativamente menor. El segundo método
es, sin duda, estéticamente menos atractivo y significativamente menos romántico. Consiste en la
colocación en torno a la botella de una funda refrigerante de tela o plástico,
que si bien suele ser efectiva, tiene el inconveniente de ocultar la botella,
lo cual además de ser un detalle de escaso gusto, tiene un efecto
democratizador en todas las mesas, de manera tal que da la sensación de que
todos los comensales del restaurante estamos tomando el mismo vino, y en este
tema nos parece justo que sigan existiendo diferencias, pues de ellas se
aprende y se sacan conclusiones.
Relacionando este párrafo con el
anterior, no debemos dudar en solicitar una cubitera si consideramos que la
temperatura de nuestro vino se está elevando más de la cuenta, incluso si
nuestro vino es un tinto.
Skyline de Zaragoza desde la margen izquierda del río Ebro a su paso por la ciudad |
3.- CUANTA MÁS GRADUACIÓN, MEJOR
ES EL VINO
Atavismo telúrico típicamente aragonés, como refleja bien a
las claras la frase: “Este vino tiene dos
grados menos que el agua del Ebro”. Creemos y deseamos que si no es esta
generación, con seguridad la siguiente conseguirá superar de manera definitiva este
tipo de formas de pensar. Sin comentarios.
4.- PROBAR EL VINO EN UN
RESTAURANTE ES UNA EXCENTRICIDAD
En absoluto se trata de un esnobismo.
Tan erróneo es indicar al camarero que sirva el vino sin probarlo como intentar
realizar una cata completa en los escasos segundos de que se dispone en esa
situación. Debe probarse por dos motivos: el primero es para comprobar la
temperatura y decidir si solicitaremos refrigerarlo o no. El segundo motivo es
comprobar la ausencia de defectos en el vino, principalmente aromas o sabores
anómalos (corcho, humedades, picantes, acético, metálico) que nos obliguen a
rechazarlo. En esta sencilla cata que según nuestro criterio debe ser más
olfativa que gustativa, apenas nos mojaremos los labios para intentar, si los hubiera,
detectar esos defectos. En nuestra opinión la primera copa de una botella no
suele ser la que más nos agrada. Como el título de este blog indica, preferimos
dejar pasar un tiempo, esperar que el vino se abra y despliegue su potencial
aromático, e incluso comparar su sabor con los diferentes platos, porque en
ocasiones suele ayudar a cambiar opiniones que en el inicio eran diferentes.
Copas tipo Borgoña (izda) y Burdeos (centro y dcha) |
5.- LA
COPA NO ES IMPORTANTE
Efectivamente la copa no es
importante… es vital. Sirvamos un vino soberbio en una copa inadecuada y
habremos condenado al vino a la mediocridad. Por el contrario, hagamos lo mismo
con un vino no demasiado bueno y lo elevaremos varios peldaños en su categoría.
La copa debe ser, en primer lugar, una copa. Otro atavismo superado, gracias a
Dios, es el del “vaso de vino”. El vino siempre en copa, de cristal y sin color
alguno. En tiempos existían copas de colores (amarillo, verde, azul…¡morado!),
moda que ha pasado a la historia y confiamos en que no regrese jamás. Decíamos
pues copa de cristal sin color, de gran tamaño, de manera que nos permita hacer
girar el vino en su interior e inclinarlo para evaluar su color, su ribete, su
lágrima… y con boca amplia para poder percibir y extraer los aromas. Nuestras
preferidas son las de tipo Burdeos y Borgoña.
La copa que aparece en la fotografía de la cabecera del blog no es precisamente la que más nos gusta, pero hay una explicación. En nuestra visita a Bodegas López de Heredia-Viña Tondonia (Haro) se utilizó ese tipo de copa durante la cata porque el autor del diseño de la misma es uno de los descendientes directos de D. Rafael López de Heredia, fundador de la bodega a finales del siglo XIX. Cosas de familia...
La copa que aparece en la fotografía de la cabecera del blog no es precisamente la que más nos gusta, pero hay una explicación. En nuestra visita a Bodegas López de Heredia-Viña Tondonia (Haro) se utilizó ese tipo de copa durante la cata porque el autor del diseño de la misma es uno de los descendientes directos de D. Rafael López de Heredia, fundador de la bodega a finales del siglo XIX. Cosas de familia...
6.- NUNCA SE DEBE MARIDAR UN TINTO CON PESCADO
De entrada, no estamos de
acuerdo. No obstante habrá que valorar de qué vino tinto se trata y con qué
tipo de pescado pretendemos maridarlo. En general debería ser un tinto joven o
un crianza con predominio de la fruta, aunque excepcionalmente podremos
disfrutar de reservas bien estructurados como acompañamiento a guisos de
pescado algo más contundentes. Se me ocurre el Esencia de Ysios, una delicia en nariz y en boca.
Hace unas semanas disfrutamos de
un FOS Crianza en una cena en la que
se sirvieron gambones a la plancha, lomo de merluza a la parrilla y codillo de
cerdo al horno, con un resultado excelente. Un Cune
Crianza hubiera sido igualmente satisfactorio. Quizás vinos de corte más
clásico no hubieran sido tan adecuados. Pero todo es cuestión de gustos. Siempre habrá quien prefiera un blanco o un rosado.
7.- LA PRESENCIA DE SEDIMENTO ES UN
DEFECTO DEL VINO
No siempre es así. Según la
cantidad del mismo puede considerarse defecto o no. Algunas bodegas lo hacen
constar en su etiquetado como un hallazgo probable derivado de su sistema de
elaboración. En ningún caso es indicativo de que el vino no esté apto para el
consumo. Llegado el caso, tampoco es que sea un signo en sí mismo de buena
calidad del vino. En previsión de la aparición de sedimento, no es aconsejable
apurar la parte final de la botella y si se espera encontrar sedimento lo más
correcto sería emplear un decantador. No tiene mayor importancia,
pero en nuestra opinión, por estética y presencia, debemos evitar que el sedimento llegue a las copas: su destino es quedarse en la botella o todo lo más en el decantador.
8.- LOS GRANDES VINOS DEBEN
DECANTARSE
En relación con el párrafo
anterior, puede considerarse adecuado si se espera encontrar sedimento, pero
como regla general no debe decantarse el vino por costumbre, ni siquiera los
grandes reservas, a menos que por algún motivo consideremos que es necesario
hacerlo, por ejemplo si se desea que el vino "respire" un tiempo antes de servirlo, pues de poco sirve limitarnos a descorchar la botella ya que la superficie que dejamos libre en contacto con el aire es mínima (aproximadamente el diámetro del corcho).
Evidentemente de ningún modo es aceptable hurtar al comensal la posibilidad de ver la botella con la excusa de decantar el vino.
Evidentemente de ningún modo es aceptable hurtar al comensal la posibilidad de ver la botella con la excusa de decantar el vino.
9.- ENVINAR LAS COPAS NO SIRVE DE NADA
Cuando se habla de “envinar” las copas, nos referimos a la acción consistente en verter una pequeña cantidad de vino en
cada copa. Ese vino se mueve en su interior durante un tiempo y después se
desecha, lográndose así que los aromas se vayan adhiriendo al cristal y al
mismo tiempo se adapta la temperatura de las copas a la del vino, permitiendo
que cuando se sirva la primera copa el vino esté listo para ser degustado. Es
una acción que realiza el sumiller a la vista del cliente pero generalmente en
una mesa aparte, y le permite detectar algún defecto en el vino antes de
ofrecerlo al comensal. Por supuesto que tiene utilidad y sirve, pero forma
parte de la liturgia más elevada y sofisticada del vino, reservada casi exclusivamente para
los vinos de más alto valor.
10.- LA ELECCIÓN DE
UN VINO ES UNA CUESTIÓN DE FE
Las dos principales
denominaciones de origen en España, por producción y calidad, son La Rioja y Ribera del Duero. Existe
lógicamente una gran rivalidad entre ellas, tanto en el mercado nacional como
en el de exportación. La que tradicionalmente ha sido más puntera es La Rioja , pero desde hace unos
cuantos años, Ribera del Duero le ha alcanzado e incluso superado en aceptación
por parte del consumidor. De esta sana rivalidad se ha derivado una especie de
divergencia social, de manera que podemos encontrarnos con “riojistas” y “riberistas”,
defensores acérrimos de su denominación de orígen. Todos tenemos nuestras
preferencias, pero hacer de la elección de un vino una cuestión de fe, es
llegar demasiado lejos. Tanto en Rioja como en Ribera del Duero hay vinos
buenos, malos y regulares. Debemos tener cierta altura de miras y estar
dispuestos a dejarnos aconsejar.
Todos los días podemos aprender algo.
Todos los días podemos aprender algo.
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