lunes, 9 de septiembre de 2013

> Inexpresiva perfección


            No pudimos dejar de observarla.

            La Sierra de Cantabria es el magnífico telón de fondo de los viñedos que alfombran esta vaguada de la provincia de Álava y conforma el límite septentrional del Valle del Ebro en La Rioja Alavesa. Este paraje místico recorrido por el lobo ibérico en el pasado y por los vientos y las nubes desde siempre, configura una orografía única y exclusiva para el cultivo de la vid.
            Salimos de la población de Laguardia en dirección norte, buscando el desvío para visitar otra bodega y detuvimos nuestro vehículo para obtener desde la distancia una fotografía desde la distancia de la preciosa Sierra de Cantabria.
            Revisando días después la documentación, reparamos en el hecho de que casualmente el lugar en el que nos detuvimos era el acceso a otra bodega, cuyo crianza protagoniza el presente artículo.




Bodegas Vallobera: veinte años no es nada

            Bodegas Vallobera (Laguardia) es una bodega joven.  En realidad el proyecto vio la luz en el año 1987, cuando Javier San Pedro, descendiente de viticultores, empezó a comercializar, por primera vez en su familia embotellados, vinos jóvenes procedentes de viñedos propios repartidos en numerosas parcelas en Laguardia y Elciego. El salto cualitativo se produjo en el año 1992, momento en que se iniciaron los procesos de envejecimiento del vino, de modo que el primer crianza, del cual se elaboraron sólo 100 barricas, salió al mercado como perteneciente a la añada de 1992.
            Bodegas Vallobera posee en la actualidad 90 hectáreas de viñedo de uva tinta (tempranillo, garnacha y mazuelo) y blanca (viura, malvasía, Sauvignon blanc). Comercializa incluso fuera de España una amplísima gama de vinos: blancos, tintos jóvenes, crianzas, varios reservas, dulces, monovarietales de tempranillo y algunos vinos de autor. Entre lo últimos merece comentario aparte el denominado como Terrán de Vallobera, creación reciente de Javier San Pedro (hijo) con una imagen original y juvenil y un proceso de elaboración más que mimado.
            Estamos ante una bodega con un gran potencial, todavía con mucho recorrido en el futuro. Ojala que la amplitud de la gama de sus vinos no diluya la calidad de los mismos. Y es que, como decía el tango de Gardel, “veinte años no es nada…” 


Vallobera Crianza 2009

            Lo adquirimos en un comercio en Laguardia, puesto que no habíamos concertado visita en la bodega. Cápsula dorada y corcho de calidad media. Etiqueta corta en papel tipo seda, con dibujo de la puerta de acceso a al bodega y la firma de Javier San Pedro. No incorpora información de ningún tipo acerca de cata, maridaje, elaboración, etc.


            Este vino se elabora íntegramente con uva despalillada perteneciente a la variedad tempranillo y se somete a un periodo largo de maceración, en torno a 21 días, para cumplir después un envejecimiento de 14 meses en barrica de roble francés y americano, antes de su paso a botella.
            Visualmente es de un color rojo picota con ribete violáceo. Aromas no demasiado intensos de frutos rojos maduros, algunas especias y canela. Los aromas propios de la crianza (tostados, cueros, etc) pasan muy desapercibidos. En boca despliega una acidez media, taninos bien amalgamados y toques minerales. Postgusto largo y persistente aunque poco evocador.
            Intentamos diversos maridajes con este Vallobera Crianza 2009, de los cuales tan sólo podemos calificar como satisfactorio el realizado con queso tipo Camembert. Con carne asada el resultado nos pareció suficiente y con pescado francamente flojo.


Conclusiones

            En este vino nada sobra y nada falta: todo está en su sitio. En general se trata de un vino redondo, sin aristas, pero nos resulta poco expresivo. Bien ensamblado y armónico pero sin una personalidad bien definida. Buen vino que no deja huella y que no se recuerda fácilmente. Sería cruel y peyorativo decir que es “un crianza más de Rioja Alavesa”, pero insistimos, lo más probable es que pase al olvido irremediablemente, a menos que en futuras catas haya evolucionado, favorable o desfavorablemente, situación ésta última que de ningún modo deseamos.




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