Los denominados "vinos de autor" obedecen a la búsqueda de la propia libertad.
Este concepto, a día de hoy quizás demasiado empleado, surgió hace ya unos años como vía de escape para aquellos productores que, por iniciativa propia, decidieron empezar a elaborar algunos de sus vinos al margen de las directrices de las denominaciones de origen. Las divergencias con las estrictas normas de los consejos reguladores, en relación con las variedades de uva autorizadas, las técnicas de vinificación y sobre todo los periodos obligatorios de maduración en barrica y botella, fueron la principal causa que impulsó la proliferación de los "vinos de autor".
En la mayoría de las ocasiones, las bodegas que se lanzaron a crear estos vinos diferentes, fueron productores con viñedos pequeños de gran calidad, cuyos productos en el marco de la denominación de origen suponían una cuota de mercado ínfima, abrumados por los miles de botellas que las grandes bodegas ponían en circulación cada año. Optaron por la calidad antes que por la cantidad. Apostaron por la excelencia, pero se toparon con la rigidez de las normas de los consejos reguladores (tales variedades de uva, tantos meses en barrica, tantos meses en botella, etc).
Hablaremos a continuación de tres vinos de autor, pertenecientes a la DO. Rioja. Dos de ellos podrían calificarse como "crianzas" pero no lo son, y el último como "reserva", pero tampoco lo es. De hecho llama la atención que las etiquetas o precintas del consejo regulador que figuran en dichas botellas sólo informan de la añada. En sentido estricto son vinos distintos, con personalidad definida, alejados de lo que esperamos encontrar en un crianza o un reserva al uso. A quien se esté preguntando si son mejores o peores, sólo podemos decir que son diferentes. No hace mucho que escuchamos una frase para definir los tipos de vino: "el que nos gusta, el que no nos gusta y el que todavía no hemos probado". Está todo dicho.
Elaborado por Finca Egomei (Alfaro) en la subzona de Rioja Baja, en base a un 90% de uva Tempranillo y un 10% de uva Graciano, madura un total de 14 meses en barrica y 6 meses en botella. Incumple, por tanto, las normas de la DO. Rioja en cuanto a permanencia en botella para ser calificado como "crianza".
Visualmente presenta una altísima capa muy picota con menisco granate. Lágrima bien pigmentada, abundante y densa. En nariz predomina la fruta negra muy madura. Aromas mentolados, como de caja de puros. Ciruelas e higos. Clavo y nuez moscada. Taninos perfectamente integrados. Muy redondo. Riquísimo.
Bodegas Eguren Ugarte (Páganos-Laguardia) en Rioja Alavesa son las responsables de este monovarietal de Tempranillo, elaborado con uvas procedentes de viñedos de más de cincuenta años. Envejece en barrica de roble francés durante 14 meses para luego pasar en botella 6 meses más.
Picota de capa media y ribete azulado-violáceo, muy bien cubierto. Lágrima media muy pigmentada. Nariz seria, incluso a copa movida, con explosión de frutas negras (moras) y regaliz. Mineral y láctico en boca. Taninos presentes "muy Eguren" redondos y modulados. En boca resulta sedoso, grande, cremoso y lácteo. Postgusto largo, larguísimo, muy rico y especiado. Un gran vino y un regalo para los sentidos.
Señorío de Cuzcurrita 2004
Monovarietal de Tempranillo elaborado por Bodegas Castillo de Cuzcurrita (Cuzcurrita del río Tirón) en la subzona de Rioja Alta. 12 meses de barrica y 24 de botella antes de salir al mercado. Sigue las indicaciones del consejo regulador en cuanto a envejecimiento y variedad de uva. Ignoramos el motivo por el que no es calificado como "reserva", quizás alguna técnica de elaboración.
Rojo picota de capa alta y menisco teja, bastante evolucionado. Fase olfativa con predominio de frutos rojos y negros, orejones y tabaco rubio. Fase gustativa redonda y elegante. Eterno postgusto sabroso y especiado. Fantásticamente conservado. Magnífico vino de hace una década. En plena forma.
La degustación de cualquier "vino de autor" es una delicia. Antes de probarlos cada persona en su fuero interno espera encontrarse unas sensaciones, que luego pueden ser acertadas o no. Esa incertidumbre previa resulta muy estimulante. Durante la cata, en especial si ésta resulta satisfactoria, el disfrute es absoluto: cada vino de autor es único, las apreciaciones son muy personales y permiten gozar sin límite. La peor parte viene una vez que lo hemos terminado, porque muy habitualmente no se tiene acceso a nuevas botellas, casi siempre proceden de obsequios o son rarezas en sí mismas y es prácticamente imposible adquirir nuevas unidades, de manera tal que al apurar una botella con la que hemos disfrutado, es inevitable que nos asalte cierta tristeza, pues entra dentro de lo probable que jamás volvamos a catar ese vino.
Sólo la búsqueda de nuevos vinos puede devolvernos la ilusión.
Y en ello estamos...
Rojo picota de capa alta y menisco teja, bastante evolucionado. Fase olfativa con predominio de frutos rojos y negros, orejones y tabaco rubio. Fase gustativa redonda y elegante. Eterno postgusto sabroso y especiado. Fantásticamente conservado. Magnífico vino de hace una década. En plena forma.
Sólo la búsqueda de nuevos vinos puede devolvernos la ilusión.
Y en ello estamos...
O sea, la vida nuevamente se demuestra pendular,...lo que hacían nuestros abuelos, cada uno su propio vino, a grandes rasgos, claro, con parte de lo aprendido en el desarrollo.
ResponderEliminarEn realidad estos "vinos de autor" distan bastante de los "vinos del abuelo". Los tres que comento en la entrada son sencillamente deliciosos, únicos, espectaculares...
ResponderEliminarExisten otros vinos, en serio, que se llaman "vinos de garaje", los cuales se aproximan más a los vinos del abuelo. Hay pequeños productores que optan por elaborar vino de manera tradicional, tanto en el cultivo como en la vinificación. Un ejemplo muy curioso es una pequeña bodega en Lanaja (Huesca) de la que probé hace poco un blanco muy original.
http://www.dcueva.com/