Hijo de un distribuidor en su Málaga natal, Jorge Ordóñez llegó a este mundo rodeado de vinos.
De la mano de su novia norteamericana -a la que conoció durante sus estudios universitarios en Córdoba- decidió antes de alcanzar la treintena, cambiar de continente y dar el salto hasta Boston a finales de los años 80, ciudad donde impulsó la creación de una empresa importadora de vinos españoles de calidad para Estados Unidos, con el objetivo de competir con los vinos franceses e italianos, injustamente siempre mejor valorados que los españoles en aquel lado del Atlántico. Veía así la luz Fine States from Spain, exitoso proyecto empresarial que aún a día de hoy sigue ocupando la mayor parte del tiempo de su fundador. Verdaderamente obsesionado con que el vino llegara en óptimas condiciones al consumidor final, su decidida apuesta por el empleo de contenedores y transportes refrigerados supuso una pequeña revolución en la distribución del vino, y a la vista del éxito obtenido, nadie está en condiciones de quitarle la razón.
Con el paso de los años, el catálogo de Jorge Ordóñez se fue modificando con la introducción gradual de vinos procedentes de bodegas menos conocidas pero con mayor identidad y carácter. Convencido del enorme potencial de las castas autóctonas españolas -fue el primer importador en llevar la variedad Albariño a tierras americanas, sólo por poner un ejemplo- a la uva de las Rías Baixas le siguieron otras como la Mencía, la Godello o la Garnacha, casi siempre en vinos monovarietales y con crianzas respetuosas, para que cada casta no perdiera ni un ápice de sus características varietales. La acogida del mercado estadounidense fue fantástica y el éxito no tardó en llegar. Los originales vinos de Jorge Ordóñez Selections sedujeron al instante a la exigente clientela de los más afamados restaurantes norteamericanos, tanto por su calidad como por su personalidad, sin dejar a un lado el competitivo precio medio de los vinos españoles.
Sin embargo, por la inquieta mente de Jorge Ordóñez circulaba desde hacía tiempo una nueva aventura -un nuevo reto- y soñaba con ponerse al frente de la elaboración sin abandonar la distribución. Para ello realizó un pormenorizado estudio de las diferentes zonas geográficas españolas para finalmente elegir los mejores viñedos viejos de secano con los que alimentar sus nuevas bodegas. De manera paralela inició la selección de un amplio equipo de enólogos, a cada uno de los cuales lo situó al frente de una sola bodega con el fin de evitar distracciones. Toro, Valdeorras, Calatayud y su adorada comarca de la Axarquía malagueña -entre muchas otras- fueron las regiones donde inicialmente se pusieron las bases de este gran proyecto que todavía no ha terminado de crecer. En la actualidad el Grupo Jorge Ordóñez engloba 6 pequeñas bodegas capaces de elaborar 23 vinos diferentes para un total de 120.000 cajas de vino al año, el 70% de las cuales se destinan a exportación, como no podría ser de otra forma si se tiene en cuenta la vocación con la que originalmente nació la empresa.
Por cercanía y accesibilidad, la bodega elegida para realizar nuestra visita fue Bodegas Breca (Munébrega, Zaragoza) en la DO. Calatayud, una bodega para elaborar vino más que para enseñarla a las visitas, porque si de algo puede presumir es precisamente de su capacidad de producción. Trabajan exclusivamente con Garnacha -probablemente con uno de los clones más antiguos y puros de esta variedad- característica que unida a la orografía, los suelos de pizarra y la climatología extrema, posibilitan la elaboración de vinos monovarietales de corte muy internacional, modernos, frutales y con discretas notas de crianza.
Detallaremos a continuación nuestras notas y opiniones acerca de los vinos que tuvimos oportunidad de probar en una exigente jornada de cata técnica. Un rally de 14 vinos en hora y cuarto, apenas 5 minutos para catar cada vino en fases visual-olfativa-gustativa y retrogusto, hacer la foto, tomar notas, vaciar, limpiar la copa y dejarla preparada para el vino siguiente. Esto no es vida...
AVANCIA MENCIA 2018
DO. Valdeorras. 100% Mencía. Crianza 11 meses en roble francés. Resinoso y frutal. Café y regaliz negro. Acidez media plus. Largo, terroso y mineral.
AVANCIA CUVEÉ MENCIA 2018
DO. Valdeorras. Mencía y Garnacha Tintorera (98-2). Crianza 14 meses en roble francés. Frambuesas, regaliz rojo, lácticos y crema de leche. Cálido, corpulento, con una leve astringencia. Muy elegante.
BOTANI 2021
DO. Sierras de Málaga. 100% Moscatel de Alejandría. Aromático y floral, con una sensacional acidez. Elaborado como vino seco, sin rastro de azúcar residual, aunque con una entrada dulce en boca provocada por el glicerol que seduce y atrapa. Muy sorprendente.
LA CAÑA 2021
DO. Rías Baixas. 100% Albariño. Crianza sobre lías en inoxidable durante 8 meses. Flores y cítricos. Moderada acidez. Ligero, acuoso y levemente salino. Correcto, aunque alejado de nuestros gustos.
LA CAÑA NAVIA 2019
DO. Rías Baixas. 100% Albariño. Crianza durante 12 meses en roble francés. Cítricos y crema de limón. Graso y complejo. Interesante y diferente.
AVANCIA GODELLO 2020
DO. Valdeorras. 100% Godello. Vendimia manual. Crianza durante 12 meses en roble francés. Excelente, redondo, complejo y untuoso.
NISIA 2021
DO. Rueda. 100% Verdejo. Crianza sobre lías en inoxidable durante 8 meses. Tropical y mentolado. Acidez media. Agradable y sincero este verdejo, sin trampantojos ni levaduras seleccionadas.
NISIA LAS SUERTES 2020
DO. Rueda. 100% Verdejo. Crianza durante 12 meses en roble francés. Aromas tropicales y de café con leche. Graso y largo. Muy interesante y complejo, con aromas en boca a los que la Verdejo nos tiene poco habituados. Un gran descubrimiento para nosotros.
AVANCIA CUVEE GODELLO 2020
DO. Valdeorras. 100% Godello. Vendimia manual. Una cuarta parte del vino realiza crianza durante 8 meses en roble francés. Fruta de pepita y membrillo. Discretas notas de crianza, con más acidez y predominio de la fruta. Fresco y correcto.
BRECA ROSÉ 2021
DO. Calatayud. 100% Garnacha. Vendimia manual. Mosto obtenido mediante un suave sangrado. Sin crianza. Rosa tenue, afrancesado y actual. Hoja de tomate y frambuesas. Cálido y ácido, algo inconsistente en boca. Preciosa presentación en botella, aunque la etiqueta puede resultar un tanto trasnochada. Muy comercial, particularmente fuera de nuestras fronteras.
BREGA 2018
DO. Calatayud. 100% Garnacha. Vendimia manual. Crianza durante 22 meses en barricas de roble francés. Frutas rojas, lácticos y tostados muy suaves. Acidez media plus y una moderada astringencia en boca. Algo cálido, muy gastronómico. Requiere todavía unos meses de redondeo en botella.
TRITÓN 2019
DO. Toro. 100% Tinta de Toro. Vendimia manual. Crianza durante 12 meses en barrica de roble francés. Frutas negras, balsámicos y especias. Opulento y poderoso, aunque redondo y bien domado en su paso por boca. Soberbio y magnífico, un vino nada cansado, de final largo y muy amable.
BOTANI ESPUMOSO
DO. Sierras de Málaga. 100% Moscatel de Alejandría. Elaborado por el Método Charmat, con la segunda fermentación en inoxidable. Ramos de flores y jardineras andaluzas en nariz. Clavelinas, azahar y frutas tropicales. Fácil y diferente, imposible resistirse a él, inmejorable resultado como copa de bienvenida, aunque puede resultar algo anodino como vino único, incluso en un cóctel al atardecer junto al mar.
VICTORIA Nº2
DO. Málaga. 100% Moscatel de Alejandría. Vendimia tardía y pasificación de las bayas a la sombra. Se requieren 7 kg de uva para la elaboración de cada botella. Crianza durante 8 meses en inoxidable sobre lías. 250gr de azúcar residual. Sin fortificar. Un espectáculo en nariz y en boca, poco más que añadir.
Finalizamos aquí nuestra primera aproximación a los vinos del Grupo Jorge Ordóñez, el emigrante español que regresó a su país para descubrir viñedos casi olvidados y conseguir la difícil meta de convertirse en profeta en su tierra.
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