martes, 24 de diciembre de 2013

> Un par de "ceniceros"




En realidad el gentilicio de los naturales de Cenicero es "cenicerense", pero nos hemos tomado la licencia de deslizar en el título de la entrada así como en la imagen de presentación otra idea diferente, con el ánimo de hacer un juego de palabras y llamar así la atención del lector.

La ciudad de Cenicero situada a escasos 20 kilómetros de Logroño, prácticamente equidista de la capital y de la vecina localidad de Haro. No disfruta del renombre de la primera ni tampoco puede presumir de la cantidad de bodegas de la segunda, pero sin embargo alberga ciertas joyas riojanas en materia enológica. A bodegas de gran tradición se han unido en los últimos años bodegas más jóvenes y de corte más moderno, como Martínez Laorden, Tritium o Consejo de la Alta. 

Marqués de Cáceres, Bodegas Riojanas o Bodegas Lagunilla son claros ejemplos de productores de vinos tintos clásicos de Rioja. Y se trata de vinos clásicos de la cabeza a los pies, o mejor dicho, del etiquetado a la copa. Predominio del color granate en los etiquetados y cápsulas, escudos heráldicos, litografías, caligrafía dorada... Lo dicho: clásicos como Humphrey Bogart en Casablanca.

La comparativa, en esta ocasión, decidimos hacerla con dos crianzas del año 2010: Puerta Vieja Crianza de Bodegas Riojanas y Lagunilla Crianza de Bodegas Lagunilla, ambas por supuesto ubicadas en la ciudad de Cenicero. Exteriormente comparten la botella tipo bordelesa, el color de cápsula y etiqueta, así como la buena calidad del corcho. Difieren en el color del vidrio: en el Puerta Vieja es de un color caramelo oscuro muy atractivo, mientras que en el Lagunilla es del color verde de toda la vida: un punto más de clasicismo para el Lagunilla.

Los protagonistas

El Puerta Vieja Crianza 2010 ha sido el primer tinto que hemos probado de Bodegas Riojanas. Hace un tiempo tuvimos ocasión de disfrutar de un Viña Albina Blanco Semidulce sencillamente exquisito, pero para nosotros los tintos de esta bodega eran unos completos desconocidos.  Así pues, emprendimos la labor de catar el vino sin prejuicios, algo que en realidad debería hacerse siempre y que en pocas ocasiones se consigue. 

Puerta Vieja Crianza 2010

Color rojo cereza de capa media con ribete granate, el Puerta Vieja Crianza 2010 se presenta en la copa muy limpio, con lágrima escasa y poco pigmentada. Aromas de frutillas rojas y negras, de aparición algo lenta, debido a su retraso en abrirse. Mejora bastante la fase olfativa tras su apertura, ganando expresividad y haciendo aparición la madera nueva. En boca se detectan taninos suaves bien integrados. Tostados y especiados. Algún toque láctico. Postgusto medio ligeramente amargo pero agradable, no atribuible al 80% de Tempranillo, sino más bien al Mazuelo y al Graciano, minoritarios pero con presencia, sobre todo en boca.


Lagunilla Crianza 2010


Vayamos con el segundo.

Con un coupage de Tempranillo (80%) y Garnacha (20%), siguiendo las modas del mercado actual, según las cuales cualquier vino que quiera llegar a ser algo debe incorporar Garnacha, el Lagunilla Crianza 2010 conserva sorprendentemente todo su carácter riojano, logrando extraer las virtudes pigmentarias de la Garnacha sin extremar su carga tánica. En otras palabras, se obtiene un bonito color en fase visual sin perturbar la fase gustativa con astringencias no del todo deseables.

Cereza de capa algo más que media (gracias, Garnacha) con ribete teja. El color del ribete otorga un segundo punto extra de clasicismo. Lágrima presente aunque no abundante, medianamente pigmentada. A copa parada apenas se detectan aromas frutales. Con paciencia se logra evidenciar ciruelas pasas, aunque el predominio es de la madera tostada no del todo nueva. Por supuesto hay taninos, pero educados y amalgamados. Su acidez es significativa y casi indispensable, pues equilibra perfectamente el resultado final. Postgusto medio, no demasiado evocador.

De manera que nos encontramos en sentido estricto ante dos crianzas clásicos de Rioja, más incluso que los Paternina Banda Azul 2008 y 2009 ya comentados en una entrada anterior, y desde luego con un resultado mejor que aquellos. 

Por su carácter más frutal y algo menos astringente, pensando sobre todo en su versatilidad, tal vez nos quedáramos con el Puerta Vieja, aunque la expresividad, el clasicismo imperante y sobre todo la magnífica integración de la garnacha en el resultado final, hacen del Lagunilla un vino a tener siempre en nuestra vinoteca, para descorcharlo en aquellos momentos en que busquemos refugio, después de probar vinos más modernos, en un Rioja de toda la vida.

Puede ser que en realidad nos estemos negando a cortar definitivamente nuestros lazos con el pasado, o que nos dé miedo proyectarnos hacia vinos más arriesgados y modernos. No lo sabemos con certeza. Lo que sí sabemos es que con estos vinos tan clásicos nos encontramos a gusto. Para nosotros son vinos cómodos, confortables y sin riesgo. Nuestro lado más conservador se aferra a ellos. No nos sorprenden, pero nunca nos defraudan. En nuestra opinión son un valor seguro.





2 comentarios:

  1. Los ceniceron ya no están de moda, ahora los cigarros usados se tirarán en los puntos blancos,...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya echaba de menos tu comentario. En Navidad te relajas un poquillo...
      Esperemos que los "ceniceros" a los que me refiero nunca pasen de moda. Saludos.

      Eliminar