El céntrico Palacio de Neptuno en Madrid se erigió ocupando parte del solar que quedó tras la demolición del ruinoso Palacio del Duque de Medinaceli a principios del siglo XX. Escandalosamente bien ubicado -al lado del Museo del Prado, del Thyssen-Bornemisza y de la Casa Museo de Lope de Vega- el Palacio de Neptuno se ha convertido en los últimos años en uno de los lugares más demandados para eventos y congresos en la capital de España. Dispone de un aforo máximo de 600 personas, repartido en dos plantas, amplios salones, terraza y una llamativa vidriera obra del artista madrileño Manuel Ortega, autor asimismo de las de la Catedral de La Almudena. El famoso Hotel Palace -el más grande de Europa en el momento de su construcción en 1912- y la popular Basílica de Jesús de Medinaceli son los dos edificios con los que comparte el espacio.
Los últimos diez días del pasado mes de Noviembre resultaron de una actividad febril en cuanto a eventos relacionados con el mundo del vino, todos ellos organizados por la célebre Guía Peñín, probablemente una de las fuentes principales de conocimiento enológico a nivel nacional. Los días 22 y 23 de Noviembre se celebró en IFEMA el XXI Salón de los Mejores Vinos de España, un evento abierto al público en general en el que 350 bodegas nacionales presentaron más de 2000 referencias de vinos con calificación igual o superior a 90 puntos en la Guía Peñin. A la semana siguiente, se celebró en el Palacio de Neptuno la edición 2021 de los International Wine Challenge Merchant Awards Spain, jornada que se inició con unas interesantes conferencias durante la mañana, continuó con un salón de cata durante la tarde y terminó con una cena de gala y la esperada entrega de premios, agrupados en 19 categorías diferentes, que distinguió a lo más destacado del comercio y la distribución de vinos.
El broche de oro a estos diez días de actividades relacionadas con el vino en Madrid, lo puso el IX Salón de las Estrellas que reunió a profesionales del sector en torno a más de 200 vinos todos ellos valorados con 3, 4 ò 5 estrellas en la Guía Peñín de los Vinos de España por su excelente relación calidad-precio. 40 bodegas de numerosas zonas geográficas desplegaron todos sus encantos para seducir durante las 8 horas que duró el certamen a quienes nos acercamos hasta allí para conocer su trabajo y buen hacer. Brillante e impecable la organización del evento, no sólo en cuanto a inscripción, acceso y aforo, sino sobre todo en lo relativo a la facilidad para poder disfrutar del mismo. Francamente útil el cuaderno de cata que se nos proporcionó, con toda la información necesaria -número de mesa, zona geográfica, nombre de la bodega, vinos expuestos, puntuaciones en añadas previas- absolutamente imprescindible para poder realizar con rigor una evaluación adecuada de cada vino.
Enumerar una tras otra nuestras opiniones acerca de todos los vinos que catamos sería tedioso a la vez que imposible, de manera que detallaremos aquellos vinos que captaron más intensamente nuestra atención. Y no lo haremos por áreas vitivinícolas ni por tipo de vino, sino todo un poco revuelto, una tormenta de ideas vínicas, una galerna de sensaciones, un vendaval organoléptico. Pasen y lean, si es que se atreven...
El teórico diseño de nuestra jornada fue mañana de rosados y blancos, mediodía de cava y tarde de tintos, aunque inevitablemente en algunos momentos el orden de los factores sí que alteró el producto. Comenzamos fieles al programa catando el Montecierzo Rosé 2019 de Bodega Marqués de Montecierzo (DO. Navarra), monovarietal de Merlot, color piel de cebolla afrancesado y moderno, pétalos de rosa y frutas de hueso, cariñoso, femenino y con una botella preciosa. De la misma bodega, más reconocible nos resultó el Emergente Rosado 2020, Garnacha y Cabernet Sauvignon, color rojo fresa, chucherías, grosellas, un rosado clásico "made in Spain", correcto y sin sorpresas.
Algo parecido nos ocurrió con el Buleza 2020 de Bodega Heredad Morán & López (DO. Bierzo) un rosado de Mencía con fruta roja más bien poco expresiva, algo de verdor, acidez marcada y corto postgusto. Mucho mejor su Heredad 26 2020, blanco de Godello sobre lías, pleno, sabroso y elegante, con su carga frutal y un delicioso recuerdo a crema pastelera.
Y por no cambiar de zona, continuamos visitando el stand de Bodegas Gordonzello (DO. León) para catar el Kyra 2017, blanco 100% Albarín fermentado en barrica nueva de 500 litros, variedad autóctona poco aromática, algo neutro en nariz, aunque interesante y gastronómico, de presentación en una imponente botella, del mismo modo que otro de sus vinos icónicos, el excelente Gurdos 2020, posiblemente el mejor rosado de toda la muestra, elaborado exclusivamente con Prieto Picudo y que supone año tras año un éxito de ventas, espectacular en nariz pero sobre todo en boca.
El blanco Defensor 2019 de Bodega Cap Andritxol (VT. Mallorca) fue una de las rarezas que pudimos probar. Elaborado con Prensal Blanc -variedad desconocida para nosotros- resultó más bien neutro en nariz, con recuerdos de uva, mosto y frutas de pepita, más divertido en boca, corto pero alegre y refrescante con su acidez media. Curioso. Y continuando con variedades poco habituales, la cata del Salvueros Garnacha Gris 2019 de Bodegas Salvueros (DO. Cigales) resultó bastante sorprendente, rosado piel de cebolla, con recuerdos a frutillos rojos y naranjas sanguinas, marcada acidez y ligero amargor final, elaboración acertada la de este vino único en la muestra. Muy a nuestro pesar -aunque sea adelantar acontecimientos- no nos sucedió lo mismo con sus tintos, algo delgado aunque dócil el Salvueros Crianza 2019, agreste y falto de redondeo el Finca La Guerrera 2019.
La Comunidad Valenciana es para nosotros el gran territorio desconocido en materia enológica. Tendemos a creer que en aquellas tierras sólo de Bobal vive el hombre y no podemos estar más equivocados. Así lo dedujimos tras visitar el stand de Clos Cor Ví (DO. Valencia) y catar tres de sus blancos: un Riesling, un Viognier y un tercer vino fusión de los dos anteriores. Enormemente interesante y muy varietal el Riesling, elegante e impecable el Viognier, dos vinos estupendos por separado y un resultado todavía mejor tras una breve crianza en roble y su ensamblaje final en el Cimera 2019. Sin duda los mejores blancos que tuvimos oportunidad de catar en todo el día, sinceros y bien elaborados, todo un hallazgo después de haber probado bastantes blancos correctos -pero no seductores- y algún que otro blanco ligeramente mentiroso elaborado sin rubor alguno con levaduras seleccionadas.
Nuestra breve visita al stand de Bodegas Dominio de la Vega (DO. Utiel-Requena) nos dio la satisfacción de poder catar los dos únicos cavas expuestos en la muestra. El Brut Reserva Especial 2016 elaborado con vinos base de Macabeo y Chardonnay fue un espectáculo en nariz -galleta, pastelería, fruta en mermelada- y también en boca, cremoso, maduro, elegante, con el carbónico bien integrado, un cava sensacional. Su hermano el Brut Rosé Reserva Especial no llegó a tanto, a pesar de la variedad empleada, esa Pinot Noir que habitualmente nos enamora, pero que en este vino en concreto no alcanza toda su expresividad. Lástima.
La primera hora de la tarde en este tipo de eventos suele ser el momento más difícil para el visitante. Aún con la digestión de la comida a medio hacer, no resulta sencillo reanudar las catas y si hablamos de vinos tintos, el asunto se complica considerablemente. Mas por encima de todo está nuestra profesionalidad, así que reanudamos la actividad dirigiendo nuestra atención hacia tintos más bien ligeros y poco opulentos. Varias bodegas pertenecientes a la DO. Cebreros fueron seleccionadas para participar en este Salón de las Estrellas y en la mesa de Bodega Soto Manrique pudimos catar algunas de sus Garnachas y Albillos. Destacaremos tan sólo La Viña de Ayer 2017, más floral que frutal, con notable acidez, escaso volumen y algo descompensado en alcohol. Un vino afilado, procedente de viñas altas, suelos graníticos y clima frío. Complicadas estas garnachas de Gredos. Atractivo por diferente nos pareció el Panis Angelorum 2019 de Bodega Tierra de Cebreros, 100% Albillo Real con 4 meses en barrica, ligeramente oxidativo, con recuerdos a manzanas asadas, mejor en nariz que en boca por su marcada acidez y breve final. Más peculiar que complejo. Efectivamente, un blanco entre los tintos de la tarde. Nadie es perfecto...
Aún en el Sistema Central, Península Viticultores elabora vinos muy personales, muchos de los cuales se comercializan deliberadamente como vinos de mesa por no adaptarse a las exigencias de las denominaciones de origen y el resultado no puede ser más satisfactorio. Cebreros 2019 y Cadalso 2019 son dos caras de la misma moneda, garnachas modernas, crujientes, delgadas y de capa baja que recuerdan a guindas en licor y flores azules, con ese fondo de Mon Cheri que proporciona la crianza en depósitos de hormigón. Las diferencias entre ambos vienen determinadas por la orientación de los viñedos y la ubicación de los mismos. Resultó instructivo e interesante realizar la cata comparada entre ambos. Algo similar puede decirse del Vino de Montaña 2018 coupage de varias parcelas de Garnacha con las desconocidas para nosotros Rufete y Piñera, equilibrio perfecto entre fruta, acidez y grado alcohólico, posiblemente uno de los descubrimientos del año. Otra cosa muy distinta fue la degustación de Apóstata 2019, un majestuoso vino ya conocido, monovarietal de Tinta del País con 12 meses de crianza en roble, un perfil muy Ribera del Duero que integra uvas procedentes de Cigales (Valladolid), Toro (Zamora) y Villamiel (Toledo). Sencillamente delicioso.
La búsqueda de tintos no demasiado opulentos nos llevó al stand de Vinícola Requenense (DO. Utiel-Requena). Conste que no es la Bobal una de nuestras variedades preferidas, sin embargo nos sorprendieron con vinos agradables, bien elaborados, frutales, frescos y fáciles. Por fin empiezan a despegar los elaboradores capaces de encontrar este perfil a la Bobal, desterrando definitivamente la tanicidad y los verdores de años atrás. Destacaremos su vino de autor Casagrande 2017, fruta roja madura, chocolate con leche, férrico y balsámico, equilibrado, redondo y suave. Los bobales modernos ya están aquí.
Para terminar esta exigente jornada, regresamos a territorio amigo. Vinos de Arganza (IGP. Castilla y León) tienen un extenso catálogo de tintos con protagonismo indiscutible de las variedades más cultivadas de su región. Mencía y Tinta del País -solas o ensambladas- son los pilares que sustentan su trabajo. Elaboran numerosas referencias, en nuestra opinión con más acierto en tintos jóvenes o semicrianzas que en vinos de larga permanencia en barrica. Encanto, Flavium y Lagar de Robla son familias de vinos ampliamente conocidos por nosotros y que nunca defraudan. Fruta roja y negra, lácticos, toffee y suaves tostados son su tarjeta de visita. Equilibrio y amabilidad en boca, siempre con una relación calidad-precio insuperable.
Ponemos aquí el punto final a la crónica de este evento en el que hemos tenido el privilegio de catar vinos exclusivos o de difícil acceso para nosotros. Cierto es que echamos de menos representantes de algunas zonas geográficas y asimismo nos resultó sorprendente el protagonismo de dos denominaciones de origen que prácticamente ocuparon la cuarta parte del salón, pero son decisiones de la organización, con total seguridad fundamentadas.
En cualquier caso, la experiencia resultó francamente satisfactoria y anima a regresar en próximas convocatorias.
Que así sea...
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