lunes, 9 de septiembre de 2013

> Vinos con alma (II)


Ysios: presente y futuro
           
            Al día siguiente, nos dirigimos a la cercana villa de Laguardia, donde teníamos concertada la visita a Bodegas Ysios. Con alguna dificultad conseguimos encontrar el acceso y nos preparamos para realizar un viaje en el tiempo. Si Valdelana representa la tradición, el pasado que se introduce dulcemente en el presente, Ysios estalla en el presente y te proyecta hacia el futuro, casi con violencia, empezando con el atractivo diseño arquitectónico de la bodega, obra de Santiago Calatrava, siguiendo con el avanzadísimo sistema de producción y terminando con la degustación de sus carísimos vinos.

      Nada en Ysios parece debido al azar. Los diseños, nombres, formas, colores son de una determinada manera porque así se ha decidido. Varios ejemplos. El nombre de la bodega es una fusión de los nombres de dos deidades egipcias, Isis y Osiris, la primera de las cuales representa la fertilidad y la segunda a la madre naturaleza. Pero no termina ahí la simbología. Ysios se escribe con Y para representar una copa de vino. Con la arquitectura continúan las evocaciones. El tejado ondulado diseñado por Calatrava emula la orografía de la Sierra de Cantabria visible detrás de la bodega, aunque también representa el carácter mediterráneo del arquitecto, recordando las olas del mar, carácter marinero al cual también hace referencia el salón de catas cuyo interior puede recordar a la popa de un barco antiguo. Desde el aire, la bodega y sus viñedos recuerdan de nuevo a una copa. Y desde la distancia, en una visión frontal, el edificio parece un grupo de barricas que flotan sobre el agua de un estanque.




            Ysios es propiedad del grupo Domecq, un gigante del mundo del vino en España, quizás el más grande junto con Osborne y Gonzalez-Byass. Desde el punto de vista de la producción, Ysios es una bodega moderna. El acero predomina sobre la madera. Todos los vinos de Ysios se crían en barricas nuevas, fabricadas con roble francés, americano y húngaro, las cuales se desechan pasados entre 3 y 5 años. Llama la atención, sobre todo si se recuerda el cariño con que se tratan las barricas y los tanques de fermentación en otras bodegas más tradicionales como López de Heredia, donde hemos escuchado hablar de mohos y levaduras con el mismo respeto con que se habla de un venerable antepasado. Como ya hemos dicho Ysios es una bodega moderna, con un interior más parecido a una nave espacial que a una bodega. Quizás seamos unos románticos, después de todo.

            Lo mejor con diferencia de la visita a Ysios fue la cata, y más concretamente el salón de catas. Amplio, luminoso, impoluto. A medio camino entre una catedral escandinava de madera y el interior de un galeón medieval español. Tuvimos ocasión de catar dos vinos: Ysios Reserva 2006 y un vino de autor (Esencia de Ysios). El primero nos pareció un rioja más clásico, dentro de la modernidad que representa Ysios, pero el segundo fue toda una sorpresa. Esencia de Ysios es un reserva, pero elaborado con la colaboración de un perfumista francés, de manera que resulta casi más agradable en nariz que en boca, aunque en boca nos pareció soberbio. El precio también era soberbio. Apuramos el tiempo y las copas en aquel altar divino, hasta que irremediablemente tuvimos que marcharnos.

           
David y Goliat
           
            Llama poderosamente nuestra atención la abundancia en la Rioja Alavesa de pequeñas bodegas, la mayoría de tipo familiar, que han evolucionado en los últimos años y que comienzan a hacerse un sitio en el mercado, resistiendo con notable éxito en un mundo empresarial exigente, liderado por auténticos gigantes económicos. En realidad no son conceptos excluyentes, sino más bien complementarios, conformando una especie de simbiosis que beneficia a ambos modelos productivos. Ysios (y Calatrava) han puesto en el mapa a la villa de Laguardia, y Marqués de Riscal (y Frank Gehry) han hecho lo mismo con la villa de Elciego. Aprovechando ese impulso, se han ido sumando proyectos bodeguero-empresariales más modestos, cada uno dentro de sus posibilidades, pero todos dignos de elogio. Otras poblaciones no han tenido esa fortuna. Lapuebla de Labarca y Villabuena siguen a la espera de su príncipe azul.

            Con un marcado carácter diferenciador, todas esas bodegas pequeñas buscan ofrecer algo distinto. Y es en ese punto donde entran las personas. El carácter, el espíritu, el ánimo de las personas… se va impregnando en sus vinos y en sus etiquetas. Son vinos con alma, vinos humanos, vinos familiares, vinos cercanos. Al beberlos nos olvidamos de los diseños espectaculares y de los arquitectos de renombre, pasando sólo a recordar a las personas mientras disfrutamos de una copa de su vino.

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