viernes, 15 de noviembre de 2013

> El duelo de los Robles



Contraetiquetas DOC Rioja. Fuente: Web del Consejo Regulador


La DOC La Rioja ha sido la locomotora que ha tirado del tren del vino en este país, al menos en el pasado, y su consejo regulador decidió hace mucho tiempo establecer una clasificación de los vinos tintos en función de su periodo de crianza en barrica: 
  • Jóvenes: sin crianza en barrica.
  • Crianzas: mínimo 12 meses en barrica.
  • Reservas: mínimo 12 meses en barrica y 24 en botella.
  • Grandes Reservas: mínimo 24 meses en barrica y 36 en botella.
En el caso de los vinos blancos estos periodos de tiempo son distintos y para no complicar el asunto, no los trataremos en esta ocasión.

Esta clasificación ha sido seguida en muchas otras Denominaciones de Origen. Sin embargo, de unos años a esta parte, quizás por motivos comerciales o por preferencias del consumidor, se ha ido introduciendo una categoría nueva (evidentemente no en Rioja, donde se mantiene a capa y espada la clasificación en jóvenes-crianzas-reservas-grandes reservas) categoría que poco a poco va ocupando su posición en el mercado. Hablamos de los Robles, vinos tintos que se encuentran a medio camino entre los jóvenes y los crianzas. La primera denominación de origen en introducir la categoría Roble fue Ribera del Duero, pero a ella no han tardado en sumarse otras como la aragonesa Cariñena y alguna otra catalana.

Robles de Ribera del Duero

En líneas generales son vinos más fáciles de beber, con un claro predominio de la fruta sobre las notas de crianza, algo lógico si se tiene en cuenta que su paso por barrica oscila entre los 3 y los 8 meses. Resultan más interesantes que los jóvenes, igual de frescos y pujantes, pues ese breve periodo de madera les aporta ahumados y tostados en moderada cantidad, pero sin enmascarar su indudable contenido en fruta. Habitualmente son muy de nuestro agrado. Además son más sencillos de maridar casi con cualquier plato y evitan esa incómoda opinión que en algunas ocasiones nos ha venido a la mente: "para esta comida, es demasiado este vino..." 

Como no todo iban a ser ventajas, los Robles (también llamados "semicrianzas") tienen una horquilla de consumo óptimo similar a los jóvenes, poco más de 12-18 meses, y no resisten bien guardas prolongadas, pero es que tampoco están pensados para ello. Particularmente nos recuerdan a algunos crianzas riojanos muy "frutales" si se nos permite la expresión (los de CVNE y FOS, por ejemplo). A propósito del CVNE Crianza 2010, aunque sea apartarnos un poco del tema, estamos a la espera de recibir unas botellas. En cuanto sea posible publicaremos un monográfico sobre esta bodega, algunos de cuyos vinos son sin duda nuestros preferidos.

A continuación haremos una comparativa entre dos de estos Robles, ambos de Ribera del Duero: Protos Roble 2010 y Señorío del Cid Roble 2011.


Jacobo, muy agradecido

Protos Roble 2010

Un paciente agradecido (más bien sus propietarios) nos hizo llegar la primera botella de Protos Roble 2010 que probamos hace aproximadamente un año. Las sensaciones no pudieron ser mejores: precioso color picota con ribete malva, lágrima abundante muy densa y pigmentada, explosión de frutas rojas en nariz, sedoso y suave en boca, integrado, redondo... Riquísimo. Animados por aquella primera botella y sus deliciosos recuerdos, nos hicimos con algunas otras, a buen precio además, y nos dispusimos a repetir aquellas sensaciones. La segunda botella nos decepcionó ligeramente: más escueto en nariz, menos ensamblados los sabores en boca, más corto en postgusto. El vino estaba bueno, pero no "tan bueno" como el primero. Con la tercera botella rememoramos nuestros gratos recuerdos de la primera, recuperamos sensaciones placenteras... y descubrimos un detalle: las botellas 1 y 3 pertenecían al mismo lote, no así las 2 y 4. La cuarta botella confirmó nuestras fundadas sospechas negativas, aunque en su descargo debemos admitir que la probamos casi un año después, quizás al límite de su consumo óptimo.


Protos Roble 2010
Insistimos: se trata de un buen vino, con una satisfactoria relación calidad-precio, pero nos desconcierta esta falta de homogeneidad entre lotes. No es admisible que comprar una botella de este vino sea poco más o menos como jugar a la lotería. 

Recientemente ha salido al mercado el de la añada 2011 y aún no hemos tenido oportunidad de probarlo. Deseamos que estos vaivenes organolépticos hayan sido corregidos y que la totalidad de la producción siga los mismos cánones sensoriales. Ayudará a que obtenga un éxito aún mayor que el que goza en la actualidad, pues es sin duda el Roble de Ribera del Duero más vendido. No es posible hablar de Ribera del Duero sin hacer mención a las vallisoletanas Bodegas Protos (Peñafiel).



Señorío del Cid Roble 2011

Señorío del Cid Roble 2011

Elaborado por Bodegas Osborne bajo la denominación de origen Ribera del Duero con uva Tinta del País procede de viñedos localizados en Fuentecén (Burgos). Lo adquirimos sin embargo en nuestra reciente visita a la casa matriz de Osborne en El Puerto de Santa María (Cádiz). Allí también compramos una botella de otro vino llamado Solaz Coupage elaborado por Osborne como Vino de la Tierra de Castilla en Malpica de Tajo (Toledo) del cual no hemos escrito todavía nada y nos tememos que no lo haremos jamás. Quien tenga la inquietud de conocer nuestra opinión acerca de este último vino, puede ponerse en contacto con el administrador del blog. Intentaremos ser benevolentes en la respuesta.

Regresemos al Señorío del Cid Roble 2011.

De color rojo cereza con ribete granate, muy limpio, con abundante lágrima algo pigmentada, muy glicérico. Visualmente bonito. Nariz rica en fruta (roja y negra) con nociones de regaliz y madera nueva, tal vez demasiada para ser un Roble. Muy agradable y prometedor. ¿Y en fase gustativa...? En boca inicialmente llama la atención su carnosidad, nos recuerda a aquella primera botella de Protos 2010, pero afinando las papilas, se revelan diferencias notables: es sedoso pero no redondo, la astringencia es correcta pero la acidez es marcada, excesiva a nuestro parecer. El postgusto es moderadamente persistente en el tiempo, lo cual siempre se agradece.

Según nuestro criterio, algo tienen los tintos de Osborne que no acaba de gustarnos, especialmente en boca, incluso a pesar de que este Señorío del Cid Roble 2011 mejoró algo en la segunda mitad de la botella. Después de haber probado 4 vinos diferentes, de distintas añadas y con envejecimientos individualizados, no hemos conseguido lograr una cata plenamente satisfactoria con ninguno de ellos. Visualmente y en nariz son unos vinos esperanzadores, pero la ilusión decae tras su paso por boca. El hecho de que esa sensación haya sido denominador común en todos ellos, nos lleva a pensar que el inconveniente esté en nuestro paladar y no en el hacer del enólogo. Cabe la posibilidad de que Osborne desee elaborar sus tintos exactamente así, con esas características en fase gustativa, características que no coinciden en absoluto con nuestras preferencias. 

En este juicio personal no hay culpables. Sintiéndolo mucho, nos veremos desterrados a ese minoritario grupo que no es capaz de apreciar suficientemente las bondades de los tintos de esta bodega.



El sol poniéndose tras el Toro de Osborne





2 comentarios:

  1. Ya voy aprendiendo, pero entonces, según La DOC La Rioja, por ejemplo, el vino bajo en calorías del que te mandé la foto, que no se lo que estaría en barrica pero la botella lleva en el trastero al menos 3 años, ¿es reserva o gran reserva? vinagre seguro,..pero no sé si del que se echa en ensaladas o del que se meten las cebollitas.
    Lo que me extraña es que la 4ª botella de Protos os confirmara algo, a mi sólo me confirmaría que el día siguiente sería largo largo duro y duro. Eso si la lograra abrir. Vamos, la tercera ya lo haría, qué digo tercera, la segunda,...

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    1. Hombre, tenemos por costumbre no apretarnos las botellas del tirón. Intentamos dejar pasar unos días entre una y la siguiente. Pero los recuerdos perduran... Lo de tu trastero lo ignoro, pero igual sirve como APCV (área privada de crianza de vinos). Prueba a pedir una subvención.

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