Desde el punto de vista turístico, visitar Granada siempre resulta excitante. Su poderoso pasado histórico y cultural -representado por el majestuoso conjunto monumental de la Alhambra y el Generalife, sin olvidar la imponente Catedral de la Encarnación y la Capilla Real de los Reyes Católicos- justifica plenamente una escapada a la capital granadina.
Exterior de la Capilla Real de los Reyes Católicos |
Vista del Albaicín desde la Alhambra |
Restaurante-cueva en el Sacromonte |
Patio de la acequia en el Generalife |
Flores en los jardines de la Alhambra |
Interior de una tienda en la Alcaicería |
Hammam antiguo de la Alhambra |
Imágenes aromáticas en El Patio de los Perfumes |
La tarde es el momento idóneo para el acicalado y el cuidado corporal, así que puede ser una buena opción dirigirse a alguno de los baños árabes que ofrece la ciudad para recrear el antiguo rito del hammam, donde las sensaciones olfativas van de la mano de las tactiles e incluso de las auditivas. Otra alternativa, más seca y menos costosa, es dar un paseo por la orilla del río Darro y disfrutar de algunos comercios dedicados a la elaboración de perfumes. Alguno incluso ofrece la posibilidad de acceder a los patios interiores, al taller del perfumista y a un museo del perfume.
Siempre nos ha llamado la atención el modo en que cambian las calles durante la noche, pero esta circunstancia nos ha parecido todavía más acusada en Granada. Hay comercios cerrados durante el día, ocultos por una persiana o unas tablas de madera, que cuando se pone el sol vuelven a la vida. Es el caso de las teterías de las calles bajas del Albaicín, pequeños locales decorados con sumo gusto donde es posible disfrutar de un té y unos dulces árabes mientras se comparte una pipa de agua, también denominada narguile, shisha o cachimba. Son lugares donde el visitante debe acostumbrarse a detener el tiempo, a hablar en voz baja y deleitarse con sabores, aromas y evocaciones que recuerdan a tiempos pasados, a países lejanos, y que sin embargo es posible disfrutarlos a día de hoy en el centro de Granada.
Patio de los Leones, imagen icónica de La Alhambra |
Patio de los Arrayanes |
Como en cualquier otro lugar turístico de la geografía española, es imposible no encontrar tarde o temprano una pizarra con letras de colores donde se anuncien cócteles que tienen al vino como protagonista en su elaboración. La sangría y el tinto de verano son los más populares y sorprende que después de tanto tiempo sigan siendo los preferidos por el visitante extranjero. Si el fin justifica los medios, resulta indudable que esos brebajes sirven para animar al consumo de vino, otro asunto bien distinto es la calidad del vino empleado. Es cierto que después de una calurosa jornada, el cuerpo pide un trago refrescante y los combinados en cuestión satisfacen a todo el mundo, así que no nos reprimimos y decidimos disfrutar de una sangría que prácticamente era una macedonia con vino y hielo.
Vermut en Bodegas Castañeda |
Tras varios e infructuosos intentos, por fin tuvimos la oportunidad de encontrar un rincón con la suficiente habitabilidad como para poder tomar algo -por supuesto de pie, porque conseguir una mesa es imposible- en Bodegas Castañeda, el templo más genuino del taperío granadino. Guirnaldas, farolillos, azulejos y cabezas de toro orlan sus paredes. Varias barricas tras la barra han visto pasar mil veces a una legión de camareros con sus camisas blancas. Dada la hora y absolutamente abducidos por la atmósfera taurina, nos entregamos al gozo y disfrute de un vermut casero de esos que recuperan a cualquier enfermo, preparado en décimas de segundo y servido como acompañamiento a una tapa de arroz con carne. Somos conscientes de que el vermut es en realidad el lado oscuro del vino, su vertiente más aliñada y la que permite menos interpretación en su cata, pero en aquel momento, sumergidos en ese ambiente bullicioso, nos pareció la mejor de las elecciones.
Curiosa colección de botellas antiguas |
Jamón ibérico y palo cortado. ¡Olé! |
Un breve desplazamiento de escasos cincuenta metros nos llevó hasta Taberna Salinas, un establecimiento con menos solera pero con una amplia carta de raciones, muy buen servicio y precios más ajustados. Allí por fin, después de calmar la sed con un par de cervezas, pudimos catar con tiempo un vino tinto de la zona que nos recomendaron: Muñana Rojo. Ubicadas en la Finca Peñas Prietas en la localidad de Graena, Bodegas Muñana son propiedad desde Octubre de 2017 del empresario suizo Urs Hess. Sus 180 hectáreas de viñedo, junto con las 40 hectáreas de olivar, la convierten en la bodega más grande de la provincia de Granada con viñedo en propiedad. Situadas a 1200 metros de altitud sobre suelos arcillosos, gozan de abundantes horas de sol, gran amplitud térmica y proximidad al mar Mediterráneo, condiciones que permiten conseguir procesos de maduración lentos y graduales. La vendimia es manual en cajas, con una productividad máxima de 2 kilogramos de uva por cepa. La crianza en barricas de roble francés y americano se realiza en la oscuridad de cuevas subterráneas con temperatura y humedad constantes durante todo el año. Cultivan variedades blancas -Sauvignon Blanc, Chardonnay, Moscatel- y tintas -Cabernet Sauvignon, Monastrell, Merlot, Tempranillo, Syrah, y Petit Verdot.
Concluimos aquí la crónica de nuestro breve paso por Granada, dejando en el tintero unas cuantas cosas interesantes que quizás en el futuro se materialicen en un nuevo artículo. Pero esa es otra historia -como escribía Michael Ende al final de cada capítulo de su libro La Historia Interminable- y debe ser contada en otra ocasión...
La Alhambra desde el Mirador de San Nicolás |
"Concluimos aquí la crónica de nuestro breve paso por Granada,"
ResponderEliminarBreve paso, pero la crónica no es breve, en todo caso, bebe,...