El pasado mes de octubre, justo en los días previos a la celebración de las Fiestas del Pilar, abrió sus puertas este proyecto empresarial, pequeño en sus dimensiones pero enorme si se tiene en cuenta el entusiasmo de sus creadores.
Al frente de esta nueva vinoteca que acaba de ver la luz con el nombre de Al Vino Vino están Adriana y Enrique, una simpática pareja de zaragozanos provenientes en su anterior andadura profesional de la hostelería, detalle éste muy importante en nuestra opinión, ya que les sitúa en una posición más que cercana, casi adyacente, en relación al consumidor final. Prácticamente la totalidad de los vinos que se hayan a la venta en Al Vino Vino han sido catados con anterioridad por Adriana y Enrique, de modo que no se puede encontrar un consejo más acertado que el de ellos cuando se nos presenta alguna duda en cuanto a maridajes y armonizaciones gastronómicas, porque no sólo conocen el vino, sino que también disponen de las opiniones de otros clientes, y eso se percibe nada más escucharles.
El local de Al Vino Vino es como un joyero, y no nos referimos sólo a su superficie en metros cuadrados, en sus estantes se pueden encontrar delicias enológicas embotelladas de diversos precios y procedencias, con una generosa presencia de vinos aragoneses. El acristalamiento en dos de sus laterales le da una mayor sensación de holgura, también las originales paredes-estantería que permiten dividir ambientes al tiempo que se exponen algunas botellas. Ambas soluciones decorativas dan rienda suelta a la imaginación de Adriana, verdadera responsable de la decoración de los escaparates, preciosos y renovados en cualquier época del año, merecen una visita independientemente de si gusta o no el vino, eso no importa...
Mesa preparada para una cata en Al Vino Vino |
Ismael Ardid (La General...) durante su presentación. |
Comenzamos catando el Mimbo Blanco, un ensamblaje dominado por la tradicional Viura riojana con un aporte de 15-20% de Sauvignon Blanc y Viognier. Botella de moderno diseño, con serigrafia casi veraniega, muy alegre y atractiva. Destaca sobremanera el tapón Vinolok de vidrio, costoso tipo de cierre cada vez más extendido en vinos blancos y rosados, en especial de gama alta. De color amarillo pajizo con reflejos verdosos, en nariz resulta muy seductor, con predominio de frutas tropicales y manzana. Muy vivo y fresco en boca, incluso con algo de carbónico residual que le confiere una gracia especial. Jugosamente ácido, muy equilibrado y redondo, con un postgusto largo y muy agradable.
Tapón de vidrio Vinolok |
Su familiar más cercano es el Mimbo Rosado, de presencia igualmente festiva aunque más otoñal, con ese mismo tipo de etiqueta, botella y cierre. Garnacha y Viura (75-25) son las variedades empleadas en la elaboración de este vino de color rosa pálido o piel de cebolla casi anaranjado, que podría recordar a aquellos claretes tradicionales riojanos. En nariz despliega aromas a fresas y grosellas, sin rastro de piruletas ni chucherías. En boca resulta más complicado, apenas queda un fondo de frutas rojas y da la sensación de ser un vino blanco, un vino con doble personalidad, sin duda más gastronómico que el anterior.
El tercer vino que tuvimos ocasión de catar fue el Pictos Tinto. Pertenece a la gama más económica comercializada por La General... destinada en principio a hostelería, sin embargo fue la gran sorpresa de la noche. Tempranillo (90) y Garnacha (10) sin paso por barrica, toma su curioso nombre de una de las tribus de la película Braveheart (1995). Picota de capa alta con ribete entre púrpura y violáceo, muestra en nariz una explosión de frutas rojas, caramelo y chocolate. Suave paso por boca, media acidez y prácticamente nula astringencia, muy equilibrado. Postgusto de media longitud. El último vino a catar fue el Maestro Botiller, un semicrianza elaborado mayoritariamente con Tempranillo con 6 meses de permanencia en roble francés, ensamblado antes de embotellar con un 20% de Garnacha joven sin paso por barrica. El resultado es un vino color rojo cereza con ribete granate, nariz rica en frutas rojas y negras con fondo tostado, café y frutos secos. En boca resulta muy correcto, agradable, nada sobra y nada falta. Un vino que, sin llegar a enamorar, podemos decir que no defrauda. Para cualquier ocasión.
Presentación de El Vino del Desierto en Al Vino Vino |
Un par de meses más tarde tuvimos la oportunidad de regresar para asistir a la presentación de las nuevas añadas de El Vino del Desierto. En realidad para nosotros la novedad fue catar el Duna 2016, ya que la nueva añada del Sed 2015 la probamos en primicia en una inolvidable cata vertical, en el enlace pueden consultarse sus notas de cata. Fernando Mir es el cuerpo y el alma de El Vino del Desierto, como bien lo demuestra en cada una de sus presentaciones, no es casualidad que la palabra que más repite es "tierra". Acerca del proyecto de Fernando, hace unos años emergente y absolutamente consolidado en la actualidad, ya hemos hablado en alguna entrada anterior, de manera que en esta ocasión nos limitaremos a aportar nuestras notas de cata del Duna 2016.
En su elaboración presenta algunas diferencias con añadas anteriores. El coupage sigue dominado por la aromática Garnacha Blanca (73) y la Alcañón (15), con la incorporación de unos porcentajes casi testimoniales de Macabeo (10) y Viognier (2), persiguiendo sin duda una mayor aromaticidad. La gran diferencia radica este año en la ausencia total de filtrado, en la búsqueda del mantenimiento de toda la estructura y la potencia que el vino muestra en el depósito tras 90 días de batonage diario, intentando extraer aromas y texturas al máximo. Aún a riesgo de exponerse a la presencia de algún sedimento en la botella, parece ser que Fernando no está por la labor de permitir que nada valioso se pierda en el proceso de filtrado. Hemos de decir que en nuestra copa no apareció ni el más mínimo sedimento o turbidez, el vino conserva la limpieza necesaria, y se mostró de un amarillo pajizo con ribete acerado. Quizás servido a una temperatura excesivamente baja, nos costó extraer sensaciones aromáticas hasta que no se atemperó, aunque poco más tarde desplegó la ingente carga frutal que le suponíamos: manzana, pera, plátano, piña, cítricos y un fondo balsámico. En boca siguió en su línea, ricamente ácido y con su elevado contenido alcohólico perfectamente integrado. Nos resultó menos graso y untuoso que en añadas previas, pero a cambio nos sorprendió con un final fresco, largo, casi eterno, de varios minutos de duración, un espectáculo...
Imagen promocional de El Vino del Desierto |
Etiqueta del Duna. Fuente: Facebook de Fernando Mir |
En resumen, confluencia de tres proyectos emergentes, atractivos y personales, que sin duda contribuirán cada uno con su buen hacer, a aportar aire fresco y nuevas ideas al panorama enológico zaragozano.
Seguid así, no cambiéis, estáis en el camino correcto.
Nosotros estaremos ahí para contarlo...
Nosotros estaremos ahí para contarlo...
Excelente el Pictos tinto y también Los Vinos del Desierto
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