martes, 23 de mayo de 2017

> Cata vertical 2013-2016 de DUNA en El Lagar del Enófilo





Con algún mes más de lo deseado de retraso, se celebró finalmente en El Lagar del Enófilo la prometida cata vertical del blanco elaborado por Fernando Mir en su bodega El Vino del Desierto. Las últimas cuatro añadas disponibles del Duna protagonizaron esta interesante cata, al alcance sólo de unos pocos privilegiados, que sirvió para poner de manifiesto el potencial de guarda y evolución de este magnífico blanco elaborado en Lanaja (Huesca) en el corazón de la comarca de Monegros. 

Dos parcelas cuidadas y mimadas por Fernando son el lugar donde nace este vino. La llamada "Viña Vieja" de poco más de una hectárea situada a 450 metros de altitud, es una parcela mestiza y heterogénea, un tercio de uva blanca y dos tercios de uva tinta, como eran todas las viñas de antaño, y lleva en producción desde 1954. Por el contrario, la "Viña Blanca" ubicada a 480 metros de altitud y algo más pequeña en superficie, lleva en producción desde 2009. En ella se cultivan exclusivamente variedades blancas (Garnacha blanca, Macabeo y Viognier) y ha sido la responsable del incremento paulatino en el número anual de botellas elaboradas, pasando de las 1732 de la añada 2013 a las 2702 de la añada 2016.


Ubicación de las viñas. Imagen tomada durante la presentación de Fernando Mir



Muy a nuestro pesar, las añadas 2011 y 2012 son ya historia, no hay botellas disponibles, de modo que deberán quedar eternamente en nuestro recuerdo. El periodo 2013-2016 fue por tanto, el objeto de nuestro análisis sensorial. Técnicamente, la elaboración del Duna apenas ha sufrido variación desde sus inicios. El cuidado de la viña y los bajos rendimientos por cepa son las principales premisas. Obtener una uvas sanas y con elevada concentración aromática es la obsesión de Fernando. Es cierto que ha habido cierta evolución (más bien, involución...) en cuanto al proceso de filtrado. En aquellas primeras añadas el filtrado se realizaba con esmero, quizás para contentar a ese mercado poco preparado, reticente a aceptar un vino con algo de sedimento. Con el paso de los años, los procesos de filtrado se han ido adelgazando, hasta llegar a la actualidad, donde el vino sólo sedimenta por gravedad, obteniéndose una potencia aromática y una perdurabilidad en boca nunca lograda hasta ahora.


Duna con la etiqueta de sus primeras añadas



Comenzamos nuestro recorrido con el Duna 2016, prácticamente recién salido al mercado. Ensamblaje dominado por la Garnacha Blanca (73) y la Alcañón (15), con novedosos aportes minoritarios de Macabeo (10) y Viognier (2), prácticamente indetectables en cata. Vendimia en Septiembre. Amarillo pajizo limpio y transparente, a pesar de no haber sido filtrado. Intensa carga frutal, sobre todo frutas de pepita, también plátano, piña y cítricos. Gran cantidad de lágrima. Generosa acidez que refresca y equilibra su nada desdeñable contenido alcohólico. Redondo y agradable. Sorprende cierta salinidad en boca, recordando a algún blanco atlántico. Eterno postgusto, larga persistencia, sin rastro de amargor. Fabuloso.

Garnacha Blanca y Alcañón (80-20) vendimiadas en el mes de Septiembre fueron los mimbres para elaborar el Duna 2015. Un filtrado somero ("desbastado", según Fernando) precedió al embotellado de 2698 unidades. Visualmente apenas evolucionado gracias a la excelente protección del vidrio color caramelo de la botella. En fase olfativa, la fruta ya se ha convertido en mermelada, aparecen notas lácteas que podrían recordar a madera nueva (?). Panadería y mantequilla. En boca resulta graso, untuoso, complejo y elegante. Menos largo que el 2016. Soberbio en fase gustativa, aunque decae ligeramente en copa.


Cuatro añadas de Duna. Imagen cortesía de Julio Viela

Del Duna 2014 se elaboraron 1784 botellas siguiendo el mismo coupage: Garnacha Blanca y Alcañón (75-25) vendimiadas en el mes de Octubre, procedentes en su totalidad de la "Viña Vieja", ya que la "Viña Blanca" todavía no había entrado en producción. Esperada evolución cromática hacia el amarillo trigueño tras más de 2 años en botella. Prometedor en fase olfativa. Nariz muy interesante: frutos secos (nueces), orejones y humo, todo envuelto en un fondo dulzón. En boca defrauda un poco, tal vez demasiado delgado y el postgusto es sutilmente amargo además de poco duradero. El más penalizado de los cuatro en cata comparada.

De nuevo el ensamblaje "clásico" para el Duna 2013. Garnacha Blanca y Alcañón (70-30) vendimiadas en Octubre. Amarillo dorado, limpio, brillante y denso. Aromas a compota de manzana y a quesería. Algún aroma oxidativo que lo hace único. Sin embargo, en boca sorprende y no resulta nada pesado, porque conserva una acidez que lo mantiene vivo y fresco. Recuerda a esos vinos alemanes de guarda prolongada. Crece y evoluciona en copa. Sencillamente espectacular. Quedan en la bodega algunas botellas que Fernando se plantea comercializar como "edición especial". Habrá que estar atentos...

Desde Noviembre de 2014, fecha en que conocimos por primera vez el proyecto de Fernando Mir y su bodega El Vino de Desierto, hemos seguido su evolución en cada añada, en cada cata, en cada feria. Esta cata vertical del Duna, al igual que la anterior del Sed nos han permitido "cerrar el círculo" y han puesto a nuestro alcance la posibilidad de comparar vinos de distintos años, con sus sutiles diferencias en cuanto a elaboración, pero siempre con el cariño y la pasión que Fernando pone en el interior de cada botella.

Como siempre, un placer...


Imagen promocional del evento. Fuente: Facebook El Lagar del Enófilo


NOTA: Imagen de cabecera tomada del archivo de la bodega.

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