domingo, 17 de mayo de 2020

> Sers G.R.18 2016, viento a favor



Una vez superadas las estrecheces rocosas del embalse de El Grado, el Cinca recupera su morfología más natural y abierta. En sus orillas reaparecen los bosques de ribera, los canales y las acequias que van a dar de beber a los cultivos. Es el denominado Cinca Medio, donde el río deja atrás Barbastro y discurre en dirección a Monzón, regando por su margen izquierda las huertas de Cofita, pequeña población dependiente desde el punto de vista administrativo de la vecina y algo más grande localidad de Fonz. Cofita posee un interesante pasado ligado a la Orden del Temple, como bien atestigua la iglesia-ermita dedicada a María Magdalena, ubicada en la misma Plaza Mayor y semioculta por las construcciones aledañas. Incluso antiguamente en sus inmediaciones se ubicó un trujal donde se pisaban las uvas para que el mosto discurriera por una conducción subterránea por debajo el templo, de manera que cada vendimia se obraba el milagro de la transformación del fruto en vino en ese tránsito bajo suelo sagrado.


Esta tradición ancestral de la transmutación de las uvas en vino, ha vuelto a ser realidad en las inmediaciones de la Iglesia de la Magdalena de Cofita de unos años a esta parte, no por influjo divino sino más bien por decisión humana. En el año 2006 comenzó la andadura de Bodegas Sers,  posiblemente la bodega más pequeña de la DO. Somontano y el sueño hecho realidad de la familia Canales. Tanto por sus dimensiones como por su forma de trabajar, podría decirse que Sers es una "bodega boutique", a lo cual sin duda también contribuye Casa Canales, antigua casa de labranza completamente remodelada y transformada en la actualidad en una coqueta casa de turismo rural. El nombre de la bodega proviene del vocablo utilizado en fabla aragonesa para referirse al viento del noroeste predominante y que algo más al sur, en el valle del Ebro, se conoce como "cierzo", uno de los mejores fungicidas naturales que existen, y al mismo tiempo sirve de inspiración para sus minimalistas etiquetas recreando parcial o totalmente la Rosa de los Vientos. Resulta difícil transmitir más con menos. 


Las 12 hectáreas de viñedo propio se condensan en unas 25000 botellas anuales, todas ellas bordelesas de color caramelo oscuro. La vendimia se realiza manualmente por parcelas y por variedades, garantizando que las uvas lleguen en condiciones óptimas de salud y maduración a cada uno de los 8 depósitos de acero inoxidable. Se trabaja con cepajes internacionales sólidamente implantados en el Somontano oscense -Cabernet Sauvignon, Merlot, Syrah y Chardonnay- a las que se suma una variedad autóctona recuperada -Parraleta- y otra más -Moristel- en vías de recuperación. El único guiño a la modernidad es el empleo de levaduras seleccionadas. En realidad es una medida de control, un certificado de seguridad de que la vinificación no tendrá sobresaltos y de que el resultado final será el esperado. Cuando hay que trabajar con microorganismos, mejor que éstos sean conocidos y -siempre que sea posible- aliados nuestros. El vino sin clarificar se mantiene en inoxidable hasta el mes de enero como mínimo para realizar una decantación natural por gravedad, no sólo los tintos, también el vino blanco, y se inicia su comercialización un poco más tarde que otras bodegas. 


La crianza se realiza exclusivamente en barricas de roble americano de tostado medio, en total unas 70-80 unidades con una vida media de 4-5 usos como máximo. El contenido de algunas barricas descartadas durante la crianza por el enólogo Ernesto Franco, se vende como vino a granel. Esta circunstancia puede antojarse como algo contradictorio para una bodega que apuesta por la elaboración de vinos de calidad, pero sin embargo tiene su lógica, si se interpreta como una "selección dentro de la selección" que permite garantizar la homogeneidad de las botellas que se ponen a la venta. El embotellado de cada vino se realiza en un solo día, de manera que no se guarda vino en depósito. Los cierres son de corcho siempre natural, de diferentes calidades en función del vino, originario de Extremadura, pero adquirido a través de comercializadoras internacionales.


Llama la atención en la contraetiqueta de cada botella de Bodegas Sers la palabra "fuerza" seguida de un número. Alguien podría pensar que se trata de algún tipo de calificación del vino según su potencia o intensidad. Nada más lejos de la realidad. Esa numeración corresponde a la velocidad media del viento en el mes de Septiembre del año de vendimia expresada en kilómetros por hora. Nada parece aportar este dato a las sensaciones organolépticas durante la cata de cada vino, pero si no fuera por dicha anotación, no estaríamos hablando de ello en este preciso momento. Meramente una curiosidad...


La sala de catas de Bodegas Sers invita a la meditación. Mobiliario y paredes de un inmaculado color blanco dan la bienvenida al visitante. Sus pequeñas dimensiones justifican la limitación en el aforo de los grupos, más de 10 personas no es aconsejable, pero sobre todo se comprende desde el punto de vista espiritual. Un suave hilo musical y una iluminación impecable son el aderezo perfecto para degustar los vinos de la bodega. Presidiendo la cabecera de la mesa de catas, un mural con un texto que sólo puede interpretarse como la declaración fundacional de intenciones de Bodegas Sers: viñedo, suelo, clima y respeto a la naturaleza. Poco que añadir...


Si hay algo que tienen en común todos los vinos de Bodegas Sers es su cuidada elaboración. La continuidad es también unos de sus principales valores, añada tras añada ninguno baja del notable alto, de manera que podría decirse que son garantía de éxito. Sin embargo, su catálogo no está exento de ciertos riesgos. Evidentemente no nos referimos al Blanqué -Chardonnay parcialmente fermentado en barrica- ni al Temple -ensamblaje clásico de Cabernet Sauvignon y Merlot con crianza- ambos son vinos muy comerciales que al consumidor medio no le cuesta identificar con la DO. Somontano. Hablamos del Primer y del Singular, tintos monovarietales -Syrah y Parraleta, respectivamente- modernos y diferentes, el primero sin crianza y el segundo con breve paso por barrica, muy alejados de lo habitual, lo cual quizás sea precisamente el motivo de su éxito. Por todo lo contrario, el Reserva y del Gran Reserva representan en cierto modo "nadar a contracorriente" de la actual tendencia a repudiar los vinos con largas crianzas, el reducido número de botellas disponibles y su indudable calidad respaldan la decisión de la bodega de continuar elaborándolos, al menos hasta el año pasado.


La principal novedad de Bodegas Sers para este año 2020 es el lanzamiento del G.R.18 2016, en nuestra opinión, una sabia decisión que fusiona las categorías Reserva y Gran Reserva en un nuevo producto más comercial con el nombre de la ruta senderista que une Fonz con la Ribagorza. Coupage de variedades internacionales tintas -Cabernet Sauvignon y Merlot- en este caso con crianza durante 18 meses en barrica. Elegante y entretenido en cata técnica, hará las delicias de aquellos comensales a quienes les gusten vinos maduros y complejos. Granate de capa media con menisco ladrillo. Ciruelas pasas, higos secos, chocolate negro y caja de puros. Balsámico y elegante. Redondo y equilibrado, con taninos bien domados. Tiene de todo y nada le sobra. Excelente vino clásico del Somontano con indudable influencia bordelesa.

Estaremos atentos a las futuras incorporaciones al catálogo. Posiblemente en un futuro no muy lejano se disponga de un tinto monovarietal elaborado con Moristel, otra variedad autóctona recuperada, y quién sabe si por fin verá la luz un blanco totalmente fermentado en barrica.

Sólo Sers lo sabe...


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