jueves, 16 de febrero de 2017

> Descubriendo la Malbec





Argentina ha sido siempre un país de oportunidades. Como destino histórico de emigrantes europeos de diversas nacionalidades, su riqueza enológica es fruto del mestizaje de sus raíces criollas con las culturas que cruzaron el Atlántico en la búsqueda de un futuro más próspero.

La costumbre de tomar vino prácticamente a diario, en especial con sus ricos asados, se instauró rápidamente en la sociedad argentina. Existía ya desde su pasado colonial durante los siglos XVI y XVII, pero la gran evolución se produjo en torno a 1850, época en la que se realizaron los primeros intentos de trasladar variedades de uva europeas, particularmente francesas aunque también italianas, a tierras argentinas. Entre ellas destacó la Malbec, una casta minoritaria tradicionalmente empleada en Burdeos en algunos coupages aunque siempre eclipsada por las variedades más nobles, Merlot y Cabernet Sauvignon, una "pariente pobre" que sin embargo tuvo la fortuna de adaptarse mejor que ninguna otra a las exigentes condiciones climáticas y orográficas de las regiones de Salta y Mendoza. En esas zonas desérticas a los pies de la cara este de la cordillera de los Andes, a más de 1000 metros de altitud, con aproximadamente 300 días de sol al año y apenas sin pluviometría, es donde nuestra protagonista alcanzó su plenitud. Aquella humilde uva emigrante de mitad del siglo XIX se transformó a partir de 1990 en una atractiva señora de clase media y en la actualidad, podría decirse que se ha convertido en una dama de la alta sociedad.


Viñedos en Mendoza con los Andes al fondo. Fuente: www.mendozapost.com

Es la Malbec una variedad muy vigorosa que proporciona elevados rendimientos productivos por hectárea si se cultiva en suelos fértiles y en condiciones óptimas de higrometría, aunque en esos casos se obtienen vinos flojos y sin entusiasmo. El cultivo en condiciones climáticas exigentes, tal y como se viene realizando desde hace 25 años en los valles que descienden desde la cordillera andina hacia la pampa, permite obtener de forma natural rendimientos menores y frutos más concentrados en aromas y sabores, a costa de infligir a las vides un cierto grado de stress hídrico y de penuria nutricional. La generosa exposición al sol en esas altitudes, con una mayor dosis de rayos ultravioletas, asociada a las formaciones en espaldera de los viñedos, permite completar la adecuada maduración de la Malbec. También la desgarradora amplitud térmica entre el día y la noche es un factor vital para conservar aromas y acidez. El resultado son unos vinos organolépticamente muy interesantes, que han encontrado en Argentina el trampolín ideal para conquistar el mundo, como bien lo atestigua la portada de la revista Wine Spectator publicada en diciembre de 2011.


Portada de Wine Spectator (Diciembre 2011)

Aunque por supuesto existen excepciones, el modelo productivo que siguen la inmensa mayoría de los productores argentinos tiene una clara vocación exportadora, situándose el país en el top ten de los productores de vino a nivel mundial, siendo Estados Unidos, Canadá, Brasil y Reino Unido sus principales compradores. Según datos del año 2015, la superficie de viñedo destinada a la Malbec se aproxima al 40% del viñedo total argentino, así que no debe sorprender la vehemencia con que se enarbola esta variedad de uva como estandarte genuino de la viticultura del país. Se acostumbra a decir que "los mejores vinos argentinos no son malbecs", sin embargo lo que sí parece evidente es que "los mejores malbecs son argentinos". ¿Realidad o juego de palabras? Juzguen ustedes mismos...


Fuente: www.devinosyvides.com.ar


Nuestro debut con esta variedad de uva tuvo lugar en las mesas de cata de Tomevinos. Nos sorprendió la reducida asistencia de público, tal vez lo desconocido del cepaje o el precio de la inscripción supusiera un freno para algunos, entre los que obviamente no nos encontramos. Ciertas catas tienen un determinado coste, eso debe asumirse, y si la variedad de uva lo merece, no debe ser motivo para no asistir. Incluso llevando las cosas al extremo, casi preferimos catas más familiares y menos tumultuosas, en ellas el intercambio de opiniones resulta en cualquier caso más sencillo y enriquecedor. 


Vinos protagonistas de la cata. Fuente: Facebook de Tomevinos

Detallaremos a continuación las notas de cata de los cinco vinos argentinos monovarietales de Malbec que tuvimos la oportunidad de probar.

ALTOS LAS HORMIGAS 2015
Bodega Altos Las Hormigas. Valle de Uco (Mendoza)
100% Malbec. Elaborado siguiendo el método tradicional de permanencia en depósitos de hormigón durante 12 meses, en principio sin contacto con roble ni crianza en barrica. Rojo picota de capa media con ribete granate. Ataque ligeramente sintético en nariz (tal vez la epoxi del hormigón?) que rápidamente se disipa y deja paso a la fruta. Torrefactos y tostados. Notable acidez que le dota de frescura. Agradable en boca, largo postgusto con un final levemente amargo que recuerda de nuevo al café molido. Muy diferente a los otros cuatro vinos catados.

DANTE ROBINO MALBEC 2014
Bodega Dante Robino. Valle de Uco (Mendoza)
100% Malbec. 6 meses en barrica de roble francés seminuevo. Idéntica fase visual que el vino anterior. Algo reducido de inicio en nariz, dejando paso a fruta madura, recuerdos lácticos y toffe. Agradable acidez. Muy redondo en boca, final especiado, como de pimienta negra. Podría recordar a un Merlot de Burdeos.

AMARU MALBEC 2013
Bodega El Esteco. Valles Calchaquíes (Salta)
100% Malbec. 9 meses de crianza en barrica de roble. Aproximadamente la cuarta parte del volumen total de vino se conserva en depósito de acero inoxidable, no pasa por madera, sino que se ensambla al final para conservar todavía una mayor carga frutal. Idéntica fase visual. Flores azules, azúcar quemado y mentolados. Acidez correcta. Algo más tánico en su paso por boca, aunque igualmente equilibrado. Postgusto más corto.

DON DAVID RESERVE 2014
Bodega El Esteco. Valles Calchaquíes (Salta)
100% Malbec. 12 meses de crianza en barrica de roble americano y francés. Al igual que el vino anterior, aproximadamente la cuarta parte del volumen total de vino se conserva en depósito de acero inoxidable, no pasa por madera, sino que se ensambla al final para conservar todavía una mayor carga frutal. Rojo cereza de capa media-alta con ribete rubí. Nariz plena de fruta muy madura, con fondo cárnico y a ratos ahumado. Acidez media y astringencia similar a su antecesor. Excelente paso por boca y magnífico postgusto. Podría recordar a un Rioja de corte moderno.

LUIGI BOSCA MALBEC 2014
Bodega Luigi Bosca. Luján de Cuyo (Mendoza)
100% Malbec. 12 meses de crianza en barrica de roble francés. Rojo picota de capa media y menisco granate. Fase olfativa rica en fruta roja bien madura. Lácticos dulces. Yogur de fresa. Acidez notable. Delicioso en fase gustiva. Taninos casi inapreciables. Final especiado quizás menos largo de lo esperado.

Después de este nuestro primer acercamiento a la Malbec, varias son las conclusiones que podemos obtener. Dejando al margen las peculiaridades de su cultivo, estamos ante una variedad de uva muy dócil, con la que el enólogo siempre estará satisfecho. Permite elaborar vinos diferenciados, pero es poco probable elaborar un mal vino. Podría decirse que es algo así como "la Chardonnay de las tintas", un cepaje maleable y agradecido con el que se elaboran vinos siempre correctos y a veces magníficos. Teniendo en cuenta su amplia difusión comercial, particularmente en el mercado anglosajón, nos encontramos con una suerte de "comodín" con cuya elección no se fallará, en especial ante cartas inexploradas de vinos casi siempre desconocidos y costosos, muy habituales en restaurantes británicos o norteamericanos.

Malbec... ¡qué bueno que viniste!




miércoles, 8 de febrero de 2017

> Ignius, el verdadero "vino de las piedras"





Aún habiendo tenido oportunidad de conocer el proyecto en algún otro evento previo, la visita en persona a Vinos Ignius en Almonacid de la Sierra nos permitió verdaderamente interiorizar la complejidad del trabajo desarrollado a lo largo de los últimos años por Javier Sanz. Su meticuloso estudio del medio y sus conocimientos de enología le impulsaron a emprender esta nueva andadura empresarial, aunando la más arraigada tradición de una familia viticultora con la realidad actual de la elaboración de vinos. El proyecto vio la luz hacia el año 2010, pero los inicios se remontan a finales del siglo XIX, concretamente al año 1890, fecha en la que se documenta la construcción de la bodega familiar, como muchas otras en Almonacid, horadada en las faldas de la Sierra de Algairén a las afueras de la localidad. El primer paso fue acondicionar aquella vieja bodega en la que se elaboraba el vino de la familia cada año y reconvertirla en una bodega moderna dotada de los principales medios, una bodega pequeña pero técnicamente preparada para lanzar al mercado un vino de calidad, certificado además como ecológico.


Interior de la bodega. Imagen de Carlos Schölderle

Suelos pedregosos. Fuente: vignius.com

De manera simultánea se fue trabajando en el campo, aproximadamente unas 10 hectáreas plantadas en altura. La vid nunca tiene prisa, así que casi 28 años lleva Javier preparando el viñedo, algunas viñas con más de 70 años de edad plantadas mayoritariamente en vaso, a una altitud entre 400 y 800 metros. La Garnacha es la variedad dominante, con alguna zona donde se cultiva  Syrah, algo de Tempranillo, un poco de Macabeo y un pellizco de Vidadillo, casta autóctona ésta última casi desparecida con la que en la actualidad se está trabajando muy bien en Almonacid. Los suelos son eminentemente pedregosos, pizarrosos y pobres, aflorando la roca madre metamórfica de origen ígnico, de alto contenido en sílice y de la que deriva el nombre comercial del vino.


Sala de elaboración

Por supuesto la vendimia es manual y se realiza en cajas para preservar la salud y la integridad de las bayas hasta su recepción en la bodega. Todo el proceso de vinificación se realiza en depósito de acero inoxidable, sin prisa alguna, porque la premisa de Javier es realizar una elaboración mínimamente intervencionista. Muy acertadamente, considera que el vino "es el resultado de un intercambio de energía", "es un ser vivo" y como tal,  hay que dejar que se exprese. Por ese motivo no establece plazos en las fases de elaboración. Atiende, observa y escucha al vino, e interpreta según su criterio cuál es el momento idóneo para dar el siguiente paso. Sirva como ejemplo que en el momento de nuestra visita a finales del mes de Mayo, el vino del año anterior todavía estaba en depósito, en palabras de Javier, "recreándose en sus fangos".


Bodega-cueva de crianza. Imagen de Carlos Schölderle

Charlando con Javier Sanz junto a sus barricas

Una mañana, el vino le susurrará al oído a Javier que es el momento de pasar a descansar una temporada en el interior de una barrica. Se emplean barricas de roble francés y americano, nuevo o seminuevo, máximo 2-3 usos, lo cual supone una considerable inversión anual en roble, en especial si tenemos en cuenta el pequeño tamaño de la bodega, prácticamente una microempresa. El periodo de crianza se extiende durante aproximadamente 18 meses, aunque no es tampoco nada estricto, dependerá de la evolución del vino y del criterio de Javier. Esa ha sido la duración de la crianza del último Ignius, correspondiente a la añada 2012, un vino de paraje del cual tuvimos la oportunidad de catar allí mismo, en la bodega donde vio la luz, una de las escasas 2000 botellas comercializadas. 

Ignius 2012. Fuente: Facebook de la bodega


Ensamblaje dominado mayoritariamente por la Garnacha, acompañada,  en un emparejamiento ideal, por la Syrah  y completado por otras variedades de uva (Tempranillo y Vidadillo) en proporción desconocida. Visualmente de un intenso color rojo picota de capa alta con ribete rubí, con gran cantidad de lágrima, se mostró en nariz potente e intenso, algo alcohólico de inicio, frutas rojas y negras que dejaron paso a notas balsámicas y mentoladas, como de monte bajo y plantas aromáticas, algún recuerdo a resina de conífera, toques tostados y regaliz. En boca resultó estructurado y con volumen, con taninos algo marcados, presentes quizás en exceso. Satisfactorio paso por boca, dejando un final medio-largo de nuevo rico en fruta, agradablemente especiado y recuerdo mineral.

En resumidas cuentas, un soplo de aire fresco y de renovación en el panorama enológico aragonés, en el cual algunas grandes bodegas parecen ver mermado su atractivo paulatinamente, en especial entre los aficionados más exigentes, deseosos de conocer pequeños proyectos empresariales, más pegados al viñedo y la tierra, que son los que verdaderamente nos apasionan. 

Porque detrás de cada botella de vino siempre existe una historia y para transmitirla hay que llegar al corazón.






sábado, 28 de enero de 2017

> Regreso a Bodegas Sommos: enoturismo de precisión...




En nuestra anterior visita a Bodegas Sommos nos quedó pendiente probar el sugerente menú-degustación que se sirve en su afamado restaurante, de manera que, aprovechando la inmejorable compañía de unos buenos amigos, decidimos repetir la experiencia enoturística de hace unos meses completándola en modo gourmet, no sin antes admirar la maravillosa arquitectura exterior de la bodega, en un radiante sábado de invierno, con los Pirineos recién nevados al fondo. De postal...


Arquitectura de vanguardia

Viñedo en invierno


La visita en sí misma poco difirió de la que ya tuvimos ocasión de realizar en 2015, tan sólo complementada por una breve explicación en los viñedos más cercanos a la bodega que, sin embargo, nos permitió obtener abundante información en cuanto a técnicas de trabajo en campo, procedimientos de poda y regadío, altamente tecnificados como lo es casi todo en Bodegas Sommos: sondas subterráneas para medir la humedad, estaciones meteorológicas, dendrómetros para evaluar el grado de hidratación de las vides, sensores que envían información al ordenador central de la bodega, etc. La ciencia al servicio de la viticultura. Nada se deja al azar en Sommos. De regreso al edificio principal de la bodega, volvimos a disfrutar como niños con la proyección del impresionante audiovisual que explica el proceso de elaboración, precedido por una breve introducción de la nueva bodega adquirida por la empresa en Murero (Zaragoza), perteneciente a la DO. Calatayud y recientemente rebautizada como Sommos Garnacha.


Sala de elaboración

Sala de barricas

Sala de catas

Las explicaciones desde el mirador que permite tener una amplia panorámica de la sala de elaboración y la observación de la sala superior de barricas y del botellero, se continuaron con la degustación de tres vinos en la que sin duda es la mejor sala de catas que conocemos. De nuevo su blancura, iluminación y orden nos llamaron la atención, y eso que ya la conocíamos con anterioridad.


Vinos Sommos, servidos para la cata

En esta ocasión comenzamos la cata con el Nietro Rosado 2015, monovarietal de Garnacha elaborado en la bodega de Murero. Color rosa de intensidad media, ni fresón ni piel de cebolla, con ribete plateado. En nariz se mostró atractivo, con predominio de las frutas rojas y un fondo de crema de leche, algo así como un caramelo de nata y fresa. Ricamente ácido en boca, resultó muy refrescante, con un final ligeramente mentolado y un recuerdo a plantas aromáticas, típicas de los montes de esa zona geográfica a caballo entre Calatayud y Daroca.



El Sommos Crianza 2014 supuso un salto cualitativo importante. Elaborado con tres variedades internacionales (Cabernet Sauvignon, Merlot y Syrah) en un coupage muy habitual en la DO. Somontano, realiza una crianza de 9 meses en barrica. Edición limitada a 15000 botellas. Rojo picota de capa media con ribete granate. Predominio de frutas negras y tierra húmeda en nariz, con el adorno de todos esos terciarios provenientes del roble (torrefactos y chocolate) incluso con algún recuerdo de vegetales asados. En boca resultó redondo, fino y elegante, con los taninos muy bien integrados, aunque tal vez demasiado ligero y corto en su postgusto. Interesante.



Concluimos la cata con uno de los vinos top de la bodega. El Sommos Colección Merlot 2014, monovarietal de dicha variedad, es uno de los privilegiados que realiza íntegramente su elaboración en roble, desde los tinos para su primera fermentación hasta las barricas para su crianza durante 14 meses. Picota de capa media-alta con menisco teja, mostró en nariz frutas negras desecadas (higos y ciruelas), también azúcar quemado, notas lácteas, toffe y pimientas. Elegantísimo en boca. Una delicia. Mucho mejor que el de la añada 2010 que catamos en la visita anterior.


Restaurante Bodega Sommos

Ensalada de ventresca con pimientos


       



Como epílogo de esta magnífica jornada, nos dirigimos al restaurante de la bodega, seducidos por el atractivo menú-degustación maridado con dos vinos Sommos. Comenzamos con el Glárima Varietales Blanco 2015, ensamblaje de Chardonnay, Gewürztraminer y Pinot Noir con 4 meses en barrica, perfecto para el entrante de queso de cabra en galleta tipo Oreo y para la ensalada de ventresca con pimientos. De color amarillo dorado y nariz plena de frutas tropicales (piña, mango) también albaricoque y algún cítrico aunque más oculto. Muy agradable en fase gustativa, con una pincelada mineral novedosa para nosotros en este vino. Tal vez demasiado rápido en su paso por boca, lo recordábamos más untuoso y estructurado, aunque resultó una vez más muy interesante dejarlo evolucionar en la copa para detectar esos aromas terciarios a pan tostado y mantequilla.


            
                         

No resultó tan satisfactoria la armonización con la cazuelita de pochas con verduras y borraja, quizás debimos cambiar en ese momento al tinto, pero preferimos continuar con el blanco sabiendo que acompañaría bien al bacalao confitado a la riojana, como así sucedió, aunque el maridaje del pescado con el tinto no hubiera sido en absoluto descabellado.


Jarrete de cordero al chilindrón

El Glarima Varietales Tinto 2014, elaborado en un multitudinario ensamblaje de 4 castas tintas (Tempranillo, Syrah, Merlot y Cabernet Sauvignon) con crianza durante 8 meses en barrica, se mostró con una capa media-alta con ribete violáceo. Divertida fase nasal, con frutas rojas y negras, caramelo, carbón, incienso, cacao, vainilla. Un parque temático de aromas. Luego en boca resultó agradable como siempre, sabroso y con esa astringencia media muy bien integrada,  sutilmente amargo en el postgusto, pero en general muy correcto, ideal como acompañamiento del jarrete de cordero al chilindrón. Un vino muy bien construido, nunca falla, aunque puede llegar a saturar si se toma con demasiada frecuencia.





Tal y como nos gusta hacer, prolongamos todo lo humanamente posible la última copa de vino antes de pasar al postre, una cuajada de leche de oveja con nueces y miel, que junto con el excelente café, puso punto final a la comida. Impecable el servicio en sala y la calidad de los platos, con los tiempos precisos para permitir disfrutar de la comida y la conversación a partes iguales, sin prisa pero sin esperas injustificadas. Nuestra más sincera enhorabuena al personal.

Bodegas Sommos, enoturismo de precisión.

Próxima escala, Ribera del Duero...






lunes, 23 de enero de 2017

> Wine Up Tour 2016: Cena maridada en Restaurante Aragonia




Tal y como viene siendo habitual en los últimos años, a mediados del mes de Noviembre hizo escala en Zaragoza el Wine Up Tour!. Para la edición de este año hubo una modificación sustancial en el diseño del evento, abandonando el estricto formato de cata empleado con anterioridad para dar paso a una cena maridada (armonizada, como se dice ahora...) que tuvo un resultado final mucho más entretenido.


Charlando con Michael Cooper (Tomevinos) en un descanso entre platos
Organizada por Tomevinos, la cena tuvo lugar en uno de los restaurantes más atractivos de Zaragoza, no sólo por la calidad de su gastronomía y por su impecable servicio, sino también por la elegancia decorativa de sus salas. El Restaurante Aragonia, ubicado en los bajos del Hotel Palafox es, desde hace años, una de nuestras referencias de más alto nivel en la capital aragonesa, y en torno a sus mesas hemos disfrutado de inolvidables veladas en las que no ha faltado algún momento verdaderamente divertido, como el acaecido hace ya varios años y que se puede recordar en este enlace


Agustí Torelló Gran Resrva con tostada de salmón

Iniciamos la noche con un cava, como a nosotros nos gusta, para acompañar la tostada de salmón. El Agustín Torelló Gran Reserva 2011 estuvo magnífico, como siempre. Ensamblaje clásico de Macabeo, Xarel-lo y Parellada, se presentó en la copa de un color dorado verdoso y desveló en nariz recuerdos de mantequilla y panadería, resultado de su larga crianza de 48 meses en botella. Cremoso y untuoso en boca, con el carbónico perfectamente integrado, idónea elección con su suave burbuja para limpiar los paladares de la grasa natural del pescado ahumado.


Verum Malvasía con foie

Continuamos con un blanco monovarietal de una casta poco conocida y que Bodegas Verum (Tomelloso) está intentando relanzar. El Verum Malvasía 2015 se sirvió como socio de una exquisita tostada de foie. Visualmente de un amarillo dorado con ribete verdoso, desplegó en nariz todo su potencial aromático: albaricoque, plátano, piña madura, un espectáculo... Lástima que la golosidad y el dulzor prometido en fase olfativa no tuvieran continuidad en boca, tal vez demasiado fluido, corto y poco expresivo. Un vino "tramposo", quizás en futuras añadas (ésta del 2015 es sólo un primer paso) se equilibren las diferencias entre la sensualidad en nariz y la inconsistencia en boca. A reconsiderar.


Lleiroso Crianza con carpaccio de atún y conejo escabechado

El primer tinto de la noche fue el Lleiroso Crianza 2012 de Bodegas Lleiroso (Valbuena de Duero). En uno de los maridajes más arriesgados de la noche, se sirvió con un carpaccio de atún y conejo escabechado. Color rojo picota de capa media y ribete granate, con lágrima densa ligeramente tintada, identidad propia de la Tinta Fina de DO. Ribera del Duero. En nariz mostró predominio de frutas negras (moras y grosellas), regaliz y tostados, confirmando su permanencia durante 12 meses en roble francés y americano. Su final largo y especiado armonizó perfectamente con el escabeche de conejo, sin embargo devoró sin piedad el atún y sobrepasó con creces el sabor del pescado. Maridaje exitoso sólo a medias...
Legado Petit Verdot con ravioli de longaniza

Un nuevo tinto acompañó al siguiente plato. El ravioli de longaniza de Graus se puede considerar un clásico de la cocina del Restaurante Aragonia, su sabor y su presencia nunca defraudan. La armonización propuesta fue con el Legado Petit Verdot 2011, monovarietal de dicha uva que tan cuesta arriba se nos ha hecho en otras catas y que en esta ocasión tampoco terminó de enamorarnos. Criado en roble francés durante 15 meses se mostró de un cereza de capa media-baja con ribete granate. Ataque en fase nasal con aromas muy extraños (goma arábiga, neumático, barniz) imposibles de disipar ni siquiera tras la oxigenación en copa. Nuestro desconocimiento nos impide discernir si se trata de un defecto o si bien son propios del cepaje. En cualquier caso, en boca resultó demasiado astringente, bastante ácido y ligeramente amargo en el postgusto. Definitivamente esta variedad de uva no es lo nuestro, aunque debemos añadir que semanas más tarde tuvimos ocasión de catar un Petit Verdot uruguayo gracias a la cortesía de un amigo, y nuestras impresiones al respecto cambiaron radicalmente. Desconcertante esta uva...

Conde de Valdemar Alto Cantabria con corvina al horno

Una vez bien metidos en harina con los entrantes, pasamos a uno de los platos principales de la cena. La corvina al horno sobre leche de coco fue servida de la mano del Conde de Valdemar Alto Cantabria 2015, blanco riojano monovarietal de Viura fermentado en barrica de roble francés. De un precioso color dorado, limpio y brillante, desplegó en nariz aromas de frutas de pepita (manzana y pera) así como notas de mantecado y almendras merced a su permanencia en roble durante 4 meses. Con un postgusto eterno, resultó espectacular y elegante, aún incluso mejor que el de la añada 2014, perfecto para acompañar el pescado, aunque tampoco desmerecería con aves o con carnes blancas. Gran acierto.

Inspiración Valdemar con ternasco asado

Un timbal de ternasco asado y deshuesado fue la propuesta para acompañar al Inspiración Valdemar 2012, vino de autor elaborado en base a un ensamblaje dominado por la Tempranillo con un aporte de Graciano y de Maturana Tinta, con posterior crianza de 12 meses en roble francés y americano. Visualmente de capa media-alta y lágrima pigmentada, predominan en la copa los aromas a frutas negras. Ligeramente ácido en fase gustativa, característica bastante habitual en Rioja, quizás no llegue a alcanzar la perfección de la añada 2011 previa, pero el resultado sólo puede calificarse como satisfactorio, hablando tanto del vino como de su maridaje con el ternasco.

Beronia Reserva con queso y helado

A estas alturas de la cena, todos sabíamos que el último vino se trataba del Beronia Reserva 2011, sin embargo, nos atenazaba la duda de la armonización con el postre. Ni frutas ni dulces parecían ser buenos compañeros de viaje para este coupage clásico riojano (Tempranillo, Mazuelo, Graciano) con nada menos que 20 meses de crianza en barrica de roble francés y americano. Nuestras inquietudes se disiparon por la vía francesa, es decir, con un poco de queso curado y helado que nos permitió disfrutar sin prisas de este último vino, con su capa media y ribete teja, sus balsámicos, vainillas y toffes, su suavidad y su perfecto paso por boca. No parece casualidad que haya obtenido numerosos galardones a lo largo del pasado año 2016, por ese mismo motivo no dudamos ni un instante cuando se nos dio a elegir una botella en el sorteo posterior a la cena y en el que tuvimos la fortuna de ser premiados.

Inmejorable broche final para este evento gastroenológico, muy probablemente el de más alto nivel de entre todos a los que pudimos asistir en el 2016.

Enhorabuena a los organizadores y al personal del Restaurante Aragonia por su magnífico servicio.

Recogiendo los premios del sorteo

NOTA:
Queremos hacer constar expresamente nuestro más sincero agradecimiento a Joaquín Parra, máximo responsable del Wine Up Tour, por la cesión de las imágenes que ilustran la presente entrada. Sin ellas el aspecto visual de la información no hubiera sido posible.





lunes, 9 de enero de 2017

> Vinos Terraesteban (DO. Ribera del Duero) en Cafetería Millenium




Bodegas y Viñedos Aceña, empresa familiar ubicada en la localidad de San Esteban de Gormaz (Soria), elabora vinos tintos de calidad pertenecientes a la DO. Ribera del Duero. Los vinos Terraesteban, fieles a la costumbre atávica de la DO. Ribera del Duero, se elaboran íntegramente con Tinta Fina, cultivada en espaldera sobre suelos pobres de cascajo y guijarros. Vendimia manual en cajas, doble selección de uvas, fermentación en inoxidable con temperatura controlada, remontados y bazuqueos que desembocan en una permanencia en barrica de roble americano, francés y húngaro.


     
   

Escasamente introducida en Aragón, la marca Terraesteban se comercializa en Zaragoza a través de un pequeño oasis gastronómico llamado Cafetería Millenium, tan sólo conocido por unos pocos, paraíso de los platos de cuchara caseros,  mariscos a la plancha, maravillosas carnes y demás delicias culinarias. Mención especial merece su vistosa barra de pinchos a la hora del aperitivo y el cocido de los jueves. Teniendo en cuenta sus pequeñas dimensiones, resulta imprescindible reservar mesa con antelación. El local no es especialmente holgado, pero el mero deleite de los sentidos bien merece alguna apretura.



     


El Terraesteban Crianza 2011 se presenta en botella bordelesa color caramelo con corcho y cápsula de calidad correcta. Moderna etiqueta en la que cobra todo el protagonismo una gigantesca letra T minúscula sobre la que aparece detallado el nombre de la bodega en vertical, así como los premios obtenidos en los últimos años. Visualmente de un color rojo picota de capa media y ribete granate que deja insinuar algún tono ladrillo. En fase nasal hay un predominio de las frutas negras (moras, grosellas) de camino hacia la desecación (higos, ciruelas pasas), adornado por recuerdos a tabaco rubio, toffe, regaliz negro y cueros. Muy agradable en boca, pleno y redondo, con taninos muy domados que estructuran un vino elegante, todavía sutilmente ácido que permite equilibrar su contenido alcohólico. Postgusto largo, balsámico y especiado, con regreso de nuevo a recuerdos frutales.


      


Tuvimos también la oportunidad de catar otros dos vinos elaborados por la misma bodega. El Terraesteban Joven no terminó de enamorarnos, aún siendo bellísimo en fase visual con su capa alta y su menisco violáceo, e interesante en nariz por sus notas florales y frutales, se nos antojó tal vez demasiado tánico en fase gustativa, característica inherente a los tintos de Ribera sin crianza. Más acorde a nuestros gustos resultó el Terraesteban Roble, igual de atractivo en copa que su hermano pequeño, menos floral, pero indudablemente más sabroso y expresivo, con el tanino más domado, merced a su breve paso de 6 meses por barrica de roble, y con esos recuerdos a carbón e incluso a chocolate que tanto nos agradan.

Terraesteban y Millenium, todo un descubrimiento...