El pasado fin de semana se celebró, de nuevo con gran éxito, la Feria de los Vinos de Aragón en el zaragozano barrio de Montañana. Invitados por un amigo de la infancia con el que recientemente hemos vuelto a contactar (gracias, Toni) quien además nos hizo de anfitrión durante el primer día de feria, acudimos a dicho evento con la ilusión de disfrutarlo personalmente por primera vez.
La organización y la infraestructura fueron excelentes. La página web fue proporcionando información sumamente útil desde semanas antes, con un diseño ágil e intuitivo, sobre accesos, funcionamiento, expositores, catas, etc. El corazón de la feria es la pista del pabellón deportivo, en cuyos laterales se instalan los stands de la veintena larga de bodegas participantes. El mecanismo de adquisición de bonos y copas para la degustación de los vinos es rápido, sencillo y cómodo. La denominada "carpa de maridajes" adyacente es todo un acierto, pues permite al visitante acompañar su vino con algo sólido y nutritivo, sin verse distraído con olores exógenos a la apreciación de los aromas del interior de las copas. La instalación de fuentes de agua para el aclarado y limpieza de copas es muy de agradecer y revela el creciente interés y apreciación por parte del público hacia los vinos de calidad.
Ya desde el jueves, se realizaron jornadas de cata, comenzando ese mismo día con una cata "sólo para mujeres". No terminamos de comprender el significado de la misma, más aún si tenemos en cuenta que no existe su equivalente exclusiva para el género masculino. El viernes fue el turno de las catas de DO. Somontano y DO. Cariñena. El sábado se dedicó a DO. Campo de Borja y a los Vinos de la Tierra de Aragón, para concluir el domingo con la DO. Calatayud y vinos de otras procedencias geográficas. Todas las catas fueron gratuitas, previa inscripción, admirablemente conducidas por los sumilleres José Antonio Laborda, Andrea Alonso e Ismael Ardid, en un ambiente distendido y relajado.
Tras la asistencia a esta feria, hemos podido constatar dos hechos relevantes. En primer lugar, se evidencia bien a las claras la buena salud de que gozan los vinos aragoneses en general, más particularmente los elaborados a base de Garnacha, ampliamente representados en la feria y en las catas de todas y cada una de las denominaciones de origen. En este sentido, nos da la sensación de que las bodegas de la DO. Calatayud parecen ir ligeramente en ventaja, seguidas muy de cerca por las de Borja, quedando algo más retrasadas las de Cariñena y por supuesto aún más las de Somontano, zona geográfica ésta última en la que el cultivo de esta variedad de uva es minoritario ya desde su nacimiento.
El segundo hecho a destacar tiene que ver con la recuperación de variedades de uva que se creían casi abandonadas. Hemos visto en los stands de algunas bodegas vinos monovarietales elaborados con Moristel, Parraleta, Alcañón, Vidadillo y Mazuela. Bien es cierto que suelen ser bodegas pequeñas, algunas de índole local, las bodegas digamos "grandes" (San Alejandro, Borsao, Coto de Hayas, Aylés), con amplias cuotas de mercado nacional e incluso internacional, de momento no desarrollan vinos de ese estilo, siguen apostando por lo que les funciona, es decir, ensamblajes comerciales conocidos (Merlot-Cabernet, Shyrah-Tempranillo, etc) o monovarietales de Garnacha que arrasan en los concursos y copan los premios de crítica y público.
Nos han sorprendido muy gratamente los vinos de dos pequeñas bodegas ajenas a las Denominaciones de Origen, una de Lanaja (Huesca) y otra de Cretas (Teruel). La primera de ellas se llama DCueva-DMonegros y produce el autodenominado "Vino del Desierto", aplicando técnicas ancestrales en el cultivo de la vid, un poco en el sentido de lo que los franceses definen con el concepto de terroir, logran unos bajos índices productivos que se traducen en vinos interesantísimos, todo ello en el marco de un territorio casi desértico como son Los Monegros. Casi un milagro enológico. Tuvimos ocasión de catar un blanco, denominado muy acertadamente Duna, elaborado íntegramente con Garnacha Blanca, aromático e intenso, con largo postgusto y recuerdo de frutos secos. Curioso.
La otra bodega que nos llamó la atención, está ubicada en la comarca del Matarraña, concretamente en Cretas (Teruel) muy cerca de Valderrobres. Su nombre es Mas de Torubio y de entre sus vinos probamos el Cloteta, un tinto elaborado con una subvariedad de la Garnacha llamada "garnacha peluda", autóctona de ese rincón del sureste de Aragón, limítrofe con la provincia de Tarragona. Un vino diferente, con 4 meses de crianza en barrica, fácil de beber, muy agradable, quizás algo sobrado de madera pero gustoso y maridable.
Aunque comparar vinos siempre es un error, resulta imposible no hacerlo en un marco con tanta oferta como la Feria de Montañana. Intentamos resistirnos, pero inevitablemente caímos en la tentación. No obstante, al menos los paralelismos los establecimos entre vinos similares entre sí, misma variedad de uva y mismo periodo de permanencia en barrica. Y en el devenir de este proceso comparativo, los grandes triunfadores fueron los vinos tintos de Bodegas San Alejandro (Calatayud): el Baltasar Gracián Garnacha Viñas Viejas resultó, en nuestra opinión superior a la media. Las garnachas de Cariñena no terminan de funcionar como debieran, aunque mejoran año a año, mientras que las de Campo de Borja se nos antojan ligeramente sobrevaloradas (en este sentido, el Tres Picos de Borsao nos resultó algo decepcionante en su conjunto).
De entre los tintos no monovarietales que pudimos probar, podemos destacar en primer lugar el Borsao Selección. Avalado por la opinión de Robert Parker, quien lo calificó como "el mejor tinto del mundo por su relación calidad/precio", mantiene bien alto el pabellón con su ensamblaje de garnacha, tempranillo y shyrah, sin paso por barrica. Tanto éxito cosechó este vino que se agotaron las existencias antes de finalizar el último día de feria. El otro tinto con coupage (merlot-cabernet-garnacha) digno de mención es el Tres de 3000 de Aylés, un vino espectacular que nos permitimos degustar como colofón a nuestra estancia en la feria. Lástima que la política de la bodega no facilite en absoluto la visita a sus instalaciones, tal vez con la finalidad de conservar un elitismo y una exclusividad que en nada favorecen a su imagen pública entre el consumidor medio.
Un fin de semana francamente provechoso en lo enológico, a un paso de casa y con unos precios inmejorables.
¿Alguien da más...?
De entre los tintos no monovarietales que pudimos probar, podemos destacar en primer lugar el Borsao Selección. Avalado por la opinión de Robert Parker, quien lo calificó como "el mejor tinto del mundo por su relación calidad/precio", mantiene bien alto el pabellón con su ensamblaje de garnacha, tempranillo y shyrah, sin paso por barrica. Tanto éxito cosechó este vino que se agotaron las existencias antes de finalizar el último día de feria. El otro tinto con coupage (merlot-cabernet-garnacha) digno de mención es el Tres de 3000 de Aylés, un vino espectacular que nos permitimos degustar como colofón a nuestra estancia en la feria. Lástima que la política de la bodega no facilite en absoluto la visita a sus instalaciones, tal vez con la finalidad de conservar un elitismo y una exclusividad que en nada favorecen a su imagen pública entre el consumidor medio.
Un fin de semana francamente provechoso en lo enológico, a un paso de casa y con unos precios inmejorables.
¿Alguien da más...?
Es cierto. Intenté, después de esta Feria, contactar con Bodega Pago Aylés y la respuesta fue muy clara. Las visitas se realizarán de Lunes a Viernes de 9h a 17h y solo días laborables. Excelente política la de esta Bodega.De esta manera solo podrán llegar a unos pocos.Una pena. Con el tiempo cambiarán, como han hecho otras bodegas de La Rioja.
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