lunes, 29 de julio de 2019

> Cata vertical inversa de Ignius en Vinos Botica




No es posible comprender los vinos de Ignius si no se conoce personalmente a Javier Sanz.

Parafraseando a un buen amigo, más que un elaborador podría decirse que Javier es un "hacedor" de vinos. Su proyecto se inició hace tres decenios y comenzó donde todo debe comenzar: en el viñedo. Treinta años lleva Javier intentando comprender a sus viñas, veinte trabajando en la bodega y solamente diez -como si fuera poco- elaborando vino. Cuenta en la actualidad con 14 hectáreas de viñedo, inicialmente en cultivo de modo convencional aunque en una clara transición a cultivo de residuo cero en producto. Mínimamente intervencionista por principios -en sus propias palabras es el vino quien decide lo que quiere ser- Javier es un elaborador de acompañamiento, casi vocacional, que permanentemente fija la vista en el pasado, en la memoria de sus ancestros y que persigue con ahínco rememorar los aromas tradicionales de Almonacid de la Sierra. Sus viñas se asientan sobre dos tipos de suelos, carbonatados y ligeramente alcalinos unos, silíceos y algo más ácidos otros.  La altitud y la orientación en la que se ubican las parcelas, todas ellas en la Sierra de Algairén, determina absolutamente el resultado. El ensamblaje de uvas procedente de parcelas de ambos tipos, compensando unas con otras es donde reside la principal dificultad para obtener cada año un vino equilibrado.


Viñedos en la Sierra de Algairén

Con potencial para vendimiar más de 80000 kilogramos al año, en realidad sólo se recogen unos 35000 como consecuencia del aclareo de racimos, y de ellos aproximadamente 2500 kilogramos de uva se utilizan en la elaboración de Ignius, el resto se vende a otros productores de la zona. El cultivo tiene certificación ecológica e inspiración biodinámica. En las calles del viñedo se deja crecer una gramínea llamada avena fatua, planta que cuenta con un poderoso sistema radicular que ayuda a movilizar componentes desde lo más profundo del suelo para ponerlos a disposición de las vides vecinas, un claro ejemplo de simbiosis vegetal de la que Javier se aprovecha. La vendimia se realiza manualmente en cajas al amanecer y las uvas permanecen varias horas en el interior de la bodega antes de ser despalilladas, persiguiendo una aclimatación térmica que permite que las bayas se acostumbren a su nueva casa, como cualquier ser vivo después de un largo viaje. La elaboración de Ignius supone invertir 10-12 meses en inoxidable, 14-16 meses en barrica, otros 8-10 meses más de nuevo en inoxidable para afinarse y aún le espera al vino un mínimo de permanencia en botella durante 12 meses antes de salir a la venta. El tiempo lo es todo para Javier y su vino, de hecho sólo se realiza decantación natural, sin filtrado de ningún tipo, para lo cual el paso de las semanas, los meses y los años es absolutamente imprescindible. Javier acostumbra a decir que él no se dedica a elaborar vino, sino que se limita a "encerrar tiempo en una botella". Precioso...


Un regreso al pasado: crianza en tinajas de barro.

Un par de nuevos proyectos a medio plazo rondan por la cabeza del siempre inquieto Javier. Uno de ellos es la elaboración de un monovarietal de Vidadillo -variedad en recuperación autóctona de Almonacid de la Sierra- para lo cual hace tiempo que se está trabajando en ciertas parcelas. Francamente interesante, el otro proyecto persigue la elaboración de un vino con crianza en tinajas de barro que además se pretende que sea comercializado también en botella de cerámica. Una ofrenda al suelo que provee de los frutos y que también merece cobijar el vino elaborado con ellos hasta el mismo momento de su consumo. Estamos en condiciones de adelantar que este segundo vino con tan peculiar crianza, no dejará indiferente a nadie. Esperaremos ansiosos el momento en que ambos vean la luz, por el momento nos conformaremos -que no es poco- con detallar las notas de cata de las tres añadas consecutivas de Ignius que tuvimos ocasión de disfrutar en Vinos Botica, una coqueta vinoteca situada en pleno casco antiguo de Zaragoza que cuenta con una acogedora sala subterránea para realizar catas. 


Vimos Botica

Sala de catas 

En esta ocasión la cata vertical de tres añadas consecutivas -al contrario de lo que suele ser habitual- se diseñó de modo inverso, es decir, comenzando por el vino de más edad y terminando por el menos evolucionado. El Ignius 2013, del se elaboraron 2222 botellas, se mostró de un intenso color rojo picota de capa altísima con ribete granate insinuando algún reflejo teja. Recuerdos de bombones Mon Cheri y frutas negras. Higos secos, tabaco y torrefactos. Crianza íntegramente efectuada en barrica de roble americano. Marcada mineralidad. Astringencia muy domada, acidez media-alta y gran persistencia en el postgusto. Tremendo...


Tres añadas de Ignius

Una primavera lluviosa en 2014 se tradujo en una mayor afección del fenómeno conocido -con perdón- como "corrimiento fisiológico", un déficit de polinización y fecundación muy habitual en la Garnacha. Sin embargo no fue inconveniente para elaborar un total de 1032 botellas de Ignius 2014, visualmente muy similar a su predecesor de la añada 2013. Ligeramente reducido en el ataque, algo menos aromático y un poco cerrado de inicio. Ciruelas, lácticos y café con leche. Cremoso. Astringencia media-alta y moderada acidez. Persistencia media. Con vida y recorrido en botella. Paciencia... El adolescente Ignius 2015 fue el último vino que tuvimos ocasión de catar. Picota de capa alta con un juvenil menisco rubí. Todavía poco expresivo en nariz, mostró lo que cabría esperar de él. Frutas rojas, aromas fermentactivos y especiados. Algo más agreste en boca, con marcada astringencia y acidez alta. Démosle tiempo, se le prevé una gran longevidad. Para guardar varios años...

Para concluir este artículo, no se nos ocurre mejor modo que reproducir unas reflexiones del propio Javier Sanz, un filósofo que -para nuestra satisfacción- en algún momento tomó la decisión de convertirse en vino.

Poco más se puede añadir...





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