jueves, 26 de diciembre de 2019

> Laus: sabores y luces del Somontano





Dos años han pasado desde nuestra anterior visita a Bodega Laus en su nuevo camino tras superar ciertas angosturas económicas que se tradujeron en un cambio al frente de la propiedad. En aquella primavera de 2017 realizamos una visita casi privada de las instalaciones, con especial atención al diseño arquitectónico, no sólo desde el punto de vista estético, sino también desde su funcionalidad encaminada a optimizar las labores de vinificación y en general todos los trabajos en bodega.


Sala de catas

En esta ocasión la visita fue ligeramente diferente por varios motivos. En primer lugar acudimos un grupo bastante numeroso, lo cual siempre implica cierta dispersión a la hora de atender las explicaciones del personal de la bodega, así como algo más de demora para organizar cada actividad. En ese mismo sentido, la cata resultó también algo tumultuosa, aunque enormemente didáctica al tener la fortuna de contar como director de cata con Jesús Mur, enólogo de Bodega Laus, quien tuvo la amabilidad de incluir alguna novedad entre los vinos protagonistas. Prácticamente en primicia tuvimos la ocasión de catar un monovarietal de Garnacha, un vino todavía en rama, a medio hacer, sin filtrar y sin domar por el roble francés que aún le espera en la sala de barricas. Un vino de un precioso color rojo cereza con menisco azulado, una eclosión de violetas, moras y alguna especia dulce, recuerdos lácticos y yogur. Moderadamente astringente todavía -recordemos que aún es un proyecto de vino- no resulta violento en boca, más bien denso y trabado. La crianza en barrica de roble francés en un periodo no prefijado, el paso del tiempo y los sucesivos controles en cata que se realicen determinarán el momento óptimo para su embotellado. Sin duda se convertirá en un excelente vino. Muy prometedor y diferenciador, ya que no existe ningún otro vino similar en el catálogo de la bodega.


Comenzamos la cata propiamente dicha probando el Laus Blanco 2019, monovarietal de Chardonnay sin crianza. Color amarillo verdoso, limpio y brillante, si acaso con un sutil resto de carbónico más palpable que visible. Frutas de pepita (manzana verde, pera), plátano y un recuerdo a hierba recién cortada. Lineal y afilado. Poco voluminoso en boca, con acidez marcada pero agradable. Postgusto medio muy correcto. Para todos los públicos. Jesús Mur propuso la realización de una cata comparada con el Laus Blanco 2018, igualmente Chardonnay sin crianza pero con permanencia de más de un año en botella, y ahí comenzaron a aparecer las diferencias. Amarillo dorado de capa media con aromas a manzana Golden, piña madura y mieles. Más equilibrado, graso y voluminoso. Postgusto algo más prolongado, un vino en su plenitud que ha crecido a lo largo y a lo ancho. Buscaremos añadas atrasadas porque prometen esconder interesantes secretos.


El Laus Tinto Joven 2018 representa mejor que ningún otro vino de la bodega la voluntad de seducir al público más joven, tradicionalmente alejado y en ocasiones abrumado por la complejidad que supone el mundo del vino. Elaborado con Merlot y Syrah a partes iguales sin crianza es un vino pensado para disfrutar por copas, un vino de trago largo sin demasiada dificultad. Rojo cereza de capa media con ribete azulado. Recuerdos de frutas rojas, azúcar quemado, guindas, crema de leche y yogur de frambuesa. Acidez media que invita a tomar otro sorbo. Agradable y muy amable en boca, prácticamente sin astringencia. Algo corto en postgusto, pero dicho detalle carece totalmente de importancia en un vino con este perfil.


Para terminar la cata probamos el Laus Crianza 2015, ensamblaje de Cabernet Sauvignon y Merlot con 8 meses de permanencia en barrica de roble mixto. Rojo picota con ribete más color teja que granate, algo evolucionado. Nariz de frutas negras, tostados, tabaco, clavo y chocolate. Mucho más delgado en boca de lo que cabría esperar. Postgusto medio-largo. Un vino mucho más reconocible, un crianza de Somontano con ese coupage de variedades foráneas que tanto éxito ha proporcionado a la denominación de origen oscense. Tal vez un poco al límite de su vida comercial óptima. No vamos a decir que sea un vino cansado -conserva fruta y acidez sobradamente- pero consideramos que un cambio de añada le vendrá francamente bien. En breve cataremos este mismo vino en botella magnum -cortesía de Miguel Sanz, comercial del grupo empresarial al que pertenece la bodega y nuestro amable anfitrión durante toda la visita- teniendo así la ocasión de verificar la teoría de que los vinos evolucionan mejor en formatos grandes.


Restaurante Laus: un mar de viñedos tras los cristales 
Imagen invernal del viñedo. Al fondo, Cotiella nevado

A medio plazo, el proyecto enoturístico de Bodega Laus tiene como objetivo disponer de una completa oferta para todos sus visitantes, aspirando a convertirse en la única bodega de la DO. Somontano con bodega visitable, restaurante y hotel. Este último tiene proyectadas 52 habitaciones todavía en fase de equipamiento y se prevé que abra sus puertas -con algo más de retraso de lo inicialmente previsto- en la temporada primavera/verano del próximo año 2020. El restaurante con capacidad para 50 comensales se encuentra operativo y a pleno rendimiento desde el verano de 2018. Imprescindible realizar reserva con antelación. Dispone de tres tipos de menú -Ejecutivo, Maridaje y Degustación- lógicamente armonizados con vinos Laus. Existe además la posibilidad de celebrar eventos y convenciones, tanto en los amplios salones interiores como en el exterior de la bodega, siempre con el imponente paisaje de sus viñedos con las cumbres pirenaicas de Ordesa y el macizo de Cotiella como telón de fondo. A través de los amplios ventanales las preciosas vistas del viñedo acompañan al comensal durante la comida.





Al tratarse de fin de semana -el menú Ejecutivo sólo está disponible de lunes a viernes- nos decantamos por el menú Maridaje, integrado por aperitivo, entrante, plato principal, sorbete y postre. Debe cerrarse con antelación a mesa completa, para optimizar las labores en cocina y cada plato se armoniza con un vino Laus diferente. El aperitivo -gyoza de cordero al chilindrón, tartar de atún rojo y croqueta de boletus- se acompaña de Laus Rosado, el entrante -canelón de setas y cocido en salsa de foie y PX- con el Laus Blanco y el plato principal -meloso de ternera con patata trufada- con uno de los tintos de la bodega. En este último caso existe además la opción de elegir un tinto de gama superior abonando un pequeño suplemento. La vertiente dulce tuvo el protagonismo del coulant de chocolate con praliné y el sorbete elegido fue el de Gewürztraminer y limón.


Jardines

No cabe duda que el entorno de la bodega es incomparable y en los días claros y luminosos, como el que realizamos nuestra visita, la luz natural entra con generosidad por las cristaleras del restaurante. La calidad de la gastronomía y la presentación de los platos es de un nivel más que suficiente. Tal vez algún pequeño detalle en el servicio podría mejorarse, meros matices sin importancia que con certeza se corregirán con algo más de rodaje o de personal de sala, imprescindible si la bodega aspira a posicionarse como referencia en la zona para la celebración de bodas y convenciones. Los jardines entre los viñedos que rodean al edificio, la gran sala de conferencias en la planta baja y los amplios salones junto al restaurante pueden convertirse en el marco ideal para tales eventos. Muy probablemente la apertura del hotel en las plantas superiores suponga el respaldo definitivo para que este ambicioso proyecto enoturístico alcance el éxito que merece.

Bodega Laus, sabores y luces del Somontano.



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