Es imposible escribir acerca de una zona vitivinícola sin hacer referencia a su historia y Alsacia tampoco es una excepción al respecto. Esta estrecha franja del valle del Rin se extiende en sentido norte-sur a lo largo de algo más de 100 kilómetros y se delimita por la cordillera de los Vosgos al oeste y por el macizo de la Selva Negra al este. En la actualidad, la frontera franco-alemana está situada en el mismo eje del río, pero no fue así siempre. En absoluto fue así siempre...
Este pequeño trocito de territorio -de un tamaño similar a La Rioja, poco más o menos- ha sido motivo de disputa entre Francia y Alemania desde hace más de cuatro siglos, aunque en realidad ha estado más tiempo bajo influencia germánica. La historia de Alsacia ha discurrido prácticamente en paralelo a la de Lorena, otro territorio vecino por el que ambas potencias han pugnado en repetidas ocasiones. Tras la muerte del emperador Carlomagno en el año 814, ambas regiones quedaron incluidas en el Sacro Imperio Romano Germánico y no fue hasta el siglo XVII cuando pasaron a estar bajo dominio francés tras la firma del Tratado de Westfalia que dio por finalizada la Guerra de los Treinta Años. La victoria alemana en la Guerra Franco Prusiana en 1871 devolvió ambos territorios a manos germanas y así permanecieron hasta el final de la Primera Guerra Mundial. La firma del Tratado de Versalles en 1919 oficializó la devolución de Alsacia y Lorena a Francia, sin embargo dicho estatus apenas duró dos décadas.
Nada más comenzar la Segunda Guerra Mundial, las tropas alemanas no tardaron en volver a invadir ambos territorios, incluso con menos dificultad de lo esperado, ya que fueron recibidos en algunas poblaciones casi como libertadores después de tantos vaivenes históricos. Sin embargo, las autoridades alemanas no fueron nada clementes con la población alsaciana, más de 100.000 hombres fueron forzados a alistarse en el ejército alemán para luchar con el uniforme de un país que no era el suyo, la mayoría de los cuales fueron enviados al frente del este. Casi la cuarta parte fallecieron en la fría estepa rusa y la historia los recuerda como los "Malgré-Nous", nombre que podría traducirse como los "a nuestro pesar". La derrota definitiva de Alemania en la primavera de 1945 finalmente devolvió Alsacia y Lorena a Francia, situación que se prolonga hasta nuestros días. No sabemos por cuánto tiempo...
Cada vez que Alsacia ha cambiado de manos -y han sido unas cuantas- la potencia vencedora ha intentado someter a la población alsaciana imponiendo su idioma y sus símbolos culturales. En líneas generales Francia siempre ha sido más sutil, mientras que Alemania lo ha intentado por la vía de la imposición y las prohibiciones. Los esfuerzos desplegados desde París -no olvidemos que Francia es el país más centralista del mundo- para imponer la cultura francesa no pueden compararse a la germanización forzosa que las autoridades alemanas implantaron entre 1940 y 1945. La consecuencia en la actualidad es que la mayoría de la población de Alsacia simpatiza con ambas culturas y admite su pertenencia a Francia -nunca ha habido un movimiento independentista alsaciano, quizás porque nunca lo han sido, en su permanente papel de bisagra entre imperios- sin renunciar a su evidente pasado germánico e incluso a su propia lengua -el alsaciano- que fonéticamente guarda una gran similitud con el alemán. Lo mismo sucede con los nombres de las localidades, los apellidos, la gastronomía y -por supuesto- también con el vino. La capital de Alsacia es Estrasburgo, sede del Parlamento Europeo, cuya designación nada casual fue un evidente intento de otorgar a este territorio un protagonismo europeísta que pusiera fin al histórico conflicto franco-alemán, una herida antigua, una cicatriz inadmisible en el seno de la Unión Europea. La llanura alsaciana se ha dividido históricamente en dos subzonas geográficas, Alto Rin y Bajo Rin -Haut Rhin y Bas Rhin- sin embargo, las autoridades francesas idearon en 2021 la creación de la Colectividad Europea de Alsacia, integrada en la nueva región bautizada como Gran Este. Como contraprestación a su docilidad con París, Alsacia obtuvo ciertos derechos en materia lingüística y autogestión del territorio, demostrando que los alsacianos siempre han sabido nadar entre dos aguas -en ocasiones turbulentas- y salir con la ropa aceptablemente seca.
Desde el punto de vista geológico, este tramo del valle del Rin es en realidad el resultado del colapso de una gran cordillera que, tras su hundimiento, dejó un gran cauce fluvial de casi 50 kilómetros de ancho, flanqueado por dos cordones montañosos, la cordillera de los Vosgos al oeste y el macizo de la Selva Negra al este. Como consecuencia de dicho colapso, las características de los suelos del fondo del valle guardan interesantes similitudes con los de las cimas que lo rodean, incluso a pesar de estar situadas a bastantes kilómetros de distancia. Existe por tanto un mosaico de tipos de suelo -granito, gneiss, esquisto, arenisca- que llega a su máxima complejidad a mitad de las laderas, entre 200 y 350 metros de altitud. Climatológicamente, Alsacia se puede catalogar como un área de clima semicontinental soleado relativamente cálido y de pluviometría baja -menos de 500 mm anuales- bien protegida por los Vosgos del azote de los temporales del norte.
Estrasburgo y Sélestat en el Bajo Rin, Colmar y Mulhouse en el Alto Rin son las cuatro ciudades más importantes de Alsacia. Sin embargo, desde el punto de vista turístico, la belleza y el encanto reside en las poblaciones más pequeñas como Eguisheim, Turckheim, Riquewihr, Kaysersberg, Obernai, Bergheim o Ribeauville. Muchas de ellas están incluidas en la Ruta de los Vinos de Alsacia, una magnífica experiencia para disfrutar del paisaje, la gastronomía, las fiestas y las tradiciones que rodean a la cultura de los vinos alsacianos. En esas dos décadas que duró el periodo entre guerras, en algunas de estas pequeñas localidades se produjo el inicio del desarrollo cooperativista, agrupaciones de viticultores que unieron sus esfuerzos para mejorar la calidad de sus vinos y optimizar sus resultados comerciales, convirtiéndose así en pioneros no sólo en Francia, sino en toda Europa. De esa manera, fueron poco a poco dejando atrás la etiqueta de vinos mediocres y de escasa calidad con la que se les identificó durante el siglo XIX. A lo largo de la década de los 50, el estilo de elaboración a ambos lados de la frontera fue igualándose gradualmente en cuanto a contenido en azúcar -tradicionalmente secos los franceses, ligeramente dulces los alemanes- encontrando ambos definitivamente el equilibrio y el éxito comercial.
En el año 1962 se creó la AOC Alsace -clasificación comunal genérica de origen de los vinos alsacianos- y en 1975 se inició el lento desarrollo de la AOC Alsace Grand Cru con la identificación en 1983 de 51 viñedos o lugares determinados -lieux dits- merecedores de dicha calificación por su calidad reconocida. Estos viñedos de renombre apenas suponen el 8% de la superficie de viña de Alsacia, se ubican mayoritariamente en el Alto Rin -tan sólo 11 lieux dits pertenecen al Bajo Rin- los vinos que se elaboran con las bayas procedentes de ellos deben ser monovarietales y exclusivamente debe tratarse de uvas pertenecientes a las denominadas "variedades nobles" (Riesling, Pinot Gris, Gewürztraminer y Muscat), en contraposición a las llamadas "variedades populares" (Pinot Blanc, Auxerrois, Sylvaner, Chasselas y Pinot Noir). Para complicar todavía un poco más las cosas, desde el año 2011, cada uno de estos lieux-dits tiene reconocida una AOC propia.
La mayor parte de la superficie de viñedo -aproximadamente el 78%- se destina a la elaboración de vinos blancos monovarietales sin crianza utilizando cualquiera de las variedades de uva autorizadas -nobles y populares- vinos que se comercializan como AOC Alsace en la tradicional botella conocida como "flauta alsaciana". El contenido en azúcar residual depende del estilo de cada elaborador, aunque en general es más probable encontrar cierto dulzor en los Gewürztraminer y en los Pinot Gris que en los Riesling, pero no es una regla fija. Está también autorizada la variedad Pinot Noir, vinificada como tinto, como rosado e incluso como blanc de noirs, aunque su utilización para elaborar vinos tranquilos es casi anecdótica.
Dejando momentáneamente a un lado los monovarietales, existen dos elaboraciones tradicionales muy populares resultantes del ensamblaje de varias castas blancas. Los Edelzwicker -cuya traducción literal sería "mezcla de nobles"- pueden elaborarse con cualquier variedad blanca autorizada, sin obligación de indicar porcentajes, con uvas fermentadas por separado o cofermentadas e incluso mezclando añadas diferentes. Suelen ser vinos económicos, sutilmente dulces, muy agradables y que representan a los antiguos vinos de parcela que cualquier viticultor elaboraba para autoconsumo. Por otra parte, los Gentil tienen otras exigencias en su elaboración, a pesar de que su comercialización no está regulada a nivel nacional, tan sólo localmente en Alsacia. Son el resultado de otro ensamblaje en el que al menos el 50% debe ser una variedad noble -el resto puede ser Sylvaner, Pinot Blanc o Chasselas- debe vinificarse cada variedad por separado, pertenecer a una sola añada y antes de comercializarse deben ser aprobados por un comité de cata.
Alsacia es probablemente la región con la mayor concentración de variedades blancas florales y voluptuosas de toda Europa. Por tanto no debería sorprender que casi la quinta parte de la superficie del viñedo alsaciano se destine a la elaboración de espumosos. Fue en el año 1976 cuando se sentaron las bases de la AOC Crémant d´Alsace, vinos espumosos elaborados mediante método tradicional con segunda fermentación en botella y una crianza mínima de 12 meses sobre sus lías. Existen blanc de blancs, blanc de noirs y rosados, teniendo en cuenta que en su elaboración pueden emplearse Pinot Blanc, Auxerrois, Pinot Gris, Riesling, Chardonnay e incluso Pinot Noir. Aproximadamente hay unos 500 elaboradores de este tipo de vinos espumosos, agrupados en torno al Sindicato de Productores de Crémant d´Alsace (SPCA), los cuales elaboran la friolera de 40 millones de botellas al año, convirtiéndose de un tiempo a esta parte en un serio rival para las bodegas de Champagne.
Para terminar este extenso repaso a los diferentes tipos de vinos de Alsacia, nos resta comentar las dos categorías de vinos dulces que curiosamente fueron las últimas en dotarse de una regulación normativa. Ahora hace 25 años que se aprobó el pliego de exigencias para la elaboración de los vinos alsacianos de vendimia tardía (VT) y los elaborados mediante selección de granos nobles (SGN). En el caso de los vinos VT -Vendanges Tardives- exclusivamente pueden elaborarse con variedades nobles, con uvas pasificadas -en la propia cepa o en bastidores de paja- vendimiadas manualmente durante los meses de Noviembre y Diciembre. Los vinos SGN -Sélection Grains Nobles- deben igualmente elaborarse con variedades nobles, seleccionando tan sólo uvas botrytizadas, vendimiadas grano a grano mediante sucesivas pasadas. Esta última categoría representa la máxima excelencia de cada productor y aspira a competir con los Tokaji y los Sauternes con más renombre. Debido a la aplicación de determinadas disposiciones de la Unión Europea, desde el año 2021 existe la obligación de indicar el nivel de dulzor -sec, demi sec, moelleux, doux- en el etiquetado de los vinos alsacianos VT y SGN, de manera que para el consumidor final sea más sencillo de comprender e interpretar.
En cualquier caso, la distribución comercial de los vinos de Alsacia en el mercado español no es abrumadora. Lo más habitual es encontrar a precio competitivo monovarietales de Gewürztraminer con algo de azúcar residual, Riesling totalmente secos -a veces de añadas atrasadas, muy interesantes para apreciar su evolución en botella- y sólo en contadas ocasiones cosas verdaderamente originales como monovarietales de Pinot Gris o -todavía menos frecuente- alguna botella perdida de Pinot Noir. Como es lógico, en tiendas especializadas sí es posible conseguir vinos Grand Cru, VT y SGN, pero los precios medios en estos casos suelen disuadir a muchos compradores.
Hasta aquí la introducción a la región de Alsacia -algo más extensa de lo deseado, pero en nuestra opinión, imprescindible- su historia, su geografía y sus vinos. No nos cansaremos de reiterar nuestro agradecimiento a Grape Bebop por facilitarnos conocimientos sobre vinos internacionales y proporcionarnos toda esa información sin movernos de nuestra ciudad. Y ahora sí, detallaremos a continuación nuestras notas de cata y opiniones acerca de los vinos de Alsacia que tuvimos oportunidad de disfrutar aquella mañana del mes de Junio. Para no faltar a la verdad, en el listado hay un intruso que catamos unas semanas más tarde.
KREYDENWEISS LUNE À BOIRE BULLE L.B20 BRUT NATURE
AOC Cremant d´Alsace. Pinot Blanc, Auxerrois y Chardonnay. Viñedos ubicados próximos al río Rhin, en zonas más bajas, buscando un menor grado de maduración y más acidez. Espumoso de método tradicional con segunda fermentación en botella. 80% del vino base pertenece a la añada 2019 y el 20% restante se trata de vino de reserva. Crianza en fudres durante un año antes de la segunda fermentación. 24 meses de posterior crianza en botella. Amarillo dorado suave. Manzanas asadas y brioche. Marcada acidez y un carbónico ligeramente excesivo. Incómodo recuerdo a sidra en boca. Complejo, gastronómico y peculiar. Menos afilado que Champagne y muy diferente incluso a otros cremants franceses (Loira, Borgoña).
LEON BEYER SYLVANER 2021
AOC Alsace. 100% Sylvaner. Variedad de uva de origen posiblemente austriaco, producto del cruce entre Savagnin (Traminer) y Osterreichisch Weiss. Cepaje autorizado en AOC Alsacia pero no admitido entre las variedades denominadas "nobles". En el año 2005 fue reconocido -como excepción- un viñedo de esta casta como Grand Cru, concretamente en Zotzenberg. Amarillo verdoso. Neutro y poco aromático. Flores blancas y cítricos sobre un fondo de lías. Acidez media. Final corto, sutilmente amargo, con un recuerdo vegetal. Poco interesante.
TRIMBACH PINOT BLANC 2021
AOC Alsace. Auxerrois y Pinot Blanc (70-30). Históricamente ambas variedades se han cultivado conjuntamente en las mismas parcelas, hasta el punto que la propia AOC Alsace lo permite sin hacer distinción entre una casta y la otra. Aromáticamente muy parecidas, la Auxerrois suele tener menos acidez y más cuerpo que la Pinot Blanc, tratándose ambas de variedades denominadas como "populares". Amarillo verdoso. Melocotón, albaricoque, flores amarillas y gominolas de plátano. Acidez media y ligeramente cálido en boca. No parece casualidad el porcentaje empleado de cada variedad, probablemente buscando el equilibrio entre acidez y alcohol. Preciso y rectilíneo. Muy interesante.
ZIND-HUMBRECHT PINOT GRIS TURCKHEIM 2020
AOC Alsace. 100% Pinot Gris. Variedad noble conocida como Tokay de Alsacia hasta 1984 y como Tokay Pinot Gris hasta 2007, denominaciones que lógicamente debieron abandonarse tras las pertinentes protestas de Hungría ante los tribunales de la Unión Europea. Amarillo dorado bajo. Muy floral, pétalos de jazmín, azahar y mieles en nariz. Curiosamente en boca aparecen las frutas de hueso y las especias (pimienta, jengibre). Acidez media y algo cálido en boca. Recuerda a Gewürztraminer, aunque algo menos aromático. Primera vez que catamos un vino de esta variedad. Un gran descubrimiento.
AOC. Alsace. 100% Pinot Gris. Amarillo oro rosa. Flores secas y especias blancas -pimienta y jengibre- que dejan paso a frutas de hueso. Entrada adulzonada que se confunde con glicerol. Moderadamente ácido y ligeramente cálido. Leve astringencia en boca que recuerda a la piel del melocotón. Serio, poco exuberante, aunque más complejo de lo esperado. Muy interesante.
ZIND-HUMBRECHT MUSCAT TURCKHEIM 2021
AOC Alsace. 100% Muscat Blanc à Petit Grains. No confundir esta variedad con sus hermanas minoritarias -Muscat Ottonel y Muscat Rosé- menos extendidas aunque en ocasiones convivientes en las mismas parcelas. Amarillo dorado bajo. Flores, granos de uva y frutas de hueso, menos aromático de lo esperado. Marcada acidez. Afilado, seco, lineal y directo. Tal vez vendimiado un poco antes de tiempo, buscando un perfil más refrescante aunque menos expresivo en nariz. Muestra el camino a seguir en la elaboración de monovarietales secos de Moscatel, menos opulentos y más frescos.
MARCEL DEISS GEWÚRZTRAMINER 2022
AOC Alsace. 100% Gewürztraminer. Una rareza en el catálogo de esta bodega que habitualmente apuesta -de un modo un tanto rupturista- más por los ensamblajes que por los tradicionales monovarietales. Dorado medio-alto. Frutas de hueso, pétalos de rosas y lichis. Semiseco en boca (demi-sec 4-12gr/litro de azúcar) aunque parece más propio categorizarlo como moelleux (contenido en azúcar 12-45 gr/litro), francamente bien compensado en acidez. Ligeramente cálido en boca. Intenso y potente, algo opulento pero no desmedido. Muy aromático y agradable, estupendo en su conjunto.
KREYDENWEISS RIESLING WIEBELSBERG GRAND CRU 2020
AOC Alsace Grand Cru Wiebelsberg. 100% Riesling. Crianza durante 25 meses en fudres. Sin notas de cata. A reevaluar.
ZIND-HUMBRECHT PINOT GRIS CLOS JEBSAL VT 2012
AOC Alsace. 100% Pinot Gris. Curiosa elaboración esta añada, uvas mayoritarias de vendimia tardía (VT) -pasificadas en la viña, recogidas entre los meses de Noviembre y Diciembre- mezcladas con uvas botritizadas que en principio estaban destinadas a elaborar vinos SGN (selección de granos nobles). Dorado de capa alta, casi color ámbar. Impresionante en nariz: barniz, laca, naranja escarchada, orejones, flores marchitas y chocolate blanco. Graso, amable y meloso es boca. Nada cansado a pesar de su contenido en azúcar, perfectamente equilibrado en acidez y alcohol. Una maravilla.
Ponemos aquí el punto y final a esta nuestra primera aproximación a los vinos alsacianos. Ojalá que en el futuro tengamos a nuestro alcance una visita a esta encantadora región tantas veces oprimida y que, sin embargo, no parece guardar rencor alguno hacia quienes han pretendido reiteradamente cercenar su libertad. Hay quien dice que los alsacianos son belgas que se extraviaron camino de Suiza, para los franceses son medio alemanes y para los alemanes son los primos perdidos, pero en realidad el pueblo alsaciano representa mejor que nadie lo que significa adaptarse a cada momento que le ha tocado vivir y sintetiza los vaivenes históricos de los últimos cuatro siglos en Europa. A veces unidos y otras divididos. En resumen, europeos...