jueves, 3 de marzo de 2022

> Visita a Celler Cal Menescal


La comarca tarraconense de Terra Alta es geográficamente una pequeña meseta situada en el margen derecho del río Ebro, que limita al oeste con Aragón y al sur con la sierra prelitoral de Els Ports. Zona históricamente alejada de las rutas comerciales y sin apenas actividad industrial, tradicionalmente ha basado su economía en la explotación de cultivos  clásicos de secano como el olivo, el almendro y la vid, obligada por su climatología continental con marcada vocación mediterránea. Todas las localidades de la comarca tienen numerosas bodegas y almazaras, algunas familiares, otras agrupadas en cooperativas, como señal inequívoca de la importancia que estos productos han tenido en el devenir histórico de la zona. La DO. Terra Alta es una denominación de origen joven que agrupa a numerosas bodegas situadas en doce municipios. Predomina el cultivo de variedades tradicionales, destacando por encima de todas la Garnacha Blanca -no en vano se calcula que en Terra Alta se encuentra el 75% del viñedo nacional y el 30% del viñedo mundial de dicha variedad- que si bien resulta algo neutra en nariz, es capaz de transformarse en vinos cremosos y untuosos, magníficos acompañantes de no pocas elaboraciones gastronómicas. Otras variedades blancas cultivadas son la Macabeo y la Parellada. Entre las castas tintas cabe destacar la Garnacha Tinta, la Garnacha Peluda, la Cariñena y una variedad autóctona de la zona conocida como Morenillo con la que se elaboran vinos frutales y ligeros con crianza corta en barrica, no demasiado poderosos, muy adecuados para acompañar la gastronomía local.



A partir de 1950 el desarrollo de nuevas infraestructuras de transporte, en especial la construcción de vías de ferrocarril, permitió una mejora en la distribución de vinos y aceites. De manera paralela, la adquisición de los primeros utilitarios en el seno de las familias de clase media de las ciudades, fue un nuevo impulso para el atractivo turístico de esta región. Finalmente con el inicio del siglo XXI se acometieron numerosas reformas en la  mayoría de las bodegas de Terra Alta. Aquellas instalaciones hasta entonces casi artesanales, dieron paso a las modernas tecnologías y aparejaron inversiones económicas grandes así como numerosos créditos por pagar. Se abandonó la elaboración en volumen destinada a la venta a granel y se orientó el nuevo modelo productivo hacia los vinos de calidad, en sintonía con las modas, gustos y corrientes del momento. Aquella renuncia a sus orígenes como elaboradores de vinos de pueblo -dicho esto con todo el respeto y el máximo reconocimiento- supuso un nuevo revés para las bodegas de Terra Alta, incapaces de poder competir en precio y distribución con los grandes elaboradores de vinos comerciales a escala casi industrial. Lamentablemente fue la puntilla para algunas pequeñas bodegas. Sin embargo, algunos arriesgados visionarios decidieron volver a mirar al pasado y mantenerse fieles a sus raíces. Sin llegar a abandonarlas del todo, arrinconaron las elaboraciones más comerciales y regresaron a las vinificaciones tradicionales con levaduras indígenas, las fermentaciones espontáneas, el contacto con pieles en los blancos, los vinos sin filtrar y las crianzas en barro o en recipientes de maderas distintas del costoso roble francés. Una clara voluntad de marcar diferencias para no ser un elaborador más en un mercado hipertrófico y gigante. Y lo mejor de todo es que lo consiguieron.


Tal es el caso de Celler Cal Menescal (Bot, Tarragona) al frente de la cual se encuentra Josep Bosch, enólogo y propietario de la bodega, quinta generación de la familia en esta aventura que comenzó en 1783 con un antepasado suyo de profesión veterinario -menescal, en catalán- dedicado al cuidado de los équidos por vocación así como a otras actividades agrícolas por necesidad. Siguiendo la premisa de hacer cosas diferentes si no se quiere que suceda siempre lo mismo, Josep decidió en 2010 regresar a su propio pasado y volver a elaborar los vinos como los hacía su abuelo. Y no sólo eso, también optó por ignorar la distribución a gran escala y apostó decididamente por abrir las puertas de su bodega-museo al enoturismo -le avalan sus cifras de 5000 visitantes sólo en el año 2021- actividad que le permite el trato directo con el consumidor final para así estar en disposición de explicar su amplio catálogo de vinos que contiene algo más de una veintena de referencias. De esta manera, la mayor parte de sus ventas se realizan a la conclusión de las visitas, cuando el enoturista ha interiorizado por completo la filosofía de Cal Menescal.


La producción media de la bodega es de unas 20000 botellas al año, divididas en dos grandes familias. En primer lugar están los vinos más convencionales generalmente elaborados con levaduras seleccionadas y que se comercializan con la precinta de la DO. Terra Alta. Por otro lado están los vinos experimentales, en cuya elaboración es donde verdaderamente disfruta Josep mientras recuerda a sus antepasados, pequeñas producciones con fermentaciones espontáneas, levaduras autóctonas, crianzas alternativas y sin filtrado. Mención aparte merece la producción de vinos dulces, vinos rancios, vermut y vinagre balsámico, todos ellos considerados elixires mágicos, porque algo de misterio hay siempre en su elaboración.


Detallaremos a continuación nuestras notas de cata y opiniones acerca de los vinos que tuvimos ocasión de probar.


OKO BAIX 2021
100% Garnacha Blanca. Elaboración exclusivamente en inoxidable. Fermentación con levaduras seleccionadas. Vino de entrada de gama de la bodega. Fruta de pepita. Acidez presente. Fácil, alegre, correcto y comercial.

LO NEO 2021
100% Garnacha Blanca. Vino en rama, directamente extraído del depósito. 90 días en inoxidable en contacto con las pieles. Fermentación con levaduras salvajes. Boca explosiva y moderada astringencia que se pulirá con el filtrado previo al embotellado, aunque probablemente pierda parte de su potencia en boca. Con más identidad que el anterior.

MARETA MEUA 2020
100% Garnacha Blanca. Fermentación con levaduras salvajes. Crianza de 5 meses en vasijas de barro. Manzana asada y tiza. Persistente y largo. Intenso y poderoso. Bastante diferente a sus predecesores, especialmente en boca.


DE NIT 2020
100% Garnacha Blanca. Uvas vendimiadas a mano durante la noche  y selección grano a grano. Fermentación en barrica de acacia con  levaduras seleccionadas y posterior crianza en las mismas barricas durante 5 meses. Manzanas asadas, flores secas y caramelo de café con leche. Impecable y cremoso. Sin duda se trata del blanco más elegante de la bodega.

ATARONJAT 202
100% Garnacha Blanca. Orange wine elaborado como si de un tinto se tratara, con 3 meses de contacto con pieles. Cítricos, orejones y un permanente recuerdo a sidra. Violento y descompensado. Resultan muy difíciles para nosotros los llamados "vinos naturales", esta nueva corriente de elaboración en la que cualquier cosa parece tener cabida. No dudamos que tendrá su mercado.


AVUS TINTO 2020
Garnacha y Syrah (70-30). Crianza durante 8 meses en barrica de roble. Llamativas notas de toffee y frutas rojas. Severa acidez y bastante cálido en boca. Tiene buena estructura y posiblemente mejorará en botella, pero ahora mismo resulta algo desequilibrado y falto de redondeo. A reevaluar.

DIJOUS SANT 2020
100% Garnacha Peluda. Crianza durante 12 meses en barrica de roble. Frutal, fresco y amable, con una complejidad de las notas de crianza que acompañan sin estorbar. Excelente. Sin llegar al extremo, la bodega sigue algunos principios biodinámicos respetando el calendario lunar y en ese sentido el embotellado de la primera añada se realizó en Jueves Santo -Dijous Sant, en catalán.



AVUS DULCE 2015
Garnacha y Syrah (50-50). Crianza durante 3 años en barrica de roble. Vino dulce natural, elaborado con uvas sobremaduradas y encabezado con alcohol vínico para detener la fermentación. Mermelada de moras y ciruelas. Cálido y adictivo. Más licor que vino. Para deleitarse sin prisas.

RANCIO DULCE 2000
Garnacha Blanca y Garnacha Tinta. 25 años en barrica. Oxidación llevada al límite. El hombre propone y la  naturaleza dispone. Una extraña rareza que representa a los vinos de siempre, elaborados mediante refresco de esas madres que llevan décadas en el interior de unas barricas que -podría decirse sin miedo- son ya miembros de la familia. Historia enológica, poesía embotellada, recuerdos imborrables de toda una vida que se disfrutan sólo con quien los merece.

Cerramos aquí esta fugaz visita a Terra Alta, una comarca que bien merece más atención de la que habitualmente podemos prestarle. Prometemos regresar a esas tierras más cercanas a las nuestras de lo que nunca hubiéramos podido pensar.