miércoles, 21 de septiembre de 2016

> Enoturismo de calidad en La Rioja (y III): gastronomía y hostelería




Siempre nos causa cierta envidia sana comprobar la preparación con la que cuenta cualquier establecimiento hostelero en La Rioja, independientemente de su tamaño y sector. No importa si se trata de la tasca más pequeña o del restaurante más puntero, con absoluta certeza, quien nos atienda tendrá una formación y un amplio conocimiento acerca del mundo del vino, probablemente porque lo haya adquirido desde pequeño en el seno de su familia. Es también cierto que el cliente medio así lo exige y valora, algo que lamentablemente no es habitual en otras zonas geográficas españolas, incluso tradicionalmente productoras de vino. Es una práctica común disponer de una extensa carta de vinos, como no puede ser de otra manera, con predominio de los de la DOc. Rioja, mas siempre nos llama la atención el modo en que se suelen presentar ordenados por municipios, en una reivindicación velada de los terroirs de cada localidad. Y están en lo cierto, pues poco o nada tienen que ver un tempranillo de la zona norte de San Vicente de la Sonsierra con otro del valle del Najerilla. 


Tradición...
... y modernidad














Otro detalle importante es el tema de las añadas. La constante rotación de botellas hace que sea prácticamente imposible encontrar un vino de una añada atrasada, en primer lugar porque habrá sido vendida en su día y en segundo lugar porque si la detecta cualquier profesional de hostelería, la retirará inmediatamente de la carta. Esa perniciosa costumbre tan habitual en otras zonas turísticas de intentar colarle al comensal un vino en evidente declive, es anecdótica por no decir impensable en La Rioja. El servicio del vino suele ser también más que correcto. Incluso el bar más pequeño lo hace en copas adecuadas, a una temperatura correcta, en cantidad conveniente y no es extraño que el camarero compruebe las características del vino antes de servirlo, sin dudar en descorchar una nueva botella si no las considera correctas. 


Original presentación del corcho

En los restaurantes, independientemente de su rango de precios, el trato que recibe el vino suele ser impecable. Parecen cosas muy evidentes, pero dejar el corcho junto a la botella o dar a probar el vino antes de servirlo son detalles que algunos sí tenemos en cuenta, realizado además con total naturalidad, sin liturgias extrañas ni reverencias innecesarias. Los restaurantes con cartas basadas en la cocina tradicional siguen siendo mayoría, aunque poco a poco van introduciéndose nuevos conceptos culinarios que, basados en los mismos ingredientes, buscan sorprender al comensal con innovaciones en la presentación. Son ideas nuevas y refrescantes que cuentan con sus aficionados pero también con sus detractores. Respetamos a todos aquellos que persiguen emular a Ferrán Adriá, pero particularmente preferimos las formas tradicionales, al menos para un fin de semana. Nada puede sustituir al sabor de una carne asada de forma natural sobre unas brasas de sarmientos, poco sofisticado pero honesto y sin trampantojos. Y en el capítulo decorativo de los locales, nos sucede algo parecido. Nuestro estado de ánimo es mucho mejor en una bodega de piedra o en una casona en el monte que en un restaurante con mesas de cristal, paredes de colores y luces indirectas. No somos capaces de apreciarlo, qué le vamos a hacer...


Carretera San Vicente-Rivas desde el mirador

Inspeccionando viñedos

Como consecuencia de todo lo anterior, dedicaremos unas líneas a hablar del Restaurante José Mari en Rivas de Tereso. Para llegar hasta allí hay que dirigirse hacia el norte desde San Vicente, en dirección hacia la Sonsierra. El trayecto por esa estrecha carretera flanqueada por viñedos es sumamente agradable y la orografía permite, casi invita, a detener el vehículo y descender de él para pisar la tierra, tocar las uvas e interpretar los marcos de plantación de las viñas. Dirigir la vista hacia arriba para ver las cimas de la Sierra de Cantabria y al poco hacerlo hacia abajo para divisar la depresión del valle del Ebro, permite comprender lo que es La Rioja en su sentido más estricto. Conforme se va ganando altura, el viñedo desaparece del paisaje y se ve sustituido por matorrales, arbustos y más adelante por diversas especies arbóreas caducas y perennes. 


Bienvenida

Terraza del Restaurante José Mari
Postres caseros. Deliciosos...

Precisamente rodeado de árboles se encuentra el Restaurante José Mari, justo a la entrada del pueblo. Dispone de aparcamiento, aunque suele saturarse y es habitual tener que aparcar en la misma carretera. Es imprescindible reservar, especialmente en fines de semana y festivos, porque a pesar de la gran capacidad de su salón principal y de la terraza, suele llenarse con frecuencia. La carta es amplísima, pero con las ideas claras se elige rápidamente. No defrauda en calidad ni en cantidad y el precio es correcto. Tal vez el servicio podría mejorar en rapidez, pero se disculpa teniendo en cuenta el número de comensales que deben ser atendidos prácticamente al mismo tiempo. En cualquier caso, no debemos olvidarnos que hemos ido a disfrutar sin prisa. Hagámoslo, entonces...


Fachada del Hotel Villa Sonsierra
Detalle de la habitación

Hemos dejado para el final nuestros comentarios acerca del alojamiento. La oferta en hoteles y casas rurales es generosa, de manera que hay donde elegir, para todos los gustos y para todos los bolsillos. En nuestro caso, siempre moviéndonos en un rango de precios razonables, tres son los factores que determinan la elección del alojamiento: limpieza, servicio y desayuno. La decoración tiene también su influencia en la decisión final, pues habitualmente da idea del mantenimiento de las instalaciones. Cocinando a fuego lento todos esos ingredientes, Natalia (quien si no...) decidió reservar en el Hotel Villa Sonsierra, y fue todo un acierto.

Desayuno de la tierra

El hotel se ubica en una de las múltiples casas solariegas que salpican el centro de San Vicente, con escudo heráldico en la fachada incluido, completamente rehabilitada para dar cobijo a una docena de habitaciones dobles y una individual, decoradas con gusto, sin ostentación y con un diseño más bien moderno. El matrimonio formado por Pedro e Irene están al frente de la gestión del hotel y lo hacen con diligencia y cercanía. Merece especial comentario la calidad del desayuno. Zumo natural, tartas caseras, café recién hecho, embutidos, tostadas de verdad, fruta cortada, etc. Siguiendo nuestra habitual costumbre cuando recalamos por esas tierras, aceptamos el ofrecimiento de tomar un par de huevos fritos (en sartén!!), por supuesto acompañados de un tempranillo de la bodega-cooperativa de la localidad. Al principio siempre se hace un poco cuesta arriba empezar el día con esa dieta tan estricta, pero con un poco de dedicación y perseverancia siempre se consigue. Debemos tener en cuenta que visitar bodegas consume considerables dosis de energía...


Curiosa correlación calórica del vino. Mueso Vivanco


Hasta la próxima!!






viernes, 16 de septiembre de 2016

> Enoturismo de calidad en La Rioja (II): San Vicente de la Sonsierra





El día siguiente lo dedicamos íntegramente a visitar bodegas en San Vicente de la Sonsierra. Ya hemos indicado que las celebraciones y eventos con gran aforo no son nuestros preferidos, así que con la deliberada intención de escapar de los grupos de enoturistas que, copa en mano, iniciaron su recorrido por las bodegas del interior del casco urbano, nos trasladamos a las afueras de San Vicente para visitar Bodegas Carlos Moro. 


Entrada Bodegas Carlos Moro

Vinos Matarromera


Con nuestra reserva efectuada con antelación, tal y como indicaba la web de la organización, formamos parte del pequeño grupo de privilegiados (o previsores, según se mire...) que tuvimos ocasión de visitar las instalaciones, acompañados por Leticia, responsable de enoturismo de la bodega, un encanto de persona que en algún instante se vio ligeramente desbordada por la afluencia de público, al ser el único miembro presente del personal de la bodega y verse obligada a compatibilizar el servicio del vino por copas con la visita previamente organizada. Tal vez para futuras ediciones la empresa deba reconsiderar que una sola persona no puede hacerse cargo de ambas cosas a la vez. En cualquier caso, vaya por delante nuestra felicitación por salir sobradamente airosa de una situación nada cómoda, especialmente si se tiene en cuenta la escasa educación de la que algunos hacen gala. Pero volvamos a lo nuestro...


Sala de elaboración

Barrica nueva de roble francés

Bodegas Carlos Moro son la primera aventura en La Rioja del grupo bodeguero Matarromera, originario de Ribera del Duero y extendido en la actualidad a Toro, Cigales y Rueda. El vallisoletano Carlos Moro es el propietario de la empresa y quiso otorgar a su bodega en San Vicente un sello más personal, después de adquirir las instalaciones y el viñedo de las extintas Bodegas Antigua Usanza inmersas en dificultades económicas a finales de 2014. Se trata por tanto de un proyecto todavía en  fase de desarrollo, de hecho sus vinos todavía no han salido al mercado nacional. Cuentan con 20 hectáreas de viñedo propio y 40 hectáreas más de viñedo controlado, en los términos municipales de San Vicente y Labastida, a una altitud entre 350 y 500 metros situados a los pies de la Sierra de Cantabria, área privilegiada para el cultivo de la vid por su clima atlántico. El proyecto tiene como objetivo la elaboración de tintos con crianza de alta calidad, para lo cual se han sustituido los antiguos depósitos de acero inoxidable de gran capacidad por otros más pequeños e incluso por algunos tinos de roble con la intención de vinificar parcelas por separado. La fermentación maloláctica se desarrollará en depósitos de hormigón con la única excepción de algunas parcelas privilegiadas que lo harán directamente en barrica.


Sala de embotellado con vistas al Castillo de San Vicente

Calado

Temperatura y humedad constantes en el interior del calado


Las instalaciones de Bodegas Carlos Moro se encuentran en realidad en el interior de una montaña. Responde al concepto de "bodega vertical" donde se aprovecha la gravedad para minimizar los bombeos y así reducir los riesgos de perjudicar a la uva y al vino. El antiguo montacargas ha sido sustituido por un ascensor panorámico que ofrece unas vistas únicas. En uno de los pisos superiores se sitúa la sala de embotellado, totalmente exterior, con amplios ventanales que permiten la entrada de la luz natural y con una panorámica excepcional del Castillo de San Vicente. Sin embargo, la verdadera joya de la bodega está en el subsuelo, concretamente a 20 metros bajo tierra, profundidad a la que se encuentra su calado de 150 metros de longitud, con temperatura y humedad constantes y capacidad para albergar 2000 barricas. Otro de los preceptos de la bodega es utilizar siempre barrica nueva y hacerlo para un solo uso, buscando aportar todavía más personalidad a sus vinos, aunque ello suponga un considerable incremento en los costes de producción. Un proyecto ambicioso que sólo un potente grupo empresarial como Matarromera puede llevar a buen puerto.


Bodega Classica en su ubicación privilegiada
Mar de viñedos sobre el meandro del Ebro
Con Raquel Viejo, RRPP de Vintae

Selfie en el mirador de Bodega Classica

Para llegar a San Vicente de la Sonsierra desde Briones es necesario cruzar el Ebro por un moderno puente situado justo en un meandro del río. En ese punto, si se eleva la vista se puede observar una bonita construcción rodeada de viñedos, levantada hace no muchos años pero respetuosa con el estilo arquitectónico tradicional del entorno. Se trata de Bodega Classica, enclave idílico con un enorme potencial enoturístico aún por desarrollar. Perteneciente al riojano Grupo Vintae, elabora los que tal vez sean los vinos de Rioja con mejor relación calidad-precio bajo el nombre comercial Hacienda López de Haro. Todavía no es visitable en sus interioridades, pero sí tuvimos la oportunidad de disfrutar de las inmejorables vistas desde su mirador al tiempo que compartimos una copa de vino con Raquel Viejo, una simpática zaragozana enraizada en La Rioja que se encarga de las relaciones públicas y la comunicación del Grupo Vintae, quien nos adelantó alguno de los interesantes proyectos previstos a medio plazo para Bodega Classica. A última hora de la tarde, con el sol ocultándose, en ese mismo mirador pudimos disfrutar un concierto tributo a los Beatles, mágica fusión de música, vino y paisaje. Hay instantes placenteros en la vida que no se buscan, simplemente se encuentran...



Sala de elaboración

La última visita que realizamos en este intenso fin de semana fue a Bodegas Ramírez de la Piscina, peculiar apellido que desciende desde el siglo XI emparentado con el rey Sancho El Fuerte de Navarra y que la familia propietaria de la bodega lleva con gran orgullo. Las instalaciones de Ramírez de la Piscina son en realidad la tercera bodega de la familia, tras sucesivas ampliaciones y traslados que concluyeron en 2001 con la construcción de la actual. La sala de elaboración es espectacular, dotada de la más avanzada tecnología, aunque sin renunciar a la tradición y al factor humano: el cuidado del viñedo, la vendimia manual, la exigente selección de uvas y la formación del personal, todo ello unido a la tradición vitivinícola de la familia, se traduce en unos vinos de impecable factura. En parte por la cercanía geográfica pero sobre todo por el buen hacer de la red de ventas, casi el 70% de la producción se destina al mercado vasco, un 25% se exporta y tan sólo un 5% del total se comercializa en el resto de España. 


Sala de barricas
Vinos jóvenes Ramírez de la Piscina

La sala de barricas subterránea llama la atención por sus dimensiones. Diseñada en los años del ciclo económico más expansivo, resulta en la actualidad un tanto desmedida, dando cobijo a un millar de barricas cuando tiene capacidad para cinco veces esa cifra. Elaboran un blanco, un rosado y un tinto joven con maceración carbónica, el resto se trata de tintos con crianza de mayor o menor duración. Las primeras fermentaciones se realizan siempre en inoxidable, mientras que las malolácticas se efectúan en depósito de hormigón, excepto en el caso de un vino de autor que la hace en barrica nueva. Ramírez de la Piscina, una bodega familiar que ha ido creciendo con el paso de los años, siempre con la garantía que proporciona la seguridad de un trabajo bien hecho.


Logo de El Vino Pródigo


Una última experiencia nos aguardaba antes de retirarnos a descansar. Siendo ya noche cerrada, nos acercamos dando un paseo hasta los pies del Castillo de San Vicente de la Sonsierra, guiados por la escasa luminosidad de una velas que jalonaban el camino.  La base de la montaña sobre la que se asienta el castillo está horadada por numerosos calados privados en los que antiguamente las familias elaboraban su vino. Uno de esos calados se encontraba abierto y su interior iluminado, así que hacia allí nos dirigimos un nutrido grupo de enoaficionados y bastantes curiosos. En la puerta nos saludó Pedro Peciña, cuerpo y espíritu de un pequeño proyecto llamado El Vino Pródigo. Pedro es uno de esos románticos que, después de haber elaborado con éxito vino para otros, decidió embarcarse en elaborar su propio vino. Comercialmente sus vinos vieron la luz en 2014 con la presentación de La Viña de la Merce, crianza con 14 meses en barrica, denominado así en recuerdo de su madre. Más adelante salió al mercado Placeres Sensoriales, tinto sin crianza elaborado mediante maceración carbónica en lago de hormigón, al más puro estilo tradicional. El último vino presentado es Prodigus Venit, un vino de autor monovarietal de Tempranillo como los dos anteriores, de edición muy limitada que integra modernidad y tradición.




Tuvimos ocasión de probar los tres y, tal vez por representar la esencia del vino de Rioja en estado más puro, nos quedamos con el Placeres Sensoriales. Frutal, intenso, pujante, vivo y excitante. Un vino "de año", como acostumbran a decir en La Rioja, pero con el valor añadido de ser elaborado como lo hacían nuestros antepasados, sin tecnología ni conocimiento enológico alguno, sin aditamentos ni artificios comerciales. El Vino Pródigo es uno de esos proyectos que nos enamoran y nos cautivan desde el primer momento. Sus vinos no sólo se beben y se disfrutan, sino que cuentan historias y para transmitirlas siempre tendrán nuestro apoyo estos pequeños productores, cuya dedicación es tan grande como los riesgos empresariales que asumen. Nuestra más sincera enhorabuena...


Cata de El Vino Pródigo, con la luna de testigo




domingo, 11 de septiembre de 2016

> Enoturismo de calidad en La Rioja (I): Briones


Viñedos en Briones. Detrás San Vicente y al fondo la Sierra de Cantabria


Coincidiendo con el tercer aniversario del nacimiento del blog, decidimos regresar a La Rioja, lugar donde se inició casi sin pretenderlo esta andadura enológico-literaria que se llama Los Vinos Pausados y que ya muchos conocéis y seguís desde hace tiempo.

Podría decirse que fue un viaje a los orígenes, una inmersión en los paisajes de viñedos interminables, unos días para disfrutar de la gastronomía y para conocer algo más que bodegas, disfrutando de los vinos y de las gentes, dejando a un lado la rectitud habitual de las catas e incluso el cuaderno de notas. Elegimos como destino las localidades de Briones y San Vicente de la Sonsierra, siendo ésta segunda el único territorio riojano situado en la margen izquierda del Ebro, honor geográfico que comparte sólo con la localidad de Briñas más al noroeste y cercana a Haro.


Publicidad del evento. Fuente: larioja.org


Quiso el destino que ese fin de semana se celebrara en ambos pueblos Las Noches de San Lorenzo, algo así como una jornada de puertas abiertas a la que se sumaron la mayoría de las bodegas, salpicada por catas populares, animación callejera, espectáculos y otras actividades. Habitualmente no somos partidarios de eventos tumultuosos de esta índole, sin embargo esta celebración nos permitió tener acceso a bodegas que normalmente no admiten visitas. Toda la información al respecto fue obtenida en internet, en nuestra opinión algo difícil y complicada de localizar, lo cual no fue impedimento para que Natalia, nuestra eficiente organizadora de viajes, se encargara de efectuar las reservas pertinentes en aquellas bodegas que así lo requirieron. Como es habitual fue también ella la encargada de seleccionar el alojamiento y los restaurantes, un trabajo impecable de principio a fin. Como siempre, enhorabuena...




Visita y cata en Bodega Daniel Puras


Comenzamos nuestro periplo en el casco antiguo de Briones, más concretamente al lado de la Ermita de San Juan o del Santo Cristo, visitando Bodegas Daniel Puras, pequeña bodega familiar con 11 hectáreas de viñedo propio que elabora exclusivamente tintos monovarietales 100% Tempranillo. Comercializan un tinto joven, un crianza y un reserva bajo el nombre comercial Cantiga, vinos equilibrados, redondos y sin adornos, resultando verdaderamente sencillo encontrar en cada uno de ellos exactamente lo que se espera, bien balanceados en fruta y acidez, con tanicidad adecuada y notas de crianza que acompañan sin estorbar, incluso en el joven, porque también reposa unos meses en barrica de tercer y cuarto año. Vinos de Rioja sin trampa ni cartón...




Bodegas Betolaza


A escasos metros calle abajo, encontramos la entrada a las instalaciones de Bodegas Betolaza donde elaboran sus dos tintos: joven y crianza. Viticultores de toda la vida, comenzaron su andadura empresarial como bodega en el año 2000 elaborando exclusivamente vino de año y fue más tarde en 2006 cuando dieron el salto hacia la crianza en barrica. Tuvimos la oportunidad de disfrutar de una copa de su crianza 100% Tempranillo con 17 meses en roble americano en el frescor de su sala de barricas, pequeño oasis térmico en aquel caluroso mediodía de Agosto. 


Entrada al Museo Vivanco


Exteriores

Tienda del Museo Vivanco

Si la mañana la habíamos dedicado a conocer dos pequeñas bodegas familiares, la tarde supuso una considerable diferencia al acudir a visitar el Museo Vivanco. Situado anexo a la bodega Dinastía Vivanco en las afueras de Briones, constituye tal vez la superficie expositiva mayor del mundo dedicada al vino y su cultura. Se divide en cinco amplias salas, repletas de miles de objetos relacionados con la viticultura y la enología, desde el sacacorchos más pequeño hasta la prensa más gigantesca. La ingente colección está documentada al detalle y se completa con dioramas, proyecciones y paneles informativos. Acudimos un poco antes de la hora indicada para poder pasear por sus cuidados jardines donde se puede contemplar una colección ampelográfica sin parangón. Decenas de variedades de vid hacen las delicias de cualquier aficionado y debería ser visita obligada para todo estudiante de viticultura. 


Interior del Museo Vivanco

Sala de barricas desde el mirador

La entrada al museo debe reservarse previamente para evitar excesivas aglomeraciones de gente, que la estancia del enoturista sea agradable es el principal deseo de la bodega. Se recomienda invertir en torno a dos horas para ver la totalidad del museo, pero bien se podría estar dos días. La cantidad de información disponible es absolutamente inabarcable y se incrementa cada día con nuevas adquisiciones. Fue una lástima que no fuera posible compaginar la visita de la bodega y la del museo, tan sólo tuvimos la oportunidad de ver la sala de barricas desde un mirador, agradable pero insuficiente. También nos causó cierta extrañeza que una de las salas del museo, al parecer la que alberga las obras de arte, estuviera cerrada para los participantes en la visita de puertas abiertas, mientras que los visitantes "de pago" sí que tenían acceso a ella. En nuestra opinión, una decisión poco acertada.



En el viñedo, cada vez más sombras que luces




Envero

Antes de abandonar las instalaciones de Vivanco pudimos disfrutar de uno de los momentos de calidad del fin de semana. Durante aproximadamente media hora, recorrimos a pie alguno de sus viñedos en pleno envero, quizás la época del año en que más bonitos están, repletos de uvas en distintas fases de maduración. El sol poniéndose por el horizonte, silueteando el perfil de Briones mientras iluminaba aún las crestas de la Sierra de Cantabria, constituye un recuerdo gráfico inolvidable.


Briones al atardecer