jueves, 26 de diciembre de 2019

> Laus: sabores y luces del Somontano





Dos años han pasado desde nuestra anterior visita a Bodega Laus en su nuevo camino tras superar ciertas angosturas económicas que se tradujeron en un cambio al frente de la propiedad. En aquella primavera de 2017 realizamos una visita casi privada de las instalaciones, con especial atención al diseño arquitectónico, no sólo desde el punto de vista estético, sino también desde su funcionalidad encaminada a optimizar las labores de vinificación y en general todos los trabajos en bodega.


Sala de catas

En esta ocasión la visita fue ligeramente diferente por varios motivos. En primer lugar acudimos un grupo bastante numeroso, lo cual siempre implica cierta dispersión a la hora de atender las explicaciones del personal de la bodega, así como algo más de demora para organizar cada actividad. En ese mismo sentido, la cata resultó también algo tumultuosa, aunque enormemente didáctica al tener la fortuna de contar como director de cata con Jesús Mur, enólogo de Bodega Laus, quien tuvo la amabilidad de incluir alguna novedad entre los vinos protagonistas. Prácticamente en primicia tuvimos la ocasión de catar un monovarietal de Garnacha, un vino todavía en rama, a medio hacer, sin filtrar y sin domar por el roble francés que aún le espera en la sala de barricas. Un vino de un precioso color rojo cereza con menisco azulado, una eclosión de violetas, moras y alguna especia dulce, recuerdos lácticos y yogur. Moderadamente astringente todavía -recordemos que aún es un proyecto de vino- no resulta violento en boca, más bien denso y trabado. La crianza en barrica de roble francés en un periodo no prefijado, el paso del tiempo y los sucesivos controles en cata que se realicen determinarán el momento óptimo para su embotellado. Sin duda se convertirá en un excelente vino. Muy prometedor y diferenciador, ya que no existe ningún otro vino similar en el catálogo de la bodega.


Comenzamos la cata propiamente dicha probando el Laus Blanco 2019, monovarietal de Chardonnay sin crianza. Color amarillo verdoso, limpio y brillante, si acaso con un sutil resto de carbónico más palpable que visible. Frutas de pepita (manzana verde, pera), plátano y un recuerdo a hierba recién cortada. Lineal y afilado. Poco voluminoso en boca, con acidez marcada pero agradable. Postgusto medio muy correcto. Para todos los públicos. Jesús Mur propuso la realización de una cata comparada con el Laus Blanco 2018, igualmente Chardonnay sin crianza pero con permanencia de más de un año en botella, y ahí comenzaron a aparecer las diferencias. Amarillo dorado de capa media con aromas a manzana Golden, piña madura y mieles. Más equilibrado, graso y voluminoso. Postgusto algo más prolongado, un vino en su plenitud que ha crecido a lo largo y a lo ancho. Buscaremos añadas atrasadas porque prometen esconder interesantes secretos.


El Laus Tinto Joven 2018 representa mejor que ningún otro vino de la bodega la voluntad de seducir al público más joven, tradicionalmente alejado y en ocasiones abrumado por la complejidad que supone el mundo del vino. Elaborado con Merlot y Syrah a partes iguales sin crianza es un vino pensado para disfrutar por copas, un vino de trago largo sin demasiada dificultad. Rojo cereza de capa media con ribete azulado. Recuerdos de frutas rojas, azúcar quemado, guindas, crema de leche y yogur de frambuesa. Acidez media que invita a tomar otro sorbo. Agradable y muy amable en boca, prácticamente sin astringencia. Algo corto en postgusto, pero dicho detalle carece totalmente de importancia en un vino con este perfil.


Para terminar la cata probamos el Laus Crianza 2015, ensamblaje de Cabernet Sauvignon y Merlot con 8 meses de permanencia en barrica de roble mixto. Rojo picota con ribete más color teja que granate, algo evolucionado. Nariz de frutas negras, tostados, tabaco, clavo y chocolate. Mucho más delgado en boca de lo que cabría esperar. Postgusto medio-largo. Un vino mucho más reconocible, un crianza de Somontano con ese coupage de variedades foráneas que tanto éxito ha proporcionado a la denominación de origen oscense. Tal vez un poco al límite de su vida comercial óptima. No vamos a decir que sea un vino cansado -conserva fruta y acidez sobradamente- pero consideramos que un cambio de añada le vendrá francamente bien. En breve cataremos este mismo vino en botella magnum -cortesía de Miguel Sanz, comercial del grupo empresarial al que pertenece la bodega y nuestro amable anfitrión durante toda la visita- teniendo así la ocasión de verificar la teoría de que los vinos evolucionan mejor en formatos grandes.


Restaurante Laus: un mar de viñedos tras los cristales 
Imagen invernal del viñedo. Al fondo, Cotiella nevado

A medio plazo, el proyecto enoturístico de Bodega Laus tiene como objetivo disponer de una completa oferta para todos sus visitantes, aspirando a convertirse en la única bodega de la DO. Somontano con bodega visitable, restaurante y hotel. Este último tiene proyectadas 52 habitaciones todavía en fase de equipamiento y se prevé que abra sus puertas -con algo más de retraso de lo inicialmente previsto- en la temporada primavera/verano del próximo año 2020. El restaurante con capacidad para 50 comensales se encuentra operativo y a pleno rendimiento desde el verano de 2018. Imprescindible realizar reserva con antelación. Dispone de tres tipos de menú -Ejecutivo, Maridaje y Degustación- lógicamente armonizados con vinos Laus. Existe además la posibilidad de celebrar eventos y convenciones, tanto en los amplios salones interiores como en el exterior de la bodega, siempre con el imponente paisaje de sus viñedos con las cumbres pirenaicas de Ordesa y el macizo de Cotiella como telón de fondo. A través de los amplios ventanales las preciosas vistas del viñedo acompañan al comensal durante la comida.





Al tratarse de fin de semana -el menú Ejecutivo sólo está disponible de lunes a viernes- nos decantamos por el menú Maridaje, integrado por aperitivo, entrante, plato principal, sorbete y postre. Debe cerrarse con antelación a mesa completa, para optimizar las labores en cocina y cada plato se armoniza con un vino Laus diferente. El aperitivo -gyoza de cordero al chilindrón, tartar de atún rojo y croqueta de boletus- se acompaña de Laus Rosado, el entrante -canelón de setas y cocido en salsa de foie y PX- con el Laus Blanco y el plato principal -meloso de ternera con patata trufada- con uno de los tintos de la bodega. En este último caso existe además la opción de elegir un tinto de gama superior abonando un pequeño suplemento. La vertiente dulce tuvo el protagonismo del coulant de chocolate con praliné y el sorbete elegido fue el de Gewürztraminer y limón.


Jardines

No cabe duda que el entorno de la bodega es incomparable y en los días claros y luminosos, como el que realizamos nuestra visita, la luz natural entra con generosidad por las cristaleras del restaurante. La calidad de la gastronomía y la presentación de los platos es de un nivel más que suficiente. Tal vez algún pequeño detalle en el servicio podría mejorarse, meros matices sin importancia que con certeza se corregirán con algo más de rodaje o de personal de sala, imprescindible si la bodega aspira a posicionarse como referencia en la zona para la celebración de bodas y convenciones. Los jardines entre los viñedos que rodean al edificio, la gran sala de conferencias en la planta baja y los amplios salones junto al restaurante pueden convertirse en el marco ideal para tales eventos. Muy probablemente la apertura del hotel en las plantas superiores suponga el respaldo definitivo para que este ambicioso proyecto enoturístico alcance el éxito que merece.

Bodega Laus, sabores y luces del Somontano.



jueves, 12 de diciembre de 2019

> El hombre que susurraba a las Garnachas...



Existen múltiples teorías relativas al origen de la Garnacha. El este de España, el sur de Francia e incluso Cerdeña se han postulado como los lugares de nacimiento de la variedad de uva más representativa de la cuenca mediterránea, porque su distribución geográfica actual no puede separarse de sus raíces históricas, hondamente ancladas a los territorios que hace cinco siglos conformaron los dominios de la Corona de Aragón. Por si ello no fuera suficiente atractivo, las numerosas subvariedades que engloba -blanca, tinta, gris, peluda, tintorera- han conseguido que más de un enólogo se enamore perdidamente de ella.



Este es el caso de Carlos Rubén Magallanes, natural de Ponferrada (León), tierra de soberbios cepajes -Mencías y Godellos- que sin embargo no fueron suficientemente acreedores de su amor. Tras una dilatada carrera como director técnico en varias bodegas en tierras aragonesas, tiempo durante el cual creció su pasión por la variedad de uva que hoy nos ocupa, decidió hace no mucho embarcarse en un proyecto global capaz de integrar las mejores Garnachas de ambos lados de los Pirineos. Para ello se alió con un empresario belga llamado Mark Schiettekat, responsable de la compañía Master Winemakers elaboradora de vinos en Europa, América y Sudáfrica. Fue un flechazo instantáneo, un triángulo amoroso perfecto entre Rubén, Mark y su adorada Garnacha. En realidad se trata de un proyecto personal de Carlos Rubén -su nombre y su firma figuran en etiquetas y corchos- aunque la idea original fuera de Mark. Incluso el sobrenombre La Voz de la Garnacha está tan bien traído que nos hace dudar si dicha voz es la de Carlos Rubén o la de la propia uva. En su página web se detallan los inicios del proyecto, las fichas técnicas de cada vino que elabora e incluye algunos breves vídeos protagonizados por el propio enólogo, casi siempre relacionados con el tortuoso viaje que le lleva de un lado para otro en busca de las garnachas perfectas. La grave voz de Carlos Rubén es el hilo conductor de todos ellos: sus reflexiones y pensamientos, sus preocupaciones y luchas internas no hacen sino traducir a palabras lo que las uvas le dicen a diario, él pone voz a los viñedos y al paisaje, se comunica con ellos, es el hombre que susurra a las Garnachas...

Los vinos protagonistas en orden de cata

El catálogo del proyecto es de por sí extenso -nada menos que 14 vinos- y en él hay de todo: tres vinos blancos, un rosado, un espumoso y nueve vinos tintos. La procedencia de las uvas es diversa -Aragón, Cataluña y Francia son los territorios con mayor representación- aunque los vinos parcialmente elaborados con uvas de Madrid y Manchuela fueron de los tintos mejor valorados por nosotros durante la cata. También los ensamblajes con uvas francesas -tintas y blancas- resultaron muy satisfactorios. En futuras añadas el número de botellas de cada referencia puede variar así como la procedencia de las uvas, en una decidida apuesta por los vinos denominados multiterroir, una nueva y moderna corriente que va a dar mucho que hablar y que escribir en los próximos años.

Detallaremos a continuación nuestras notas de cata y opiniones sobre los vinos protagonistas. Incluiremos también una calificación basada estrictamente en nuestras valoraciones personales, atendiendo exclusivamente a nuestros gustos y preferencias.

BASSIN BRUT
Espumoso resultado de la mezcla de Garnacha Blanca de Terra Alta (Tarragona, España) y de Béziers (Languedoc-Roussillon, Francia) elaborado siguiendo el método Charmat con segunda fermentación en depósito. 25000 botellas con una preciosa imagen. Amarillo pálido. Fresco, cremoso y amable en boca, con un carbónico bien integrado y nada agresivo. Excelente competidor de algunos espumosos italianos, con la novedad añadida de la variedad de uva empleada. Calificación 9/10


VIDA LIBRE BLANCO 2018
100% Garnacha Blanca de Terra Alta (Tarragona, España). Tapón de rosca y etiqueta vintage muy atractiva. 14000 botellas. Amarillo verdoso. Frutas de pepita. Algo corto en nariz, poco voluminoso en boca, mucho mejor en el postgusto. Comercialmente defendible, aunque algo fuera de rango por precio. Calificación 5/10


GARNA CHA-CHA-CHA 2018
100% Garnacha Gris del Alto Ampurdán (Gerona, España). Etiqueta desenfadada, atractiva y muy actual. 6000 botellas que no tardarán en desaparecer. Amarillo oro rosa. Manzanas asadas, flores marchitas y regaliz de palo. Complejo e interesante. Boca plena y sabrosa. Parece llevar trabajo sobre lías o permanencia en roble, pero no es así. Voluminoso y largo. Un resultado magnífico, con la exclusividad que aporta la escasas hectáreas disponibles de la variedad de uva utilizada. Éxito asegurado. Calificación 9/10

LA CUNA BLANCO 2017
100% Garnacha Blanca de Terra Alta (Tarragona, España) con permanencia de 30 días sobre sus lías. 15000 botellas. Amarillo trigueño. Frutas de pepita y pétalos de flores (rosa y jazmín). Brioche y panadería. Muy completo en boca, cremoso y muy gastronómico. Fiel reflejo de la variedad. Será interesante observar su evolución en botella. Competitivo. Calificación 7/10


PUNTO G ROSÉ 2018
Garnacha de Cigales (Castilla y León, España) con un pequeño aporte de Garnacha de Cariñena (Zaragoza, España). Elaborado mediante sangrado directo sin maceración. 13000 botellas. Juguetona etiqueta laberíntica que hace referencia al nombre del vino, un acierto comercial que dará para mucha conversación. Bonito color rosa pálido, afrancesado y actual. Frutillos rojos, golosinas, flores azules y mentolados. Tal vez demasiado fluido en su paso por boca. Ligero amargor final. Sofisticado, sugerente y muy vendible. Una botella más voluptuosa le vendría bien. Calificación 7/10


VIDA LIBRE TINTO 2018
100% Garnacha de Calatayud (Zaragoza, España). Tapón de rosca y etiqueta vintage muy atractiva. 70000 botellas. Rojo cereza de capa media con ribete rosado. Frutas rojas, yogur de frambuesas, especiados y recuerdos vegetales. Algo carente de estructura y un poco corto en postgusto. Un  ligero amargor final nubla el conjunto. Sorprende su ligereza, no parece de Calatayud, recuerda más bien a Gredos, a Somontano y a otras garnachas más frescas y septentrionales. Alejado de nuestros gustos. Muy en la línea de su hermano blanco, comercialmente es muy defendible. Calificación 6/10


LA CUNA TINTO 2016 "ENTRE VECINOS"
100% Garnacha procedente a partes iguales de las tres denominaciones de origen zaragozanas (Calatayud, Cariñena y Campo de Borja). Sin crianza. En realidad fue el primer vino que se diseñó para este proyecto, de ahí procede su nombre. 30000 botellas. Etiqueta ovalada muy similar a la de su mellizo blanco, con el que puede funcionar muy bien como pareja en las cartas de vino de los restaurantes. Rojo cereza de capa media con ribete malva. Frutas rojas maduras, algunas especias dulces y hoja de tomate. Equilibrado y muy comercial. De un estilo más previsible que el vino anterior, menos transgresor, probablemente más destinado al mercado nacional que a la exportación. Vino icono del proyecto. Calificación 8/10


DOBLE CUERPO 2018
Garnacha Tintorera de Manchuela (Castilla-La Mancha, España) y Garnacha de Calatayud con crianza. 7000 botellas. Etiqueta cinematográfica que recuerda a los antiguos anuncios de Cinemascope. Rojo cereza de capa media con menisco malva. Explosión de frutas rojas maduras, casi en mermelada, guindas al marrasquino y un punto de chocolate. Astringencia moderada, con buen equilibrio acidez-alcohol. Impecable elaboración. Junto con el espumoso, se trata del vino más tecnológico de todo el catálogo. Una apuesta segura, para todos los públicos. Calificación 9/10


EL CLÁSICO 2017
Ensamblaje de Garnacha de Madrid y del Penedés (Barcelona, España). 6000 botellas. Con crianza en barrica. Etiqueta un tanto anodina que contrasta con el nombre tan peculiar y futbolero de los partidos entre Real Madrid y FC. Barcelona. Rojo picota de capa media con ribete granate. Cerezas, tabaco, hebras de azafrán y bombones After Eight. Potente y equilibrado. Muy gastronómico. Excelente en este momento, ya con cierta evolución. Dudamos de sus posibilidades de guarda. Calificación 9/10


SUSPLAU 2017
Combinación de Garnacha de Montsant (Tarragona, España) y de Estagel (Languedoc-Roussillon, Francia). 15000 botellas. Muy bonita presentación con la etiqueta y la cápsula inspiradas en la obra de Gaudí. Rojo cereza de capa media con ribete violáceo. Ciruelas y cerezas. Recuerdos sanguíneos, férricos y minerales. Crujiente y fresco. Interesante. Calificación 8/10


SIN DUDA 2017
100% Garnacha de Calatayud. 25000 botellas. Única presentación en borgoñona de todo el catálogo con etiqueta que parece pintada a carboncillo representando el tronco retorcido de una cepa. Rojo picota de capa media-alta con ribete malva. Frutas rojas y negras, con un fondo de azúcar quemado y pimienta. Algo sobremadurado. Tiene de todo y en generosas cantidades, si acaso algo alcohólico. Un buen ejemplar del territorio bilbilitano, un poco agreste en cata técnica, pide acompañamiento gastronómico en abundancia. Calificación 7/10


ANTONIO ANTONIA 2017
Ensamblaje de Garnacha del Priorat (Tarragona, España) y de Maury (Languedoc-Roussillon, Francia) con crianza durante 6 meses en barrica nueva de roble francés. 6000 botellas. El diseño de la etiqueta tiene defensores y detractores a partes iguales, pero nadie está en condiciones de juzgar los gustos de los demás. Rojo picota de capa media-alta. Frutas rojas y negras. Especias dulces. Acidez media y astringencia media-alta. Es el vino más personal de todos -Antonio y Antonia eran los nombres de los padres de Rubén- y por ello no puede faltar en el catálogo. Preciosa historia humana que condensa toda una vida en unas cuantas botellas de vino. Imprescindible. Calificación 7/10


Parcela Ünica 2018, todavía sin etiqueta


PARCELA ÚNICA ECOLÓGICO 2018
100% Garnacha de Ainzón (Zaragoza, España) sin crianza, elaborado con uvas procedentes de un solo viñedo. 2400 botellas numeradas en la cápsula. Etiqueta todavía sin diseñar. Primer representante de un futuro nuevo catálogo de más vinos bajo el concepto parcela única. Rojo picota de capa alta con menisco violáceo. Ataque de esmalte de uñas y resina que se disipa al oxigenar. Frutas negras muy concentradas. Astringencia alta, falto de redondeo en botella. Quizás es pronto para su comercialización. Prometedor. Para guardar y reevaluar. Sin calificar.



A los organizadores de esta gigantesca cata técnica debió parecerles excesivo incluir un decimocuarto vino -probablemente 13 fue un número suficiente- de modo que se quedó en el tintero el último y más raro de todos, concretamente un tinto semidulce llamado Mil Gotas, elaborado con garnacha de vendimia tardía del Priorat (Tarragona, España). Nos quedamos con las ganas de catarlo, así que haremos todo lo posible para asistir a  la presentación pública del proyecto dentro de nada.

Hasta entonces continuaremos recordando el buen hacer de Carlos Rubén cada vez que probemos uno de sus vinos, y no debería sorprender a nadie que -prestando la suficiente atención- en nuestra mente percibamos el sonido de su voz, siempre susurrando a las Garnachas.



lunes, 2 de diciembre de 2019

> Destino Soria (y II): hotel rural La Casa de Adobe




Valdemaluque es una apacible localidad soriana prácticamente equidistante entre la ciudad episcopal de El Burgo de Osma y el Cañón del Río Lobos del que ya hablamos en una entrada anterior. Su urbanismo sigue la vega del río Ucero y sus edificaciones -incluso las más modernas- recuerdan a las antiguas casas pinariegas. Este tipo de construcciones representan la arquitectura rústica popular del oeste soriano, paredes con un entramado de madera sobre una base de piedra donde se asientan los muros de adobe y tapial. Tradicionalmente la casa pinariega se conformaba en una única planta destinada a vivienda y cuadra, con un granero en el piso superior. Todavía es posible ver en Valdemaluque algunas de esas antiguas casas -la mayoría destinadas a uso agrícola y de almacenaje- muchas de ellas en un lamentable estado de abandono. Sin embargo, a cualquier visitante le llamará la atención una casa pinariega de gran tamaño que parece haber sido construida recientemente, aunque respetando escrupulosamente la estética más tradicional. Esta casa, antiguamente conocida como "Casa de la Tía Timotea", es en la actualidad el moderno y agradable hotel rural La Casa de Adobe


Chimenea  encestada

Enca y Steve son los propietarios de La Casa de Adobe y a decir verdad, no sabemos con certeza cuál fue el motivo que consiguió convencer a Steve para que se trasladara definitivamente desde su Inglaterra natal hasta Soria, aunque conversando con Enca cuesta poco imaginar quién fue la artífice de ello. Cuando adquirieron la casa podría decirse que estaba a punto de derrumbarse, así que las primeras labores fueron de derribo y desescombro, aunque la preservación de vigas y otros elementos de madera fue un objetivo prioritario, ya que ambos tenían muy claro que la nueva casa debía conservar -lo más fielmente a la tradición- el estilo único de las casas pinariegas. La planta superior de la antigua casa de la Tía Timotea era el granero, un espacio diáfano de techo bajo con unos ventanucos, mientras que la planta inferior estaba ocupada por la cuadra, las habitaciones y la cocina, siendo indudablemente esta última la estancia más frecuentada. Sobre la vertical del hogar en el que crepitaba la leña -única fuente de calor de la época- y ocupando la totalidad de lo que debería ser el techo de la cocina, se elevaba otro elemento peculiar de la arquitectura tradicional. Hablamos de la "chimenea encestada", un gigantesco canasto troncocónico construido sobre un armazón de tablas de roble, tejido con ramas de enebro, barro y cal que se convertía en algo así como la columna vertebral de la casa. La chimenea atravesaba el piso superior y sobresalía por el tejado, recubriéndose exteriormente con tejas para protegerla de las inclemencias del tiempo, terminando en su extremo con tablas de madera para formar la contera y rematando el conjunto con una pieza metálica conocida como chipitel, imprescindible para impedir la entrada de agua y nieve durante el invierno.

Comedor. Al fondo la antigua cocina pinariega

Salón. Sobre el sillón orejero, un intruso

La reconstrucción de la casa -incluyendo la chimenea- no resultó una tarea sencilla porque fue necesario incorporar todas las técnicas actuales sin perder el encanto de las casas antiguas. En la planta baja recibe al viajero un amplio distribuidor desde el que parten las escaleras que suben al piso superior. El enorme comedor abraza por ambos lados a la antigua cocina pinariega que en realidad es hoy en día un cuarto de estar. Unas amplias ventanas iluminan el comedor que se distribuye en dos zonas, una con sillones en torno a una moderna chimenea acristalada y otra algo más elevada donde se ubican las mesas para disfrutar de cenas y desayunos. Un pequeño salón donde ver la única televisión de la casa y una habitación doble completan la planta baja. Subiendo las escaleras se llega a un nuevo distribuidor ocupado en gran medida por el cuerpo central de la chimenea encestada, en torno a la cual se encuentran las cuatro habitaciones dobles -todas ellas exteriores- con las que cuenta el hotel.


Patio exterior de La Casa de Adobe con sus peludos moradores

La amplitud de espacios es una constante en La Casa de Adobe, tanto en las zonas comunes como en las habitaciones. Esta últimas resultan francamente confortables, sin duda ayudadas por los elevados techos con las vigas de madera a la vista, un detalle que puede penalizar durante los meses invernales a los viajeros más frioleros, aunque se dispone de calefacción por hilo radiante con termostato individual en cada habitación. Los cuartos de baño son también generosos en dimensiones y cuentan con ducha de obra así como con un completo equipamiento. Obviamente el color terracota es el predominante en las paredes y ellas mismas son visualmente las protagonistas. La casa resulta muy acogedora a pesar de su austeridad desde el punto de vista decorativo -no debemos olvidar que se trata de una fiel reproducción de las antiguas casas de los labriegos sorianos- aunque sorprende por su calidez. Durante el día se echa en falta algo más de iluminación natural, a pesar de las ventanas adicionales que se abrieron en el comedor, pero si el tiempo acompaña es preferible salir al exterior donde es posible relajarse mientras se observa a la gran familia felina que Steve se encarga de alimentar -con puntualidad británica- dos veces al día. De hecho, cinco minutos antes de la hora, comienzan a tomar posiciones los gatos más madrugadores. Sin embargo todo es armonía, no hay maullidos ni conflictos, y una vez que han comido, cada uno regresa a su lugar de descanso, sólo los gatitos más jóvenes y traviesos permanecen a la vista durante sus momentos de diversión. 


    


Dice el refrán que hay gente para todo, pero nos resistimos a pensar que haya algún huésped de La Casa de Adobe a quien defraude el desayuno. La variedad  del mismo y el cariño con que Enca y Steve atienden a sus invitados son plena garantía de satisfacción. Mermeladas caseras, pan recién tostado, excelente café y -por supuesto- mantequilla de Soria. Para los más desvergonzados y atrevidos, como es nuestro caso, huevos fritos y embutido para terminar el vino de la cena de la noche anterior. Por cierto, las cenas diseñadas a menú cerrado constan de aperitivo, entrante, plato principal y postre, todo ello de elaboración casera y con predominio de los productos de proximidad. En el capítulo dulce el protagonismo es para las recetas inglesas, destacando por méritos propios el buen hacer de Enca en la preparación del Sticky Toffee Pudding y del Apple Crumble, sencillamente deliciosos. Una amplia carta de infusiones naturales es el complemento ideal para una relajada conversación junto a la chimenea.

Las joyas enológicas de Steve

No nos hemos olvidado de los vinos, hilo conductor de nuestros artículos, más bien hemos decidido dejarlos para el final. Fiel a su filosofía de apostar por los productos autóctonos, la selección de vinos realizada por Steve incluye numerosos representantes sorianos. Varias botellas saludan a los comensales desde una vitrina iluminada de camino al comedor y raro es el que no se detiene ante ella a elegir el vino para la cena. Es posible disfrutar de ellos por copas o por botellas, a gusto del consumidor. 


Valdebonita. Fuente: web de la bodega

Comenzamos degustando para acompañar el aperitivo una copa de Valdebonita, monovarietal de Albillo, variedad blanca recién aceptada por la DO. Ribera del Duero, con fermentación y crianza parcial en barrica de roble francés. Está elaborado por Bodegas Rudeles en Peñalba de San Esteban, un atractivo proyecto que ha surgido del esfuerzo común de varios viticultores, propietarios de pequeñas parcelas con cepas centenarias, alguna incluso prefiloxérica. El nombre de la bodega es el resultado de la fusión de la primera sílaba del apellido de cada uno de los socios -Rupérez, Del Hoyo y Espinel- familias todas ellas bien arraigadas a la localidad de Peñalba. Cuentan con algo más de 15 hectáreas de viñedo bastante desperdigado a 950 metros de altitud, múltiples parcelas que obligan a un trabajo metódico y manual de las variedades Tinta del País, Garnacha y Albillo, esta última protagonista del Valdebonita. Amarillo pajizo de capa media con ribete dorado. Nariz plena de manzanas asadas, vainilla, panadería y taller de ebanistería. Entrada muy agradable gracias a un pellizco de azúcar residual, paso alegre y cremoso sin excesiva complejidad, refrescante acidez y postgusto de media duración ligeramente amargo con recuerdos de cáscara de limón. Gran trabajo realizado con una variedad de uva seria y sobria, poco aficionada al folclore aromático. Muy interesante.

12 Linajes Crianza

Para la armonización de la cena de la primera noche nos decantamos por el 12 Linajes Crianza elaborado por Viñedos y Bodegas Gormaz, la antigua sociedad cooperativa de San Esteban de Gormaz, integrada actualmente en el grupo Hispanobodegas. Se trata de un vino "muy Ribera del Duero" monovarietal de Tinta del País con 14 meses de crianza en barrica mixta de roble americano y francés. Visualmente de un color rojo cereza de capa media-alta con ribete granate, le cuesta mostrar en nariz unas tímidas frutas rojas y negras, algo eclipsadas por los tostados y torrefactos de la crianza. Agradece mucho la aireación, desapareciendo ese exceso de madera, para dar paso a la mermelada de ciruelas, el regaliz y los balsámicos. Resulta muy elegante en boca, con esa sincera acidez que caracteriza a los riberas más orientales y en el final de media persistencia, reaparece el café y los recuerdos a caja de puros. Más que correcto, aunque precisa de tiempo en la copa para mostrar todo lo tiene.


Rudeles 23

El elegido para la segunda de las cenas, fue en realidad una recomendación personal de Steve.   La etiqueta del Rudeles 23 no resulta especialmente atractiva, más bien parece algo infantil, y representa el mapa a mano alzada de los 23 viñedos de los que proceden las uvas. Ensamblaje de Tinta del País y Garnacha (95-5) con posterior crianza durante 5 ó 6 meses en barrica de roble francés. Picota de capa muy alta con menisco violáceo, indicativo de su juventud. Guindas y otras frutas rojas, acompañadas de recuerdos lácticos, suaves mentolados y especiados. En boca es cremoso, redondo y amable, con unas sutiles notas de crianza que acompañan sin molestar. Fácil, accesible y diseñado para hacer disfrutar. Excelente.

Concluimos aquí este breve serie dedicada al sur de la provincia de Soria, un rincón de la España interior pendiente de ser descubierto. Naturaleza, historia, gastronomía y buenas gentes. Remanso de tranquilidad donde una conversación es el mejor placer y compartir una copa de vino representa la máxima felicidad.

We will return!


Los autores del blog con Enca y Steve en la puerta de su casa