lunes, 27 de octubre de 2014

> Piamonte gourmet (y III): la visita




El paisaje de esta zona de Las Langas resulta sinceramente muy agradable de contemplar. Con la única excepción de la localidad de Barolo, todos los demás núcleos urbanos se encuentran en las cimas de los cerros, de modo que desde cada población se pueden ver cinco o seis poblaciones vecinas, entre las cuales solamente hay un oleaje de viñedos. El aspecto de las lomas es muy curioso, con cada pequeña viña plantada siguiendo una orientación, firmes en sus espalderas, sin salirse un ápice de la formación, como soldados bien disciplinados. Ni un asomo de malas hierbas o rastrojos, los pasillos entre vides son una alfombra de blanquecino suelo calizo-arcilloso desnudo, algo más amplios en aquellos viñedos, por ejemplo de Barbera, donde las máquinas han sustituido a la mano del hombre durante la vendimia. Siempre unas rosas comandan el desfile de vides en cada lineal, a medio camino entre la tradición y el control de plagas ecológico, tal y como ya describimos en una entrada anterior.


A las puertas de la bodega de la familia Marrone

Así pues, rodeados de esos viñedos impolutos, llegamos a la localidad de La Morra, más concretamente al vecino barrio de Annunziata, donde se encuentra la bodega de la familia Marrone, al frente de la cual está Gian Piero, hijo y nieto de viticultores, y a quien sucederán (de hecho ya lo van haciendo en algunas parcelas de la empresa) sus tres hijas: Denise, Serena y Valentina. Atravesamos un precioso patio empedrado vistosamente decorado con flores y entramos en un amplio espacio que hace las veces de tienda y sala de degustación. Rodeados de barricas y toneles, tomamos asiento en torno a varias mesas de madera en las que esperaban nuestras copas, platos y cubiertos, porque lo posterior no fue una cata tal y como la conocemos, fue una degustación de vinos y productos típicos de la región, casi un almuerzo.


Piemonte Barbera 2013 y Barolo 2010

El primer vino que probamos fue un blanco jóven sin barrica, Langhe Arneis Tre Fie 2013, elaborado íntegramente con una variedad autóctona de uva llamada Arneis. De color amarillo pajizo brillante y limpio, resultó de entrada poco expresivo en nariz, nos costó encontrar flores blancas y amarillas en la copa. En boca resultó mejor, más completo: cítricos y piña, agradablemente ácido y de final mineral tal vez demasiado seco. Correcto en general, para ser la primera vez que probábamos esa variedad, nos quiso recordar a la Macabeo o Viura. Un vino muy ligero, para tomar antes de comer incluso sin acompañamiento alguno. Nosotros lo acompañamos de una tostada de pan con salsa de tomate casera, deliciosa, como siempre en Italia.

El segundo vino, y primer tinto del día, fue un monovarietal de la casta más humilde de la región, Piemonte Barbera 2013, 100% Barbera, de bonito color rubí limpio y capa media. Muy inerte en fase nasal, aportó al oxigenarse frutas rojas y canela. En boca se pudo apreciar un tanino muy bien domado, carnoso, y una moderada acidez que equilibra el conjunto. De trago largo y fácil, el postgusto se nos antojó ligeramente amargo. Acompañó estupendamente a unas tablas de embutidos de la región.


Degustación 


Y por fin llegó el momento culminante de la visita: la degustación del "rey de los vinos", del "vino de reyes". El Barolo 2010, monovarietal de uva Nebbiolo, se presentó visualmente de un precioso color rojo cereza de capa media y con moderada lágrima apenas pigmentada. Gran fase nasal, con frutos rojos y negros, regaliz, tabaco y recuerdos de proteína. En boca se demostró modulado, redondo, con taninos bien pulidos, notas licorosas y un final largo y especiado, apenas mineral. Lo maridamos con tres tipos de quesos acompañados de miel y de cugná (una mermelada de uva y manzana típica de la región). Un vino soberbio.

Como despedida, una última copa antes de emprender el regreso. En concreto nos sirvieron un Moscato d´Asti Solaris 2012 muy peculiar. Amarillo claro en fase visual, predominio de frutas de hueso en nariz (albaricoque, mango, etc) y con una fase gustativa verdaderamente original. Se trata de un vino de postre, con escaso contenido alcohólico, apenas un 5%, con algo de gas carbónico propio de la fermentación, lo que en Italia se llama frizzante, muy sutil y delicado, magnífico cierre a una degustación estupenda.


Precioso paisaje



Un rincón con encanto a las puertas de la bodega


Ponemos aquí punto y final a una serie de tres entradas dedicadas a la región del Piamonte, con la satisfacción de volvernos a casa con nuevos aromas y sabores en nuestra memoria olfativo-gustativa. Breves escapadas como esta permiten abrir nuestras perspectivas, en ocasiones con un alcance demasiado limitado, inmersos como solemos estar en el día a día. Visitas en este sentido nos enseñan a valorar nuestra tierra y nuestros productos, aunque no debemos olvidar que el mundo es demasiado grande y hermoso como para renunciar a viajar y a conocer otras tierras, otras uvas y otros vinos.

Hasta la próxima.






martes, 21 de octubre de 2014

> Piamonte gourmet (II): los vinos


Las rosas: vigías sanitarios del viñedo


Aún con los recuerdos de la trufa blanca en el paladar, nos ocuparemos a continuación de encontrarle un maridaje adecuado.

Tres son las variedades de uva tinta más comúnmente utilizadas en Las Langas: Dolcetto, Barbera y Nebbiolo. La primera de ellas, la Dolcetto (que significa "pequeño dulce", en italiano) se suele utilizar para elaborar vinos ligeros, normalmente sin crianza, para consumo durante el año, con cuerpo medio, frutales, bien coloreados y con final levemente amargo, aunque en la actualidad se integra también en ensamblajes con las otras dos variedades locales para dar lugar a vinos más estructurados. Es una incógnita el origen del nombre, pues con ella no se elaboran vinos dulces, ni tampoco el contenido en azúcares es tan anormalmente alto como para otorgarle tal calificativo.


Vinos elaborados con Dolcetto y Barbera


La Barbera es una variedad de uva con una envidiable capacidad de adaptación al terreno, su desarrollo es poderoso independientemente de la orientación y ubicación del viñedo. Muy a su pesar, en la zona de Alba es frecuentemente desplazada de las mejores orientaciones (sur-sureste) por la más valiosa Nebbiolo. Por si fuera poco, posee además cierta resistencia a muchas enfermedades, motivo por el cual está muy bien considerada por los agricultores, ya que proporciona un sustento económico firme año tras año. Casta muy humilde hasta los años 80, la Barbera aporta color y acidez (inicialmente excesiva) a los vinos jóvenes, los cuales convenientemente redondeados en barrica, disfrutan en la actualidad de un reconocimiento merecido. Los vinos elaborados con Barbera son visualmente de tonos rubí con buena intensidad, en nariz predominan las flores (rosas, violetas) y las frutas (cereza, ciruela). De cuerpo medio y carnosa frutosidad son vinos con un excelente equilibrio ácido-alcohólico, de trago largo y fácil, vinos que invitan a ser bebidos. Los italianos, siempre con cierta tendencia a la ampulosidad, denominan a esta variedad de uva como la "Merlot del Piamonte", aunque tal afirmación nos parece mucho decir...


Bonitos racimos


Bella ragazza

Por último, la más valorada y reconocida variedad es la Nebbiolo ("nublado", en italiano) en clara referencia a la época de vendimia, durante la primera quincena de octubre. La Nebbiolo es una uva difícil, sensible a muchas cosas, de complicada y tardía maduración. Las vides de Nebbiolo tienen un desarrollo muy vertical, así que exigen espalderas de más de tres metros. La poda debe ser enérgica en la parte inferior y también el aclarado del fruto, para conseguir escasos racimos por planta y bajos índices productivos por hectárea. Los racimos justo antes de la vendimia deben asomar íntegramente por debajo del follaje, plenamente expuestos a los últimos rayos del sol del otoño para asegurar su correcta maduración, y penden con su característico color azul mate a escasos 60 centímetros del suelo. La más mínima inclemencia climatológica puede arruinar la cosecha. Cada añada es un sinvivir para el productor hasta que finaliza la vendimia, por supuesto manual, selectiva y cuidadosa.



Gran variedad de vinos. Difícil elección.



Entre los agricultores, la Nebbiolo se considera una privilegiada, una consentida, dicen, pues debe ocupar las mejores orientaciones, siempre a mitad de ladera, ni muy al fondo del valle ni muy en la cumbre, "lo primero la asfixia y lo segundo la despeina", comentan. Por otro lado no es de extrañar, ya que esta variedad de uva supone el máximo exponente vitivinícola de la región. Si da el máximo, es lógico que exija lo máximo, y los productores, conocedores de sus caprichos, acceden entre temerosos y enamorados. De nuevo los italianos, con su habitual autobombo, denominan a la Nebbiolo como la "Pinot Noir del Piamonte", en claro paralelismo con la uva reina de la Borgoña, la más sutil y delicada del mundo, aunque hemos de decir que en esta ocasión tal vez no les falte razón, y la comparación sea bastante acertada.

En los vinos elaborados con Nebbiolo, predominan los aromas a frutos rojos, regaliz, violetas, tabaco, especias y sílex. La Nebbiolo entra a formar parte de vinos multivarietales (junto con Barbera y Dolcetto, por ejemplo) en los abundantes Langue Rossos (Tintos de Las Langas, en italiano), pero es en algunos monovarietales donde alcanza su máximo esplendor. Y aquí se presenta el punto clave: en función de la ubicación geográfica del viñedo, y siempre y cuando se cumplan ciertas reglas de envejecimiento, el vino elaborado con Nebbiolo se clasifica en Barbaresco y Barolo.





Se le reconoce el derecho a ser denominado como Barbaresco a todo vino elaborado con uva Nebbiolo procedente de viñas situadas en una serie de poblaciones situadas al nordeste de la ciudad de Alba (Barbaresco, Neive y Treiso), siempre que haya superado una crianza mínima de dos años en barrica de roble o castaño y alcanzado un mínimo del 13% de contenido en alcohol. Si además se quiere que sean considerados riserva (reserva), la crianza debe extenderse hasta los cuatro años, empezando a contar dicho periodo "el primer día del mes de enero del año posterior a la fecha de vendimia". Históricamente, el Barbaresco ha sido considerado un "vino burgués", en contraposición con el Barolo, que de siempre ha sido considerado un "vino noble".


Barolo, el rey de los vinos


El Barolo vio la luz a principios del siglo XIX, cuando Vittorina Giulia Colber de Maulévrier, de origen evidentemente francés, se casó en 1806 con Carlo Tancredi Falletti de Barolo, convirtiéndose en la famosa marquesa de Barolo. Aunque parece haber indicios de que varios siglos antes ya se elaboraba un vino similar, ligeramente dulce, con uvas sobremaduradas, fue tras la llegada de varios técnicos franceses a la región cuando puede decirse que empezó a nacer el Barolo tal y como lo conocemos hoy en día.

Comprender el Barolo no es tarea sencilla. Dicha denominación está restringida a aquellos vinos elaborados únicamente con uva Nebbiolo, procedente de viñedos situados en 11 municipios al suroeste de Alba (Barolo, La Morra, Monforte, Serralunga, Castiglione Falletto y seis poblaciones más), siempre y cuando tras superar tres años de crianza (dos en barrica de roble o castaño y un año en botella) alcancen un mínimo de 13% de contenido alcohólico. Si además se quiere que sean considerados riserva (reserva), la crianza debe extenderse hasta los cinco años, empezando a contar dicho periodo "el primer día del mes de enero del año posterior a la fecha de vendimia". Pero vamos a complicar todavía un poco más el asunto. Cada productor posee viñedos (pagos) en diferentes municipios, con distintos suelos, distinta orientación y distinta altitud. Los vinos se elaboran por separado, casi nunca se mezclan uvas ni vinos de pagos distintos, así que cada bodega es quien decide si elabora uno, dos, tres barolos... o ninguno, si considera que la calidad de la uva no es la adecuada. En una región donde las condiciones edafológicas y climáticas pueden variar en 30 metros, tal mosaico de minifundios y microparcelas se traduce en un rompecabezas colosal.


Fermentación en depósitos giratorios de acero inoxidable 



Barricas de roble francés


Durante los años 70 y 80 se vivió una auténtica revolución. Nuevas generaciones de productores, más viajados y formados, impulsaron novedosas innovaciones en la elaboración del Barolo: utilización de depósitos de acero inoxidable para las fermentaciones, disminución de las temperaturas, reducción de los rendimientos por hectárea, poda y vendimia bien controladas, empleo de barricas de roble francés para la crianza, etc. Los productores tradicionalistas les acusaron de desvirtuar la esencia del Barolo, acostumbrados como estaban durante 250 años a fermentar en viejos y usados tinos de roble  o castaño eslavonio, con temperaturas elevadas y maceración prolongada, buscando lo que según ellos era "el vino de reyes" capaz de conservarse en botella durante 50 años, un concepto que durante decenios fue aceptado, pero que a finales del siglo XX estaba en franco retroceso. De este conflicto se derivó no sólo la salvación del Barolo a nivel mundial, sino un auténtico resurgimiento, que ha permitido volver a situarlo en la cima del universo enológico.

En la próxima entrada, la visita y la cata.







sábado, 18 de octubre de 2014

> Piamonte gourmet (I): la trufa blanca


Paisaje otoñal en Las Langas: viñedos, colinas y niebla



La provincia de Cuneo, en el corazón del Piamonte, algo al sur de Turín, da cobijo a una histórica región conocida como Las Langas, caprichosa distribución de colinas y cerros, que en sucesivas filas paralelas, se extiende desde las estribaciones más meridionales de los Alpes hasta casi la vecina costa de Liguria. Alejada de los atractivos turísticos habituales de Italia, esta región posee una indudable belleza paisajística y gastronómica, ambas íntimamente imbricadas en los viñedos, bosques y plantaciones de avellanos, que se pierden en el horizonte, sin importar hacia dónde se mire.

Dicen los italianos que en Las Langas es donde mejor se come (y se bebe) de toda Italia, y muy probablemente tengan razón, pues a los platos digamos más habituales (pasta, pizza, risotto, carpaccio, etc) en estas tierras se añade la caza, los asados, los quesos, la carne de buey y en particular un condimento verdaderamente exclusivo: la trufa blanca (Tuber magnatum pico), delicadeza aromática sublime que invade y deleita nada más poner un pie en las calles de Alba, capital de Las Langas y próspera ciudad de aproximadamente 30.000 habitantes donde se celebra cada año desde 1929 la  famosa Feria de la Trufa. En ella se fija el precio del kilo de este manjar subterráneo tan esquivo y dificultoso de conseguir, perseguido por los denominados trifolau, oficio que se hereda de padres a hijos en una suerte de omertá o pacto de silencio al respecto de las zonas de recolección, pues esta trufa blanca no se cultiva, sino que ha de buscarse con la única ayuda de un perro y la sabiduría familiar heredada. No es por tanto extraño que el precio del kilo de este delicatessen supere ampliamente los 2500 Euros, casi diez veces el precio de la trufa negra de la zona.

Por las calles de Alba. Al fondo, el cartel anunciador de la Feria de la Trufa

Rótulo de Tartufi & Co.


Fuimos acompañados por nuestra guía hasta el establecimiento de Tartufi & Co. empresa familiar de larga tradición trufera, como bien atestiguan los recortes de prensa y galardones que con gran orgullo exhiben en su local. Premios, trofeos, fotografías antiguas e incluso una portada en el diario La Stampa, ornamentan su área comercial al tiempo que atestiguan un pasado de generaciones dedicadas al mundo de la trufa.

Las coquetas instalaciones de Tartufi & Co. en Alba

Tradición familiar




No por conocido deja de sorprendernos el aroma que desprende este hongo hipogeo, parásito de las raíces de ciertos árboles, pero que en cierta medida llega a un pacto de no agresión con ellos. Al entrar en Tartufi & Co. sentimos una oleada violenta del olor característico de las trufas. A algunas personas puede llegar incluso a desagradar, porque tal y como describimos en una entrada anterior la intensidad y variedad aromáticas son desbordantes, incluso diríamos aún más potentes en el caso de la trufa blanca. Los recuerdos a bosque húmedo y materia orgánica, a animales y humus, a establo y desván, abofetean al visitante incluso antes de entrar. Hay que saber dosificarse, tanto en el deleite de los olores como en la adquisición de productos trufados, porque los precios son elevados.

Trufas blancas y negras

El catálogo de productos relacionados con la trufa es inagotable. Aceite y vinagre perfumados con trufa, embutidos trufados, salsa de tomate, crema de trufa, patés trufados, sal con trufa desecada, chocolates, bombones, pasta trufada (no olvidemos que estamos en Italia)... Y por supuesto las trufas en sí mismas, frescas, deshidratadas, en su jugo, en brandy... Tuvimos oportunidad de probar un poco de todo, sin embargo, lo que más nos sorprendió por novedoso y desconocido fue la salsa de tomate, quizás porque no hay lugar del mundo en que se haga mejor que en Italia. Sin duda, herencia y mérito de la mamma de la familia... Por motivos relacionados con el transporte y el traslado, adquirimos finalmente un paquete de tallarines trufados y unos botes de sal con trufa desecada.


Degustación

Atención, foto...


Cualquier alimento trufado reclama enérgicamente la presencia del vino en la mesa. Durante la degustación en Tartufi & Co. tuvimos oportunidad de probar varios vinos de la región, pero acerca de ellos hablaremos largo y tendido en la próxima entrada.

Hasta muy pronto.