miércoles, 27 de marzo de 2019

> Hotel Tierra Buxo: el encanto del Biello Sobrarbe...




Algo mágico tiene el Sobrarbe que seduce irremediablemente a quien lo visita. Son más habituales de lo que pensamos los casos de viajeros que tras disfrutar de sus paisajes -en ocasiones tan solo durante un fin de semana- deciden trasladarse a vivir o incluso emprender un negocio en las tierras que antaño fueron, junto con la vecina comarca de la Ribagorza, el origen del Reino de Aragón.

El Biello Sobrarbe -Viejo Sobrarbe- se extiende al sur de la comarca y constituye en realidad la cara más desconocida de la Sierra de Guara, donde no llega el turismo de masas en ninguna de sus modalidades, en parte porque tampoco la comunicación por carretera acompaña como debiera. Las localidades de Lecina, Eripol, Arcusa, Santa María de Buil, Guaso y Latorrecilla tienen el atractivo de los pueblos en los que el tiempo parece haberse detenido. La arquitectura popular tradicional de todos ellos, sus calles empedradas, su integración con el paisaje -a menudo mediante la construcción de murallas y torreones defensivos de los que quedan algunos restos- así como algunas muestras de arte románico y gótico aragonés en sus iglesias, son motivos más que suficientes para dedicarles una visita reposada. Y decimos reposada, porque si algo es imprescindible en el Biello Sobrarbe es olvidarse de las prisas. Sus montañas y sus paisajes llevan siglos así, de modo que nadie debería atreverse a perturbar ese estado de calma perpetua que todo lo impregna.


 Hotel Tierra Buxo (Arcusa)

Quien le iba a decir a Marta, aquella niña que correteaba durante sus vacaciones estivales por las calles de Arcusa, que años más tarde regresaría para establecerse definitivamente allí. En realidad la historia encierra un encantador relato, tanto más adorable cuantos más detalles se conocen del mismo. Los abuelos maternos de Marta insistieron en conservar sus tierras en Arcusa y la atracción que el Sobrarbe ejerció sobre ella nunca se desvaneció, ni siquiera durante los años en que trabajó en el Grand Hotel Intercontinental, justo al lado del imponente y ostentoso edificio de la Opera Garnier, en pleno corazón de París. Allí conoció a Romain, un espigado y simpático muchacho francés que comenzó como camarero en el Café de la Paix, y que con el paso del tiempo promocionó en la empresa hasta llegar a tener un centenar largo de personas a su cargo. Para ambos, desde el punto de vista profesional su trabajo era plenamente satisfactorio, aunque el bullicio y el ritmo trepidante de la gran ciudad les llevara en ocasiones a buscar la tranquilidad del Sobrarbe en sus periodos de descanso. Quizás durante alguna de aquellas charlas junto a la chimenea o sentados al atardecer sobre un murete de piedra, comenzaron a trazar sus planes de futuro. Con la experiencia obtenida durante años en la capital del Sena decidieron dar un giro radical a su vida e iniciaron la construcción de un pequeño hotel en Arcusa en una parcela junto a la Iglesia de San Esteban donde el abuelo de Marta tenía un viejo almacén agrícola. Compaginar las obras con el trabajo en París fue lo más complicado, aunque la ilusión de emprender un proyecto propio logró vencer las dificultades. 


Atardecer en el porche de Tierra Buxo


Finalmente el Hotel Tierra Buxo -boj, en aragonés- abrió sus puertas en la primavera de 2018, con un planteamiento basado en el servicio cercano y de calidad. No en vano el hotel dispone tan solo de cinco habitaciones -tres standard y dos suites- así que a pleno rendimiento el número máximo de clientes es exactamente de diez hospedados al día, muy lejos de las cifras que Marta y Romain acostumbraban a manejar en el Intercontinental parisino, con casi 500 habitaciones por gestionar y más de 800 desayunos a servir diariamente. Ellos dos son el único personal de Tierra Buxo: Marta se encarga de las reservas y de la puesta a punto de las habitaciones, Romain está a cargo de la cocina, el jardín y la piscina. La atención en sala durante el desayuno y la cena lo comparten entre los dos. Y en ese instante, en las largas sobremesas conversando con los clientes, adquiere todo el sentido su decisión de abrir Tierra Buxo.


Decoración funcional y cálida

Detalles 

Equipamiento inmejorable

El diseño del hotel es funcional pero sin perder un ápice de calidez. La planta calle está ocupada por la recepción, la cocina, el comedor y la espectacular terraza acristalada que sin duda es la imagen más icónica del hotel. El piso inferior es la zona de descanso -salón, bar en régimen de autoservicio y un delicioso porche con plantas aromáticas -la Sierra de Guara al alcance de la mano- que desliza involuntariamente al visitante hacia el jardín y la piscina. En los dos pisos superiores se reparten las habitaciones, minimalistas y acogedoras, todas exteriores como cabría esperar, pues no hay decoración más bonita que contemplar el Sobrarbe desde una terraza. Numerosos detalles de calidad esperan al huésped que se aloja en Tierra Buxo. Cada habitación dispone -por cortesía del hotel- de una cafetera de cápsulas, agua mineral y dulces caseros. Los amenities de baño son de alta gama y se completan con un juego de zapatillas y albornoz para cada cliente. También resultó una grata sorpresa descubrir que todavía hay quien presta el denominado "servicio de cobertura", consistente en dejar preparada la habitación -cortinas cerradas, pijamas plegados, cama entreabierta, velas, unas chocolatinas- para que el huésped la encuentre impecable cuando regrese a ella después de cenar, una costumbre prácticamente desaparecida excepto en los hoteles de lujo y en los cruceros.


Carta de bienvenida

A decir verdad, la calidad del servicio se percibe desde mucho antes. Días después de haber realizado la reserva, recibimos un mensaje por whatsapp proporcionándonos todo tipo de información acerca de los lugares con atractivo turístico de la zona y los accesos por carretera, así como interesándose por posibles intolerancias o alergias, y debemos añadir que son cuidadosamente respetadas a la hora de preparar la cena y el desayuno. El procedimiento de registro no es un mero intercambio de datos distante y apresurado como en la mayoría de los hoteles. A Marta le gusta tomarse su tiempo y se le ve disfrutar charlando con quien va a ser su invitado durante unas horas o unos días. No es difícil animarle a que cuente la historia de su vida, las razones que le motivaron para regresar a Arcusa y si le costó mucho convencer a Romain, aunque en realidad no sabemos a ciencia cierta quién convenció a quién. Toda esta conversación la tuvimos mientras nos mostraba las distintas estancias del hotel y para asegurarse nuestra plena atención puso en nuestras manos un vaso de deliciosa limonada casera. 


La terraza acristalada: un lugar privilegiado


Presencia y calidad con productos de kilómetro cero

El momento de la cena es especial. La terraza acristalada que durante el día permite una vista de la Sierra de Guara desde el amanecer hasta el ocaso, se transforma con la oscuridad de la noche en algo más íntimo, incluso introspectivo. La iluminación ambiental es perfecta, no peca por exceso ni por defecto, y la suave música ambiental acompaña sin molestar, permitiendo cómodamente la conversación a la vez que llena esos silencios que tanto incomodan a las personas tímidas. No existe una carta ni nada que se le asemeje, en realidad cada noche la propuesta es fruto de la imaginación de Romain. Su cocina es una fusión francoespañola, con protagonismo de los productos de temporada y de proximidad. Elaboraciones tradicionales, sin artificios ni trampantojos, cocina de verdad, muy bien realizada, sabrosa y de presencia impecable. Cada plato es presentado por Romain, con una breve descripción del mismo o de sus ingredientes, porque todos tienen una historia detrás y Romain está siempre dispuesto a contarla a quien desee escucharle. 


Servicio del vino con Coravin

Sed de Bodega El Vino del Desierto (Lanaja)

Capítulo aparte merece la atención que en Tierra Buxo se le presta al servicio del vino. Llama poderosamente la atención la envidiable colección de vinos que Romain atesora en una vinoteca acristalada y que ocupa un lugar preeminente en el centro del comedor. Evidentemente dispone de vinos digamos comerciales, marcas conocidas para el público general, pero al mismo tiempo el comensal más curioso y exigente, aquel que tenga la inquietud de probar vinos más extraños, menos habituales e inalcanzables para muchos, tiene la posibilidad de pedirlos por copas gracias al servicio con Coravin. Para quien no lo conozca, el sistema Coravin es un aparato que permite la extracción del vino del interior de la botella sin necesidad de descorcharla, atravesando el corcho con algo similar a una aguja hipodérmica y sustituyendo el volumen del líquido extraído por un gas inerte que posibilita la conservación del resto del vino que permanece en la botella sin ningún tipo de alteración. Indudablemente el servicio con Coravin tiene un coste añadido, pero cualquier buen aficionado al vino estará siempre dispuesto a costearse un pequeño capricho como este. 


Ontina y Blancoluz, de Bodegas Edra (Ayerbe)


Cartel promocional de Vignerons Independiemtes de Huesca

Los tesoros de Romain

La decidida apuesta por el territorio ha animado a Marta y Romain a formar parte de la red de establecimientos participantes en el proyecto Vignerons Independientes de Huesca del que ya hemos hablado en otras ocasiones. De hecho un gran cartel anunciador de Vignerons ocupa un lugar bien visible en el comedor de Tierra Buxo. Su presencia suscita interés en quien lo observa, da pie a explicar esta iniciativa enológica surgida en el corazón del Sobrarbe y consigue en muchas ocasiones despertar en el visitante la curiosidad por probar vinos de variedades autóctonas, procedentes de pequeñas producciones o con elaboraciones peculiares. Las explicaciones de Romain, el buen trabajo de las bodegas y la eficacia del sistema Coravin son la garantía de que el cliente quedará satisfecho.


Inolvidable blanco semidulce de Loira

Y para terminar, una reflexión... Tierra Buxo es la apuesta de Marta y Romain para hacer de su sueño una realidad. Y no nos equivocamos al afirmar que no es sencillo encontrar un hotel donde las cosas se hagan con tanto cariño y detalle. Todo son atenciones, desde el instante en que se realiza la reserva hasta el momento en que nos despidieron en la propia puerta del hotel. Nunca un entorno tan bonito, elegante y familiar consiguió hacernos sentir mejor que en nuestra propia casa. Con total seguridad su proyecto será exitoso y duradero, porque las cosas hechas con amor y pasión son las que perduran en el tiempo.

Volveremos...



miércoles, 20 de marzo de 2019

> La Rioja ignorada




Nos referimos a esa tierra de nadie, alejada de la comodidad de la ribera del Ebro, donde los campos comienzan a inclinarse hacia arriba camino de la Sierra de la Demanda y se insinúan los rigores de los páramos mesetarios de la vecina provincia de Burgos. En sentido opuesto, las aguas procedentes del deshielo y las surgencias subterráneas van formando cauces y torrentes cada vez más anchos que van confluyendo para formar tres ríos -Tirón, Oja y Najerilla- prácticamente en cursos paralelos al inicio y que discurren valle abajo hasta reunirse en las tierras fértiles y aluviales con su padre el río Ebro.


Maqueta del Monasterio de Yuso (San Millán de la Cogolla)


Códices que contienen las famosas "Glosas Emilianenses"

La zona de la que hablamos se ubica a mitad de camino entre dos monasterios, el de Santa María la Real en Nájera -otro territorio casi olvidado desde el punto de vista enológico- y el conjunto arquitectónico de los Monasterios de Suso y Yuso en San Millán de la Cogolla, célebres por albergar en el margen de un códice escrito en latín las primeras anotaciones en castellano arcaico de las que se tiene constancia -las denominadas Glosas Emilianensesmotivo por el cual tienen el reconocimiento de ser considerados como la cuna de la lengua española. El viñedo de este territorio pertenece a la subzona Rioja Alta, aunque nunca ha gozado del mismo predicamento que el de otras localidades situadas más al norte, históricamente preocupadas en competir con la Rioja Alavesa. Prácticamente en nada se diferencian aquellos suelos de éstos a los que nos referimos y si tiramos de tradición, nada tienen tampoco que envidiar las bodegas familiares de esta zona casi olvidada de La Rioja a los grandes grupos bodegueros de Haro o Briones.


Viñedos con la Sierra de la Demanda al fondo. Fuente: www.larioja.com

Badarán, Cordovín, Alesanco, Cárdenas o Baños de Río Tobía son algunas de las localidades a las que hacemos referencia y es altamente improbable que sus nombres aparezcan en las famosas guías de vinos por puntos que tanto han influenciado al público de unos años a esta parte. No obstante, su ausencia en esas célebres páginas llenas de estrellas doradas y calificaciones, refrenda la importancia de la tradición y del trabajo bien hecho. Las bodegas familiares a las que nos referimos son la verdadera esencia de Rioja, porque elaboran sus vinos siguiendo las enseñanzas de sus antepasados, aprendizajes recibidos en la infancia por aquellos chavales que hoy en día son bodegueros, y lo hacen con la firme voluntad de obtener vinos que satisfagan a quien los disfrute, no para alimentar egos ni para idolatrar a los críticos. Sus vinos no tienen trampa ni cartón y son, por encima de todo, honestidad embotellada. 


Retrato de David Moreno. Fuente: Twitter de la bodega

La historia de David Moreno es un relato similar a otros que hemos escuchado en ocasiones anteriores. Siguiendo el consejo familiar y tras cursar estudios universitarios, se instaló en Barcelona donde trabajó exitosamente como ingeniero técnico durante varios años en la planta de Seat en Martorell. En la década de los ochenta le asaltó la necesidad de regresar a su pueblo y emprendió el camino para construir una bodega, siguiendo al dictado aquella formación empírica recibida de su padre y de su abuelo. Tras sucesivas ampliaciones, construcción de calados y modernizaciones técnicas, en la actualidad la bodega dispone de un parque de barricas que supera las 1500 unidades. Existen múltiples opciones de visita enoturística, guiada o por libre, ruta por el viñedo, aperitivo, comida, picnic... todo ello a precios muy interesantes y siempre con las máximas facilidades. En este video el mismo David Moreno nos invita a dar un paseo virtual por su bodega.


David Moreno Crianza 2015

Por cortesía del Ilustre Colegio Oficial de Odontólogos y Estomatólogos de Aragón, durante la celebración de la cena anual en honor de su patrona Santa Apolonia, recibimos unas botellas de David Moreno Crianza 2015, elaborado por las bodegas homónimas situadas en Badarán (La Rioja). Tempranillo y Garnacha (85-15) con crianza durante 12 meses en barrica bordelesa de roble americano. Visualmente se mostró limpio y brillante, de un color rojo cereza de capa media con ribete granate. En nariz aparecieron mermelada de ciruelas y especias dulces, vainilla y canela, así como un ligero recuerdo a esmalte de uñas y fondo herbáceo de laurel e hinojo. Astringencia prácticamente nula en boca y una sincera acidez riojana. Postgusto de persistencia media. Muy versátil y equilibrado, nada opulento, un vino de trago largo que invita a beber. 

Sin dudas un vino sincero, un vino honrado, hecho a imagen y semejanza de quienes se encargan de elaborarlo. Personas que han respirado la cultura del vino desde niños, habituadas al esfuerzo que la tierra requiere y que por fin, llegadas a la madurez que dan los años vividos, recogen el reconocimiento de quienes no hemos hecho más que empezar en el inabarcable mundo del vino.

Sirvan estas líneas como muestra de nuestro más sincero agradecimiento.

lunes, 11 de marzo de 2019

> ¡Oso ondo, Txakoli!




Tres son las denominaciones de origen en las que se produce txakoli, ese vino ancestral cuyo nacimiento se pierde en la noche de los tiempos. Guetaria, Vizcaya y Alava son las tres áreas geográficas -coincidentes con las tres provincias vascas- reconocidas legalmente para elaborar este vino blanco ligero y afrutado, tan popularmente consumido en el País Vasco como poco conocido fuera de él, heredero de aquellos vinos de autoconsumo que de siempre se elaboraron en los caseríos.

La constitución de los respectivos consejos reguladores no fue ni mucho menos simultánea. La primera en ver la luz fue la de Txakoli de Guetaria en el año 1989, le siguió la de Txakoli de Vizcaya en 1994 y no fue hasta 2001 cuando consiguió la provincia de Alava su correspondiente denominación de origen, sumando entre las tres unas 900 hectáreas de viñedo. Tienen en común la variedad de uva principal con la que trabajan -la Hondarribi Zuri- apoyada en ocasiones por otros cepajes minoritarios si lo que se pretende es dotar de más estructura al resultado final. La geografía y la orientación de los viñedos dictaminan  las características de cada vino, así como la proximidad o lejanía al mar Cantábrico. En los últimos años, la transformación del marco de plantación al emparrado tradicional -aunque sin llegar a recuperar aquellas técnicas antiguas empleando huesos de ballena que narran las leyendas marineras- la optimización de los procesos de vinificación mediante el empleo mayoritario del acero inoxidable, los controles de temperatura y la inertización han conseguido una interesante evolución cualitativa en la elaboración del que podría denominarse como la nueva interpretación del txakoli en el siglo XXI. 

Corcho de Txakoli K5

Los mejor valorados han sido tradicionalmente los txakolis de Guetaria o Getariako Txakolina, más aromáticos que sus vecinos de la costa vizcaína y algo más expresivos que los alaveses de tierra adentro. Otro factor diferenciador suele ser el carbónico residual, considerado de origen natural en los txakolis guipuzcoanos. Por el contrario, la presentación exterior es muy similar en las tres zonas, siendo mayoritarios los productores que utilizan la botella verde tipo Rhin, quizás en recuerdo de los vinos alsacianos con los que en ocasiones se les ha pretendido comparar. La participación como accionistas en algunas bodegas de personajes famosos como el cocinero Karlos Arguiñano -tan mediático como campechano- ha posibilitado la rápida difusión del txakoli fuera del País Vasco e incluso fuera de España, a lo cual sin duda ha contribuido la labor embajadora del televisivo maestro de los fogones de Zarautz. 



Cortesía de un buen amigo que durante un fin de semana se dejó caer por aquellas tierras, llegó a nuestras manos una botella de Mendigorri 2017, un txakoli de Guetaria de clase media, en botella Rhin, con cápsula y corcho colmatado de calidad correcta. Visualmente de color amarillo pajizo muy claro, limpio y transparente. Poco expresivo en nariz, si acaso flores blancas y tímidos cítricos como el pomelo. También heno y hierba recién cortada. Yogur de limón. Interesante punto salino en boca, con marcada acidez que recuerda al sidral, muy refrescante y con un ligero resto de carbónico -según indica la etiqueta- de origen natural. Calificado como "vino de aguja", lógicamente sin asomo de crianza alguna ni trabajo sobre lías. Escasamente voluminoso, apenas alcohólico, con una alegre y vivaz entrada en boca, aunque de corta persistencia y breve postgusto.

En la actualidad se da la circunstancia de que el txakoli goza de una mejor reputación en el extranjero que en España. Aquí le cuesta dejar atrás aquel sambenito de vino ácido y flojo que durante años llevó aparejado. En Estados Unidos y en países centroeuropeos por ejemplo tiene una magnífica aceptación por parte del consumidor medio, fascinado por un vino de bajo grado, fresco y fácil de beber, elaborado con una variedad de uva desconocida e impronunciable y a un precio en general asequible. Quedan pendientes para el futuro los retos de elaborar semidulces, espumosos y blancos con larga vida en botella, así como la utilización de la Hondarribi Beltza para la elaboración de txakolis tintos y rosados, conocidos por su color pálido como "ojo de gallo". 

¡Oso ondo, Txakoli!


Precinto de la DO. Getariako Txakolina