miércoles, 20 de marzo de 2019

> La Rioja ignorada




Nos referimos a esa tierra de nadie, alejada de la comodidad de la ribera del Ebro, donde los campos comienzan a inclinarse hacia arriba camino de la Sierra de la Demanda y se insinúan los rigores de los páramos mesetarios de la vecina provincia de Burgos. En sentido opuesto, las aguas procedentes del deshielo y las surgencias subterráneas van formando cauces y torrentes cada vez más anchos que van confluyendo para formar tres ríos -Tirón, Oja y Najerilla- prácticamente en cursos paralelos al inicio y que discurren valle abajo hasta reunirse en las tierras fértiles y aluviales con su padre el río Ebro.


Maqueta del Monasterio de Yuso (San Millán de la Cogolla)


Códices que contienen las famosas "Glosas Emilianenses"

La zona de la que hablamos se ubica a mitad de camino entre dos monasterios, el de Santa María la Real en Nájera -otro territorio casi olvidado desde el punto de vista enológico- y el conjunto arquitectónico de los Monasterios de Suso y Yuso en San Millán de la Cogolla, célebres por albergar en el margen de un códice escrito en latín las primeras anotaciones en castellano arcaico de las que se tiene constancia -las denominadas Glosas Emilianensesmotivo por el cual tienen el reconocimiento de ser considerados como la cuna de la lengua española. El viñedo de este territorio pertenece a la subzona Rioja Alta, aunque nunca ha gozado del mismo predicamento que el de otras localidades situadas más al norte, históricamente preocupadas en competir con la Rioja Alavesa. Prácticamente en nada se diferencian aquellos suelos de éstos a los que nos referimos y si tiramos de tradición, nada tienen tampoco que envidiar las bodegas familiares de esta zona casi olvidada de La Rioja a los grandes grupos bodegueros de Haro o Briones.


Viñedos con la Sierra de la Demanda al fondo. Fuente: www.larioja.com

Badarán, Cordovín, Alesanco, Cárdenas o Baños de Río Tobía son algunas de las localidades a las que hacemos referencia y es altamente improbable que sus nombres aparezcan en las famosas guías de vinos por puntos que tanto han influenciado al público de unos años a esta parte. No obstante, su ausencia en esas célebres páginas llenas de estrellas doradas y calificaciones, refrenda la importancia de la tradición y del trabajo bien hecho. Las bodegas familiares a las que nos referimos son la verdadera esencia de Rioja, porque elaboran sus vinos siguiendo las enseñanzas de sus antepasados, aprendizajes recibidos en la infancia por aquellos chavales que hoy en día son bodegueros, y lo hacen con la firme voluntad de obtener vinos que satisfagan a quien los disfrute, no para alimentar egos ni para idolatrar a los críticos. Sus vinos no tienen trampa ni cartón y son, por encima de todo, honestidad embotellada. 


Retrato de David Moreno. Fuente: Twitter de la bodega

La historia de David Moreno es un relato similar a otros que hemos escuchado en ocasiones anteriores. Siguiendo el consejo familiar y tras cursar estudios universitarios, se instaló en Barcelona donde trabajó exitosamente como ingeniero técnico durante varios años en la planta de Seat en Martorell. En la década de los ochenta le asaltó la necesidad de regresar a su pueblo y emprendió el camino para construir una bodega, siguiendo al dictado aquella formación empírica recibida de su padre y de su abuelo. Tras sucesivas ampliaciones, construcción de calados y modernizaciones técnicas, en la actualidad la bodega dispone de un parque de barricas que supera las 1500 unidades. Existen múltiples opciones de visita enoturística, guiada o por libre, ruta por el viñedo, aperitivo, comida, picnic... todo ello a precios muy interesantes y siempre con las máximas facilidades. En este video el mismo David Moreno nos invita a dar un paseo virtual por su bodega.


David Moreno Crianza 2015

Por cortesía del Ilustre Colegio Oficial de Odontólogos y Estomatólogos de Aragón, durante la celebración de la cena anual en honor de su patrona Santa Apolonia, recibimos unas botellas de David Moreno Crianza 2015, elaborado por las bodegas homónimas situadas en Badarán (La Rioja). Tempranillo y Garnacha (85-15) con crianza durante 12 meses en barrica bordelesa de roble americano. Visualmente se mostró limpio y brillante, de un color rojo cereza de capa media con ribete granate. En nariz aparecieron mermelada de ciruelas y especias dulces, vainilla y canela, así como un ligero recuerdo a esmalte de uñas y fondo herbáceo de laurel e hinojo. Astringencia prácticamente nula en boca y una sincera acidez riojana. Postgusto de persistencia media. Muy versátil y equilibrado, nada opulento, un vino de trago largo que invita a beber. 

Sin dudas un vino sincero, un vino honrado, hecho a imagen y semejanza de quienes se encargan de elaborarlo. Personas que han respirado la cultura del vino desde niños, habituadas al esfuerzo que la tierra requiere y que por fin, llegadas a la madurez que dan los años vividos, recogen el reconocimiento de quienes no hemos hecho más que empezar en el inabarcable mundo del vino.

Sirvan estas líneas como muestra de nuestro más sincero agradecimiento.

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