sábado, 28 de enero de 2017

> Regreso a Bodegas Sommos: enoturismo de precisión...




En nuestra anterior visita a Bodegas Sommos nos quedó pendiente probar el sugerente menú-degustación que se sirve en su afamado restaurante, de manera que, aprovechando la inmejorable compañía de unos buenos amigos, decidimos repetir la experiencia enoturística de hace unos meses completándola en modo gourmet, no sin antes admirar la maravillosa arquitectura exterior de la bodega, en un radiante sábado de invierno, con los Pirineos recién nevados al fondo. De postal...


Arquitectura de vanguardia

Viñedo en invierno


La visita en sí misma poco difirió de la que ya tuvimos ocasión de realizar en 2015, tan sólo complementada por una breve explicación en los viñedos más cercanos a la bodega que, sin embargo, nos permitió obtener abundante información en cuanto a técnicas de trabajo en campo, procedimientos de poda y regadío, altamente tecnificados como lo es casi todo en Bodegas Sommos: sondas subterráneas para medir la humedad, estaciones meteorológicas, dendrómetros para evaluar el grado de hidratación de las vides, sensores que envían información al ordenador central de la bodega, etc. La ciencia al servicio de la viticultura. Nada se deja al azar en Sommos. De regreso al edificio principal de la bodega, volvimos a disfrutar como niños con la proyección del impresionante audiovisual que explica el proceso de elaboración, precedido por una breve introducción de la nueva bodega adquirida por la empresa en Murero (Zaragoza), perteneciente a la DO. Calatayud y recientemente rebautizada como Sommos Garnacha.


Sala de elaboración

Sala de barricas

Sala de catas

Las explicaciones desde el mirador que permite tener una amplia panorámica de la sala de elaboración y la observación de la sala superior de barricas y del botellero, se continuaron con la degustación de tres vinos en la que sin duda es la mejor sala de catas que conocemos. De nuevo su blancura, iluminación y orden nos llamaron la atención, y eso que ya la conocíamos con anterioridad.


Vinos Sommos, servidos para la cata

En esta ocasión comenzamos la cata con el Nietro Rosado 2015, monovarietal de Garnacha elaborado en la bodega de Murero. Color rosa de intensidad media, ni fresón ni piel de cebolla, con ribete plateado. En nariz se mostró atractivo, con predominio de las frutas rojas y un fondo de crema de leche, algo así como un caramelo de nata y fresa. Ricamente ácido en boca, resultó muy refrescante, con un final ligeramente mentolado y un recuerdo a plantas aromáticas, típicas de los montes de esa zona geográfica a caballo entre Calatayud y Daroca.



El Sommos Crianza 2014 supuso un salto cualitativo importante. Elaborado con tres variedades internacionales (Cabernet Sauvignon, Merlot y Syrah) en un coupage muy habitual en la DO. Somontano, realiza una crianza de 9 meses en barrica. Edición limitada a 15000 botellas. Rojo picota de capa media con ribete granate. Predominio de frutas negras y tierra húmeda en nariz, con el adorno de todos esos terciarios provenientes del roble (torrefactos y chocolate) incluso con algún recuerdo de vegetales asados. En boca resultó redondo, fino y elegante, con los taninos muy bien integrados, aunque tal vez demasiado ligero y corto en su postgusto. Interesante.



Concluimos la cata con uno de los vinos top de la bodega. El Sommos Colección Merlot 2014, monovarietal de dicha variedad, es uno de los privilegiados que realiza íntegramente su elaboración en roble, desde los tinos para su primera fermentación hasta las barricas para su crianza durante 14 meses. Picota de capa media-alta con menisco teja, mostró en nariz frutas negras desecadas (higos y ciruelas), también azúcar quemado, notas lácteas, toffe y pimientas. Elegantísimo en boca. Una delicia. Mucho mejor que el de la añada 2010 que catamos en la visita anterior.


Restaurante Bodega Sommos

Ensalada de ventresca con pimientos


       



Como epílogo de esta magnífica jornada, nos dirigimos al restaurante de la bodega, seducidos por el atractivo menú-degustación maridado con dos vinos Sommos. Comenzamos con el Glárima Varietales Blanco 2015, ensamblaje de Chardonnay, Gewürztraminer y Pinot Noir con 4 meses en barrica, perfecto para el entrante de queso de cabra en galleta tipo Oreo y para la ensalada de ventresca con pimientos. De color amarillo dorado y nariz plena de frutas tropicales (piña, mango) también albaricoque y algún cítrico aunque más oculto. Muy agradable en fase gustativa, con una pincelada mineral novedosa para nosotros en este vino. Tal vez demasiado rápido en su paso por boca, lo recordábamos más untuoso y estructurado, aunque resultó una vez más muy interesante dejarlo evolucionar en la copa para detectar esos aromas terciarios a pan tostado y mantequilla.


            
                         

No resultó tan satisfactoria la armonización con la cazuelita de pochas con verduras y borraja, quizás debimos cambiar en ese momento al tinto, pero preferimos continuar con el blanco sabiendo que acompañaría bien al bacalao confitado a la riojana, como así sucedió, aunque el maridaje del pescado con el tinto no hubiera sido en absoluto descabellado.


Jarrete de cordero al chilindrón

El Glarima Varietales Tinto 2014, elaborado en un multitudinario ensamblaje de 4 castas tintas (Tempranillo, Syrah, Merlot y Cabernet Sauvignon) con crianza durante 8 meses en barrica, se mostró con una capa media-alta con ribete violáceo. Divertida fase nasal, con frutas rojas y negras, caramelo, carbón, incienso, cacao, vainilla. Un parque temático de aromas. Luego en boca resultó agradable como siempre, sabroso y con esa astringencia media muy bien integrada,  sutilmente amargo en el postgusto, pero en general muy correcto, ideal como acompañamiento del jarrete de cordero al chilindrón. Un vino muy bien construido, nunca falla, aunque puede llegar a saturar si se toma con demasiada frecuencia.





Tal y como nos gusta hacer, prolongamos todo lo humanamente posible la última copa de vino antes de pasar al postre, una cuajada de leche de oveja con nueces y miel, que junto con el excelente café, puso punto final a la comida. Impecable el servicio en sala y la calidad de los platos, con los tiempos precisos para permitir disfrutar de la comida y la conversación a partes iguales, sin prisa pero sin esperas injustificadas. Nuestra más sincera enhorabuena al personal.

Bodegas Sommos, enoturismo de precisión.

Próxima escala, Ribera del Duero...






lunes, 23 de enero de 2017

> Wine Up Tour 2016: Cena maridada en Restaurante Aragonia




Tal y como viene siendo habitual en los últimos años, a mediados del mes de Noviembre hizo escala en Zaragoza el Wine Up Tour!. Para la edición de este año hubo una modificación sustancial en el diseño del evento, abandonando el estricto formato de cata empleado con anterioridad para dar paso a una cena maridada (armonizada, como se dice ahora...) que tuvo un resultado final mucho más entretenido.


Charlando con Michael Cooper (Tomevinos) en un descanso entre platos
Organizada por Tomevinos, la cena tuvo lugar en uno de los restaurantes más atractivos de Zaragoza, no sólo por la calidad de su gastronomía y por su impecable servicio, sino también por la elegancia decorativa de sus salas. El Restaurante Aragonia, ubicado en los bajos del Hotel Palafox es, desde hace años, una de nuestras referencias de más alto nivel en la capital aragonesa, y en torno a sus mesas hemos disfrutado de inolvidables veladas en las que no ha faltado algún momento verdaderamente divertido, como el acaecido hace ya varios años y que se puede recordar en este enlace


Agustí Torelló Gran Resrva con tostada de salmón

Iniciamos la noche con un cava, como a nosotros nos gusta, para acompañar la tostada de salmón. El Agustín Torelló Gran Reserva 2011 estuvo magnífico, como siempre. Ensamblaje clásico de Macabeo, Xarel-lo y Parellada, se presentó en la copa de un color dorado verdoso y desveló en nariz recuerdos de mantequilla y panadería, resultado de su larga crianza de 48 meses en botella. Cremoso y untuoso en boca, con el carbónico perfectamente integrado, idónea elección con su suave burbuja para limpiar los paladares de la grasa natural del pescado ahumado.


Verum Malvasía con foie

Continuamos con un blanco monovarietal de una casta poco conocida y que Bodegas Verum (Tomelloso) está intentando relanzar. El Verum Malvasía 2015 se sirvió como socio de una exquisita tostada de foie. Visualmente de un amarillo dorado con ribete verdoso, desplegó en nariz todo su potencial aromático: albaricoque, plátano, piña madura, un espectáculo... Lástima que la golosidad y el dulzor prometido en fase olfativa no tuvieran continuidad en boca, tal vez demasiado fluido, corto y poco expresivo. Un vino "tramposo", quizás en futuras añadas (ésta del 2015 es sólo un primer paso) se equilibren las diferencias entre la sensualidad en nariz y la inconsistencia en boca. A reconsiderar.


Lleiroso Crianza con carpaccio de atún y conejo escabechado

El primer tinto de la noche fue el Lleiroso Crianza 2012 de Bodegas Lleiroso (Valbuena de Duero). En uno de los maridajes más arriesgados de la noche, se sirvió con un carpaccio de atún y conejo escabechado. Color rojo picota de capa media y ribete granate, con lágrima densa ligeramente tintada, identidad propia de la Tinta Fina de DO. Ribera del Duero. En nariz mostró predominio de frutas negras (moras y grosellas), regaliz y tostados, confirmando su permanencia durante 12 meses en roble francés y americano. Su final largo y especiado armonizó perfectamente con el escabeche de conejo, sin embargo devoró sin piedad el atún y sobrepasó con creces el sabor del pescado. Maridaje exitoso sólo a medias...
Legado Petit Verdot con ravioli de longaniza

Un nuevo tinto acompañó al siguiente plato. El ravioli de longaniza de Graus se puede considerar un clásico de la cocina del Restaurante Aragonia, su sabor y su presencia nunca defraudan. La armonización propuesta fue con el Legado Petit Verdot 2011, monovarietal de dicha uva que tan cuesta arriba se nos ha hecho en otras catas y que en esta ocasión tampoco terminó de enamorarnos. Criado en roble francés durante 15 meses se mostró de un cereza de capa media-baja con ribete granate. Ataque en fase nasal con aromas muy extraños (goma arábiga, neumático, barniz) imposibles de disipar ni siquiera tras la oxigenación en copa. Nuestro desconocimiento nos impide discernir si se trata de un defecto o si bien son propios del cepaje. En cualquier caso, en boca resultó demasiado astringente, bastante ácido y ligeramente amargo en el postgusto. Definitivamente esta variedad de uva no es lo nuestro, aunque debemos añadir que semanas más tarde tuvimos ocasión de catar un Petit Verdot uruguayo gracias a la cortesía de un amigo, y nuestras impresiones al respecto cambiaron radicalmente. Desconcertante esta uva...

Conde de Valdemar Alto Cantabria con corvina al horno

Una vez bien metidos en harina con los entrantes, pasamos a uno de los platos principales de la cena. La corvina al horno sobre leche de coco fue servida de la mano del Conde de Valdemar Alto Cantabria 2015, blanco riojano monovarietal de Viura fermentado en barrica de roble francés. De un precioso color dorado, limpio y brillante, desplegó en nariz aromas de frutas de pepita (manzana y pera) así como notas de mantecado y almendras merced a su permanencia en roble durante 4 meses. Con un postgusto eterno, resultó espectacular y elegante, aún incluso mejor que el de la añada 2014, perfecto para acompañar el pescado, aunque tampoco desmerecería con aves o con carnes blancas. Gran acierto.

Inspiración Valdemar con ternasco asado

Un timbal de ternasco asado y deshuesado fue la propuesta para acompañar al Inspiración Valdemar 2012, vino de autor elaborado en base a un ensamblaje dominado por la Tempranillo con un aporte de Graciano y de Maturana Tinta, con posterior crianza de 12 meses en roble francés y americano. Visualmente de capa media-alta y lágrima pigmentada, predominan en la copa los aromas a frutas negras. Ligeramente ácido en fase gustativa, característica bastante habitual en Rioja, quizás no llegue a alcanzar la perfección de la añada 2011 previa, pero el resultado sólo puede calificarse como satisfactorio, hablando tanto del vino como de su maridaje con el ternasco.

Beronia Reserva con queso y helado

A estas alturas de la cena, todos sabíamos que el último vino se trataba del Beronia Reserva 2011, sin embargo, nos atenazaba la duda de la armonización con el postre. Ni frutas ni dulces parecían ser buenos compañeros de viaje para este coupage clásico riojano (Tempranillo, Mazuelo, Graciano) con nada menos que 20 meses de crianza en barrica de roble francés y americano. Nuestras inquietudes se disiparon por la vía francesa, es decir, con un poco de queso curado y helado que nos permitió disfrutar sin prisas de este último vino, con su capa media y ribete teja, sus balsámicos, vainillas y toffes, su suavidad y su perfecto paso por boca. No parece casualidad que haya obtenido numerosos galardones a lo largo del pasado año 2016, por ese mismo motivo no dudamos ni un instante cuando se nos dio a elegir una botella en el sorteo posterior a la cena y en el que tuvimos la fortuna de ser premiados.

Inmejorable broche final para este evento gastroenológico, muy probablemente el de más alto nivel de entre todos a los que pudimos asistir en el 2016.

Enhorabuena a los organizadores y al personal del Restaurante Aragonia por su magnífico servicio.

Recogiendo los premios del sorteo

NOTA:
Queremos hacer constar expresamente nuestro más sincero agradecimiento a Joaquín Parra, máximo responsable del Wine Up Tour, por la cesión de las imágenes que ilustran la presente entrada. Sin ellas el aspecto visual de la información no hubiera sido posible.





lunes, 9 de enero de 2017

> Vinos Terraesteban (DO. Ribera del Duero) en Cafetería Millenium




Bodegas y Viñedos Aceña, empresa familiar ubicada en la localidad de San Esteban de Gormaz (Soria), elabora vinos tintos de calidad pertenecientes a la DO. Ribera del Duero. Los vinos Terraesteban, fieles a la costumbre atávica de la DO. Ribera del Duero, se elaboran íntegramente con Tinta Fina, cultivada en espaldera sobre suelos pobres de cascajo y guijarros. Vendimia manual en cajas, doble selección de uvas, fermentación en inoxidable con temperatura controlada, remontados y bazuqueos que desembocan en una permanencia en barrica de roble americano, francés y húngaro.


     
   

Escasamente introducida en Aragón, la marca Terraesteban se comercializa en Zaragoza a través de un pequeño oasis gastronómico llamado Cafetería Millenium, tan sólo conocido por unos pocos, paraíso de los platos de cuchara caseros,  mariscos a la plancha, maravillosas carnes y demás delicias culinarias. Mención especial merece su vistosa barra de pinchos a la hora del aperitivo y el cocido de los jueves. Teniendo en cuenta sus pequeñas dimensiones, resulta imprescindible reservar mesa con antelación. El local no es especialmente holgado, pero el mero deleite de los sentidos bien merece alguna apretura.



     


El Terraesteban Crianza 2011 se presenta en botella bordelesa color caramelo con corcho y cápsula de calidad correcta. Moderna etiqueta en la que cobra todo el protagonismo una gigantesca letra T minúscula sobre la que aparece detallado el nombre de la bodega en vertical, así como los premios obtenidos en los últimos años. Visualmente de un color rojo picota de capa media y ribete granate que deja insinuar algún tono ladrillo. En fase nasal hay un predominio de las frutas negras (moras, grosellas) de camino hacia la desecación (higos, ciruelas pasas), adornado por recuerdos a tabaco rubio, toffe, regaliz negro y cueros. Muy agradable en boca, pleno y redondo, con taninos muy domados que estructuran un vino elegante, todavía sutilmente ácido que permite equilibrar su contenido alcohólico. Postgusto largo, balsámico y especiado, con regreso de nuevo a recuerdos frutales.


      


Tuvimos también la oportunidad de catar otros dos vinos elaborados por la misma bodega. El Terraesteban Joven no terminó de enamorarnos, aún siendo bellísimo en fase visual con su capa alta y su menisco violáceo, e interesante en nariz por sus notas florales y frutales, se nos antojó tal vez demasiado tánico en fase gustativa, característica inherente a los tintos de Ribera sin crianza. Más acorde a nuestros gustos resultó el Terraesteban Roble, igual de atractivo en copa que su hermano pequeño, menos floral, pero indudablemente más sabroso y expresivo, con el tanino más domado, merced a su breve paso de 6 meses por barrica de roble, y con esos recuerdos a carbón e incluso a chocolate que tanto nos agradan.

Terraesteban y Millenium, todo un descubrimiento...