sábado, 25 de diciembre de 2021

> Wine Frikis, over the top!




Tan intenso como exigente ha sido este final de año en cuanto a actividades del grupo Wine Frikis. Por motivos de agenda nos vimos obligados a dejar pasar algunas de ellas, aunque pudimos sumarnos en el último minuto a la visita  Bodegas Meler de la cual ya dimos cumplido detalle en una entrada anterior. Sin embargo, a la vista de lo atractivo de la propuesta, nuestra presencia en la cata de final de temporada fue absolutamente ineludible. Importe mínimo por botella, cata a ciegas y cena por todo lo alto. Perdérselo hubiera sido poco menos que un sacrilegio...

Siete vinos estratosféricos de impecable factura y con largos -algunos eternos- tiempos de crianza, magníficos representantes de zonas vitivinícolas tan diferentes como Rioja, Priorat, Valdeorras, Barolo y Cava.


CUENTAVIÑAS GARNACHA 2019
100% Garnacha. Bodega Cuentaviñas (Peciña, San Vicente de la Sonsierra). DOc. Rioja. Crianza 12 meses en roble francés de 500 litros y 8 meses más en depósito de cemento. Viñedo casi centenarios plantado en vaso y ubicado en la zona alta de la cuenca del río Najerilla, en lo que nosotros solemos denominar "La Rioja Olvidada". Vino de parcela, elaborado exclusivamente con la uva del Viñedo Tejares. Fruta roja, lácticos. Acidez presente. Directo, fresco y frutal. Garnacha riojana diferente.


EL PUNTIDO 2017
100% Tempranillo. Viñedos de Páganos (Álava). DOc. Rioja. 16 meses en barrica de roble francés y 6 meses de redondeo posterior en depósito de cemento. Viñedo de 45 años de edad plantado en espaldera. Vino de parcela. Algo cerrado de inicio, agradece oxigenación e incluso decantación. Carnoso, férrico y mineral. Poco expresivo en nariz, pero excelente y poderoso en boca. Todavía con capacidad de guarda. Un rioja actual de gran calidad.


ALICE 2016
Garnacha, Cariñena, Monastrell, Cabernet Sauvignon y Syrah (30-30-20-10-10). Bodegas Celler de l´Abadía (Gratallops, Tarragona). DOc. Priorat. Crianza 18 meses en barrica de roble francés. Elegantísimo, eterno, largo y bien hecho. Equilibrio perfecto. Sabroso e impresionante. Un priorat moderno, bien alejado de aquella opulencia astringente de hace unos años. 


AVANCIA 2013
100% Mencía. Bodegas Jorge Ordóñez. DO. Valdeorras. Crianza 13 meses en barrica de roble francés. Vino de una sola parcela, viñedo de más de 100 años de edad sobre suelos pizarrosos. Muy evolucionado en color. Encurtidos, hoja de té, tabaco de liar y ciruela pasa. Muy desconcertante en cata a ciegas. Diferente y curioso.


904 GRAN RESERVA 2011
Tempranillo y Graciano (89-11). Bodegas La Rioja Alta (Haro). DOc. La Rioja. 48 meses de larga crianza en barrica de roble americano. Tierra mojada, humus y trufa. Licoroso sin molestar. Uno de los mejores representantes de los vinos de guarda de Rioja. Nos recordó a Borgoña.


LO ZOCCOLAIO 2009
100% Nebbiolo. DOCG. Barolo. Piamonte (Italia). Crianza durante 36 meses en barrica de roble francés. Marcadamente evolucionado, aunque conservando frescura y acidez. Fruta devorada por la crianza con predominio de aromas terciarios. Largo y complejo. Para deleitarse casi como si fuera un licor, con una copa  ante la chimenea más que para acompañar comida alguna. Una oportunidad única, difícilmente repetible, de tener la ocasión de poder catar esta rareza.


AGUSTÍ TORELLÓ MATA BARRICA GRAN RESERVA 2016
100% Macabeo. Bodegas Agustí Torelló (Sant Sadurní d´Anoia, Barcelona) DO. Cava. Brut nature. Vino base elaborado mediante fermentación en barrica de roble francés con permanencia sobre sus lías durante 6 meses. Crianza en botella durante nada menos que 48 meses. Amarillo dorado suave. Tarta de manzana, bollería y mantecados. Cremoso, denso, elegante. Acidez contenida, casi ausente. Carbónico completamente integrado. Recuerda a un vino tranquilo más que a un espumoso. Un cava intenso, muy gastronómico. Delicioso.


Una velada de gran nivel con la que pusimos punto y seguido a las actividades Wine Frikis en este 2021. Volveremos el año que viene con la misma ilusión por seguir aprendiendo, disfrutando y compartiendo.

¡Feliz Navidad y próspero Año Nuevo!



martes, 7 de diciembre de 2021

> ¿Quo vadis, Rioja... una vez más?



Las intrigas políticas amenazan el futuro de la DOc. Rioja desde hace años.

A finales del pasado mes de Noviembre se conoció la noticia de que un determinado partido político había decidido otorgar el apoyo al Gobierno de España para aprobar los Presupuestos generales del Estado a cambio de la segregación de parte del territorio que en la actualidad integra la DOc. Rioja. La inmediata reacción de las asociaciones de viticultores, cooperativas, productores y del propio gobierno riojano -curiosamente presidido por el mismo partido político que ostenta el poder en el gobierno central- frenaron dicha iniciativa que hubiera supuesto la ruptura definitiva de la región vitivinícola española más conocida, tanto a nivel nacional como internacional.


En realidad la herida lleva abierta mucho tiempo, aunque se ha cerrado en falso en numerosas ocasiones. No hace mucho tiempo -en los primeros días del año 2016- fuimos testigos de la confirmación del abandono de Bodegas Artadi de la DOc. Rioja. Dicha decisión por parte de la célebre bodega alavesa supuso que se tambalearan los cimientos de una de las denominaciones de origen más antiguas de España. Aunque de cara a la galería los motivos aducidos fueron de índole vitivinícola, muchos vislumbraron en el fondo la sospecha de que hubiera causas económicas e incluso políticas detrás de la autoexclusión de la bodega de Juan Carlos López de Lacalle. Bodegas Artadi (Laguardia) justificó entonces su decisión -absolutamente lícita y puede que acertada- alegando la postura intransigente del Consejo Regulador de la DOc. Rioja, organismo que depende directamente del gobierno riojano, un inmovilismo que según la bodega, supuso trabas para el desarrollo de las categorías de "vinos de municipio" y "vinos de parcela", corriente defendida por la bodega, más o menos en el mismo sentido de lo que se viene realizando en Burdeos desde hace décadas. En realidad esos argumentos parecieron sólo una verdad a medias. Nada ha impedido a Artadi elaborar vinos como El Carretil o Viña El  Pisón, otro asunto diferente es que lo deseable hubiera sido poder calificarlos no sólo como crianza o reserva, sino como "algo más", de manera que sirviera como justificación a sus elevados precios también en el  etiquetado y no sólo en la copa. Si a todo lo anterior se le añaden ciertas diferencias de tipo político y fiscal entre las tres comunidades autónomas con territorios pertenecientes a la DOc. Rioja -hasta el punto de que hubo quien sugirió que estábamos ante el embrión del desarrollo de una hipotética DO. Viñedos de Álava que pudiera ser en el futuro un rival directo de Rioja- el caldo de cultivo ideal para la ruptura ya estaba servido.


Ciertamente en los últimos años se han comercializado vinos al amparo de la DOc. Rioja auténticamente indignos de llevar su nombre, vinos de supermercado donde el reducido precio ha primado sobre la calidad y en ello debería tener mucho que decir el Consejo Regulador, responsable del control de las producciones máximas por hectárea, los procesos de vinificación, los tiempos de crianza y demás verificaciones. ¿Exceso de celo en algunas cosas? ¿Dejación de funciones en otras? Imposible de saber desde fuera, sin embargo el consumidor sí que tiene la sensación de que en la DOc. Rioja se ha tomado partido por la cantidad más que por la calidad, siendo como son ambas igual de importantes. El equilibrio parecería ser lo más adecuado, pero hasta ahora no se ha conseguido.

Por el momento no ha habido más bodegas que hayan secundado aquella iniciativa rupturista de Artadi, sustanciada en la firma del denominado Manifiesto del Club Matador, nombre quizás no muy acertado por lo que ello implica. La decisión de la bodega de Laguardia tuvo como consecuencia directa e inmediata la prohibición, por parte del Consejo Regulador, de incorporar en sus etiquetas la palabra Rioja, algo que muy probablemente no le supusiera ningún perjuicio de cara al reconocimiento de sus vinos, pero que sin embargo sí pudo conllevar problemas de comercialización en el extranjero, mercados donde la sola presencia del nombre de la DO. es capaz de abrir numerosas puertas, en especial a bodegas medianas y pequeñas. Meses más tarde se hizo pública una iniciativa del Grupo Rioja, nombre que aglutina a una cincuentena larga de bodegas pertenecientes a las tres subzonas -Rioja Oriental, Alta y Alavesa- con un claro tinte conciliador, intentando acercar posturas. El Grupo Rioja dio la impresión de perseguir los mismos fines que las bodegas díscolas pero por otros medios, más amables y deseables. Su propuesta se fundamentaba en el reconocimiento de una categoría superior para algunos vinos dentro de la DO. sin abandonar la misma -vinos de paraje o vinos de parcela- no sólo manteniendo las exigencias actuales -variedades de uva autorizadas, permanencias en barrica, etc- sino incluso incrementándolas en cuanto a la reducción de los rendimientos por hectárea. Como contraprestación dichos vinos podrían incorporar en su etiqueta el nombre del municipio o de la finca.


La citada iniciativa se hizo llegar al Consejo Regulador quien se comprometió a estudiarla a fondo y animó a otras bodegas que aún no habían tomado partido por uno u otro bando a remitir también sus ideas y aportaciones. Ya entrado el año 2017 todas esas iniciativas dieron sus frutos y finalmente se aprobaron las categorías especiales de vinos de viñedo singular, vinos de municipio y vinos de zona. Es pronto para evaluar cuál ha sido la reacción del consumidor medio ante esta sobredosis de información en el etiquetado y si de verdad estamos preparados para valorarla en su justa medida. O dicho de otro modo, si estaremos dispuestos a pagar algo más por esos vinos de categorías superiores. Esos cambios efectuados en el pliego de condiciones del Consejo Regulador consiguieron que las aguas volvieran a su cauce y regresó la calma por un tiempo, concretamente hasta ahora.



El penúltimo capítulo de este espinoso asunto se produjo en el año 2019, cuando la Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa (ABRA) en una asamblea en la que participaron tan sólo 20 del largo centenar de bodegas que agrupa, con el escaso apoyo de 12 votos a favor, tomó la decisión de modificar su nombre para pasar a denominarse Asociación de Bodegas de Euskadi (ABE) con la excusa de dar cabida a los elaboradores de txakoli. En cuestión de días, el rechazo de la mayoría de los asociados -algunos de los cuales incluso llegaron a pedir formalmente la revocación de la junta directiva y la celebración de unas nuevas elecciones- forzó la celebración de una asamblea extraordinaria que -en esta ocasión por una amplia mayoría- dio marcha atrás a tan polémica medida. Un año más tarde -Enero de 2020- y con el respaldo del gobierno vasco, de nuevo ABRA consiguió lograr parcialmente sus objetivos con la publicación en el BOE de la solicitud de protección e inscripción en el registro comunitario de la DO. Viñedos de Álava, aunque finalmente fue rechazada por el Ministerio de Agricultura aduciendo dificultades técnicas, incumplimiento de normativas europeas e incompatibilidades entre marcas y patentes.

Las últimas noticias indican que el tema ha vuelto a quedar aparcado -una vez más- aunque seguramente sin zanjar definitivamente. Es cuestión de tiempo que con la excusa de la ubicación geográfica de los viñedos, se reabra un debate intencionadamente político que a nadie beneficia. Mal asunto si se mezclan el vino y la política. Todo lo que suponga concordia y negociación debería ser obligatoriamente bueno para el porvenir de la DOc. Rioja. Parece que por fin el Consejo Regulador ha comprendido que es el momento de renovarse, que las transformaciones no son siempre negativas y que en algunas ocasiones sirven para señalar el camino a seguir. Con total seguridad más de uno en este instante se estará haciendo la misma pregunta que nosotros.

¿Adónde vas, Rioja?




jueves, 2 de diciembre de 2021

> Visita a Bodegas Meler, el Somontano en femenino




Desde hace décadas, el abuelo Pablo venía cultivando aquellas viñas, almendreras y olivares, de modo que más por costumbre que por imposición, su actividad agrícola fue asumida de manera natural por su hijo Andrés, quien decidió complementarla con la cría de ganado vacuno. A largo plazo sin embargo, la actividad ganadera debió abandonarse y aquella nave situada en lo alto de una colina al sur de Barbastro poco a poco fue dejándose de usar excepto como almacén de aperos y maquinaria. Y así siguió hasta el año 2004 en que Isabel, María y Ana -hijas y nietas de viticultores- decidieron poner en marcha el proyecto que nos ocupa en el presente artículo. Su indudable respeto por la tierra, la transmisión familiar de valores y sentimientos, así como ese aprendizaje empírico de la viticultura, por capilaridad -casi por ósmosis- desde la infancia les llevó a emprender esta aventura empresarial con un indudable vínculo con el territorio.





En la actualidad la finca  de  Bodegas Meler se extiende por 110 hectáreas, de las cuales 82 hectáreas son viñedo, aunque no todas en propiedad. El resto siguen siendo olivos y almendros, ocupando en gran medida las laderas de un cerro a cuatro vertientes en cuya cumbre se encuentran las instalaciones de elaboración y crianza, en la antigua nave ganadera reconvertida en bodega que fue la protagonista del proyecto de fin de carrera de Ana Meler, directora técnica de la bodega. La mayor parte de los suelos son calcáreos y con un elevado contenido en yeso, característica que unida a las diferentes orientaciones del viñedo, determina significativas diferencias entre parcelas, cada una de las cuales se vinifica cuidadosamente por separado.




Tratándose de una de las bodegas digamos pequeñas del Somontano y todavía con pocos años a sus espaldas, la comercialización de los vinos de Bodegas Meler se orienta mayoritariamente hacia las tiendas especializadas y la restauración de la provincia de Huesca, no tanto por el resto de Aragón y algo más a nivel nacional. No obstante, se exporta casi el 38%  de la producción y los vinos Meler llegan a día de hoy a 17 países. En la actualidad su catálogo está integrado por 10 vinos, elaborados con 7 variedades de uva, la mayoría internacionales, aunque con una creciente presencia de variedades autóctonas. La inquietud personal y el constante interés por aprender de Ana Meler, le animan a cultivar otras castas en fase experimental para observar su adaptación y aclimatación al Somontano, las cuales poco a poco van incorporándose a sus vinos.


Durante nuestra visita fuimos amablemente atendidos por Ana Meler, como ya hemos mencionado, directora técnica de la bodega y copropietaria junto con sus dos hermanas. Por cierto, qué diferentes son las visitas cuando quien proporciona las explicaciones forma parte del proyecto. Es lógico que las grandes bodegas cuenten con departamentos de enoturismo integrados por personal joven y uniformado, pero la experiencia para el visitante nada tiene que ver. Familia y tierra fueron probablemente las dos palabras que más escuchamos durante nuestra visita, señal inequívoca de cuáles son las prioridades de una bodega pequeña como Meler. Si a todo ello le añadimos la satisfacción de tener la oportunidad de catar vinos en rama, vinos de añadas atrasadas, vinos aún sin comercializar e incluso vinos que jamás saldrán a la venta, la sensación tras la visita no puede ser más enriquecedora.


Detallaremos a continuación nuestras notas de cata y opiniones acerca de los vinos que tuvimos ocasión de probar.

 

MWA BLANCO 2019
6000 botellas. Garnacha y Merlot (90-10). En realidad se trata de un blanc de noirs, un tipo de vino poco habitual por su elaboración tan especial, diseñado para un mejor aprovechamiento de las viñas de corta edad. De un atractivo amarillo dorado de capa media, se mostró poco expresivo en nariz. Por el contrario, resultó muy interesante en boca. Largo, cremoso y complejo, con un discreto amargor final, incluso algo tánico, que lo hacen gastronómico y maridable. Curioso y diferente.

MELER CHARDONNAY 2020
100% Chardonnay. Maceración prefermentativa en frío. Prensado y crianza sobre lías muy presente en fase olfativa. Visualmente de un sorprendente amarillo dorado medio-alto. Tarta de manzana y piña muy madura en nariz. Acidez notable y de nuevo con ese amargor final marca de la casa. Un blanco serio, muy distinto a otros monovarietales de Chardonnay del Somontano.

MELER CHARDONNAY 2021 "EN RAMA"
100% Chardonnay. Más reconocible y varietal, más parecido a lo que el consumidor medio entiende por un Chardonnay del Somontano, lo cual no terminamos de saber si es bueno o malo. Intensamente aromático (frutas tropicales, plátano y piña). A reevaluar tras filtrado y embotellado. Muy buenos mimbres. Prometedor.

MELER CHARDONNAY 2019
100% Chardonnay. Crianza 11 meses en barrica. Una rareza, catada por cortesía de Ana Meler. Elaborado por encargo para un cliente de fuera de España. Vino no comercializado, una verdadera lástima. Imponente color dorado medio-alto. Cera de velas y caramelo de café con leche. Torrefactos y frutos secos. Dulce de membrillo y crème brûlée. Predominio absoluto de notas de crianza, resultado de una elegante evolución bien controlada. Recuerda a Borgoña meridional. Excelente.


MWA TINTO 2017
Merlot, Cabernet Sauvignon, Syrah y Garnacha en proporciones desconocidas. 6 meses de crianza. Nada varietal, con la fruta casi desaparecida. Muy evolucionado, tal vez incluso francamente en declive. Barrica usada. Un vino cuyas notas de cata chocan frontalmente con su planteamiento original como vino de perfil juvenil y moderno. Desorientado y confundido.

MELER 9 MESES 2016
Cabernet Sauvignon y Garnacha. Extraño ensamblaje que no termina de funcionar, al menos en estas latitudes. Idénticas sensaciones que con el vino anterior. Posiblemente tuvo tiempos mejores.

MELER 15 MESES 2014
Merlot y Cabernet Sauvignon. Perfil clásico de los tintos del Somontano. Construido a imagen y semejanza de los tintos bordeleses, con largas crianzas en roble. Algo evolucionado, incluso para quien valora este tipo de vinos, de estilo algo trasnochado y poco actual, pero exitoso entre cierto público. Muy correcto, sin llegar a enamorar.

DIEZ BALLOS GARNACHA 2018
100% Garnacha. Frutas rojas, yogur de moras, lácticos y mentolados. Fresco y ágil. Postgusto medio. En la línea de otros monovarietales de Garnacha del Somontano. Ligero y actual. Delgado y moderno. Cumplidor.


Desde este medio queremos expresar nuestro agradecimiento a Ana Meler por habernos permitido conocer en primera persona este interesante proyecto familiar en el Somontano. Queda pendiente realizar una nueva cata -quizás con algo más de tiempo- que nos permita reevaluar alguno de sus vinos, especialmente aquellos que requieren de un análisis más sosegado.




miércoles, 24 de noviembre de 2021

> Batán de Salas Moristel 2020 by La Corona de L´Ainsa




Hace algo más  de  dos meses, nuestra habitual tranquilidad dominical se vio interrumpida por el aviso de llegada de un mensaje por whatsapp. El remitente del mismo era Javier Buil, responsable de la tienda especializada La Corona de L´Ainsa y promotor del proyecto Vignerons de Huesca del que en tantas ocasiones hemos hablado. Hombre de pocas palabras -y por lo visto también de pocas imágenes- su mensaje se limitaba a una fotografía de su mano izquierda sosteniendo una botella de vino en cuya etiqueta no podía leerse ningún tipo de información, tan solo un trazo continuo enlazando varias veces el signo matemático del infinito. Esperamos unos minutos, con la esperanza de que dicha imagen se acompañara con alguna otra información adicional, pero no se dio tal circunstancia. Incluso nos temimos que no deberíamos haber sido nosotros los receptores de dicha imagen y que todo podía haber sido fruto de una confusión. Pasado un tiempo prudencial, con cautela nos decidimos a responder, pero nos surgió la duda de cómo hacerlo. Finalmente optamos por mantener el misterio y respondimos con otro mensaje también críptico: "Inquietante etiqueta..." Afortunadamente una posterior conversación nos permitió finalmente desvelar el secreto. 


El vino que hoy nos ocupa es el primero de una serie de vinos exclusivos, elaborados por encargo personal de Javier Buil a diferentes productores, fruto de una estrecha colaboración y una estricta selección en bodega. Estos vinos sólo serán distribuidos a través de La Corona de L´Ainsa y no será posible encontrarlos por otros cauces. Dado que no están dirigidos al público en general, es probable que ni siquiera aparezcan en la web y que sea Javier en persona quien los ofrezca a clientes seleccionados, tanto mejor cuanto más exigentes sean. Todos estos vinos serán producciones muy limitadas -en ocasiones tan sólo unas cuantas botellas- y tendrán en común la puesta en valor del producto de proximidad, una elaboración prácticamente artesanal y el indudable protagonismo de las variedades de uva autóctonas, minoritarias y en ocasiones casi desaparecidas. Serán vinos singulares, únicos e irrepetibles, que tendrán defensores y detractores, pero que serán capaces de transportar a quienes los prueben hasta viñedos desconocidos cuando no perdidos. Conociendo el nivel de exigencia con el que acostumbra a trabajar Javier Buil, la calidad de todos ellos está fuera de toda duda. Con toda certeza serán constantes sus visitas a las bodegas encargadas de la elaboración para conversar con cada elaborador y evaluar periódicamente el rumbo que va tomando cada vino hasta obtener el resultado óptimo.


Comenzaremos por tanto con el análisis de este Batán de Salas Moristel 2020 by La Corona de L´Ainsa. Atractiva presentación exterior, con una botella borgoñona de calidad y una etiqueta que hipnotiza. La contraetiqueta aporta algo más de información, pero tampoco demasiada. 100% Moristel, variedad tinta autóctona en vías de recuperación. Crianza totalmente desconocida, tanto en su duración como en cuanto al material utilizado, aunque francamente respetuosa con la carga frutal. Visualmente se muestra de un intenso color rojo cereza de capa media con ribete rubí. En nariz da la bienvenida una pizca de sobremaduración, para dejar paso a frutas rojas en mermelada -fresas, moras, ciruelas- caramelo de café con leche, lácticos y suaves tostados. Flores azules y pimienta blanca recién molida. Carácter férrico y sanguíneo sobre un fondo herbáceo. Marcada acidez, curiosamente detectable incluso en fase olfativa, que recuerda a vinos más septentrionales. Escasamente tánico, cremoso, de astringencia media, cumple con nota en fase gustativa, resultando muy fresco en boca. Longitud media pero suficiente, sostenida por ese leve amargor herbáceo que se intuye en nariz. Algo extraño y peculiar -sobre todo en fase olfativa- características ligadas a una variedad ya de por sí poco conocida. Un vino diferente con un perfil novedoso y moderno, de corte actual, fresco y frutal, muy alejado de las crianzas dominantes e intensas que todo lo invadieron hace unos años. Una rareza escasa, una pequeña joya.

Esperaremos pacientemente el lanzamiento del resto de vinos exclusivos de La Corona de L´Ainsa, con la seguridad de que todos ellos serán merecedores de nuestro interés. Y lo haremos sin prisa, como aquel viejo reloj de sol con el que hace años alguien decoró la fachada de su casa en uno de los numerosos pueblos abandonados que se encuentran desperdigados por la comarca del Sobrarbe.

Tempus fugit, como diría el clásico.



jueves, 14 de octubre de 2021

Visita a Bodegas Torrealbilla



La ruta natural para viajar hasta el Real Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe en Cáceres desde el centro de la península obliga a cruzar en algún momento el cauce del rio Tajo. En la actualidad, con las modernas infraestructuras, tal impedimento no supone ninguna dificultad, pero al principio del siglo XIV el asunto era diferente. En aquel tiempo don Pedro Tenorio, Arzobispo de Toledo, tenía propiedades en la localidad toledana de Alcolea de Tajo y decidió que la construcción del puente para cruzar el rio se realizara -casualmente- cerca de sus tierras. En el año 1380 se iniciaron las obras de un puente fortificado con dos torres de sillería de granito sobre el río Tajo, límite natural entre las provincias de Toledo y Cáceres. Como era de esperar, en torno a ese lugar comenzó a crecer una aldea de trabajadores, artesanos y canteros, todos ellos vinculados a la construcción del puente. Tras éstos llegaron los comercios, las cantinas y demás negocios, surgiendo de manera espontánea y natural una nueva localidad a la que con el  paso del tiempo se le dio -como es lógico- el nombre de El Puente del Arzobispo.



Dejando atrás las construcciones de El Puente del Arzobispo -algunas de cuyas fachadas y monumentos lucen decorados por la cerámica típica de la localidad, rica en verdes y ocres, a diferencia de los amarillos y azules de la cerámica de su vecina Talavera de la Reina- cruzamos el Tajo por el imponente puente. Si el tráfico lo permite, es recomendable hacerlo muy despacio para contemplar el cauce del río que es la columna vertebral de la Península Ibérica y mirar el horizonte que se extiende sin fin hacia tierras extremeñas y andaluzas. Nada más terminar de cruzar el puente, estaremos en la vecina provincia de Cáceres, concretamente en el término municipal de Villar del Pedroso, aunque todavía bastante alejados del núcleo urbano del mismo nombre, pues nuestro destino queda más cerca, a escasos 300 metros de la margen izquierda del Tajo.





La nave de elaboración y crianza de Bodegas Torrealbilla es visible y fácilmente localizable, incluso desde el mismo puente es posible divisar parte del joven viñedo de Tempranillo que rodea a la bodega. A decir verdad, Bodegas Torrealbilla es el resultado de la obstinación y la determinación de Javier Sánchez, empresario sin vínculo alguno con el mundo del vino. Un hombre hecho a sí mismo, artesano del metal en Madrid de lunes a viernes, acompañado por su familia más cercana, cada fin de semana se transforma en bodeguero. Aunque nunca llegan a olvidarse del todo, atrás quedaron los esfuerzos de levantar la bodega de la nada, porque nadie dijo que fuera fácil hacer realidad un sueño. La labor técnica corre por cuenta de Paula Trigueros, ingeniero agrónomo y máster en enología, de manera que puede decirse que ella es la mano que sujeta el pincel con el que se dibujan los vinos de Torrealbilla.






Las instalaciones de Bodegas Torrealbilla son acogedoras a la par que funcionales. Se trata de una bodega para elaborar vino más que para enseñar a las visitas. No obstante, la tienda-recepción resulta agradable de recorrer, bien iluminada y de distribución racional. Da acceso por uno de sus laterales a la sala de catas -espaciosa, acristalada y con vistas al viñedo- sin duda sorprendente por sus dimensiones. La gran sala de elaboración está diseñada para albergar muchos más depósitos de acero de los actuales. Las vinificaciones se realizan en depósitos de acero inoxidable con control de temperatura y se dispone de una capacidad máxima de producción de 45000 botellas anuales. La sala subterránea de crianza con temperatura constante, alberga 40 barricas de roble francés y el diseño de sus paredes forradas de piedra compactada y sujeta por redes metálicas, permite un ambiente tranquilo, sin ecos ni vibraciones, perfecto para la correcta evolución de los vinos.


En cuanto al viñedo, cabe recordar que se trata de un proyecto nuevo, podría decirse que todavía en vías de desarrollo. La viña de Tempranillo que rodea las instalaciones de la bodega dará probablemente este año su primera cosecha, papel que hasta el momento han desempeñado con éxito las 8 hectáreas de viñedo en la falda de la Sierra de Altamira que la bodega gestiona desde sus inicios, una viña mestiza de Tempranillo, Syrah y Cabernet Sauvignon. Hasta el momento no se dispone de viñedo de variedades blancas, así que en lugar de adquirir uva a otros viticultores locales, la bodega ha optado por un original sistema consistente en la adquisición de mosto refrigerado preparado para su vinificación, mayoritariamente Airén -variedad blanca manchega por méritos propios- pero también Gewürztraminer y Eva -uva autóctona extremeña- con las que se elaboran los vinos blancos de Torrealbilla. Por último, también se adquiere Pedro Ximénez, creemos que probablemente de Montilla-Moriles, vino sobre el que se cimenta la elaboración del excelente vermut La Torralvilla, con una receta tan secreta como exitosa.


Detallaremos a continuación nuestras notas y opiniones de todos los vinos que tuvimos la oportunidad de catar durante nuestra visita a Bodegas Torrealbilla. 



VERMUT LA TORRALVILLA
Caoba profundo con ribete ocre. Canela en rama, clavo de olor, nuez moscada, cáscara de naranja, zumo de lima, chocolate, café en grano y miel de palma. Un festival en nariz. Denso, meloso y cremoso, indudable identidad  Pedro Ximénez. Ataque dulce, ágil paso por boca con esa acidez cítrica y un final eterno apoyado en un  moderado amargor. Para degustar más como un Montilla-Moriles que como un vermut, sin hielo ni aderezos, pero para gustos los colores. Sin duda uno de los mejores vermuts que hemos catado. Y además en botella de litro y con una relación calidad-precio inigualable. Excelente.



EL GATO DE MARIETA
Eva, Gewürztraminer y Macabeo (80-10-10). Peculiar nombre para un vino, inspirado en un dibujo realizado en su infancia por la hija del propietario de la bodega. Amarillo pajizo muy claro. Poco exuberante en nariz. Fresco, ácido y menos dulce de lo esperado. Ligero, corto, poco voluminoso en boca. Un vino apto para todos los públicos-tal vez la etiqueta tenga su influjo, después de todo- ideal para acompañar bien frio durante las charlas en las tórridas tardes de verano.




INICIO BLANCO 2020
100% Airén. Amarillo pálido. Frutas de pepita, manzana reineta y pera sanjuanera, cítricos y algún aroma tropical. Anisados e hinojo. Sorprendente recuerdo a frambuesas a copa parada. Generosa acidez. Fresco, ligero y perfumado. Postgusto medio. No hemos catado muchos, pero este monovarietal de la uva blanca manchega por excelencia nos ha parecido más que correcto. Todo un descubrimiento.


INICIO BLANCO COUPAGE
Airén, Macabeo y Moscatel. Amarillo dorado, bastante evolucionado. Presencia de ciertos sedimentos que no benefician en nada a su evaluación. Manzanas asadas, dulce de membrillo, ceras, miel y naranja escarchada. Algo agotado, aunque conserva una acidez correcta. Licoroso a pesar de su escaso contenido alcohólico. Tiene un perfil oxidativo que lo hace divertido de catar, a pesar de tratarse de un vino retirado desde el punto de vista comercial. Curioso.


VIÑA ALTAMIRA 2019
Tempranillo, Syrah, Cabernet Sauvignon (60-20-20). Elaborado con uvas procedentes de varios viñedos situados en la falda de la Sierra de Altamira con una superficie total de 8 hectáreas. 6 meses de crianza en barricas de roble francés. Rojo picota de capa alta con ribete granate. Lágrima abundante, densa y pigmentada. Fruta roja y negra muy maduras. Caramelo, regaliz y pastillas juanolas. Alcohol presente. Ligeramente sobremadurado. Poderoso y opulento en boca. Tacto granular y levemente terroso, recuerda a algunos vinos con crianza en barro, aunque no es el caso. Postgusto medio plus. Perfecto para acompañar embutidos, quesos y carne a la brasa.


INICIO QUERCUS CRIANZA 2019
Tempranillo y Syrah (90-10). Las uvas proceden de las mismas viñas que en el caso del vino anterior, a la espera de que las 9 hectáreas de viñedo que rodean a la bodega se pongan en producción, posiblemente en la próxima vendimia. Crianza mínima de 9 meses en barrica de roble  francés y americano. Rojo picota de capa alta con ribete granate. Lágrima abundante, densa y pigmentada. Esmalte de uñas, fruta negra muy madura, casi en compota. Recuerdos tostados y especiados. Algo cálido en boca, aunque con taninos más domados. Final medio-largo. Elegante, intenso y sabroso.


La inminente puesta en producción del viñedo de Tempranillo en espaldera que rodea las instalaciones con total seguridad va a suponer un salto cualitativo en sus vinos, particularmente en sus tintos jóvenes, sobre todo si se tiene en cuenta la rapidez con que se va a iniciar la vinificación de esas uvas. También la futura optimización del actual laboratorio permitirá anticipar decisiones técnicas con mayor rapidez. El tiempo y el mercado dirán si es necesario adquirir o plantar nuevas viñas, tal vez de alguna variedad blanca, quién sabe...

Una bodega que apenas acaba de iniciar su andadura, con una dirección apasionada y con un equipo técnico joven deseoso de seguir haciendo las cosas bien. Un proyecto francamente interesante al que desde luego no le perderemos la pista, porque anticipa grandes satisfacciones.



domingo, 29 de agosto de 2021

> Edra Emociones, perfecto equilibrio

 

El pasado mes de Febrero, en el curso del panel de cata 2021 de Vignerons de Huesca, tuvimos ocasión de catar el último vino elaborado por Alex Ascaso en Bodegas Edra. Ya entonces nos pareció una interesante novedad aquel coupage de Ribote y Parraleta -castas autóctonas ambas que incluso hay quien opina que son la misma- con sutil crianza en roble, un vino ligero, fresco, frutal y moderno, que rompía en cierto modo con la tradición propia de Edra de elaborar vinos corpulentos, potentes y de gran expresión. Meses después conseguimos -no sin dificultad- una de las escasísimas 469 botellas que se elaboraron del Edra Emociones y ahora por fin, pasado este prudencial tiempo de redondeo en botella, estamos en disposición de publicar nuestras notas de cata y opiniones acerca del sueño más reciente de Alex Ascaso.

Comenzaremos con la presentación exterior, porque si la cara es el espejo del alma, la imagen de un vino tiene que hablarnos de su carácter. En ese sentido, Edra Emociones deja claro desde el principio su origen artesanal, con una etiqueta sobria que proporciona información del elaborador, el nombre del vino en caligrafía manuscrita y la numeración también a mano de todas y cada una de las botellas, un delicioso detalle de calidad. Gracias a Dios, la tecnología ha acudido en ayuda de las bodegas y por fin han desaparecido aquellos viejos lacres que se hacían añicos irremediablemente y se quedaban adheridos eternamente al cuello de la botella. Las actuales ceras son estupendas, simplemente se perforan al descorchar la botella y se pueden retirar fácilmente de una sola pieza. Así es también en este caso, una cera de excelente calidad recubre el corcho natural clásico de Bodegas Edra.

Edra Emociones con el sello Vignerons de Huesca

Pero vayamos al interior de la botella borgoñona del Edra Emociones. Estamos ante lo que se denomina un blending, una mezcla de añadas, algo bastante inusual en la actualidad pero que durante mucho tiempo fue la solución de los pequeños elaboradores para poder sortear vendimias de escasa producción, calidad mediocre o cosechas perjudicadas por las plagas. La reserva de vino de un año para otro les permitía hacer correcciones antes de embotellar e incluso obtener un perfil constante en sus vinos. En Jerez lo llevan haciendo durante siglos y no parece que les vaya nada mal. En el caso que nos ocupa, se trata más bien de una decisión voluntaria del elaborador, ensamblando Parraleta de 2020 y Ribote de 2019, ambos vinos con permanencia en barrica, buscando una mayor presencia de la fruta y una madera menos presente. Y lo mejor de todo es que lo consigue.

Visualmente el Edra Emociones es de un bonito color rojo cereza de capa media-baja con ribete rubí que insinúa el granate y lágrima pigmentada. En nariz es fragante y directo, con predominio de frutas rojas en licor, guindas, chocolate con leche, mentolados, especias dulces, café molido y un curioso recuerdo vegetal a hoja de tomate. En boca es sabroso y amplio, llena la boca con unos taninos bien domados -casi cariñosos- con una acidez ideal que lo hace fresco, crujiente y lo convierte en un vino de trago largo y numerosas posibilidades de maridaje. Un vino sutil, moderno, actual y versátil. Por su forma de elaboración y por las variedades de uva utilizadas, Edra Emociones es quizás el vino con el perfil "más vigneron" de Alex Ascaso y representa el equilibrio perfecto entre la tradición de siempre y los gustos comerciales de ahora, con una fruta más presente y una barrica que acompaña sin molestar. 

Porque para elaborar vinos de calidad, el equilibrio es imprescindible.

Alex Ascaso en equilibrio sobre sus barricas