El pasado mes de Febrero, en el curso del panel de cata 2021 de Vignerons de Huesca, tuvimos ocasión de catar el último vino elaborado por Alex Ascaso en Bodegas Edra. Ya entonces nos pareció una interesante novedad aquel coupage de Ribote y Parraleta -castas autóctonas ambas que incluso hay quien opina que son la misma- con sutil crianza en roble, un vino ligero, fresco, frutal y moderno, que rompía en cierto modo con la tradición propia de Edra de elaborar vinos corpulentos, potentes y de gran expresión. Meses después conseguimos -no sin dificultad- una de las escasísimas 469 botellas que se elaboraron del Edra Emociones y ahora por fin, pasado este prudencial tiempo de redondeo en botella, estamos en disposición de publicar nuestras notas de cata y opiniones acerca del sueño más reciente de Alex Ascaso.
Comenzaremos con la presentación exterior, porque si la cara es el espejo del alma, la imagen de un vino tiene que hablarnos de su carácter. En ese sentido, Edra Emociones deja claro desde el principio su origen artesanal, con una etiqueta sobria que proporciona información del elaborador, el nombre del vino en caligrafía manuscrita y la numeración también a mano de todas y cada una de las botellas, un delicioso detalle de calidad. Gracias a Dios, la tecnología ha acudido en ayuda de las bodegas y por fin han desaparecido aquellos viejos lacres que se hacían añicos irremediablemente y se quedaban adheridos eternamente al cuello de la botella. Las actuales ceras son estupendas, simplemente se perforan al descorchar la botella y se pueden retirar fácilmente de una sola pieza. Así es también en este caso, una cera de excelente calidad recubre el corcho natural clásico de Bodegas Edra.
Pero vayamos al interior de la botella borgoñona del Edra Emociones. Estamos ante lo que se denomina un blending, una mezcla de añadas, algo bastante inusual en la actualidad pero que durante mucho tiempo fue la solución de los pequeños elaboradores para poder sortear vendimias de escasa producción, calidad mediocre o cosechas perjudicadas por las plagas. La reserva de vino de un año para otro les permitía hacer correcciones antes de embotellar e incluso obtener un perfil constante en sus vinos. En Jerez lo llevan haciendo durante siglos y no parece que les vaya nada mal. En el caso que nos ocupa, se trata más bien de una decisión voluntaria del elaborador, ensamblando Parraleta de 2020 y Ribote de 2019, ambos vinos con permanencia en barrica, buscando una mayor presencia de la fruta y una madera menos presente. Y lo mejor de todo es que lo consigue.
Visualmente el Edra Emociones es de un bonito color rojo cereza de capa media-baja con ribete rubí que insinúa el granate y lágrima pigmentada. En nariz es fragante y directo, con predominio de frutas rojas en licor, guindas, chocolate con leche, mentolados, especias dulces, café molido y un curioso recuerdo vegetal a hoja de tomate. En boca es sabroso y amplio, llena la boca con unos taninos bien domados -casi cariñosos- con una acidez ideal que lo hace fresco, crujiente y lo convierte en un vino de trago largo y numerosas posibilidades de maridaje. Un vino sutil, moderno, actual y versátil. Por su forma de elaboración y por las variedades de uva utilizadas, Edra Emociones es quizás el vino con el perfil "más vigneron" de Alex Ascaso y representa el equilibrio perfecto entre la tradición de siempre y los gustos comerciales de ahora, con una fruta más presente y una barrica que acompaña sin molestar.
Porque para elaborar vinos de calidad, el equilibrio es imprescindible.
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