viernes, 22 de septiembre de 2023

> El confesionario: Eduardo Cabello

 


Si lo deseas, empieza por presentarte. ¿Cuál es tu nombre? ¿De dónde eres? ¿A qué te dedicas?
Mi nombre es Eduardo Cabello Rodrigo, nacido en Zaragoza, tengo 50 años y los últimos 31 (cómo pasa el tiempo), Guardia Civil en diversas unidades y especialidades.

¿Qué querías ser de mayor?
De mayor me hubiera encantado ser futbolista profesional, portero al estilo “Arkonada” pero como la inmensa mayoría me quede en el camino por diversas circunstancias. La fotografía también me ocupo algo de tiempo, realicé algunos cursos, aunque finalmente quedó en un hobby.

¿Cuál es tu primer recuerdo relacionado con el vino?
Mi primer recuerdo viene de mi padre, sin duda, esas botellas del supermercado que actualmente se siguen vendiendo y no faltaban en las comidas.

¿Y el primer contacto “profesional”?
Seguramente el pertenecer al grupo de catas Winefrikis, gracias a la buena vista y amistad con Luis Dias en Zaragoza, donde se abrió un abanico de opciones donde poder catar y aprender, de otras personas amantes del vino, y que con el paso del tiempo ha ido evolucionando en un grupo referente, de buena gente, que ya somos amigos.

¿Hay en tu familia antecedentes relacionados con el vino?
Si, recuerdo de joven el olor inconfundible a bodega que tenía parte de mi familia en Orduña (Vizcaya), contaban con grandes depósitos donde embotellaban y distribuían, “Vinos Merino”, me trae muy buenos recuerdos. También la bodega en Tudelilla (La Rioja), la sensación de frescura y humedad del interior de la bodega son experiencias que no se olvidan, y recuerdo cada vez que visito una bodega de nuevo.

¿Has recibido formación enológica o eres autodidacta?
He cursado estudios de la WSET (Wine & Spirit Education Trust), con Jorge Orte en Zaragoza, terminé el Level 2 el año pasado y me animé a estudiar el Level 3 que finalicé este mismo año.

¿A quién invitarías a un vino? (personaje histórico, público o de tu entorno)
Un par de imposibles, me encantaría tomar un vino con Jesús de Nazaret y otro en mi pueblo Purroy, con mi padre.

¿Con quién crees que tienes un vino pendiente?
Intento no tener casi nada pendiente, si es posible. Creo que lo tomaría conmigo mismo, no es cuestión de ser narcisista, pero me parece una buena manera de compartir lo que te gusta con tu mejor amigo y tu peor enemigo.

¿Cuál crees que es la cualidad esencial que se debe tener para catar un vino?
Imagino que un cerebro receptivo y buen olfato para recordar y distinguir sensaciones que te den las pautas de valoración correctas en un vino.

Catar, evaluar o beber vino ¿es lo mismo?
Yo pienso que no, bebedores hay muchos, algunos de ellos sin ningún criterio. Para catar se necesita ciertos conocimientos y una base habiendo probado muchos vinos para tener información previa a la hora de valorar, así como intentar desconectar de los gustos personales para hacer un estudio del vino, juzgando sus cualidades organolépticas buenas o malas y sacar conclusiones. Evaluar un vino, es para mí utilizar la terminología normalizada para describir correctamente el color, olor, sabor y la impresión general de manera correcta.

¿Recuerdas el mejor vino que hayas probado?
Pues depende la época. Recuerdo perfectamente de joven mi primer “Gran vos” de 1995 en Alquezar como algo especial, los Viña Ardanza del 95 y 98 fantásticos. El primer Vega Sicilia que me regalaron en un cumpleaños, aunque reconozco que el 904 de La Rioja Alta tiene una vinculación emocional por distintos motivos. A nivel internacional he probado excelentes vinos, pero pienso que sólo estoy empezando a disfrutar de este mundo y que el mejor vino está por llegar.

¿Y el peor?
Era tan malo que no recuerdo su nombre, terminó en la base de un árbol que creció menos ese verano.

¿Cuál es tu sueño (futuro) relacionado con el vino?
Puestos a soñar, no estaría nada mal una asociación vinícola exclusiva donde degustar grandes referencias mundiales sin preocuparme del tema económico.

¿Qué significa para ti pertenecer a Winefrikis?
En primer lugar, un honor y un privilegio por el aporte humano que hay en él, y por otro lado una gran oportunidad de catar cientos de vinos de distintas denominaciones y países, añadas antiguas y algunos vinos de variedades recuperadas y desconocidas siempre con el afán de aprender y compartir en un grupo inimitable. Poder visitar bodegas y catar vinos en elaboración y en exclusividad, así como visitar ferias del sector donde seguir aprendiendo y disfrutando de este mágico mundo.



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