jueves, 6 de julio de 2023

> Sudáfrica desconocida

 


Es muy probable que sólo con el paso del tiempo, tomemos consciencia del privilegio que significa tener al alcance de nuestra mano los seminarios impartidos por Grape Bebop. Después de aquella experiencia única que supuso la jornada sobre vinos de Georgia, la asistencia a la reedición de la charla formativa sobre vinos sudafricanos nos pareció casi una obligación. Aunque en los últimos años el acceso a los vinos de Sudáfrica resulta algo más sencillo -particularmente a través de webs especializadas- en general el conocimiento que se tiene al respecto es bastante limitado, incluso para un consumidor medianamente interesado. 


Si el presente de cualquier país no puede comprenderse sin su historia, en el caso de Sudáfrica esta premisa se cumple aún con más firmeza. Al margen de los suelos, la orografía, el clima y la influencia del mar, no se puede entender el origen del vino sudafricano sin echar la vista atrás al menos cuatrocientos años. Fue a mediados del siglo XVII cuando la Compañía Holandesa de las Indias Orientales decidió establecer un puesto de aprovisionamiento para sus naves cerca del Cabo de Buena Esperanza. Con el paso del tiempo, el posterior desarrollo de ese pequeño núcleo -casi exclusivamente formado por almacenes y tabernas- dio lugar a lo que más tarde sería la actual Ciudad del Cabo. La necesidad de asegurar el suministro a los barcos, animó a algunos colonos a establecerse y a construir sus propias granjas, en las que además de criar animales incorporaron diversos cultivos entre los que se incluyó la vid. Este es el motivo por el que la mayoría de bodegas en Sudáfrica se denominan farms. Como casi todos los vinos de aquella época, su calidad dejaba mucho que desear, pero el elevado consumo interno en una región sin apenas infraestructuras e indudablemente volcada al comercio marítimo hizo que crecieran las hectáreas de viñedo. 


Algo cambió a principios del siglo XIX cuando el Imperio Británico se hizo con Ciudad del Cabo. Las constantes guerras con Francia bloquearon el comercio europeo de los vinos de Burdeos y ese segmento del mercado lo intentaron ocupar -aunque con escaso éxito- los vinos procedentes de Sudáfrica, a pesar de los costes del transporte, las dificultades de conservación y la escasa calidad de los mismos. En realidad, sólo los vinos dulces elaborados en Constantia -residencia del antiguo gobernador holandés de la colonia- gozaban por entonces de cierto reconocimiento internacional. Aparentemente ciegos ante las demandas de su mercado exterior, los productores sudafricanos persistieron en los errores que arrastraban desde hace años y en una enloquecida huida hacia adelante, aumentaron las hectáreas de viñedo y el volumen de vino producido, con una calidad tan ínfima que no tardó en derivar en rechazo comercial, viéndose obligados a desviar todos esos excedentes hacia la destilación.


Sin embargo, la independencia de Sudáfrica del Imperio Británico todavía se retrasó varias décadas. 25 años de conflicto armado intermitente entre los colonos de origen holandés -conocidos como bóeres o afrikaners- y la metrópoli británica desembocaron en la creación de la Unión Sudafricana, estado-colonia que a la postre se convertiría con el paso de los años en la actual República de Sudáfrica. Durante ese periodo tan convulso en lo político, se fundó en 1923 la cooperativa KWV que agrupó a la mayoría de viticultores y sentó las bases para una producción adecuada y una comercialización favorable. Al inicio sus decisiones fueron aceptadas con agrado por los productores, pero con el paso de los años y su excesivo intervencionismo, la KWV se convirtió en un monopolio del que era prácticamente imposible escapar. Finalmente en 1994 la KWV colapsó, no sólo debido a sus dificultades económicas, sino también arrinconada por algunos elaboradores independientes que introdujeron novedades tecnológicas procedentes de otros países y que obtuvieron un notable éxito comercial.



No es posible hablar de la historia del vino en Sudáfrica sin mencionar a los esclavos. Fueron los colonos holandeses los que introdujeron esta mano de obra de bajo coste, práctica abolida parcialmente en 1834 por los británicos, aunque durante mucho tiempo pervivió en forma de escasos salarios en ocasiones pagados con botellas de alcohol, una cruel y autorizada costumbre que tenía la doble finalidad de ahorrar costes y convertir a los trabajadores de raza negra en alcohólicos absolutamente dependientes. Las consecuencias de este endemoniado mecanismo denominado "sistema tot" pueden verse incluso hoy en día al comprobar los elevados índices de alcoholismo entre la población de color, situación que apenas ha variado desde el fin del Apartheid a mediados de los 90. El abandono de las políticas de segregación racial por parte de los sucesivos gobiernos sudafricanos supuso un punto de inflexión también para la industria del vino. Asimismo los esfuerzos implementados por las bodegas en materias tales como la certificación de viticultura sostenible con la biodiversidad y el medio ambiente o la certificación de prácticas éticas respecto a las condiciones laborales, persiguen dignificar la imagen del país ante los mercados exteriores más sensibles. La apertura de nuevos destinos comerciales y el definitivo levantamiento de las estrictas normas de la KWV han permitido la entrada de nuevas ideas en las bodegas y han conseguido posicionar al vino sudafricano en el mercado internacional, aunque no resulta sencillo dejar atrás la etiqueta de vinos baratos y de gran volumen.


El sistema de clasificación Wine of Origin (WO) por el que se rigen la totalidad de los vinos sudafricanos fue diseñado en 1973. A diferencia de lo que sucede en las denominaciones de origen españolas, no existe regulación alguna en cuanto a variedades de uva, técnicas de vinificación, tiempos de crianza ni nada similar. Todo el esfuerzo se concentra en la identificación de las zonas geográficas en función de los suelos, la orientación y los mesoclimas. La clasificación comienza con las áreas más grandes denominadas "unidades geográficas", en número total de seis, aunque sin duda la más conocida es Western Cape. Le siguen las "regiones", que a su vez se dividen en "distritos", en cuyo interior se diferencian un número indeterminado de "wards" o zonas geográficas con condiciones geológicas y climáticas especiales que les proporcionan una identidad propia. Por último nos encontramos los "estates", viñedos no fragmentados propiedad de una sola bodega. Todo este complejo entramado obliga a los productores a cumplir con un estricto programa de documentación que garantice la trazabilidad, algo que tiene sentido para vinos de gran calidad pero que supone un severo inconveniente en el caso de los vinos más económicos. Por si fuera poco, el tránsito documental hacia las áreas más pequeñas no lleva aparejado una mayor calidad -es tan sólo un signo de identidad- de modo que no quiere decir que un vino etiquetado con el nombre de un ward vaya a tener más calidad que otro etiquetado como procedente de Western Cape, tan sólo para poner un ejemplo.
 

La inmensa mayoría de países productores de vino intentan abanderar el cultivo de al menos una variedad de uva y no tardan en calificarla como autóctona. Es una simple consecuencia de la mentalidad humana con el fin de diferenciarse del vecino. Son de sobras conocidos los casos de la Malbec en Argentina y de la Tannat en Uruguay. Sudáfrica eligió para desempeñar ese papel a la Pinotage, una variedad tinta resultante de la hibridación entre Pinot Noir y Cinsault -también denominada Hermitage- realizada en tierras sudafricanas en 1924 por Abraham Izak Perold, profesor de viticultura de la Universidad de Stellenbosch. Jugar a ser Dios tiene sus riesgos, de manera que de dos uvas de piel fina y escaso color, se obtuvo sorprendentemente una variedad de hollejo grueso de la que se obtienen vinos de capa profunda y marcada astringencia, aún a pesar de retirar los hollejos antes de que termine la fermentación y de microoxigenar la mezcla. Tan sólo los monovarietales elaborados con uvas procedentes de viñedos viejos en vaso alcanzan los niveles de elegancia que se les debería exigir y todo ello siempre que el trabajo en bodega sea impecable. En la práctica, es complicado encontrar pinotages de calidad, más aún fuera de Sudáfrica. Tal vez por eso se han popularizado en los últimos años los conocidos como Coffee Pinotageun estilo de vino muy comercial con aromas a toffee y capuccino, mucho más agradable para el consumidor medio aunque con un sospechoso maquillaje conseguido con la adición de duelas de roble tostadas durante la fermentación del mosto. La segunda vía por la que Sudáfrica ha decidido presentar su querida Pinotage al mundo son los vinos denominados Cape blend, ensamblajes con variedades francesas -Cabernet Sauvignon, Merlot, Cabernet Franc, Petit Verdot- en los que la casta sudafricana debe ser mayoritaria en el coupage y representar entre un 30% y un 70% del total.


Sin duda resultan mucho más atractivas las tradicionales French-style blends -mezclas bordelesas- o incluso los vinos GSM style -Garnacha, Syrah, Monastrell- tan populares y exitosos en el Ródano. Las variedades blancas más representativas, tanto en vinos monovarietales como en ensamblajes, son la Sauvignon Blanc, la Chenin Blanc, la Chardonnay y la Semillon. Como curiosidad añadiremos que existe en tierras sudafricanas una mutación autóctona de esta última -Semillon Gris- tan escasa como peculiar. Por último, hablaremos brevemente de los desconocidos vinos espumosos sudafricanos. Cap Classique es la asociación que agrupa a 82 productores de vinos espumosos de calidad, sin restricción alguna en cuanto a variedad de uva utilizada. Sí se exige vendimia manual, prensado de racimos enteros, mosto procedente sólo del primer prensado, segunda fermentación en botella y un periodo mínimo de crianza en botella de 12 meses.

Pues bien, si la lectura ha conseguido mantener el interés hasta este punto del artículo, el premio consiste en tener acceso a nuestras notas y opiniones acerca de los vinos que tuvimos el privilegio de catar en aquella interesantísima jornada. Como siempre nos gusta decir: pasen y disfruten, queridos lectores...




GRAHAM BECK VINTAGE COLLECTION BLANC DE BLANCS BRUT 2017
Cap Classique. 100% Chardonnay. Espumoso elaborado siguiendo el método tradicional de segunda fermentación en botella. Vendimia manual temprana en búsqueda de frescura. Uva procedente de viñedos sobre suelos calizos, una rareza dentro del distrito de Robertson, un ancho valle con orientación hacia el Océano Índico. Parte del vino no realiza maloláctica y al menos la mitad realiza 5 meses de crianza en barrica. 48 meses de crianza en total. Brioche, cítricos, mantequilla. Muy cremoso en boca, con algo más de cuerpo que champagnes y cavas con los que comparte método de elaboración. Cifras de producción y exportación en claro incremento. Los espumosos Cap Classique son quizás los vinos sudafricanos comercialmente con más potencial en la actualidad.


KLEIN CONSTANTIA VIN DE CONSTANCE 2018
WO. Constantia. 100% Muscat de Frontignan. Actual recreación del histórico vino dulce que -según se cree- Napoleón hizo que le llevaran durante su destierro en la isla de Santa Elena. Uva vendimiada entre principios de febrero y mediados de abril, a lo largo de 21 fechas diferentes de recogida, buscando el equilibrio entre la acidez, la maduración y el contenido en azúcares. Realización de múltiples elaboraciones -inoxidable, barricas de diferentes tamaños, tipos de roble y grados de tostado- hasta llegar al secreto coupage final. Por si fuera poco, se le somete a tres años de crianza posterior. El resultado es un vino naturalmente dulce, visualmente de un precioso color dorado, opulento y apabullante en nariz, denso y meloso en boca, aunque con una excelente acidez y una complejidad sin igual. Una auténtica delicia. De su precio nada comentaremos -no resulta elegante hablar de dinero- porque como alguien dijo alguna vez, si se necesita preguntar cuánto cuesta, tal vez no nos lo podamos permitir...


DIEMERSDAL SAUVIGNON BLANC 2020
WO. Cape Town. 100% Sauvignon Blanc. Sin crianza en roble. Viñedos situados en las colinas de Durbanville sobre suelos de arenisca al norte de Ciudad del Cabo, zona más fresca por la influencia de los vientos y brisas procedentes del Atlántico, a no más de 10 kilómetros de distancia. Herbáceos, cítricos y una marcada acidez, un estilo de Sauvignon Blanc muy particular de Cape Town, más refrescante y menos tropical que los elaborados en Nueva Zelanda. Correcto y asequible.


THORNE & DAUGHTERS SNAKES & LADDERS 2020
WO. Citrusdal Mountain. 100% Sauvignon Blanc. Fermentación de racimos enteros y crianza sobre lías en barrica de roble durante 9-10 meses. Amarillo dorado medio. Tarta de manzana y tostados, sobre un ligero fondo de reducción. Notable presencia de la crianza. Un irreconocible Sauvignon Blanc con una excelente evolución al oxigenarse en la copa. Muy agradable y elegante.


RALL WINES WHITE 2019
WO. Coastal. Ensamblaje de tres variedades de uva: Chenin Blanc, Verdelho y Viognier (68-28-4) procedentes de Swartland y Stellenbosch. Discreta crianza en barrica de roble francés de varios usos. Cítricos y manzanas. Marcada acidez y posibilidad de guarda. Alejado de nuestros gustos.


CAP MARITIME CHARDONNAY 2018
WO. Hermel-en-Aarde Ridge. Área de producción emergente, escindida de Walker Bay y subdividida a su vez en tres surregiones o wards, con diferencias en altitud y en composición de los suelos. 100% Chardonnay. 14 meses de crianza en barricas de roble nuevo y huevos de cemento. Yogur de limón y frutas de pepita. Imposible diferenciarlo de otros Chardonnays de Nuevo Mundo. Fresco en nariz y elegante en boca, un estilo más borgoñón, aunque con menos acidez que los citados vinos franceses. Elegir entre el original o la copia depende de lo que estemos dispuestos a pagar.


KEERMONT VINEYARDS RIVERSIDE CHENIN BLANC 2018
WO. Stellenbosch. 100% Chenin Blanc. 11 meses de crianza en barricas usadas de roble francés. Elaborado siguiendo principios de enología de mínima intervención. Acidez media. Mieles y frutas de pepita. Ligerísimo resto de azúcar. Cremoso y amable en boca. Un magnífico representante de los exitosos monovarietales de Chenin Blanc elaborados en Sudáfrica. 


RICHARD KERSHAW CLONAL SELECTION PINOT NOIR 2018
WO. Elgin. 100% Pinot Noir. Vendimia manual y fermentación espontánea en depósitos abiertos. Vinificación por separado de diferentes clones de Pinot Noir. 11 meses de crianza en barricas de diferentes capacidades y en huevos. Rojo cereza de capa baja, limpio aunque con un aspecto algo más evolucionado de lo deseable. Recuerdos a carne ahumada, pétalos de rosa marchitos y tierra húmeda. Algo licoroso. De nuevo un estilo borgoñón bastante acertado -la fresca climatología de Elgin así lo determina- pero que sin embargo no alcanza al original. Buen intento.


AA. BADENHORST RED 2019
WO. Swartland. Syrah, Cinsault, Tinta Barroca, Garnacha Tinta y Touriga Nacional (35-31-17-13-4). Vendimia efectuada el mismo día para todas las variedades por igual, lo cual ya indica que el elaborador sabe bien lo que hace aunque asume sus riesgos. Semimaceración carbónica de parte de la uva, dejando entre 3 y 6 meses el mosto en contacto con pieles. Posterior crianza durante 16 meses en barricas usadas. El resultado es algo similar a un "field blend", aunque en realidad las uvas proceden de parcelas diferentes. Capa media con ribete granate. Cerezas, lácticos, chocolate con leche. Ligeramente astringente en boca que hace sospechar algo de verdor, exceso de raspón o más posiblemente ambas cosas. Corte moderno e internacional. Muy curioso.


CHAMONIX WREYWACKE PINOTAGE 2017
WO. Franschhoek. 100% Pinotage. 18 meses de crianza en una combinación de barricas nuevas y usadas. Monovarietal de esta casta tinta resultado de la hibridación entre Pinot Noir y Cinsault -también denominada Hermitage- realizada en tierras sudafricanas a principios del siglo XX, de manera que de dos uvas de piel fina y escaso color, se obtuvo sorprendentemente una variedad de hollejo grueso de la que se obtienen vinos de capa profunda y marcada astringencia, aún a pesar de retirar los hollejos antes de que termine la fermentación y de microoxigenar la mezcla. Por si todo ello no fuera suficiente, en el vino que nos ocupa se efectúa una semimaceración carbónica y además parte de las uvas se deshidratan antes de ser añadidas al vino sin terminar. El resultado no puede ser más incómodo: frutas rojas, negras y frutos secos tostados en nariz, pero en boca presenta un desagradable y prolongado amargor final. Imposible para nosotros.


KANONKOP KADETTE CAPE BLEND 2019
WO. Stellenbosch. Pinotage, Merlot, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc (44-29-25-2). Vinificación en depósitos de cemento. Crianza durante 12 meses en barricas usadas. Un vino correcto pero sin atractivo alguno, con ese amargor identitario de la Pinotage todavía muy presente, aunque algo más domesticado. En nuestra opinión el estilo cape blend parece más un intento de aprovechamiento de la difícil Pinotage que una búsqueda de la excelencia. En estos coupages la casta sudafricana debe ser mayoritaria y habitualmente se acompaña de variedades francesas, en una nada exitosa reinterpretación de los tintos del Ródano.


DE TRAFFORD ELEVATION 393 2012
WO. Stellenbosch. Syrah, Cabernet Sauvignon, Merlot, Cabernet Franc (32-31-19-18). Crianza durante 23 meses en barrica nueva. Nariz rica en balsámicos y mentolados, con una marcada presencia de piracinas. Como es lógico con ese ensamblaje tan multitudinario, carece por completo de tipicidad varietal. Tampoco goza de identidad geográfica, un estilo muy bordelés que no permite reconocerlo como un vino de Nuevo Mundo, lo cual casi nos parece más un halago que una crítica. Bien elaborado.


Damos por terminado este viaje tan interesante como intenso por tierras sudafricanas. Agradecemos una vez más a Grape Bebop la posibilidad de darnos a conocer vinos procedentes del otro lado del mundo con la comodidad añadida de poder realizarlo sin tener que desplazarnos fuera de nuestra ciudad.

Próximo destino: Hungría


NOTA: Para la redacción del presente artículo nos hemos ayudado de la información proporcionada por Grape Bebop durante nuestra asistencia al seminario, así como de algunas imágenes compartidas en redes sociales, en particular imágenes de ciertas etiquetas, imprescindibles en nuestra opinión para documentar adecuadamente los vinos catados. Nuestro más sincero agradecimiento.

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