Las intrigas políticas amenazan el futuro de la DOc. Rioja desde hace años.
A finales del pasado mes de Noviembre se conoció la noticia de que un determinado partido político había decidido otorgar el apoyo al Gobierno de España para aprobar los Presupuestos generales del Estado a cambio de la segregación de parte del territorio que en la actualidad integra la DOc. Rioja. La inmediata reacción de las asociaciones de viticultores, cooperativas, productores y del propio gobierno riojano -curiosamente presidido por el mismo partido político que ostenta el poder en el gobierno central- frenaron dicha iniciativa que hubiera supuesto la ruptura definitiva de la región vitivinícola española más conocida, tanto a nivel nacional como internacional.
En realidad la herida lleva abierta mucho tiempo, aunque se ha cerrado en falso en numerosas ocasiones. No hace mucho tiempo -en los primeros días del año 2016- fuimos testigos de la confirmación del abandono de Bodegas Artadi de la DOc. Rioja. Dicha decisión por parte de la célebre bodega alavesa supuso que se tambalearan los cimientos de una de las denominaciones de origen más antiguas de España. Aunque de cara a la galería los motivos aducidos fueron de índole vitivinícola, muchos vislumbraron en el fondo la sospecha de que hubiera causas económicas e incluso políticas detrás de la autoexclusión de la bodega de Juan Carlos López de Lacalle. Bodegas Artadi (Laguardia) justificó entonces su decisión -absolutamente lícita y puede que acertada- alegando la postura intransigente del Consejo Regulador de la DOc. Rioja, organismo que depende directamente del gobierno riojano, un inmovilismo que según la bodega, supuso trabas para el desarrollo de las categorías de "vinos de municipio" y "vinos de parcela", corriente defendida por la bodega, más o menos en el mismo sentido de lo que se viene realizando en Burdeos desde hace décadas. En realidad esos argumentos parecieron sólo una verdad a medias. Nada ha impedido a Artadi elaborar vinos como El Carretil o Viña El Pisón, otro asunto diferente es que lo deseable hubiera sido poder calificarlos no sólo como crianza o reserva, sino como "algo más", de manera que sirviera como justificación a sus elevados precios también en el etiquetado y no sólo en la copa. Si a todo lo anterior se le añaden ciertas diferencias de tipo político y fiscal entre las tres comunidades autónomas con territorios pertenecientes a la DOc. Rioja -hasta el punto de que hubo quien sugirió que estábamos ante el embrión del desarrollo de una hipotética DO. Viñedos de Álava que pudiera ser en el futuro un rival directo de Rioja- el caldo de cultivo ideal para la ruptura ya estaba servido.
Ciertamente
en los últimos años se han comercializado vinos al amparo de la
DOc. Rioja auténticamente indignos de llevar su nombre, vinos de
supermercado donde el reducido precio ha primado sobre la calidad y
en ello debería tener mucho que decir el Consejo Regulador,
responsable del control de las producciones máximas por hectárea,
los procesos de vinificación, los tiempos de crianza y demás
verificaciones. ¿Exceso de celo en algunas cosas? ¿Dejación de
funciones en otras? Imposible de saber desde fuera, sin embargo el
consumidor sí que tiene la sensación de que en la DOc. Rioja se ha
tomado partido por la cantidad más que por la calidad, siendo como
son ambas igual de importantes. El equilibrio parecería ser lo más
adecuado, pero hasta ahora no se ha conseguido.
Por
el momento no ha habido más bodegas que hayan secundado aquella
iniciativa rupturista de Artadi, sustanciada
en la firma del denominado Manifiesto
del Club Matador,
nombre quizás no muy acertado por lo que ello implica. La decisión
de la bodega de Laguardia tuvo como consecuencia directa e inmediata
la prohibición, por parte del Consejo Regulador, de incorporar en
sus etiquetas la palabra Rioja, algo que muy probablemente no le
supusiera ningún perjuicio de cara al reconocimiento de sus vinos,
pero que sin embargo sí pudo conllevar
problemas de comercialización en el extranjero, mercados donde la
sola presencia del nombre de la DO. es capaz de abrir numerosas
puertas, en especial a bodegas medianas y pequeñas. Meses más tarde
se hizo pública una iniciativa del Grupo
Rioja,
nombre que aglutina a una cincuentena larga de bodegas pertenecientes
a las tres subzonas -Rioja Oriental, Alta y Alavesa- con un claro
tinte conciliador, intentando acercar posturas. El Grupo Rioja dio la
impresión de perseguir los mismos fines que las bodegas díscolas
pero por otros medios, más amables y deseables. Su propuesta se
fundamentaba en el reconocimiento de una categoría superior para
algunos vinos dentro de la DO. sin abandonar la misma -vinos de
paraje o vinos de parcela- no sólo manteniendo las exigencias
actuales -variedades de uva autorizadas, permanencias en barrica,
etc- sino incluso incrementándolas en cuanto a la reducción de los
rendimientos por hectárea. Como contraprestación dichos vinos
podrían incorporar en su etiqueta el nombre del municipio o de la
finca.
La
citada iniciativa se hizo llegar al Consejo Regulador quien se
comprometió a estudiarla a fondo y animó a otras bodegas que aún
no habían tomado partido por uno u otro bando a remitir también sus
ideas y aportaciones. Ya entrado el año 2017 todas esas iniciativas
dieron sus frutos y finalmente se aprobaron las categorías
especiales de vinos de viñedo singular, vinos de municipio y vinos
de zona. Es pronto para evaluar cuál ha sido la reacción del
consumidor medio ante esta sobredosis de información en el
etiquetado y si de verdad estamos preparados para valorarla en su
justa medida. O dicho de otro modo, si estaremos dispuestos a pagar
algo más por esos vinos de categorías superiores. Esos cambios
efectuados en el pliego de condiciones del Consejo Regulador
consiguieron que las aguas volvieran
a su cauce y regresó la calma por un tiempo, concretamente hasta
ahora.
El
penúltimo capítulo de este espinoso asunto se produjo en el año
2019, cuando la Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa (ABRA) en una
asamblea en la que participaron tan sólo 20 del
largo centenar de
bodegas que agrupa, con
el escaso apoyo de 12 votos a favor, tomó
la decisión de modificar su nombre para pasar a denominarse
Asociación de Bodegas de Euskadi (ABE) con
la excusa
de dar cabida a los elaboradores de txakoli.
En
cuestión de días, el rechazo de la mayoría de los asociados
-algunos de los cuales incluso llegaron a pedir formalmente la
revocación de la junta directiva y la celebración de unas nuevas
elecciones-
forzó la celebración de una asamblea extraordinaria que -en
esta ocasión por una amplia mayoría- dio
marcha atrás a tan polémica medida. Un
año más tarde -Enero
de 2020-
y con el respaldo del gobierno vasco, de nuevo ABRA consiguió lograr
parcialmente sus objetivos con la publicación en el BOE de la
solicitud de protección e inscripción en el registro comunitario de
la DO. Viñedos de Álava, aunque finalmente fue rechazada por el
Ministerio de Agricultura aduciendo dificultades
técnicas,
incumplimiento
de normativas europeas e incompatibilidades entre marcas y patentes.
Las
últimas noticias indican que el tema ha vuelto a quedar aparcado
-una vez más- aunque seguramente sin zanjar definitivamente. Es
cuestión de tiempo que con la excusa de la ubicación geográfica de
los viñedos, se reabra un debate intencionadamente político que a
nadie beneficia. Mal asunto si se mezclan el vino y la política.
Todo lo que suponga concordia y negociación debería ser
obligatoriamente bueno para el porvenir de la DOc. Rioja. Parece que
por fin el Consejo Regulador ha comprendido que es el momento de
renovarse, que las transformaciones no son siempre negativas y que en
algunas ocasiones sirven para señalar el camino a seguir. Con total
seguridad más de uno en este instante se estará haciendo la misma
pregunta que nosotros.
¿Adónde
vas, Rioja?
Que artículo más certero.
ResponderEliminarGran articulo. Parece que finalmente la propuesta no sale adelante, pero a faltado muy poco.
ResponderEliminarEl Consejo Regulador se ratifica a favor la unidad del Rioja y en contra de las «injerencias políticas».