martes, 9 de diciembre de 2014

> Tout glamour...


Postal de Toledo. El Alcázar, impresionante...


Toledo ha sido, es y será siempre una ciudad con clase, imperial, señorial, capital del Imperio Español y ciudad de las tres culturas hasta el siglo XVI. Ha resultado muy estimulante visitar la ciudad dieciocho años después de la primera vez, en idéntica compañía pero con la madurez y la perspectiva que aporta el paso del tiempo. Gran protagonista sin duda, este año cuarto centenario de su fallecimiento, es El Greco, pintor cretense que desarrolló en la capital toledana sus años pictóricos de mayor éxito, pero no vamos a hablar de pintura.

Vayamos al evento en sí...

Invitados por unas queridísimas amigas (gracias, Begoñas) acudimos el pasado mes de Septiembre al enlace matrimonial de una de ellas. No hay distancias cuando la causa (y las personas) lo merecen. El día amaneció despejado y soleado, presagiando efectivamente una jornada calurosa. Madrugamos para no ir con prisas, algo que al final no logramos, pues cuando te vistes de esa guisa, mil impedimentos te dificultan, digámoslo así, una movilidad y locomoción normales. Ambos impecables salimos de nuestro hotel en Toledo y nos subimos al coche para ir a Talavera de la Reina, lugar de celebración de la ceremonia. Ese momento, el de subir al coche, fue al menos para mí, una auténtica heroicidad, un instante crítico del día, pues hasta ese justo momento, no supe si las costuras del chaqué iban a resistir la jornada o por el contrario iban a abrirse en un sonoro quejido, si acaso sólo silenciado por mis llantos y lamentos. Al final nada de eso sucedió, para el bien de todos, en especial para la salud cardiovascular de mi mujer, porque le hubiera dado un infarto.

Antes de la ceremonia, en los jardines que rodean la Basílica de Ntra. Señora del Prado


El traslado a Talavera, casi una hora en coche, no se hizo largo en principio, pero puedo jurar que no he conducido jamás empleando menos músculos de mi cuerpo: movimientos suaves, acompasados, sin brusquedad alguna, todo ello con la finalidad única de preservar la integridad textil de los atuendos. 

Las tierras toledanas en verano no son frescas precisamente, y el interior de la iglesia no fue una excepción. Los ropajes, las luces, la emoción y los metabolismos de los presentes contribuyeron a hacer subir la temperatura en la Basílica de Nuestra Señora del Prado. En el interior de mi levita rondábamos los 40ºC, añadiendo a los más de 32ºC exteriores los de mi propio organismo. Finalizada la ceremonia y de regreso al aparcamiento, nuevo via crucis térmico, antes de volver a Toledo.


Ceremonia


El banquete se celebró en un marco precioso. El Cigarral Santo Ángel Custodio es una maravillosa sucesión de jardines, patios, construcciones de piedra y ladrillo, instalaciones a las que los novios habían añadido un sinfín de detalles para personalizar el acto, todos de exquisito gusto. No faltaba de nada. El cóctel fue abundante y variado, de soberbia calidad y presentación, el servicio impecable... Cuando fuimos invitados a pasar a sentarnos a las mesas, aún seguían saliendo camareros con platos de jamón perfectamente troceado, el cual con el calor del mediodía, comenzaba a destilar esa grasilla deliciosa que sólo el ibérico es capaz de sublimar. 


En los jardines, durante el cóctel


Las mesas estaban dispuestas en un patio porticado, mayoritariamente a la sombra. Nos instalamos en nuestra mesa previamente asignada y disfrutamos de la velada compartiendo mantel con varios amigos de los novios, de diversas procedencias, ocupaciones y estados civiles. De entre todos los presentes en esa mesa tuve el honor de ser el único al que los rayos del sol iluminaron durante toda la comida, situación ésta que se tradujo en un considerable incremento térmico en el interior de mi levita, prenda la cual no obstante permaneció sobre mis hombros durante todo el tiempo. El único momento tenso del día se produjo cuando una camarera, en su intento de servir, derramó algo así como litro y medio de salsa sobre el mantel a escasos centímetros de nosotros, a pesar de lo cual logramos salir prácticamente indemnes de semejante catarata, algo verdaderamente milagroso.


Con María, una buena amiga. Obsérvese a quién le da el sol...

Entrante de salmón, crujiente de foie y solomillo fue el menú, regado con un verdejo de Rueda y un majestuoso Reserva de Marqués de Riscal 2010. Botella bordelesa, etiqueta, cápsula, corcho y malla dorada, todo acorde con la más respetuosa tradición de la bodega de Elciego. Visualmente se presentó con su característico color cereza picota de capa media-alta, bien cubierto, con ribete atejado y abundante lágrima ligeramente pigmentada de rápida caída. Nariz compleja, pura delicia, frutas negras en licor, mentolados, especias y tostados, todo en su justa medida, nada sobra y nada falta. Puesto en boca, la sensación aún fue mejor: redondo, elegante, sabrosísimo, con cierta acidez muy agradable y fresca, taninos finos y modulados. Final largo y especiado. Delicioso.




Tras el postre fuimos invitados a salir a un mirador sobre el Tajo donde se celebró el baile, se instalaron las barras y demás. Yo fui de los últimos en abandonar la mesa, no por querer permanecer más tiempo al sol, sino porque a tal temperatura mi espíritu comenzaba a fundirse con el de la silla. Pura alquimia. Tras un momento de duda, pues tuve tentaciones de quedarme allí al sol a esperar la muerte, salimos al mirador, a la sombra (por fin...) a tomar algún refrigerio.

Miradores sobre el Tajo

Con María y Mercedes, madre e hija. 

El glamour de la "dama de rosa"

Los novios, abriendo el baile nupcial

Con Begoña. Gran mujer y mejor amiga


La velada se alargó hasta cerca de las 2 de la madrugada, y pasó como un suspiro entre risas, fotos y algunos otros detalles cortesía de los novios: minihamburguesas, palomitas, algodón dulce, chuches, chocolate con churros, etc. No sin cierta pena, regresamos a nuestro hotel encantados y satisfechos, y lo que es más importante, con la dignidad y las costuras intactas. 

Sin miedo a equivocarnos podemos afirmar que fue, sin lugar a dudas, la mejor boda a la que hemos asistido y a la que probablemente asistamos nunca.

Nuestra más sincera enhorabuena.








2 comentarios:

  1. Maravillosa boda.Compañía inmejorable.Toledo majestuosa.Pero lo mejor de todo es haber compartido, todo ello, junto con la persona con la que decidí estar hace 21 años.

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  2. Sin miedo a equivocarnos podemos afirmar que fue, sin lugar a dudas, la mejor boda a la que hemos asistido y a la que probablemente asistamos nunca.

    ¿incluida la vuestra?

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