La comarca del Cerrato se extiende al sureste de la ciudad de Palencia, ocupando territorios de las vecinas provincias de Burgos y Valladolid. Sin embargo, la mayor extensión de tierras cerrateñas corresponde a la provincia de Palencia. Venta de Baños, Torquemada, Astudillo y Dueñas son las localidades con más renombre, si bien desde el punto de vista enoturístico es ésta última la que ofrece más oportunidades.
El Barrio de las Bodegas de Dueñas se extiende al norte del casco urbano y ocupa un cerro que en realidad es un gigantesco queso Gruyere, horadado en múltiples direcciones desde tiempos inmemoriales. La inmensa mayoría de las bodegas son de uso privado y por tanto no son visitables. No obstante, hay una excepción a dicha regla no escrita, tan sólo una honrosa excepción y afortunadamente dimos con ella. Hablamos de la Bodega Remigio Salas todo un referente entre las bodegas de Dueñas, por sus dimensiones, su historia y la calidad de sus vinos.
Al franquear la pequeña puerta de entrada de la bodega, el visitante casi se ve obligado a agacharse ligeramente, en un gesto que parece indicar en cierto modo una reverencia, porque en realidad está pidiendo permiso para adentrarse por unos túneles excavados a pico y pala hace más de dos siglos. Los primeros registros de construcción de la bodega datan del año 1778, aunque la realización de sucesivas ampliaciones y continuas mejoras han conseguido que esta maravilla arquitectónica subterránea haya llegado hasta nuestros días en perfecto estado y -lo que es más importante- en condiciones plenas para la elaboración y crianza de los vinos.
Desde finales del siglo XIX, las instalaciones son propiedad de la familia Salas, al principio como una pequeña bodega elaboradora que rápidamente debió ampliarse con la construcción de un imponente lagar de sillería en 1887 para satisfacer los encargos de vino de bodegueros franceses, en aquel entonces amargamente acuciados por la plaga de filoxera. Como es bien sabido, la enfermedad no tardó en cruzar los Pirineos, de manera que el viñedo español también se vio prácticamente diezmado. Aquellos fueron años difíciles, sin embargo, a principios del siglo XX la familia Salas -haciendo gala de ese carácter castellano, tenaz y perseverante- comenzó a replantar sus viñas con las variedades autóctonas de siempre. En la actualidad, la bodega está dirigida por la cuarta generación de la familia Salas y gestiona 90 hectáreas de viñedo propio, sobre suelos calizos y pedregosos. Aunque los tiempos han cambiado y las técnicas modernas de vinificación y crianza van poco a poco permeando la roca de las paredes, la bodega apuesta por preservar esos ecos de tradición y se muestra orgullosa de mostrarlos a los visitantes.
Traspasar la puerta de esta bodega es iniciar un pequeño viaje virtual en el tiempo. No resulta difícil imaginar los carros cargados de uva y detenidos en el exterior, los hombres llenando el lagar con los racimos, la enorme viga accionada por medio del giro del tornillo de madera, el esfuerzo de los peones, los maderos prensando las uvas, el mosto manando y el olor a vino por todos los rincones. Imágenes, sonidos y aromas de hace no tanto tiempo, aunque nos parezca que haya transcurrido una eternidad.
Tras descender un estrecho tramo de escaleras de madera, se accede al reino del silencio y la calma. Barricas, tinas y grandes bocoyes ocupan cada espacio de los pasadizos subterráneos. Algunos de estos contenedores de madera llevan allí varias décadas, fueron ensamblados en ese lugar y ahí permanecerán eternamente, sostenida su vida por los litros de vino que contienen. El vino es su líquido vital -algo así como su sangre- porque sin el vino se secan, resquebrajan y mueren. Probablemente poco aporta esa vieja madera al vino, pero se trata de una vieja amistad, porque ambos se necesitan, sin precisar cuál de los dos se entrega más en esta relación de hace décadas.
Sin embargo, de unos años a esta parte ha entrado en escena un nuevo personaje. La construcción de depósitos de hormigón -en cierto modo, una pequeña infidelidad- posibilitó mejorar los procedimientos de vinificación y guarda, así como incrementar sensiblemente la capacidad de la bodega, la cual se estima que puede llegar a procesar hasta 250.000 kilogramos de uva en cada vendimia. A diferencia de la madera, el hormigón no tiene capacidad para intercambiar oxígeno y es un perfecto complemento a las barricas para la realización de la crianza. En realidad la hilera de depósitos de cemento -magistralmente construida adaptándose al desnivel de la galería subterránea que ocupan- ha venido a sustituir a los antiguos trujales, aunque mucho más fáciles de limpiar y mantener.
Evidentemente la bodega cuenta con una parte más moderna -destinada al almacenaje, embotellado y llenado de los bag in box- si bien todavía conserva vestigios históricos, como los carriles, poleas y ganchos que servían para mover las barricas en el pasado, utensilios fuera de uso en la actualidad, pero que en Remigio Salas se muestran con orgullo al visitante como parte de la memoria vitivinícola de la familia. La dirección técnica actual mira hacia el futuro y sabe cuál es el rumbo a seguir, pero sin olvidar sus orígenes ni los esfuerzos de las generaciones anteriores. Porque sencillamente, una tierra que reniega de sus antecesores, no merece un porvenir.
Desde luego, hace ya muchos años que se dejó de vender vino a granel. Aquella entrañable imagen del señor mayor que cada semana se pasaba por la bodega con su pequeña garrafa -más para entablar conversación que por otro motivo- ha quedado definitivamente atrás. No obstante, en Remigio Salas se sigue comercializando vino en formatos de gran volumen -cinco y quince litros, si no estamos equivocados- y no son pocos los viajeros que a su paso por Dueñas detienen su vehículo en la puerta de la bodega para reponer existencias de su vino de cabecera. Sin duda, los formatos bag in box de diferentes capacidades son los sustitutos de la antigua venta a granel. Los dos vinos más demandados en formato grande son sin duda el rosado y el "ojo gallo" -que en realidad son el mismo vino de elaboración tradicional, con la única diferencia del grado de prensado- más delicado el primero y con mayor extracción -también más cuerpo y estructura- en el caso del segundo, de modo que el "ojo gallo" estaría más cerca de ser un tinto que un rosado.
El verdadero salto de calidad se dio con el inicio de la comercialización de vino embotellado. El nacimiento de la gama comercial Las Luceras marcó un antes y un después en la historia de la Bodega Remigio Salas. La elección del nombre de esta familia de vinos tampoco fue fruto de la casualidad: se llaman luceras a los pozos de ventilación de las bodegas -aunque en realidad es escasa la cantidad de luz que dejan pasar- elementos imprescindibles para la correcta aireación de los túneles subterráneos, sin las cuales la humedad se acumularía y las bodegas terminarían hundiéndose. Exteriormente pueden visualizarse en cualquier punto del Barrio de las Bodegas de Dueñas, aunque en su remate final exista cierta diferencia de criterios estéticos según quién sea su constructor.
Elaboran cinco vinos, todos ellos con la cintilla de la DO. Cigales, tierra históricamente reconocida por sus rosados y claretes. Como no podía ser de otro modo, Las Luceras Rosado representa el nexo de unión entre tradición y modernidad. Este ensamblaje de variedades tintas -Tempranillo y Garnacha- con un 20% de uva blanca -Albillo y Verdejo- es la definición perfecta de un rosado cerrateño. Frutillos rojos, chucherías y un recuerdo a hoja de hierbabuena en nariz presagian un vino fresco y divertido en boca, y aunque ciertamente así lo es, resulta más cálido, voluminoso y serio de lo esperado. Pocas bromas con este tipo de rosados.
De unos años a esta parte, la variedad blanca española más popular es sin duda la Verdejo. La aceptación de dicho cepaje por parte del Consejo Regulador de la DO. Cigales concedió a las bodegas la posibilidad de incrementar notablemente sus ventas, así como ofertar monovarietales de Verdejo a precios muy competitivos, dando además a conocer una denominación menos famosa que su vecina DO Rueda y aportando esa pizca de novedad que busca el consumidor mínimamente curioso. Las Luceras Blanco es uno de esos nuevos verdejos, menos voluptuosos y folclóricos en nariz, pero considerablemente más sinceros y completos en boca. Representan la honestidad castellana, son vinos honrados que trasladan hasta la copa lo que la variedad otorga, sin artificios ni maquillajes. Nariz de flores blancas, frutas de pepita, heno y anisados. Fresco y agradable en boca, con un ligerísimo amargor final que le da longitud al conjunto.
Finalmente, tres son los tintos elaborados por Bodega Remigio Salas. Las Luceras Roble es su tinto de inicio de gama, coupage de Tempranillo y Garnacha (80-20) con 6 meses crianza en barrica de roble americano -frutas rojas, flores azules, caramelo de nata y fresa- atractivo en nariz y muy agradable en boca, con taninos presentes pero amables. En sus dos hermanos mayores -Las Luceras Crianza y Las Luceras Reserva- desaparece la Garnacha del coupage, tratándose en realidad de dos monovarietales de Tempranillo con 14 meses de permanencia en barrica de roble francés y americano en el crianza y con 24 meses en barrica exclusivamente de roble francés en el reserva. Frutas rojas y negras, tabaco, cedro y especias en nariz. Finos, elegantes y sabrosos en boca. Ambos son dos vinos excelentes y complejos, aunque a decir verdad, sorprenden menos que los vinos jóvenes, quizás por tratarse de un perfil más conocido y similar a otros vinos más habitualmente catados, en particular a ciertos Riberas del Duero, con quienes comparten variedad de uva, elaboración e incluso cercanía geográfica.
Poco más que añadir a esta breve incursión en tierras palentinas, como ya dijimos en una entrada anterior, tan cercanas como desconocidas. Sin duda la visita a las instalaciones de Remigio Salas ha sido el perfecto resumen de lo que Palencia significa en cuanto a la fusión entre tradición y modernidad. Trabajo bien hecho con la mirada hacia el futuro, pero sin dejar de observar -aunque sea de soslayo- ese esforzado pasado no tan lejano que ha permitido llegar hasta hoy sin perder autenticidad.