Toda la vida de Luis Oliván ha girado en torno al vino y tras mucho tiempo dedicado en exclusiva a la vertiente comercial, decidió hace unos años empezar a cumplir su sueño de elaborar sus propios vinos. Orgulloso de su pasado e ilusionado con su futuro, vive su exigente día a día pendiente de sus vinos. Desde el viñedo hasta la mesa del restaurante, todo ese largo camino es supervisado por Luis. Su completa web proporciona toda la información necesaria y un paseo minucioso por ella permite al consumidor comprender fácilmente que cada botella contiene una pizca de sus ilusiones.
Recién llegado a la elaboración -aunque buen conocedor del proceso por el que transita cada botella de vino- no cuenta con viñedos ni bodega en propiedad. Sin embargo, su talante negociador y sus contactos madurados a lo largo de tantos años le han permitido tener acceso a ambas cosas, y lo que es más complicado, en tres zonas geográficas bien alejadas -Somontano, Campo de Borja y Sierra de Madrid- con la firme convicción de elaborar vinos de parcela basándose en una viticultura mínimamente intervencionista.
Convencido defensor de las castas autóctonas, Luis ha decidido elaborar un "clarete de los de antes", vinificando conjuntamente uvas blancas y tintas procedentes de un mismo viñedo mestizo de Alcañón -blanca- y Moristel -tinta- dos cepajes casi extinguidos de Huesca en vías de recuperación, de nuevo en una apuesta decidida por la tradición y las costumbres más arraigadas a las tierras que de niño le tocó picar en más de una ocasión. Hemos tenido que esperar unos meses desde la presentación pública del resto de sus vinos que recogimos en un artículo anterior, de manera que detallaremos a continuación nuestras notas de cata y opiniones sobre este vino tan peculiar por su elaboración.
De un precioso color rojo frambuesa de capa media, entrega en nariz aromas de frutillos rojos, yogur de fresa, regaliz rojo y unas tímidas chucherías, incluso asoma un albaricoque maduro al ganar temperatura. En boca resulta ligero, alegre y divertido. Muy fresco debido a su acidez, obtenida adelantando ligeramente la vendimia para evitar sobremaduraciones. Poco voluminoso en su paso de boca, nos hubiera gustado un poco más de longitud y persistencia en el postgusto. Un vino ideal para disfrutar durante los meses de calor, armonizado con comidas ligeras o directamente a modo de refresco en cubitera y con la mejor compañía mientras se contempla una puesta de sol.
El verano ya está aquí...
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