Si lo deseas, empieza por presentarte. ¿Cuál es tu nombre? ¿De dónde eres? ¿A qué te dedicas?
Mi nombre es Alejandra Sarmiento Idrovo. Y sí, prometo que lo de mi
apellido fue tan solo una casualidad… ¿o tal vez era el destino?Nací en Bogotá, Colombia, pero desde el
2014 vivo en España, y desde el 2016 Zaragoza se convirtió en mi hogar. Soy
colombiana de nacimiento, pero maña de corazón. Por mis venas corre el espíritu
latino alegre, soñador y emprendedor, pero en mi día a día disfruto la
maravillosa calidad de vida española, su fascinante gastronomía, sus rincones
llenos de historia y sus infinitos tesoros vinícolas. Actualmente, y desde hace 7 años, soy la
responsable de exportación en Bodegas Tempore.
¿Qué querías ser de mayor?
De niña soñaba con ser bailarina. Mi papá es mago profesional, así que
crecí rodeada de arte, luces, teatro e ilusiones. Siento que gracias a esa
capacidad de soñar y de mantener viva a mi niña interior, soy lo que soy. También
soñé con ser diplomática, pero únicamente por la oportunidad de viajar por
todo el mundo y descubrir lugares fascinantes.
¿Cuál es tu primer recuerdo relacionado con el vino?
Recuerdo que de pequeña, en Bogotá, mi papá me dejaba probar un poquito de
vino en las celebraciones más importantes: Navidad, Año Nuevo, algún
cumpleaños. Me dejaba mojar mi dedo en su copa como una travesura de la
cual solo él y yo sabíamos. Yo me moría de risa, y por supuesto, el vino
no me gustaba nada.
¿Y el primer contacto "profesional"?
Mi primer contacto profesional con el vino fue hace 7 años, durante mi
entrevista en Bodegas Tempore. Acababa de terminar mi máster en comercio
exterior y por eso un departamento de exportación llamó tanto mi atención,
pero tenía que ser honesta... mis conocimientos técnicos sobre vino eran
prácticamente inexistentes. Lo único que no me faltaba eran ganas de
aprender! Así que Paula Yago abrió las puertas de su casa, de su proyecto,
y junto con su familia me dieron la oportunidad de iniciar un camino que,
a día de hoy, se ha convertido en mi satisfacción profesional y en mi
deleite personal.
¿Hay en tu familia antecedentes relacionados con el vino?
Mis tíos Carlos y Pilín siempre fueron unos apasionados del vino, y
gracias a ellos, desde pequeña me familiaricé con algunas variedades y
zonas productoras, principalmente chilenas, argentinas y españolas.
¿Has recibido formación enológica o eres autodidacta?
Toda mi formación enológica la he recibido de Bodegas Tempore. Han sido 7
años de constante aprendizaje, experiencia y descubrimiento de un mundo
fascinante y maravilloso. ¿Qué es lo que más me gusta? Que cada día
aprendemos algo nuevo! Mantenerse atentos a las tendencias del mercado
internacional nos permite descubrir novedades constantemente, y esa
formación incesante es la que nos llena aún de más curiosidad por ahondar
en el mundo del vino. Gracias a esa semilla sembrada en 2016,
mi interés fue en aumento, así que empecé a asistir a catas en Zaragoza para
conocer sobre distintas bodegas, regiones, variedades, elaboraciones, etc. Fue
así como llegué a la tienda Wine Not? de mi queridísimo amigo portugués, Luis
Dias, y fue allí donde inició otro capítulo de mi incursión en la aventura del
vino. Poco a poco se fue gestando un pequeño
grupo de cata, pues cada vez eran más frecuentes nuestros encuentros en Wine
Not? Ni siquiera la pandemia nos paró! Luis organizó catas online y a través de
las pantallas seguimos descubriendo vinos y aprendiendo. De esta manera, con muchas ganas,
curiosidad y pasión, nacieron los Winefrikis. El maravilloso grupo de mis 7
amigos catadores con los que cada cata a ciegas, cada visita a bodega, cada
descubrimiento de un proyecto diferente, y cada Cena de Trofeos es una
constante formación.
¿A
quién invitarías a un vino? (personaje histórico, público o de tu entorno)
Uf, que difícil escoger. Se me ocurren tantos! Invitaría a un vino a Diana Uribe,
historiadora colombiana a quien desde hace años admiro profundamente. También a Ken Follett, Julia Navarro,
Tom Hanks, Freddie Mercury, Juan Tamariz, Marian Rojas… Creo que esta lista puede reflejar un
poco mis hobbies, mis pasiones. Y por eso me fascina la variedad de
conversaciones que podrían surgir con estas personas en torno a un vino.
¿Con quién crees que tienes un vino pendiente?
Tengo un vino pendiente con mi suegro adorado, con quien compartí las
mejores sobremesas, siempre con una buena copa de vino, por supuesto.
Pasamos tardes, y algunas noches también, siendo confidentes, charlando
sobre sus experiencias de vida, riendo sin parar sobre sus anécdotas y
emocionándonos sobre todos los sueños e ilusiones que él tenía, y que
siempre me compartió con una sonrisa enorme, cantando tangos, lleno de
ganas de vivir. Suegrito lindo, seguro que cuando nos encontremos en el
cielo volveremos a brindar! Ah y no puedo olvidar que también tengo
pendiente una botella de Derechero con mi marido que llevo varios meses
prometiendo, pero que aún me cuesta abrir… Es un tesoro que guardo bajo
llave!
¿Cuál
crees que es la cualidad esencial que se debe tener para catar un vino?
La cualidad esencial para catar un vino es tener mente abierta. Cada vino
tiene una historia, cada vino es una experiencia sensorial, cada vino
tiene su propio ADN, por eso a la hora de catar, borremos límites por un
momento y permitamos que sean nuestros sentidos los que hagan ese primer
contacto.
Catar,
evaluar o beber vino ¿es lo mismo?
No, no es lo mismo. Cada cosa tiene su momento, y es fundamental poder
diferenciarlo. En un ámbito más técnico y de formación, cataremos y
evaluaremos un vino siguiendo ciertos parámetros y criterios que hemos ido
trabajando, pero a la hora de beber un vino, que no se nos olvide la
capacidad de disfrutar. Beber un vino implica variables que
también son determinantes: nuestro estado de ánimo, la compañía, el momento, el
lugar, el maridaje. Variables tan subjetivas que hacen que un mismo vino casi
nunca sepa igual. Y esta es una de las cosas que más me maravilla de este
mundo: la infinidad de oportunidades.
¿Recuerdas el mejor vino que hayas probado?
En mi opinión, el mejor vino siempre está relacionado con buena compañía
y con un ambiente agradable. No hay nada que disfrute más que compartir un
vino con amigos, familia, y que entorno a él se generen conversaciones
profundas o risas interminables. Esa, para mí, es una condición
indispensable para sentir que estoy bebiendo el mejor vino. De todas formas, si tuviera que escoger
uno me quedaría con el Pirene 2020, variedad recuperada Nº 32, de Familia
Torres que tuve el privilegio de catar gracias a mi amigo Winefriki, Eduardo
Cabello.
¿Y el peor?
Por supuesto que lo recuerdo. Fue un vino que traje de Kenia y que intentamos
beber los Winefrikis el día de mi despedida de soltera… Imposible!! Los
aromas ahumados eran excesivos y no pude con él. Esto no quiere decir que
no vuelva a darle la oportunidad a un vino similar, simplemente ese no era
el día indicado.
¿Cuál es tu sueño (futuro) relacionado con el vino?
Seguir viajando por el mundo gracias a mi relación, laboral y personal,
con el vino. Seguir apostando por mi formación constantemente, pero sobre
todo… mi sueño es: seguir disfrutando junto a mis amigos y mi familia la
alegría y la emoción de compartir una buena copa de vino!
¿Qué significa para ti pertenecer a Winefrikis?
Pertenecer a los Winefrikis significa: comunidad, aprendizaje,
descubrimiento, complicidad y amistad. Me enorgullece formar parte de este
gran equipo de amigos catadores, a la vez que agradezco enormemente la
oportunidad de haber descubierto 7 personas maravillosas que aportan a mi
vida en distintos aspectos, y con las que cada día hay un motivo diferente
para celebrar y para brindar. Salud, queridos amigos!
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