Ysios: presente y futuro
Al día siguiente, nos
dirigimos a la cercana villa de Laguardia, donde teníamos concertada la visita
a Bodegas Ysios. Con alguna dificultad conseguimos encontrar el acceso y nos
preparamos para realizar un viaje en el tiempo. Si Valdelana representa la
tradición, el pasado que se introduce dulcemente en el presente, Ysios estalla
en el presente y te proyecta hacia el futuro, casi con violencia, empezando con
el atractivo diseño arquitectónico de la bodega, obra de Santiago Calatrava,
siguiendo con el avanzadísimo sistema de producción y terminando con la
degustación de sus carísimos vinos.
Nada en Ysios parece debido al
azar. Los diseños, nombres, formas, colores son de una determinada manera
porque así se ha decidido. Varios ejemplos. El nombre de la bodega es una
fusión de los nombres de dos deidades egipcias, Isis y Osiris, la primera de
las cuales representa la fertilidad y la segunda a la madre naturaleza. Pero no
termina ahí la simbología. Ysios se escribe con Y para representar una copa de
vino. Con la arquitectura continúan las evocaciones. El tejado ondulado
diseñado por Calatrava emula la orografía de la Sierra de Cantabria visible
detrás de la bodega, aunque también representa el carácter mediterráneo del
arquitecto, recordando las olas del mar, carácter marinero al cual también hace
referencia el salón de catas cuyo interior puede recordar a la popa de un barco
antiguo. Desde el aire, la bodega y sus viñedos recuerdan de nuevo a una copa.
Y desde la distancia, en una visión frontal, el edificio parece un grupo de
barricas que flotan sobre el agua de un estanque.
Ysios
es propiedad del grupo Domecq, un gigante del mundo del vino en España, quizás
el más grande junto con Osborne y Gonzalez-Byass. Desde el punto de vista de la
producción, Ysios es una bodega moderna. El acero predomina sobre la madera.
Todos los vinos de Ysios se crían en barricas nuevas, fabricadas con roble
francés, americano y húngaro, las cuales se desechan pasados entre 3 y 5 años.
Llama la atención, sobre todo si se recuerda el cariño con que se tratan las
barricas y los tanques de fermentación en otras bodegas más tradicionales como
López de Heredia, donde hemos escuchado hablar de mohos y levaduras con el
mismo respeto con que se habla de un venerable antepasado. Como ya hemos dicho
Ysios es una bodega moderna, con un interior más parecido a una nave espacial
que a una bodega. Quizás seamos unos románticos, después de todo.
Lo
mejor con diferencia de la visita a Ysios fue la cata, y más concretamente el
salón de catas. Amplio, luminoso, impoluto. A medio camino entre una catedral escandinava
de madera y el interior de un galeón medieval español. Tuvimos ocasión de catar
dos vinos: Ysios Reserva 2006 y un
vino de autor (Esencia de Ysios). El primero nos pareció un rioja más clásico,
dentro de la modernidad que representa Ysios, pero el segundo fue toda una
sorpresa. Esencia de Ysios es un
reserva, pero elaborado con la colaboración de un perfumista francés, de manera
que resulta casi más agradable en nariz que en boca, aunque en boca nos pareció
soberbio. El precio también era soberbio. Apuramos el tiempo y las copas en
aquel altar divino, hasta que irremediablemente tuvimos que marcharnos.
David y Goliat
Llama
poderosamente nuestra atención la abundancia en la Rioja Alavesa de
pequeñas bodegas, la mayoría de tipo familiar, que han evolucionado en los
últimos años y que comienzan a hacerse un sitio en el mercado, resistiendo con
notable éxito en un mundo empresarial exigente, liderado por auténticos gigantes
económicos. En realidad no son conceptos excluyentes, sino más bien
complementarios, conformando una especie de simbiosis que beneficia a ambos
modelos productivos. Ysios (y Calatrava) han puesto en el mapa a la villa de
Laguardia, y Marqués de Riscal (y Frank Gehry) han hecho lo mismo con la villa
de Elciego. Aprovechando ese impulso, se han ido sumando proyectos bodeguero-empresariales
más modestos, cada uno dentro de sus posibilidades, pero todos dignos de
elogio. Otras poblaciones no han tenido esa fortuna. Lapuebla de Labarca y Villabuena
siguen a la espera de su príncipe azul.
Con
un marcado carácter diferenciador, todas esas bodegas pequeñas buscan ofrecer
algo distinto. Y es en ese punto donde entran las personas. El carácter, el
espíritu, el ánimo de las personas… se va impregnando en sus vinos y en sus
etiquetas. Son vinos con alma, vinos humanos, vinos familiares, vinos cercanos.
Al beberlos nos olvidamos de los diseños espectaculares y de los arquitectos de
renombre, pasando sólo a recordar a las personas mientras disfrutamos de una
copa de su vino.
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